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Columna


Planificamos nuestro futuro o padeceremos un presente perpetuo

“En un país subdesarrollado, no es con espontaneidad,
sino con planificación de políticas activas
que se avanza en el desarrollo social”
Arturo Frondizi

Por el Doctor Ignacio Katz

 
Para la Gestión Sanitaria se reclaman políticas de Estado, pero éstas sólo serán posibles a través de una red asistencial que construya un verdadero sistema sanitario en correspondencia con un proyecto de Nación. El camino a transitar nos impone recordar lo que expresa Lewis Carroll en Alicia en el país de las maravillas cuando pregunta:
“podrías decirme por favor ¿qué camino debo tomar para salir de aquí?”
“eso depende en gran parte del sitio en donde quieres ir” dijo el Gato.
De esto surge que la planificación requiera de un saber crítico, y el desafío de cómo elaborar una planificación estratégica que posibilite construir un Sistema Federal Integrado de Salud público-privado equitativo que permita producir salud y consumir asistencia médica oportuna, adecuada y eficiente.
Planificar implica pensar antes de actuar, con método, de manera sistemática. Ponderar posibilidades, con los pies en el presente y el ojo en el futuro. Para Carlos Matus la planificación es una herramienta de libertad. Para ello distingue entre la planificación estratégica, que apunta a un cambio organizativo y administrativo; la planificación operacional, que actúa sobre el flujograma situacional y los nudos críticos (los focos a reformar o innovar), y la planificación estratégica situacional, que incluye a ambas y cuenta con las siguientes características:

  • un cuerpo teórico, metodológico y práctico.

  • actores en conflicto de cada sector de intereses.

  • consenso con negociación.

  • recetas para cumplir esquemas terapéuticos.

  • recorrer un camino crítico de programas concatenados.

  • políticas públicas y compromisos privados.

Hacia 1920 la Unión Soviética incorporó la Planificación sanitaria dentro de la política global económica y social. En un pueblo de preponderancia campesina y sin desarrollo industrial, se vieron obligados a la planificación en Salud dentro de la Nueva Economía Planificada. Por eso es que desde entonces se piensa en planificación como sinónimo de centralismo estatal, cuando ello no es necesariamente así.
Hacia 1962 en el Reino Unido, Gales con su gobierno laborista en plena crisis de posguerra desarrolla el criterio de planificación dirigida fundamentalmente a las inversiones hospitalarias. Pero en 1976 se amplía dando lugar al Sistema Nacional de Salud, National Health Services (NHS), plasmado en el Libro Azul, donde la planificación introduce el perfil de distribución equitativa, bajo la ideología socialdemócrata (laborista) con la consigna de la salud como derecho, y no como un privilegio.

Otro ejemplo es Suecia, su enfoque de planificación implantó los siguientes pasos:

  • estimación de un índice unitario de consumo en relación a la diversidad etaria (la biodiversidad y la tecno-diversidad) y a los cambios demográficos.

  • recursos necesarios según demanda regional.

  • distribución geográfica óptima que asegure la mejor accesibilidad.

Y a partir de estos elementos saber:

a) cuál es la estructura organizativa adecuada.
b) qué número de población según nivel asistencial.
c) cómo gestionar el acceso.
d) cómo garantizar la función de agencia y la evaluación tecnológica en relación a lo dictado por el Observatorio Nacional de Salud.

En nuestro país, aún en etapa de subdesarrollo, se requiere de una planificación estratégica que integre Estado –con un Observatorio Nacional de Salud–, Colegios Médicos –que poseen un registro pormenorizado de la actividad– y Universidades, que ante requerimientos válidos puedan formar los profesionales pertinentes y así evitar este mapa de atención médica en que se multiplican los vacíos por falta de especialistas.
La filosofía de la planificación se sostiene en una estructura de gestión que racionalice los servicios sanitarios, dada la desigualdad en necesidad y demanda, lo que no debe hacerse en términos de capacidad de pago o compra individual sino a través de decisiones sobre prioridades efectuadas por el sistema administrativo. Subrayemos: el Estado no puede monopolizar la salud y el mercado no puede liderarlo. El mercado no puede planificar por sí mismo, pues no existe en salud la autorregulación ya que carece de mecanismos que solo puede aportar una Función de Agencia, entendiendo por tal el monitoreo y la logística de la atención médica. Esta evita la demanda inducida por el proveedor que va desde el médico frente al paciente con su formación asimétrica hasta la industria farmacéutica y la incorporación acrítica de tecnología. De ahí que el objetivo de una Función de Agencia y una Agencia de Evolución Tecnológica sea determinar prioridades y maximizar los beneficios del gasto sanitario.

CINCO PRINCIPIOS CLAVE
Para lograr la planificación satisfactoria de políticas sanitarias se debe prestar especial atención a cinco principios rectores.
En primer lugar, el federalismo. Un sistema de gobierno federal como el nuestro confiere poder a funcionarios elegidos que diseñan y administran políticas de acuerdo con las necesidades locales y regionales.
Esto se vincula con la regionalización, que implica la creación de un instrumento único de información georreferencial, que permita la gestión eficiente de recursos para la satisfacción de las necesidades propias de cada espacio socio territorial, mediante la organización en red de los componentes y la fusión de fines a cumplimentar para concretar el derecho a la salud.
El peligro de ambos principios lo representa la autonomización, que es la característica de sectores que actúan como si estuvieran emancipados de cualquier responsabilidad y compromiso con el Estado, dada la debilidad de la capacidad de control del mismo (producto, en no pocas circunstancias, de delegaciones inducidas por el mismo Estado). Son disfuncionales para una correcta atención médica y potencian la fragmentación.
Para ello resulta vital el principio de subsidiariedad, en virtud del cual el Estado ejecuta una labor orientada al bien común, cuando advierte que los particulares no la realizan adecuadamente, sea por imposibilidad u otra razón. Se propone asegurar la integración como Nación y contribuir a fortalecer la identidad y así preservar las singularidades regionales. En resumen, el Estado Nacional debe hacerse cargo.
Por último, el Acuerdo Sanitario. Un acuerdo es por definición una propuesta instrumental entre partes, la articulación mediante una herramienta adecuada para alcanzar un determinado objetivo como lo es la construcción de un Sistema Federal Integrado de Salud. El elemento central de toda sociedad democrática es el conflicto. El acuerdo reconoce la crisis y asume el conflicto recurriendo a la negociación para elaborar una agenda de acción, no repite las inconsistentes formalidades del consenso que no modifica el diseño de la estructura nodal y pretende licuar las contradicciones y los conflictos.
No resulta posible concebir una planificación racional (fines) sin un criterio instrumental (medios). Planificación racional implica la elección de estrategias, técnicas y monitoreos. Una estrategia que contemple criterios sociales, técnicas que se adecuen a los medios empleados y monitoreos de seguimiento bajo regulación informática. La planificación es previsión y trabajo, compromiso y acción. No se trata de predecir el futuro, sino de crearlo.

Ignacio Katz. Doctor en Medicina (UBA).
Director Académico de la Especialización en Gestión Estratégica de Organizaciones de Salud Universidad Nacional del Centro (UNICEN).
Autor de: “Claves jurídicas y asistenciales para la conformación de un Sistema Federal Integrado de Salud” (Eudeba, 2012)

 

 

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