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Casi en paralelo con el lanzamiento de la estrategia de
Cobertura Universal de Salud (CUS) se produjo otro
anuncio relevante para comprender el formato que el
Gobierno Nacional parece imaginar para el Sector Salud.
Como ya hemos comentado, curiosamente la CUS se
explicitó formalmente a través del decreto 908/2016, en
el que se estableció la devolución al sistema de las
Obras Sociales de $ 26.767.913.875,96.- del Fondo
Solidario de Redistribución que no fueron oportunamente
asignados al sistema, y por cuya restitución -como era
previsible- la CGT presionó fuertemente en oportunidad
del cambio de Gobierno.
En ese marco, se asignaron $ 8.000.000.000.- de tales
fondos a financiar la estrategia de CUS, bajo el formato
de un fideicomiso de administración, y poniendo a cargo
de la administración de esos recursos a un sexteto de
funcionarios: dos por el Ministerio Nacional, dos por la
Superintendencia de Servicios de Salud (S.S.Salud), y
dos por la CGT.
La tarea central de esta Unidad Ejecutora será definir
los proyectos a financiar con este fondo, de acuerdo a
un breve listado de objetivos propuestos.
Recientemente la Superintendencia aprobó el modelo de
contrato para la constitución del fideicomiso.
El Ministerio ha avanzado en la firma de convenios de
adhesión al CUS con varias jurisdicciones nacionales.
Queda pendiente, a nuestro juicio, definir más
específicamente las reglas de decisión para la selección
de los proyectos a financiar, así como los detalles de
la prometida reestructuración de los programas de
provisión de medicamentos (ex Remediar, ex CUS
Medicamentos).
Y aunque no se ha planteado explícitamente, también la
definición de un programa de inversión en
infraestructura en el subsector - cuestión central para
el desarrollo de la estrategia propuesta, considerando
que a los fines de asegurar el acceso con equidad a los
servicios resulta indispensable garantizar al menos un
nivel mínimo de calidad de los mismos en todo el
territorio nacional- inclusive con más urgencia que la
confección del Padrón de beneficiarios.
Por otra parte, el Gobierno anunció, a través de la
Superintendencia, la creación de la Obra Social de los
Trabajadores de la Economía Popular (OSTEP).
El impacto posible de su creación en el sector no puede
minimizarse: se ha estimado la posibilidad de que se
incorporen finalmente a la misma hasta dos millones de
beneficiarios.
El proyecto es impulsado por la Confederación de
Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), bajo el
liderazgo de Emilio Pérsico y Juan Grabois, que ya
cuenta con experiencia en la gestión de servicios de
salud a través de la Asociación Mutual Senderos.
Desde el punto de vista del financiamiento, la propia
organización distingue dentro del denominado salario
social, el salario directo, el indirecto y las
asignaciones de la seguridad social.
La estrategia política de las organizaciones sociales
que impulsan la nueva Obra Social es entendible. Entre
nosotros las Obras Sociales son herramientas de
consolidación del poder institucional que las sostiene:
tradicionalmente los sindicatos, y en este caso las
llamadas organizaciones sociales que aglutinan a
trabajadores más o menos informales, mayoritariamente
subsidiados por el Estado (salario indirecto).
Observando ya el “fondo” político en el que estos
anuncios se producen, existe una novedosa armonía entre
la CGT (representante, en definitiva, de los
trabajadores de la economía formal) y el proyecto de la
CTEP.
La relación de fuerzas entre las organizaciones
sindicales (alineadas mayoritariamente en la oposición a
la gestión de Cambiemos), el gobierno (necesitado de
obtener control del conflicto social y ganar las
elecciones de este año) y estas organizaciones que han
ido ganando poder político y representatividad en la
medida que las políticas económicas y sociales no han
logrado reincorporar a gran cantidad de personas al
mercado de trabajo formal -y que cuentan con acceso
fluido a los despachos en el Vaticano-, determinan,
nuevamente, la morfología del sector.
Un dato relevante, a la luz del recalentamiento de la
relación entre la CGT y el Gobierno es el protagonismo
recientemente otorgado al Ministro de Trabajo en materia
del manejo de los fondos a transferir a la Obras
Sociales, según se dijo, aun por encima del Ministro de
Salud y el Superintendente de Servicios de Salud.
Una vez más, el sistema de salud argentino se configura
al calor de la puja del poder político. Y cada vez un
poco más fragmentado
(*)
Médico.
Máster en Economía y Ciencias Políticas.
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