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 Opinión

    
LA PROMOCIÓN DE LA SALUD EN CLAVE DE GÉNERO 
 
Por la Lic. Florencia Brandoni (*)


Muchas de las acciones de los agentes de salud, y en particular de las obras sociales, están guiadas por directrices internacionales, además de las normativas nacionales. La Agenda de Salud Sostenible para las Américas 2018-2030, en su objetivo 9, se propone reducir las enfermedades no transmisibles porque constituyen una epidemia global y son la principal amenaza para la salud.
Entre ellas se encuentran las enfermedades cardiovasculares, las respiratorias crónicas, el cáncer, la diabetes y los trastornos de salud mental, así como la discapacidad, la violencia y los traumatismos. Los caminos para dicha reducción son la promoción de la salud y la reducción de los riesgos, así como la prevención, el tratamiento y la vigilancia de las enfermedades no transmisibles y sus factores de riesgo.
Según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (2018) por año fallecen 41 millones de personas por esta causa en el mundo, equivalente al 71% de las muertes. Las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) afectan con mayor intensidad a los países de ingresos bajos y medios, por lo que representan un gran desafío para el desarrollo económico de los países.
En la Argentina estas enfermedades son responsables del 73,4% de las muertes, del 52% de los años de vida perdidos por muerte prematura y del 76% de los años de vida ajustados por discapacidad, acompañando la tendencia mundial.
Sin embargo, estas enfermedades (ECNT) son prevenibles en gran medida. Los cuatro factores de riesgo más importantes son el consumo de tabaco y la exposición al humo de tabaco ajeno, la alimentación inadecuada, la inactividad física y el uso nocivo de alcohol. Todos ellos responden a comportamientos personales y sociales principalmente adquiridos en la infancia y en la adolescencia e influenciados por los entornos donde vivimos y por la alta disponibilidad y promoción de productos nocivos para la salud.
Los cambios individuales a través de acciones de educación o concientización son importantes, pero no suficientes. La estrategia más efectiva para prevenir las ECNT es la implementación de políticas poblacionales que regulen los entornos y los productos, a fin de proteger el derecho humano a la salud, con especial énfasis en proteger los derechos de los niños, niñas y adolescentes, y así facilitar la adopción de hábitos saludables.
En este marco de alarma mundial por la salud, las obras sociales tenemos encomendada la tarea de la promoción de la salud a través del programa médico asistencial (PMA) y de los programas preventivos, en el intento de desplazar el eje de la enfermedad hacia la salud y convirtiendo la atención de la demanda en la atención de la necesidad.
Entendemos que la promoción de la salud se propone fortalecer las habilidades y capacidades de los individuos y de las comunidades dirigidas a modificar las condiciones sociales, ambientales y económicas, con el fin de favorecer su impacto positivo en la salud, el bienestar individual y colectivos, según la Organización Panamericana de la salud (OPS).
En esta línea, consideramos que todo trabajo en promoción de salud debe considerar las cuestiones de género, ya que hombres y mujeres no enferman de igual forma, ni los hábitos, rutinas, y cuidados de la salud se desarrollan de la misma manera en los géneros masculino y femenino. (1)
Vamos a referirnos solo a algunos ejemplos para dar cuenta de esta afirmación y las necesidades que de allí derivan.
A propósito de los cuidados de la salud de los miembros de la familia, hemos realizado una encuesta sobre en quienes recaen los mismos. De un total de casi 900 respuestas, 70% indicó que la mayoría de las tareas corresponde a las mujeres, el 23% a los hombres mayoritariamente, y el 8% indica que las tareas de cuidado se reparten entre ambos géneros. (2)
Ello se explica por los estereotipos de raigambre cultural que ubican a las mujeres como principales cuidadoras, dedicando el doble de horas diarias que los hombres a las tareas de cuidado no remunerado y les genera múltiples perjuicios en su inserción laboral.
La feminización del cuidado de la salud también afecta negativamente a los hombres, condicionando la atención que le prestan a su salud, realizando en menor proporción los chequeos médicos. Según la Organización Mundial de la Salud, el género masculino en general se cuida menos, consume en promedio cinco veces más tabaco y alcohol que las mujeres, factores que se encuentran relacionados con los roles sociales de género (OMS, 2019).
Esos mismos roles de género se vuelven un obstáculo a la hora de prevención del cáncer de próstata ya que los temores y prejuicios largamente asociados con los controles urológicos resultan en que de cada 10 hombres, 7 no realicen sus controles anuales debido al tabú que persiste en el examen del tacto rectal (LALCEC, 2022).
Asimismo, la creencia generalizada en que los infartos de miocardio son característicos de los hombres, opaca el dato de que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte femenina en el mundo y dificulta el conocimiento de los síntomas frecuentes de las mujeres y en consecuencia la identificación de la urgencia, lo que redunda en una demora muy perjudicial para acudir a la consulta médica. A esta demora prehospitalaria se suman las dificultades de la formación y los imaginarios propios de la práctica médica, que dificultan un diagnóstico cardíaco rápido. El desconocimiento de estas diferencias hace que las mujeres estén “infradiagnosticadas e infratratadas”, según la Sociedad Europea de Cardiología.
En síntesis, todas las acciones que desde las obras sociales han de llevarse adelante para el cuidado y promoción de la salud como para la prevención de enfermedades deben considerar los sesgos de género y realizarse campañas y difusiones ajustadas a estas particularidades, caso contrario se corre el riesgo de emitir mensajes inocuos o incluso nocivos.

Fuentes:

Agenda de Salud Sostenible para las Américas 2018-2030 - https://www.paho.org/es/agenda-salud-sostenible-para-americas-2018-2030
OPS, Promoción de la salud - https://www.paho.org/es/temas/promocion-salud
Consenso de enfermedad cardiovascular en la mujer (2021) Sociedad de cardiología, vol. 89 suplemento 5 julio 2021 - https://www.sac.org.ar/wp-content/uploads/2021/09/consenso-89-5-1.pdf
Encuesta nacional de Factores de Riesgo 2018 - https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-4-32-68
Campaña CardioMujer (2023) - osim.com.ar/cardiomujer
Evitar el infradiagnóstico cardiaco en la mujer, un reto clínico europeo, Junio 2024, Consenso Salud - http://www.consensosalud.com.ar/evitar-el-infradiagnostico-cardiaco-en-la-mujer-reto-clinico-europeo/
LALCEC “No tengas miedo al dedo”, (2022) – https://www.lalcec.org.ar/post/lalcec-y-grey-argentina-piden-que-no-tengas-miedo-al-dedo

Referencias:

1) Entendemos el concepto de género como una construcción cultural histórico – social de la feminidad y la masculinidad, que otorga y promueve atributos a hombres y mujeres, que se ordenan según una asimetría de poder, donde la femineidad tiene una posición de subordinación respecto de la masculinidad.
2) https://www.osim.com.ar/alzalavoz_2019/reconoce_cuest_cuidadoscom- partidos.php.



(*) Psicóloga - Coordinadora del Área de Prevención y Promoción de la Salud, y en Auditoria de Salud Mental y Discapacidad de OSIM - Obra Social del Personal de Dirección

 
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