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Obras Sociales


ACTUALIDAD DE LA SEGURIDAD SOCIAL

Por el Dr. Carlos A. Espelt - Director Médico - Construir Salud (Obra Social del Personal de la Construcción – OSPeCon)


El 2023 ha sido un año relativamente estable para el sistema de las OOSS de las leyes 23.660 y 23.661, lo que quiere decir una discreta mejora financiera si bien los problemas de arrastre siguen siendo más o menos los mismos.
Entre ellos las interminables negociaciones de los aumentos de precios con el sector prestador contratado. El rubro discapacidad -y dentro de él la cuestión de los transportes- continúa siendo una importante carga económica para el sistema, lo mismo que la educación especial.
Ambos asuntos vienen de años sin cambio; la posición histórica de las OOSS es que ese tipo de prestaciones deberían ser asumidas por los respectivos Ministerios por entender que les incumbe por la propia naturaleza de esos servicios que le restan recursos al FSR, recursos que se podrían asignar a mejorar, por ejemplo, los programas preventivos que las OOSS deben desarrollar en forma obligatoria.
Incidentalmente, el desarrollo por parte de cada una de las obras sociales del sistema, de programas preventivos -que en muchos casos se superponen con programas nacionales o provinciales- implica una prestación que puede ser altamente eficaz y efectiva pero poco eficiente, dado que no se articula con las demás entidades del sistema lo que implica una duplicidad de esfuerzo y costos.
Más aún, este tipo de programas pocas veces tienen efectividad razonable si no se dispone de servicios propios en el I Nivel, dado que su baja rentabilidad no es atractiva para el sector privado.
Por otra parte, la articulación entre sí de las entidades de OS y/o con el subsector público no es predominante en la gestión del sistema, por ejemplo, en materia de evaluación de proveedores de servicios, o coordinación de programas; es otra materia faltante.
Se reitera en cuanto foro de OOSS hubiere, que el sistema de salud argentino puede ser eficaz, pero es poco eficiente. Se dice sin mayor evidencia concreta, aunque quizás cierta evidencia empírica, que recursos hay, pero se usan mal o en forma ineficiente, un concepto estereotipado que se suele aplicar a todo nuestro sistema de salud en forma indiscriminada.
Más allá de la no demostración de esta hipótesis, la fragmentación del sistema no pude ser negada por cuanto es visible para todos. Es interesante que nunca se deja de mencionar esta cuestión como parte del diagnóstico general y todos estaríamos de acuerdo.
Simplemente no parece que la podamos resolver en el corto o mediano plazo, y aunque se lo intentara con una fuerte y perdurable decisión política que superara los tiempos de los diferentes gobiernos, se podría demorar años en lograr resultados más o menos satisfactorios. Siempre estaríamos en el que “hay que empezar”.
La situación de llevar los aportes de los beneficiarios monotributistas en el sentido de relacionarlo con el tipo de actividad / ingresos que perciben en relación con aquella, tal como los afiliados comunes, continúa sin cambios.
Quizás la exigencia prestacional de esta subpoblación, como de otras similares, es superior a la de aquellos, lo que amerita sin duda un análisis profundo para evitar fenómenos indeseables tales como la selección adversa y la solidaridad invertida. Otra deuda pendiente.
Se pueden hacer muchas críticas a nuestro sistema de OOSS, pero su diseño original, la creación del FSR, el PMO y otros instrumentos no podrían ser cuestionables más allá de ciertos yerros en la praxis.
Pero, como con los estados contables, los problemas se trasladan o transportan de un año al siguiente, a veces con algunos avances, a veces con algunos retrocesos, y cada cambio que se pueda proponer ha de estar influenciado casi siempre por el contexto político.
Para 2024 podría haber un giro copernicano de las formas de hacer gestión pública y el sistema de salud no podrá estar ajeno a ello.
El sistema de salud en general y el subsistema de las OOSS en particular debe actualizarse, pero sin quebranto de sus principios básicos de equidad, solidaridad y universalidad.
Por ejemplo, ningún mercado va a resolver las externalidades negativas del enfermo de tuberculosis que vive modestamente en una villa de emergencia.
Las EMP, tampoco lo van a hacer, pero las OOSS sí lo hacen de hecho o bien lo hace el propio Estado. No hay casi indicios de como habrán de ser las políticas en salud para los años venideros.
Hemos escuchado hablar de pagos por parte de los individuos, pero la salud es un bien preferente, es decir, aquel tipo de bien al que la sociedad le asigna tal valor que lo otorga a un costo muy bajo o sin costo; hemos escuchado acerca de los váuchers, como subsidio a la demanda y no a la oferta, lo cual como concepto en abstracto no parece discutible.
La incógnita es como se podría implementar en medio de la variedad de situaciones clínicas, la heterogeneidad de la población y de sus necesidades y de los problemas de instrumentación en la práctica dentro de nuestro burocrático modo de vivir donde cada trámite oficial puede ser una pesadilla.

 

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