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 Columna

    
EL HOSPITAL LÍQUIDO
 
Por el Dr. Carlos Felice (*)


La pandemia de Covid-19 ha servido como un catalizador para una transformación inevitable, un cambio de paradigma que desafía las rigideces de los modelos asistenciales tradicionales.
Nos encontramos ante un escenario donde los hospitales, otrora sólidos baluartes de la atención médica, comienzan a desintegrar sus fronteras físicas, diluyéndose en un entorno líquido, maleable y accesible.
Este “hospital líquido” no es un simple avance tecnológico; es una manifestación de la modernidad líquida, donde las viejas certezas de la atención médica fija y jerárquica son sustituidas por una fluidez que permea los límites entre el espacio del paciente y el del profesional sanitario.
La digitalización de los procesos asistenciales refleja esta disolución. Ya no es necesario estar confinado en los muros del hospital para recibir atención.
Las consultas online, las plataformas de telemonitorización y telerehabilitación son ahora las herramientas que permiten que el cuidado de la salud fluya más allá de las barreras geográficas.
En un mundo líquido, las relaciones entre los individuos y las instituciones se redefinen: el paciente, anteriormente pasivo, ahora se convierte en un actor activo, copartícipe del proceso de sanación, al tiempo que las tecnologías facilitan este nuevo diálogo.
Este modelo favorece la continuidad asistencial y que el paciente se corresponsabilice aún más, si cabe, sobre su salud, ya que permite que se implique en las decisiones y procedimientos.
Aquí las herramientas digitales cumplen un papel muy importante porque no solo brindan ese importante canal de información, sino que representan una vía de acceso al profesional sanitario más eficaz y una forma de fidelizar y de establecer relaciones en el largo plazo entre el profesional sanitario y los pacientes.
El “hospital líquido” se configura como un espacio multimedia, interactivo y desmaterializado, donde la medicina colaborativa toma el centro del escenario.
Las conexiones que antes estaban ancladas en un espacio físico fijo, ahora se despliegan en redes virtuales, en las que el conocimiento médico y la asistencia sanitaria se comparten sin fricciones, y donde el tiempo y el espacio son maleables.
Por otro lado, también permite una gestión de recursos centrado en mejores tiempos de calidad de atención a menor costo, ya que, al desatarse de los rígidos tiempos de hospitalización, el tratamiento de los problemas de salud puede resolverse antes, más rápido, en este ámbito fluido.
Sin embargo, como Bauman sugirió en sus reflexiones sobre la modernidad líquida, la flexibilidad trae consigo inseguridades. No todos los pacientes, especialmente los de mayor edad o los más vulnerables, pueden adaptarse fácilmente a estas tecnologías.
En cuanto a los retos, hay que tener en cuenta que las nuevas tecnologías suelen ser inaccesibles para las personas de edades más avanzadas, muchas de ellas enfermas crónicas o con algún tipo de discapacidad.
Por eso, es importante una formación adecuada de la población en competencias digitales básicas, así como poner los medios necesarios para su implementación.
De esta forma, la “liquidez” de este modelo asistencial presenta nuevas barreras: aquellas relacionadas con la alfabetización digital y el acceso a las herramientas tecnológicas.
El hospital líquido también favorece la formación de los pacientes a través de portales temáticos o de las redes sociales, donde publicar información de interés para el paciente, así como determinadas iniciativas de los centros hospitalarios.
De este modo, pueden acceder a información contrastada y fiable sobre una determinada enfermedad, así como conocer a otras personas afectadas con su misma patología.
Así, mientras algunos flotan con facilidad en esta nueva realidad líquida, otros pueden quedar atrapados en sus márgenes.

La transición hacia un modelo de hospitales líquidos

Una transformación de los centros sanitarios líquidos solo puede conseguirse mediante un impulso a la innovación y la humanización de los mismos.
Para ello, se necesitan líderes que estén formados y cuenten con conocimientos en la materia, como los que se obtienen a través del Máster en Gestión Sanitaria online de UNIR, que prepara para ser un experto en la planificación y administración de un centro sanitario, o bien con el Máster en Seguridad del Paciente online de UNIR, único título oficial en medicina preventiva y calidad de la atención sanitaria, el cual pretende aportar los mejores conocimientos para la aplicación de prácticas seguras en el ámbito sanitario.
En definitiva, el hospital líquido representa el presente y el futuro de la sanidad, pero también una profunda transformación en la manera en que la sociedad aborda la salud y el cuidado.
En este espacio de constante flujo y cambio, es necesario que los líderes sanitarios abracen la innovación y, a la vez, humanicen sus prácticas.
Los hospitales líquidos representan una oportunidad hacia un nuevo modelo de cuidados en salud y una medicina colaborativa donde el paciente es el pilar principal del proceso y un protagonista más de ese nuevo diálogo en salud.
De esta manera, podrán guiar a la sociedad hacia una medicina donde el paciente no es solo un receptor, sino un actor fundamental en la construcción de su propio bienestar.

En la modernidad líquida de la salud, todos somos responsables de mantener a flote este nuevo orden

 

(*) Abogado. Especialista en Sistemas de Salud. Presidente de Obra Social del Personal de la Actividad del Turf (OSPAT) y Secretario General de Unión de Trabajadores del Turf y Afines (UTTA)
 
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