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Europa ya tiene nueva sede para la
Agencia Europea de Medicamentos
(EMA, ex-EMEA), Amsterdam, que
promete desplegar semejantes
escenarios a los conocidos durante
la vigencia de Londres. No obstante,
ello la Agencia en cuestión deberá
esmerarse para recuperar los roles
perdidos y/o cedidos y/u omitidos,
ya que la regulación, así como la
normativa que acompaña se han vuelto
globales, por lo que en adelante
nada será igual, aun cuando muchos
puedan opinar en contrario.
La globalización de la ciencia
regulatoria nació de la mano de la
FDA (Food and Drug Administration,
por sus siglas en inglés), durante
la gestión Obama y hoy ocupa un
espacio irreversible, que tiene
papel protagónico en todo el mundo
que es de interés estratégico de los
Estados Unidos de Norteamérica… en
esencia China e India, sin omitir
Japón e Indonesia; luego África como
continente donde cursan extensas
investigaciones
clínico-epidemiológicas sostenidas
por los CDC (Centro de Control de
Enfermedades) y la propia FDA,
teniendo como sede Pretoria en
Sudáfrica; la oficina europea con
tres sedes y amplias capacidades de
simultaneidad ejercidas en Bruselas
(Bélgica), Londres (Gran Bretaña),
Parma (Italia); la sección
ASIA-PACÍFICO que opera desde la
propia sede de la FDA en los EE.UU.;
la sección ORIENTE MEDIO que opera
en Ammán, Jordania, controlando
también África Septentrional, y
finalmente la oficina de América
latina que ocupa tres sedes: Costa
Rica, en su capital San José, luego
Chile, en su capital Santiago, y
finalmente México, en el Distrito
Federal.
Dicha operación global no tiene
improvisaciones y arrastra ya casi
doce años de expansión continuada
donde paneles de expertos siguen
minuciosamente la producción de
medicamentos, su investigación y
desarrollo, la producción de
alimentos, sus buenas prácticas de
manufactura, y todo lo vinculado con
artículos biomédicos cuyo destino
alcancen la salud humana y animal.
Junto con ello la agencia americana
ha desarrollado un concierto
jurídico ignorado en países como el
nuestro, donde nada queda al azar,
donde nada se improvisa, donde todo
se observa desde una meticulosa
trazabilidad, incluyendo en ello
efectos adversos de cualquier índole
y factor, y donde se reconocen
prolijamente los roles profesionales
del equipo de salud, así como los
roles de los pacientes en cada una
de sus patologías.
Indudablemente, la agencia (FDA) es
consciente que tanto medicamentos,
alimentos, como instrumental
biomédico, pueden afectar seriamente
la salud de los ciudadanos
americanos, ya que las producciones
se realizan mayoritariamente fuera
de sus fronteras, mientras que los
consumos absolutos se producen
fronteras hacia adentro. Ello indica
que esta nueva ciencia regulatoria
global comenzó a diseñar un modelo
que intenta anticiparse a problemas
antes que éstos tomen entidad
pública y deriven (o puedan hacerlo)
en situaciones catastróficas. Esto
ha quedado demostrado con el
programa REMS en numerosas
oportunidades, minimizando los
riesgos, los costos, y las víctimas.
Una gran novedad introducida por y
desde el modelo en operaciones, ha
sido la participación activa de
pacientes (como individuos) y
sociedades de pacientes, en
proyectos de investigación y
desarrollo para numerosas patologías
comunes y raras, creándose un valor
agregado impensado a la propia
ciencia regulatoria, lo que ha
habilitado a visibilizar
enfermedades de difícil diagnóstico,
así como calibrar conocimientos
médicos dispersos, permitiendo
participar activamente en el
desarrollo de algoritmos y
protocolos, muchos de ellos
globalizados en áreas sensibles a
enfermedades donde se retacean
tratamientos debido a sus costos,
determinando como nunca antes las
deficiencias de productos que no han
contribuido a mejorar los estándares
de calidad de vida de los enfermos.
Europa ha aprovechado la iniciativa,
sumándose en algunos ángulos de esta
geometría.
La segunda novedad de significancia
es la unificación de las bases de
datos (big data) de todas las
investigaciones clínicas que cursan
en el mundo, lo que permite conocer
en tiempo real el estatus quo de
cualquiera de ellas, incluyendo las
interrupciones y sus motivos. Ello
se extiende con otras herramientas
al ámbito de los alimentos
elaborados y crudos, de modo de
crear un criterio global de
seguridad alimentaria.
La tercera novedad relevante es la
vigencia de la trazabilidad de
elementos para el uso o consumo
humanos, con un minucioso
seguimiento que visualiza los
efectos no deseados en cualquier
consumidor y en cualquier lugar del
mundo, en tiempo real. Notorio entre
los alimentos, así como los
medicamentos.
Lo antedicho ha permitido, asimismo,
avanzar hacia oficinas
especializadas en emergencias que
anticipen no sólo catástrofes
climáticas, sino desarrollando
protocolos adecuados para la “hora
después” del daño producido en
cualquier campo de las actividades
humanas, desde una sepsis
hospitalaria hasta un alimento
envasado con alguna substancia
tóxica que pueda comprometer la
salud humana, animal y vegetal.
En tal sentido, la oficina ha
avanzado hacia los agentes
contaminantes utilizados en el agro,
los metabolitos en fluidos humanos y
animales derivados en las aguas
residuales, midiendo su permanencia
y/o desintegración. Ello permite
medir cómo se afectan suelos, aires
y aguas de consumo.
Indudablemente la preocupación que
mueve a la FDA se funda en la
población de los Estados Unidos de
Norteamérica, dentro de su espacio
soberano, y por extensión en los
ciudadanos que ejercen tareas más
allá del mismo. Sin embargo, otros
países han obtenido beneficios de
oportunidad, ya que, gracias a las
contribuciones del sistema, han
anticipado medicamentos
falsificados, alimentos contaminados
y efectos dañinos consecuentes a
juguetes, vestimenta, y envases
(entre otros).
La FDA, ha colectado experiencia en
cada campo sumándole a las
protecciones regulatorias
necesarias. Tanto es así que se han
separado los departamentos en salud
de la mujer, salud del hombre, salud
pediátrica, salud animal, salud
vegetal y concomitantes.
Lo antedicho ha alentado las
transparencias entre la Industria
Farmacéutica y la profesión médica,
así como ha promovido lo propio en
los ámbitos de la industria
alimentaria, poniendo sobre la mesa
los daños producidos por las grasas,
los azúcares, y otros componentes
activos primarios y secundarios con
actividades tardías y/o no claras.
Indudablemente, la globalización es
consecuencia de un hecho
político-económico, pero la misma
afecta a todas las actividades
humanas en todo el planeta, sin
excepciones. La inevitabilidad del
“hecho global” está impulsando a
muchos agentes a incorporarse al
tren, sumándose proactivamente a los
cambios.
Desde mi punto de vista, fuera del
ámbito específico de las
investigaciones, los desarrollos y
las producciones, lo más importante
de esta nueva ciencia regulatoria
global es su aporte jurídico, donde
la influencia se nota dramática, en
países donde las sociedades forman
parte de las prioridades políticas y
son columna vertebral de las
democracias.
BIBLIOGRAFÍA:
file:///C:/Users/Usuario/Documents/FDA_Global-Engagement_Spanish.pdf
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