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Publicada en 1865 y escrita por Lewis Carroll,
“Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas”
es considerada la novela de fantasía surrealista por
excelencia, en parte gracias a sus enigmáticos
personajes. El Gato de Cheshire que más ha calado en la
cultura popular, sobre todo en la inglesa. Alicia en el
País de las Maravillas esconde reflexiones profundas
acerca de la vida y porque no sobre el sistema
sanitario.
En un encuentro entre Alicia y el gato, esta le
pregunta: –¿Podrías decirme, por favor, qué
camino debo seguir para salir de aquí? Y el Gato le
responde: – Esto depende en gran parte del sitio al que
quieras llegar. (Alicia) –No me importa mucho el sitio…
(Gato)– Entonces tampoco importa mucho el camino que
tomes. Si no sabes a dónde vas, cualquier camino te
llevará allí.
No abundaremos sobre la complejidad del sistema de salud
harto conocida, remedo de diferentes coberturas, sino
que trataremos de reflexionar sobre dónde estamos yendo
con el sistema de salud y cuál es la estrategia más
conveniente para alcanzar la cobertura universal.
El gobierno ha “comprado” el discurso de la cobertura
universal en salud propuesto por los organismos
internacionales (OMS, OPS) de manera irreflexiva y no
sistémica. No hay estrategias que sean universales y en
consecuencia toda propuesta requiere una adaptación, una
bajada a la realidad de un sistema que acumula con los
años divisiones, vicios y profundas desarticulaciones
del esquema financiador, asegurador y prestador.
A esta altura es como mínimo ingenuo y voluntarista
decir que se quiere alcanzar la cobertura universal con
un esquema institucional como el argentino. Cada uno
juega su juego. El PAMI con iniciativas interesantes
intentando llegar al equilibrio de manera racional y
equitativa, la Superintendencia de Servicios de Salud
debilitada, cooptada y haciendo el juego de la seguridad
social y finalmente el Ministerio de Salud y el COFESA
atendiendo su propio juego de sobrevivir al día a día,
sin planificar ni organizar, ni integrar los sistemas
públicos de salud. El Ministro de Salud sigue siendo un
cuatro de copas en la distribución del poder y después
de un tiempo todos se acostumbran a moverse en los
márgenes con pequeños cambios y reformas que no
transforman nada o muy poco.
Es cierto hay que empezar por algún lugar y se ha
decidido hacerlo por aquellos sectores más
desprotegidos, los 15 millones que no tienen cobertura
formal y que están distribuidos en todo el país. La
experiencia piloto son 300.000 personas en Guaymallén y
allí vamos.
Sin embargo, la estrategia de CUS implica trabajar en la
articulación e integración de las diversas coberturas
con las cuales se protegen los argentinos. No será
posible homogeneizar todo porque no tenemos ni tendremos
un sistema único de salud, convivimos con diversidad,
pero la misma puede ser más o menos equitativa depende
de la autoridad política sanitaria cerrar la brecha
entre una y otra.
Lo que la autoridad sanitaria tiene que presentar es un
camino claro con una garantía explícita básica de
protección de salud para todos los habitantes con
independencia de donde se aseguren y una calidad también
lo más homogénea posible como referencia para
prestadores sean éstos públicos, privados o de la
seguridad social.
¿Cuál
es la política sanitaria del gobierno, lo que hace el
Ministerio o la Superintendencia o el PAMI? ¿Cómo se
coordina y articula? Así como ahora se ha descubierto la
importancia de las compras centralizadas para poder
lograr economías de escala y evitar que la oferta
imponga sus condiciones como ha sucedido en el sector
medicamentos. Recordemos que los laboratorios han
aprovechado históricamente de una posición dominante y
de la gran fragmentación de la demanda, sobre todo del
rol pasivo del PAMI para tener ingentes ganancias con
medicamentos con patentes vencidas (vendidos al 40 o 50%
más de lo que se pueden conseguir en el mundo, dada la
falta de competencia), grandes diferencias de precios
entre uno y otro financiador según la cara y el bolsillo
del cliente e inflación de algunas patologías raras que
convierten a la Argentina en un caso único en el mundo
por la cantidad de casos por habitantes.
También la construcción de la política requiere el
concurso de estos actores institucionales claves el
PAMI, la Superintendencia y el Ministerio trabajando en
estas definiciones y coincidiendo en un programa
político común. Para eso el COFESA tiene que dejar de
ser un sello de goma o un programa de viaje para asistir
a realizar pedidos de ambulancias u otras prerrogativas.
El diverso, complejo e inequitativo sistema de salud
argentino no puede permitirse tener políticas de esa
naturaleza. El sistema puede no ser único (y es muy
difícil que lo sea alguna vez dado el origen pluralista
y social que ha tenido) pero “la política”
sí lo debe ser para poder conducir a la diversidad hacia
los objetivos planteados y votados. Sino seguiremos
navegando con pequeñas reformas parciales, pero sin
responder al todo. No se trata de ver las cosas por la
ventana propia sino mirar el cielo y buscar formas de
articulación respetando identidades y no intentando
convertir todo en un sistema único y autoritario como
algunas propuestas que puede uno escuchar de una
izquierda anacrónica que repite fórmulas universales sin
considerar las particularidades de un sistema donde
conviven público, privado y seguridad social.
La separación de funciones permitiría avanzar en este
sentido de una organización donde cada uno atiende su
juego y hace una sola cosa: financia, asegura, presta
servicios, regula o define la política. Y en esta
divisoria de tareas nadie duda que la política y la
regulación tienen que estar a cargo del estado y de las
instituciones reguladoras en conjunto, pero la
financiación, aseguración y la provisión de los
servicios pueden convivir con iniciativas públicas, y
privadas con o sin fines de lucro.
De lo que se trata es tener claridad en la dirección y
los instrumentos que permiten asegurar la gobernanza del
sistema. El problema es que, de tanto vivir en este
país, quizás podríamos estar de acuerdo con lo que le
dijo el Gato a Alicia en otro momento donde se cruzaron:
-Solo unos pocos encuentran el camino, otros no lo
reconocen cuando lo encuentran, otros ni si- quiera
quieren encontrarlo.
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