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Si nos detuviéramos un momento a observar la situación
actual de nuestro sector, incorporando a la mirada al
resto de los países de la región, apreciaríamos que
muchas de las tendencias que se insinuaban en los 90 hoy
son una realidad palpable.
De algún modo, el futuro ya llegó y nos muestra que el
mundo ha avanzado hacia procesos de globalización,
estandarizando formas de vida y estableciendo nuevos
modelos sociales.
En la estructura industrial actual el retail viene
progresando de forma sistemática y con gran rapidez,
habiendo llegado a nuestra actividad para avanzar y
establecerse en cada espacio en que se liberalicen las
legislaciones sanitarias. Sólo por ilustrar con un par
de ejemplos, tomemos por caso a nuestros vecinos de
Chile y Perú.
Como lógica consecuencia de estos procesos, para la
profesión farmacéutica la opción se presenta en los
siguientes términos: de ahora en más, ¿seremos
profesionales de la salud, o empleados de retail? Y no
se trata solo de la propiedad de las farmacias, sino
también de la forma de ejercer la profesión.
El problema trasciende al ámbito farmacéutico-sanitario,
constituyéndose en un asunto económico y sociológico de
gran alcance, razón por la cual considero que estos
efectos deben ser limitados-modulados por efectivas
políticas de consenso con miras hacia el futuro,
procurando evitar la irracionalidad de lo racional.
Debe entenderse que para el logro de estos fines nuestra
participación activa no sólo resulta necesaria sino
también fundamental. Y en esa tarea, el primer paso lo
constituye poner en juego nuestra actitud. Resulta
corriente ver que, ante la aparición de grandes
desafíos, la gente suele:
1. Sentirse alcanzada por el Síndrome de Indefensión
Aprendida (“…condición por la cual una persona se inhibe
ante situaciones aversivas o dolorosas cuando las
acciones para evitarlo no han sido fructíferas,
terminando por desarrollar pasividad ante este tipo de
situaciones”).
2. Demandar a diestra y siniestra la solución inmediata
de sus necesidades, sin aportar una sola idea ni el más
mínimo esfuerzo.
En nuestra opinión, y aunque tenemos en el sector varios
ejemplos de tales reacciones, consideramos que ambas
alternativas resultan totalmente despreciables al
momento de intentar la satisfacción de las necesidades
de nuestra red y sus integrantes.
¿CÓMO RESPONDEREMOS?
Previo a toda propuesta, considero oportuno recordar
aquí algunos conceptos que el presidente de UNEFARM
(México) pronunciara hace algún tiempo, al referirse a
la crisis de la farmacia oficinal en su país: “… tenemos
que reconocer que el farmacéutico tradicional se ha
mostrado resistente a los cambios … lo que pone parte de
la culpa a cargo nuestro”. “…no se ha implementado
tecnología, ni herramientas que ayuden a atender las
necesidades de las farmacias o el mercado … esto tiene
que ver con cuestiones ideológicas, tradicionalistas y
hasta dogmáticas…”. “Aun sabiendo que no podemos
garantizar el éxito a todo el mundo, los líderes tenemos
la obligación moral de darles alternativas de negocio
que sean sustentables, y decirles en dónde están las
oportunidades y herramientas…”.
Mirando nuestra situación actual y cotejándola con la
realidad de la región, parece que nos encontramos en una
posición más favorable: las farmacias de cadenas
(gestión bajo modelo retail) no superan los 700 puntos
de ventas sobre un universo total de 13.000 farmacias…
pero facturan el 10% del total.
En tren de hurgar buscando las causas o factores que han
demorado hasta el momento el avance generalizado del
modelo concentrador en nuestro país (y siendo
conscientes que se puede y debe profundizar un poco más
el análisis), surgen a primera vista estas razones:
-
La existencia de una industria nacional que ha creado
los condiciones para manejar política y económicamente
el proceso que va desde la producción hasta los
mostradores de la dispensa, evitando dejar resquicios
por donde algún otro agente pudiera incorporarse a este
proceso central en la cadena de valor del medicamento.
-
La existencia de entidades farmacéuticas que,
conteniendo a la totalidad de las farmacias del país,
han reaccionado (con aciertos y errores) ante cada
posibilidad de amenaza que se ha presentado para sus
integrantes.
El caso es que más allá de lo efectivo que esto pudo
resultar hasta aquí, ello no será suficiente para
mantener (y mucho menos mejorar) la situación de una red
de farmacias con servicios profesionales en proceso de
mejora continua. Por el contrario, considero que tenemos
que trabajar más duro y unidos que antes, incorporando a
todos los actores que integran esta cadena de valor:
producción, distribución, dispensa, regulación y
consumo.
Para avanzar dando algunas precisiones voy a exponer
nuestra visión, presentándola en formato de una matriz
FODA. Procuro así resaltar los aspectos favorables para
afirmarlos aún más, mientras neutralizamos o procuramos
la eliminación de los aspectos negativos:
Fortaleza: La capacitación continua de los
profesionales farmacéuticos que integran la red.
Oportunidad: Nuevos y mejores servicios
profesionales para los pacientes. Servicios de gestión y
asistencia a financiadores. Alianzas estratégicas con
integrantes de la cadena de valor.
Debilidad: Rentabilidad. Costos crecientes vs
recortes presupuestarios de los financiadores y
disminución de la capacidad de compra en la población.
Amenaza: Liberalización del mercado. Ausencia de
regulaciones, que favorecen la concentración del mercado
en manos de grandes grupos económicos.
La estrategia de FEFARA para enfrentar la coyuntura
surge de las convicciones y valores que dieron vida a la
Federación. A título ejemplificativo vamos a recordar
aquí lo señalado en esta misma columna en el mes de
marzo pasado, “… estamos convencidos que la
sustentabilidad de las farmacias comienza a partir del
acceso que deben tener todos los integrantes de nuestra
red para la atención de toda la población, sean estos
beneficiarios de la seguridad social o particulares”.
Puestos en condiciones de acceso, la disputa será
“servicio profesional farmacéutico versus góndolas”, con
lógicas ventajas comparativas para los nuestros.
Y, para tener posibilidades reales en esta batalla,
resulta de vital importancia contar con herramientas y
procesos de gestión, que permitan a todas las farmacias
tener disponibilidad de todos los productos para atender
todas las recetas que los pacientes presenten, sin que
el financiamiento de los mismos se constituya en una
barrera para su normal dispensa”.
No obstante ello, somos conscientes que mucho queda por
trabajar. Tanto en el mercado como al interior de la
red. También tenemos muy claro que trabajando en
solitario, jamás alcanzaremos las metas que nos
proponemos para la profesión en su conjunto. Por ello,
siempre estaremos invitando a todos los componentes del
sector a compartir espacios y propuestas, con acuerdos y
disensos.
Asumamos esta realidad: el presente y los próximos años
prometen lucha. Y mucha. Porque como vamos no podemos
seguir, y porque sin lucha nada va a cambiar.
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