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Los adelantos científicos y tecnológicos en el campo de
la salud implican un permanente y doble desafío para la
medicina, ya que pueden ser tanto una oportunidad de
aprovechar los avances e incorporarlos en un sistema
productivo de salud racional y humano, como un riesgo
provocado por la propia lógica de la tecnología, que
suele transformarla sólo en un agregado cosmético a la
ya fragmentada y desigual estructura socio-sanitaria
actual.
La evaluación específica y sistemática sobre el uso de
la creciente tecnología sanitaria en las prácticas
médicas constituye una necesidad innegable. Entre las
cuestiones de mayor nivel a considerar tenemos, por un
lado, los conflictos de intereses no siempre claros
sobre los costos de los procedimientos y las ganancias
de los distintos sectores involucrados y, por el otro
lado, la ausencia de un marco organizacional coherente
en el cual un ente evaluador debiera insertarse para
poder ser efectivo en su accionar.
La necesaria elaboración de un protocolo de uso de
intervenciones, medicación, análisis de laboratorio,
entre otros, debiera centrarse en un riguroso estudio
clínico del caso particular con el respaldo de una
sistemática basada en elaboraciones de estadificación
del diagnóstico, con la comprensión del síndrome y las
etapas de sospecha, aproximación y certeza.
La evaluación tecnológica en salud es una excelente
intención y aún más lo es la creación de la Agencia
Nacional de Evaluación de Tecnologías Sanitarias (AGNET),
pero debemos recordar el dicho popular por el que “el
camino del infierno está plagado de buenas intenciones”.
No sólo se necesitarán acciones y actores específicos
que se correspondan con uno de los desafíos más
importantes de los últimos tiempos de la salud humana,
sino que requerirá de los estándares más rigurosos de la
ciencia moderna.
A modo de ejemplos de la complejidad de los problemas,
cito lo señalado en primer lugar por el ERSPC (European
Ramdomized Study for Prostate Cancer - Estudio Europeo
Randomizado para el cáncer de próstata), que durante 10
años han seguido la evolución de 182.000 casos, reconoce
la utilidad a nivel clínico del PSA (Antígeno Prostático
Específico), pero pone en duda su efectividad como
prueba de cribado a nivel de políticas públicas de salud
debido a que conduce a un significativo efecto de
sobretratamiento. Por otro lado, en mayo 2018, la
prestigiosa Biblioteca Cochrane publica una revisión
sobre la efectividad de la vacunación contra los virus
del papiloma humano (HPV), se incluyeron 26 ensayos con
73.428 participantes. Concluye que, si bien es posible
establecer con un alto grado de certeza la reducción de
las lesiones premalignas, no existe certeza del impacto
de la vacunación contra HPV sobre la reducción del
Cáncer de cuello uterino, también destaca el conflicto
de interés al señalar que 25 de los 26 ensayos
existentes fueron financiados por los fabricantes de la
vacuna.
Estos dos ejemplos señalan el claro desafío metodológico
que afrontará la futura Agencia Nacional de Evaluación
de Tecnologías Sanitarias para lograr obtener una
calidad similar a la lograda por su par inglés: el NICE
(Instituto Nacional de Excelencia en Salud y Atención).
La futura agencia necesitará no sólo de una fuerte
inversión en infraestructura y recursos especializados,
sino que sería sumamente importante en cuanto a calidad
institucional el permiso para ser evaluada externamente.
Para ello podría contar la experticia de instituciones
nacionales de prestigio internacional y con amplia
experiencia en el tema de evaluación y acreditación,
como son el CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas) y la CONEAU (Comisión Nacional
de Evaluación y Acreditación Universitaria).
Desde el punto de vista de la garantía de la
transparencia de su funcionamiento interno, se impone la
utilización de la metodología GRADE (Calificación de
recomendaciones, evaluación, y desarrollo) conducida por
un equipo internacional, que va en camino a
transformarse en el Gold standard de la evaluación
tecnológica médica.
Los recursos humanos necesarios también deberán cumplir
con los máximos niveles de capacitación, por lo tanto,
las decisiones, resoluciones y/o disposiciones deberían
están avaladas (firmadas) por especialistas con grado
similar a la otorgada por la Especialización en
Evaluación de Tecnologías Sanitarias de la UBA.
Es innegable que la necesidad de creación de la AGNET en
un tema prioritario para la salud de todos los
argentinos, pero quizás debamos dejar de lado lo
“urgente” y centrarnos en la importancia de generar una
agencia de excelencia nacional e internacional, por lo
tanto, no deberíamos caer en la tentación de generar las
improvisaciones que tanto nos caracterizan.
DE LA IMPROVISACIÓN AL PODER:
Lamentablemente, ya ocurrió el 3 de abril del presente
año, se publicó en el Boletín Oficial de la República
Argentina la resolución 623/2018 del Ministerio de Salud
por la cual se crea la Comisión Nacional de Evaluación
de Tecnologías de Salud (ConeTec) que consta de tan sólo
4 miembros que podrán invitar a otros 6 miembros más,
los que quedan facultados para “la realización de
estudios y evaluaciones de medicamentos, productos
médicos e instrumentos, técnicas y procedimientos
clínicos, quirúrgicos y de cualquier otra naturaleza
destinados a la prevención, diagnóstico y tratamiento de
enfermedades y/o rehabilitación de la salud, a fin de
determinar su uso apropiado, oportunidad y modo de
incorporación para su financiamiento y/o cobertura”.
Con este simple hecho administrativo, nos encontramos
que todas las incumbencias y atribuciones previstas para
una agencia de excelencia, como sería la AGNET, han sido
transferidas a una simple comisión que, en el mejor de
los casos, constará de tan sólo 10 integrantes, los
cuales ni siquiera están obligados a realizar consultas
externas.
Las atribuciones de estos pocos integrantes son tan
grandes que tienen el poder de incluir o excluir
prestaciones del Plan Médico Obligatorio (PMO). Queda
implícito que excluir una prestación del PMO implica la
transferencia del costo al paciente, con lo cual el
sistema solidario se resiente y directamente impacta
sobre los principios de equidad.
La resolución tampoco indica la vigencia condicional o
temporal de la ConeTec, es decir, le da atribuciones sin
límite de tiempo por lo que podría ocurrir la hipotética
situación en que ambas, ConeTec y AGNET, funcionen al
mismo tiempo superponiendo incumbencias.
¿SE JUSTIFICA AHORA LA AGNET?
Si la ConeTec tuviera como eje de sus misiones y
funciones exclusivamente apoyar, colaborar o promover el
desarrollo de la futura Agencia, esta pregunta no
tendría sentido. Pero, la decisión por parte del
Ministerio de Salud de poner en funciones a la ConeTec
con las atribuciones similares a las que iba a tener la
AGNET obliga a plantear esta inquietante pregunta.
Nos encontramos que para un mismo problema (evaluación
tecnológica) aparecen dos respuestas: una de alto nivel
de complejidad con infraestructura, recursos y
financiamiento propio (AGNET) y otra de muy bajo nivel
de complejidad, la ConeTec, una simple comisión que en
el mejor de los casos tiene 10 integrantes part time y
ad honorem, sin recursos propios ni financiamiento.
Lo que resulta vital comprender es que una agencia
aislada del sistema que la cobije, la sostenga, la
perfeccione, resulta inútil y, en verdad, imposible. Aun
cuando contáramos con un sistema de uso racional de
tecnología, todavía faltaría la aplicación a ella de
cada caso singular. Es decir, la práctica médica que en
cada caso evalúe. Y todo el engranaje de información,
comunicación, análisis y demás, que hagan posible su
desarrollo y aplicación eficaz, eficiente y oportuna.
Imposible accionar de manera eficiente una Agencia así,
si no contamos con discriminación de población enferma y
vulnerable, biodiversidad y tecno-diversidad, sin
estadísticas ni fichas clínicas, ni conocimiento del
parque tecnológico existente, sin logística para el
traslado federal de pacientes, sin ordenamiento
territorial, censo de profesionales y planificación de
especialidades según vacancias, entre otras cuestiones.
También vale recalcar que la mejor institucionalidad
sanitaria no pasa por más instituciones en el sentido
burocrático del término. No se trata de más
funcionarios, más oficinas, más sellos y más gastos. Se
trata de mayor eficiencia, racionalidad y equidad. Más
que en términos de agencias y comisiones, deberíamos
pensar en términos de políticas públicas.
Doctor en Medicina - UBA. Director Académico de
la Especialización en “Gestión Estratégica de
Organizaciones de Salud” Universidad Nacional
del Centro - UNICEN.
Autor de: “La Fórmula Sanitaria” Eudeba (2003).
“Claves Jurídicas y Asistenciales para la
Conformación de un Sistema Federal Integrado de
Salud” - Editorial Eudeba (2012). “Argentina
hospital. El rostro oscuro de la salud” - Visión
Jurídica Ediciones |
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