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En
este artículo se resumen los
resultados del proyecto
recientemente finalizado y
presentado sobre Gasto Catastrófico
en Salud, iniciativa de tres
instituciones privadas que vienen
realizando conjuntamente
investigaciones aplicadas sobre los
principales problemas del sistema
sanitario nacional: el CEMIC,
Prosanity Consulting y la
Universidad ISALUD.
Realizamos una estimación del gasto
nacional sobre un conjunto de
tratamientos vinculados a la salud
asociados con gastos
catastróficos. El gasto
catastrófico en salud (GCS) puede
considerarse como el gasto efectuado
en un conjunto de prestaciones,
insumos y otros cuidados de salud,
más o menos prolongados en el
tiempo, que impactan en forma
considerable sobre la economía de
las instituciones, o personas que
deben financiarlas.
La salud, en términos económicos,
presenta características diferentes
al resto de los bienes que se
intercambian en el mercado
(principio de incertidumbre) por lo
cual el mercado ha desarrollado los
seguros de salud, como instrumentos
de financiación que distribuyen los
riesgos de afrontar un gasto no
previsto. Este mecanismo de
financiación, en un mercado
especializado, de productos
heterogéneos, está sujeto a
problemas de información asimétrica.
En el caso del GCS, se constata una
persistencia temporal en el patrón
de gastos elevado. Una vez
establecido el diagnóstico, la mayor
parte de la asistencia se concentra
en medicamentos de alto costo (MAC),
que poseen características de
mercado particulares, condiciones
monopólicas y posibilidad de generar
demanda.
El problema de la financiación y
gestión del GCS en la Argentina está
condicionado por el contexto general
del sector salud de nuestro país,
caracterizado por un esquema
fragmentado de responsabilidades y
capacidades de respuesta, de acuerdo
con cada subsector encargado de la
financiación y prestación de
servicios.
El objetivo del estudio fue,
entonces, el de estimar el costo de
abastecer tres conjuntos de
prestaciones relacionados con la
salud de la población argentina. En
particular se trata de prestaciones
quirúrgicas complejas (trasplantes),
tratamientos para enfermedades
graves/ crónicas (a través del costo
de los MAC) y terapias para la
integración social (discapacidad).
Si bien no son todas las formas de
intervención terapéutica asociadas
tradicionalmente al gasto
catastrófico en salud, son tres
formas de afectar el derecho a la
salud asociadas a un financiamiento
muy importante, que desafían la
gestión y organización del sistema
de salud.
ASPECTOS
METODOLÓGICOS
Relevamiento del consumo de
prestaciones: hemos realizado un
relevamiento de datos sobre
cantidades consumidas de
medicamentos y/o prestaciones
realizadas de trasplantes y
discapacidad, de acuerdo con cada
grupo de financiadores, los cuales
representan poblaciones con
universos de consumo diferenciados.
No se han incorporado indicadores o
tasas de demanda de fuentes
secundarias, habida cuenta de la
dificultad conocida para indicadores
fiables disponibles o protocolos
estandarizados aprobados para varios
tratamientos relacionados a gasto
catastrófico en salud en nuestro
país.
Trabajos anteriores (F. Tobar, E.
Lifchitz, et col.) han usado en el
caso de los MAC indicadores de
prevalencia e incidencia
internacionales en caso de ausencia
de estos en nuestro país y
protocolos aceptados.
Fuentes de información e
inclusiones: para definir el
universo de análisis de los MAC
hemos delimitado del conjunto, a los
utilizados en el listado de
medicamentos incluidos en el Sistema
Único de Redistribución (SUR) a
julio de 2016, de acuerdo con la
resolución 1048/2014.
Se ha recabado información de
consumo a financiadores,
laboratorios, droguerías y
mandatarias. En el caso de las
prestaciones por discapacidad se
solicitaron datos a todos los
financiadores de la cobertura de
prestaciones dentro del marco del
S.U. y su normativa. El PFIS
(Programa Federal Incluir Salud)
facilitó la base de datos del “Área
de Discapacidad” correspondiente al
período 2015. Dicha base incluye
531.543 prestaciones autorizadas a
28.003 beneficiarios.
PRINCIPALES RESULTADOS
Considerando los tres grupos de GCS
analizados, el gasto estimado para
ellos en la Argentina fue, a junio
2016, de $ 47 mil millones, lo que
corresponde a u$s 3.145 millones de
esa fecha y que equivale al 5,9% del
gasto total en salud de nuestro país
(u$s 53 mil millones para ese año).
La cápita anual resultante para su
cobertura fue de $ 1.070,
correspondiente a u$s 71 a junio
2016. La cápita mensual
correspondiente es de $ 89 (u$s
5,9). El desarrollo de ese valor por
tipo y por financiador se especifica
en las tablas siguientes:

•
El mayor gasto de las variables
relevadas lo conforman los MAC
(63%), seguidos por Discapacidad
(34%) y Trasplantes (3%). Ello es
variable según el tipo de
financiador. En el caso de las EMP,
el PAMI y el PFIS el gasto en MAC
supera ampliamente el promedio del
estudio.
•
El gasto en MAC representa el 27% de
la facturación del mercado de
medicamentos.
•
Para PAMI, el gasto total en MAC es
de $ 7 mil millones y el gasto en
medicamentos, según la propia
entidad es de $ 27 mil millones, a
sea un 26% del total.
•
En el total del gasto en MAC en
nuestro país, el grupo terapéutico
de mayor peso es oncohematología
(46%), dentro de los cuales 4
medicamentos representan el 50% del
gasto. Tanto para el SSO como para
las EMP y el PAMI, aproximadamente
el 50% del gasto total en MAC se
realiza en enfermedades
oncohematológicas, siendo el grupo
terapéutico de mayor incidencia en
el gasto en MAC.
•
En cambio, para el PFIS, el grupo de
mayor relevancia lo conforma otras
terapias (44%) seguido por hemofilia
(32%). Seguramente las
características especiales de la
población afiliada al PFIS, pueda
explicar esta diferencia.
•
El gasto total anual en MAC (listado
de las cubiertas por SUR) alcanzó
los $ 29.630 millones (2016),
dólares u$s 1.975 millones, lo cual
arroja una cápita anual de $ 671 (u$s
44,7 dólares).
•
El gasto en MAC del SSO, según este
estudio, se encuentra por debajo del
promedio referido para toda la
población (cápita anual de $ 444 o
u$s 29,6).
•
En el caso de la discapacidad, con
tasas en aumento debido en parte al
envejecimiento de la población y al
aumento de la prevalencia de
enfermedades crónicas, para estimar
el gasto se ha considerado que un
beneficiario puede tener más de una
prestación, por ejemplo, prestación
educativa más transporte o
prestación de apoyo. Se observa,
además, que el seguro social no
desregulado tiene una cantidad de
prestaciones por beneficiario
discapacitado levemente mayor con
respecto a los otros financiadores,
mientras que las tasas de uso anual
son similares.
•
En el caso de los trasplantes, el
gasto estimado anual fue de $1.404
millones (u$s 94 millones), lo que
equivale a $ 32 por beneficiario y
por año (u$s 2,1).
CONCLUSIONES Y COMENTARIOS
La financiación y gestión del GCS en
la Argentina están limitadas al
contar con una organización
fragmentada de los servicios de
salud. Por lo tanto, las
responsabilidades y capacidades de
respuesta se dan en el ámbito de
cada subsector encargado de la
financiación y prestación de
servicios.
Las coberturas segmentadas, originan
distintas modalidades de provisión
de servicios, de grados de cobertura
y de formas de financiamiento, con
claras ineficiencias tanto en el uso
de los recursos como en el acceso a
los servicios. Por otra parte, se
limita el tamaño del pool de
riesgos, es decir el padrón de
beneficiarios no es lo
suficientemente grande como para
diluir los riesgos en la población
aportante, lo que lleva al colapso a
los financiadores más pequeños.
Las OSN y otras reguladas por la
S.S.SALUD cuentan con el FSR (Fondo
Solidario de Redistribución) que
proviene del aporte en diferentes
proporciones según sueldo y origen
de los trabajadores y empleadores.
Esa es prácticamente la única
respuesta que existe en nuestro país
hasta el momento a la problemática
del GCS, y es una respuesta parcial,
limitada exclusivamente a una parte
del subsector del SSO. Los otros
sectores no cuentan con mecanismos o
fondos de reaseguro y frente a la
ocurrencia de un evento de gasto
catastrófico, lo cubren de manera
directa. Su financiamiento desde el
presupuesto de los hogares
resultaría insustentable.
También remarcamos que la existencia
de posibles vías de financiamiento
institucional ante la ocurrencia de
un gasto de este tipo no obvia los
restantes gastos que deben erogar de
su bolsillo las familias
comprometidas, los denominados
costos indirectos, tales como
traslados, pérdida del ingreso
ocasionado por el ausentismo
laboral, gastos para ayuda
domiciliaria, alimentos, etc.
Esos costos adicionales de bolsillo
de las familias no cuentan,
habitualmente, con ninguna fuente de
aseguramiento o reembolso.
De cualquier forma, la utilización
de las fuentes actuales de
financiamiento pone en riesgo
potencial la viabilidad financiera
de cada uno de los subsectores y del
sistema en su conjunto. Las
recomendaciones que surgen del
presente análisis incluyen:
-
Compras centralizadas. Si bien
en los últimos tiempos asistimos a
la idea y a la ejecución desde el
Estado Nacional de centralizar la
compra de algunos productos,
mejorando el pool de riesgo y los
precios de compra, se considera
que se debe profundizar y avanzar
en este mecanismo de
aprovisionamiento, en particular,
en mercado altamente concentrado (MAC).
Fondos integrales de protección
contra EGC. Es un mecanismo usado
en algunos países, basado en la
creación de fondos específicos
mancomunados de protección contra
gastos catastróficos. Este fondo
de GCS debería incluir la
participación de todos los
sectores en su financiación y
control, incorporando a los
individuos sin protección formal y
evitar la selección de riesgos.
-
Contar con Agencias de Evaluación
de Tecnologías Sanitarias.
Dichas agencias públicas tienen
como aplicaciones esenciales la
medicina basada en la evidencia, y
la evaluación de tecnologías
sanitarias (ETS). Los análisis de
dichas agencias son aplicados en
la macro, meso y micro gestión.
-
Explicitación de la cobertura
médica del PMO. En base a la
evaluación de tecnologías
sanitarias, el siguiente paso debe
ser la autorización, registro, y
la aprobación de las condiciones
básicas del uso de cada nueva
tecnología y su incorporación al
PMO, como debería ocurrir.
Asimismo, las exclusiones de
cobertura deberían ser
explicitadas.
La
magnitud del pool de riesgo que se
genera a partir de un fondo
mancomunado e integral, al dividir
el riesgo de un evento catastrófico
entre millones de beneficiarios,
permite racionalizar el gasto y
resolver el problema de la equidad
en el acceso y de la heterogeneidad
en la calidad de los cuidados.
Avanzar hacia soluciones integrales
de este tipo, implica una tarea de
gobernanza de los Estados, generando
espacios de discusión y consensos de
los actores del sistema de salud,
incluyendo a las entidades que
nuclean a los pacientes, a los
profesionales de la salud y a los
representantes de la comunidad. |