|
LAS PERSONAS FÍSICAS
Es por todos sabido que no hay dos personas iguales. Uno
a uno, tenemos características bien diferenciadas tanto
en nuestra constitución anatómica como en el desarrollo
y utilización de nuestra inteligencia… y ante esta
realidad hay muy poco que hacer.
No obstante, hay otras desigualdades que son producto de
la forma en cómo el ser humano ha organizado la
sociedad: a diferencia de las desigualdades biológicas y
estéticas, en este caso la desigualdad es una
construcción social. No es lo mismo nacer en un hogar de
escasos recursos, que hacerlo en una familia que tiene
lo necesario para satisfacer todas las necesidades del
nuevo integrante.
Estamos aquí ante una situación distinta a la
relacionada con las cuestiones biológicas.
Por tratarse de una construcción social, podemos adoptar
diferentes actitudes:
1) La del conformista: la diferenciación social entre
los seres humanos es un hecho normal y no se puede hacer
nada por cambiarlo.
2) La del revolucionario que cree en la posibilidad de
cambiar las cosas y para ello recurre a la fuerza para
lograr el poder político y así modificar la distribución
de la riqueza.
3) La del reformista que piensa en hacer cambios
paulatinos, realizando acciones que permitan a los que
menos tienen equilibrar sus ingresos con los que más
tienen.
4) La del conservador que está consciente de la
diferenciación social y la necesidad de cambio, pero
prefiere que las cosas se mantengan como están.
5) La del individualista que estima que la
diferenciación entre las personas depende de lo que haga
cada uno e independientemente que haya nacido en cuna de
oro o en una de paja.
Como se puede observar, las actitudes señaladas y otras
que se podrían agregar, tienen como punto de partida un
presupuesto básico que determina el pensamiento y las
acciones de cada una de las personas. Si consideramos
que la desigualdad es algo natural o normal entre los
seres humanos, probablemente se adoptará una actitud
conformista o conservadora; si nos parece que la
desigualdad es producto del propio ser humano, social o
individualmente considerado, la actitud tenderá a ser
individualista, reformista o revolucionaria.
LAS ORGANIZACIONES
La afirmación de que no todos somos iguales, bien podría
también aplicarse al universo de las organizaciones y
entidades compuestas por un número determinado de
personas físicas o jurídicas.
A diario uno puede comprobar que, aun teniendo las
mismas formas organizativas, objetivos e intereses, las
políticas asumidas no sólo difieren de una a otra, sino
que en ocasiones resultan diametralmente opuestas.
Tomemos para el caso a las instituciones farmacéuticas
que ejercen la representación de la red nacional de
farmacias en nuestro país. Analizando sus instrumentos
constitutivos, resulta sencillo advertir que todas
tienen como objetivo central la defensa de los intereses
de las farmacias integrantes y de la propia
organización, en función de lo cual se organizan y
actúan.
Y es precisamente allí donde aparece con nitidez el
punto de divergencia: aun siendo unánimes las respuestas
a los “¿Qué?”, “¿Quién?” y “¿Por qué?”, las
discrepancias aparecen al momento de hacer frente a los
“¿Cómo?”, “¿Cuándo?” y “¿Dónde?”.
NUESTRA VISIÓN
El mundo en general, y nuestro sector en particular, han
estado experimentando constantes cambios, los cuales han
tomado velocidad sostenida en estos últimos años. Frente
a esta situación, a las instituciones se le presentó
como alternativa:
•
Dejar que las cosas ocurran, manteniéndose en estado de
observadores (similar a la actitud conformista
conservadora de los seres humanos).
•
Procurar que las cosas sucedan de un modo determinado,
involucrándose activamente en el proceso (en sintonía
con las actitudes individualista, reformista o
revolucionaria de los humanos).
Por si hiciera falta señalarlo, desde el inicio de
nuestra vida institucional hemos optado por la segunda
alternativa, comprometiendo a tal fin todos los recursos
y esfuerzos disponibles en la organización, y procurando
en todo momento encontrar un camino común para transitar
con el resto de las instituciones colegas (a pesar de
varios intentos, hasta aquí fallidos) y demás actores
del sector.
Como resultado de nuestra política y del paciente
trabajo realizado, FEFARA es hoy un actor que participa
activamente en el mercado del medicamento, realizando
aportes significativos y construyendo alianzas
estratégicas con cada uno de los integrantes de la
cadena de valor del medicamento.
Tenemos aún mucho para hacer con cada uno de ellos. Los
intereses divergentes en algunos aspectos, no deben ser
obstáculo para trabajar juntos los temas de común
interés. Así, siempre habrá espacios y temas para
compartir con la industria, el gobierno, los
financiadores, las entidades colegas, los pacientes y la
sociedad en general.
OTRO MODO DE VER LAS COSAS
(Y DE ACTUAR)
Creemos necesario afirmar nuestro total desprecio hacia
el pensamiento binario (bueno-malo), que sitúa como
enemigo en forma automática a quien no coincide con
nuestro modo de pensar y actuar.
Por ello, y aunque no compartamos su visión, entendemos
que haya quienes:
•
Crean que nada pueden hacer para cambiar la realidad y
por ello adopten una posición pasiva.
•
Se limiten a poner su red prestacional a disposición,
para la gestión de terceros.
•
Descansen en la intermediación, sin gestión de contratos
ni herramientas, conformándose con recibir algo de
financiamiento para seguir funcionando.
Aún sin comprenderlos, incluso respetamos a los que
optan por esforzarse en resistir, pretendiendo no sólo
parar el curso del tiempo sino retrotraerlo a épocas
mejores.
Lo que nos resulta más difícil de entender es que,
teniendo tal modo de actuar en la administración de sus
intereses, pongan tanta energía y recursos para militar
una causa, que sólo tiene por objeto frenar el avance de
los planes y acciones que otros llevan adelante con
decisión y valentía en procura de mejoras concretas para
todo el sector.
|