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En
el número anterior de la Revista Médicos preanunciábamos
que volveríamos sobre el tema. ¿De qué se trata? Se
trata de agudizar el ingenio y establecer una
metodología de trabajo que les permita a los
establecimientos médicos considerar ciertos
acontecimientos (incidentes, accidentes) que dan
testimonio de la existencia de riesgo. En ausencia de un
equipo interno o externo, que se encuentre a cargo de
desarrollar la actividad de una eficiente gestión de los
riesgos, los acontecimientos se producen sin que la
institución pueda advertirlos y capitalizar una
enseñanza, para tratar de evitar que vuelvan a ocurrir.
Los hechos de repente irrumpen en la realidad cotidiana:
una carta documento citando a mediación, un oficial de
justicia o un patrullero que se presentan de improviso
para secuestrar una historia clínica, una cédula con la
notificación de una demanda, una citación a un juzgado
penal para una declaración testimonial o un llamamiento
a prestar declaración indagatoria, un pedido de
explicaciones de un financiador, el “portazo” de un
paciente o de un pariente, se llevan por delante la paz
de la dirección médica.
¿Cómo se debería hacer para identificar los riesgos a
posteriori de los hechos ocurridos?
1.- Nivel de
gravedad de los acontecimientos a identificar
Los acontecimientos de nivel de gravedad variable ya
ocurridos se deben utilizar para gestionar los riesgos
de futuro, inmediato o mediato.
A menudo, en la bibliografía especializada se
representan los diferentes acontecimientos indeseables
bajo la forma de una pirámide. (estratos). En el campo
de la Gestión de los Riesgos se utiliza la imagen de la
pirámide porque permite:
- por un lado, visualizar la frecuencia de los
acontecimientos: las anomalías son más frecuentes que
los incidentes, y estos últimos más frecuentes que los
accidentes;
- por otra parte, constatar que las anomalías e
incidentes son correlativos a los accidentes.
El accidente nunca se produce de manera aislada sin
anomalía o incidente en el sistema que lo haga patente.
Sólo que hay que estar capacitado y comprometido para
interpretarlo.

Fig. 1.- Ejemplo de
pirámide de acontecimientos indeseables.
Varios tipos de acontecimientos deberán pues ser
considerados dentro del marco de la identificación de
riesgos a posteriori:
a) Los accidentes y
catástrofes
Los accidentes corresponden a una falla patente o error
activo. Su identificación es evidente en muchos
aspectos. Sin embargo, en materia de salud puede ser
difícil establecer una distinción entre un accidente y
las complicaciones no evitables. Por esa razón deberían
organizarse reuniones de morbimortalidad o bien de
análisis de historias clínicas. No ateneos, para
concluir que se hizo todo bien, como es habitual.
Reuniones críticas en serio y objetivas.
Los accidentes comprobados pueden dar testimonio de
anomalías en el funcionamiento, y requieren una
investigación, la búsqueda de las causas, o la relación
de causalidad, pero innegablemente encarar su
tratamiento, para tratar de evitar que vuelvan a
ocurrir.
Cuando el accidente afecta a varios pacientes,
constituye una catástrofe (por ejemplo, epidemia por
falla técnica relativa a un sector de actividad que
provoca varios decesos, o varios contagios).
b) Los casi accidentes, (“los que pegan en el
palo”), los precursores y los hechos centinela
Estos tres tipos de acontecimientos corresponden a
riesgos comprobados. Su análisis es igual y
particularmente instructivo para mejorar la seguridad.
(¿Sabemos por qué “pegó en el palo”?).
Por un lado, aportan información para elegir las
acciones pertinentes para mejorar la situación futura.
Por el otro, poseen un impacto pedagógico importante. En
efecto, se trata de acontecimientos concretos, a la vez
indiscutibles y serios, sin los efectos negativos de un
accidente comprobado susceptible de provocar
culpabilidad, y un impacto emocional que dificulte su
aplicación en un ámbito pedagógico. (Una sentencia
condenatoria que establezca claramente cuál fue el hecho
que motivó las condena, en la Institución se sabía, nada
se hizo y nada se trató de hacer para evitar que vuelva
a ocurrir. Por ej.: gruesas fallas en las evoluciones de
historia clínica a partir de un parto distócico).
Los casi accidentes constituyen una oportunidad para que
la organización reduzca un riesgo antes de que ocurra un
accidente.
El casi accidente es una situación que conduce al
accidente, si ciertas condiciones favorables puestas de
manifiesto hubieran permitido evitarlo.
Al efectuar la preparación del paciente antes de una
cirugía se produce una confusión y se trata el lado
izquierdo en lugar del derecho. Un control previo
efectuado en el quirófano hubiera permitido subsanar el
error.
No es bueno contar o documentar, o permitir contar o
permitir documentar o asesorar para contar o documentar
un hecho falso, a posteriori.
Después de una confusión entre dos pacientes, la falta
de verificación de identidad y una interpretación
errónea del último control antes de la transfusión, la
enfermera se da cuenta de que existe un error en el
concentrado de glóbulos rojos (B positivo) que se
disponía a aplicar a un paciente de grupo A positivo. El
accidente se evitó justo a tiempo.
Los precursores corresponden a todo acontecimiento
crítico que puede conducir a un accidente con una
probabilidad importante.
Una intubación difícil no prevista es un precursor de
accidente anestésico.
Una reintubación realizada displicentemente o sin
verificar adecuadamente es un casi seguro precursor de
accidente anestésico.
El riesgo de esa situación debe normalmente ser
diagnosticado en el momento de la consulta preanestésica.
La no anticipación de la intubación difícil aumenta su
gravedad potencial. ¿Habrá que verificar el contenido de
la visita preanestésica?
El precursor corresponde a un acontecimiento que se
encuentra en la cadena de acontecimientos que preceden
más o menos inmediatamente a los accidentes anteriores.
Los precursores proporcionan indicadores que permiten
monitorear el mejoramiento de la seguridad.
Los accidentes, más raros y en ciertos campos
excepcionales, no proporcionan indicadores
suficientemente sensibles para monitorear el sistema y
no permiten actuar sino a posteriori, eso sí, para
evitar reincidencias. Debe verse como una revisión NO
PUNITIVA del incidente.
El acontecimiento centinela,
se identifica como una ocurrencia desfavorable que sirve
de señal de alerta, y desencadena sistemáticamente una
investigación y un análisis profundo. El objetivo de la
identificación no consiste en efectuar sólo un análisis
estadístico sino, en una comprensión del acontecimiento
en búsqueda de enseñanzas y evitar la extensión del
daño. Que es punible. Civil y penalmente.
Corresponden a acontecimientos para los cuales los
profesionales desean ejercer una vigilancia; son pues
elegidos para ello por un sector de la actividad y/o por
el establecimiento.
Algunos ejemplos, los decesos inesperados, las
complicaciones mayores, las reanudaciones de
intervenciones por el equipo quirúrgico, la ocurrencia
de ciertas infecciones asociadas al cuidado de la salud,
las readmisiones no programadas, las salidas en contra
de la opinión del médico, los accidentes en la
transfusión, los accidentes en la anestesia, los
accidentes en los partos.
Que los operadores del sistema de primera línea
(médicos) presten atención a esos diferentes
acontecimientos (casi accidentes, precursores o
acontecimientos centinelas) es esencial para la gestión
de los riesgos.
En efecto, en el conjunto de los campos del riesgo
médico, el análisis de los accidentes muestra
frecuentemente que se habían producido algunos
acontecimientos que los anticipaban. Sobrevienen
generalmente con mayor frecuencia que los accidentes, y
permiten así potenciar la prevención.
Los riesgos pueden ser identificados gracias al
conocimiento de los acontecimientos indeseables. Claro
está, debe tenerse conocimiento de esos riesgos.
En dichos acontecimientos existe una escala de gravedad.
Los acontecimientos por identificar, analizar y prevenir
en primer lugar son los accidentes y los acontecimientos
graves.
2.- Otros
acontecimientos indeseables
Es indispensable y prioritario estudiar los accidentes y
los acontecimientos graves que se produzcan. Pero cuando
estos se tornan muy escasos, el estudio de
acontecimientos de menor gravedad puede ser útil para
analizar el sistema y hacer progresar la seguridad
permitiendo actuar antes de que el accidente se
produzca.
Esos acontecimientos corresponden a varios tipos de
hechos:
-
Los incidentes: se trata de acontecimientos fortuitos,
poco importantes en sí mismos y que no han producido
consecuencias.
-
Los disfuncionamientos: se trata de un problema
respecto de un funcionamiento normal; se puede
distinguir.
-
La no conformidad, que corresponde a la no
satisfacción de una exigencia específica.
-
La anomalía, diferencia entre una situación existente
y una situación esperada.
-
El defecto, no satisfacción de una exigencia o de una
espera razonable.
La
recogida de datos de cada ocurrencia y el análisis de
dichos acontecimientos indeseables presentan dos
intereses importantes:
-
Determinar las fallas que, al permanecer aisladas, no
hubieran tenido consecuencias graves pero que,
asociadas, pueden conducir a un accidente.
-
El conocimiento permite prevenir el accidente evitando
lo más posible, las fallas mediante la utilización de
procedimientos, gracias a la formación en gestión de
riesgos de los actores involucrados, vía la
instauración de un sistema de detección de dichos
acontecimientos, que sea respetado y utilizado, no con
fines punitivos.
Y
un bonus, conocer mejor el funcionamiento real del
sistema y saber lo que realmente ocurre.
Es así como, el conocimiento de los mecanismos de
adaptación, implementados por los actores del sistema en
forma cotidiana permitirá adaptar las medidas de
seguridad al funcionamiento real y no a un
funcionamiento teórico más o menos modificado por las
prácticas que haga creer equivocadamente que hay una
Gestión del Riesgo.
Saber cómo funciona el sistema de cada área, día tras
día, es una etapa importante en la búsqueda de su
seguridad.
Interesarse en los acontecimientos menores sólo tiene
sentido después de haberse asegurado que los
acontecimientos mayores están identificados y tenidos en
cuenta y tratados.
El costo de la recopilación de acontecimientos y del
tratamiento debe ser tenido en cuenta en el momento de
decidir la implementación de un verdadero sistema de
Gestión del Riesgo.
(*) Asesor Externo de TPC Compañía de Seguros
S.A.
Presidente de RISKOUT S.A. Consultora especializada en
Gestión de Riesgo Jurídico -Médico y Seguridad
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