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Debate


Seguridad del paciente una deuda conocida

Por la Prof. Mg. Patricia D’Aste(*)

 
La seguridad del paciente es el capítulo o la deuda más importante que tenemos dentro del sistema de salud con la población. Desde hace años estamos trabajando desde las áreas de formación, desde las instituciones científicas y desde las industrias de servicios con herramientas que ayudan a controlar las acciones del equipo de salud. Sin embargo, continúa siendo una deuda porque esto que significa evitar los eventos adversos dentro de las instituciones no se cumple o no se mide cuanto se está cumpliendo.
Si por evento adverso se describe la muerte o discapacidad transitoria o permanente en un paciente por haber estado en contacto con el equipo de salud y no por la patología por la cual solicitó ser atendido, trabajar en seguridad del paciente es evitar el efecto adverso. Más allá del arsenal tecnológico que usemos hace falta una fuerte toma de conciencia en el accionar cotidiano donde cada uno sea responsable por la vigilancia, el cuidado y el cumplimento estricto de protocolos y buenas prácticas. En lo institucional se están llevando adelante planes de mejora de la seguridad del paciente, inspirados en normas internacionales que algunos hospitales y sanatorios se imponen acreditar para mejorar sus indicadores y el ejercicio real de conductas más seguras. Pero en el ámbito de la agenda pública de salud este tema sigue siendo ignorado.
Al no ser la seguridad del paciente un tema de agenda pública de salud en la Argentina, nos tenemos que remitir a lo que han hecho otros países de la región que han tomado decididamente el camino de hacerle un seguimiento a las normas, procesos e indicadores que permitan elevar el nivel de aseguramiento de seguridad en hospitales, sanatorios o centros de salud, lo que les permite hacer estudios retrospectivos y alcanzar una lectura de profundidad de sus variables. De la observación metódica surgen hallazgos de hechos que podrían haberse apartado de un protocolo existente en la institución, que algo en el medio pasó con el paciente y no se escribió en la historia clínica, la “caja negra”. Algunos sanatorios en forma privada en nuestro país tienen sistemas de denuncias internas de errores, nominadas o anónimas, a partir de la cuales se sigue un proceso de análisis causa-efecto hasta encontrar el punto más débil en el o los procesos que fallaron. El objeto de estos sistemas de denuncia no es perseguir a nadie sino encontrar dónde el proceso falló y a partir de ahí corregir y fortalecer el proceso para que sea seguro en el turno en que sucedió el error como en todos los turnos de atención.
La tecnología ha hecho grandes aportes, representando cerca de un 60% de todo un proyecto de seguridad del paciente. Por ejemplo, la trazabilidad al pie de la cama y hasta la farmacia hospitalaria, los controles sobre óptimo estado de medicamento y bolsas de sangre, los indicadores inteligentes, el cuadro de mando integral, las alertas por desvíos, los workflow sobre el cumplimiento de normas y planes de mejoras, los simuladores de procedimientos son ejemplos de medidas destinadas a monitorear el cumplimento de compromisos positivos en instituciones que buscan ser cada vez mejores. Esta preocupación alcanza también a los financiadores de la seguridad social y las empresas de medicina prepaga que por medio de herramientas informáticas y auditoría médica advierten los desvíos en la atención dentro de su red de cobertura.
La gestión por indicadores ha ingresado hace menos de 10 años al sector salud argentino, pero en la región tenemos buenos ejemplos de hospitales y ministerios de salud que aplican desde el año 2000 monitoreo por indicadores, analizando desvíos y controlando en favor de la población, el desempeño de sus prestadores.
En la Argentina la función de rectoría en cuanto al control de la seguridad del paciente corresponde al Ministerio de Salud de la Nación y a los Ministerios de Salud provinciales, en una segunda línea de responsabilidades se encuentran la Superintendencia de Servicios de Salud, las Obras Sociales Provinciales, el PAMI o algún otro organismo delegado que podría ocuparse exclusivamente de este tema controlando y recibiendo denuncias desde la población.
La comunidad debe ser protagonista del capítulo seguridad del paciente ya que la educación de la población sobre sus derechos, el conocimiento de las normas de su jurisdicción, el seguimiento de sus patologías crónicas, los contaminantes medioambientales y la adecuada alimentación hacen de la educación de la población y en particular del paciente, un aliado para la seguridad activa. El aseguramiento y monitoreo de los procesos de atención en las instituciones prestadoras, como el control del estado y la educación de la población son la real inversión en el presente y futuro de nuestro país haciendo que el gasto tenga objetivos y metas evaluables por todos los actores del sistema.
Para que todos comprendamos el valor de la seguridad del paciente y nos comprometamos con ella es necesario un cambio de cultura, salirnos de la mirada individual y aprender a trabajar en forma interdisciplinario planificando y midiendo en equipo. La interdisciplina integra a las profesiones sanitarias y cultiva nuevas actitudes que involucran a sus miembros en buenas prácticas, las que a medida que arrojan buenos resultados generan orgullo por hacer las cosas bien. Resaltar los logros produce un reforzamiento de las nuevas actitudes y fortalece el compromiso dentro del equipo, generando un círculo virtuoso que otros querrán imitar. En un Hospital de Pediatría de Boston donde estuve hace algunos años, vi una pared de la Unidad de Cuidados Intensivos llena de premios nacionales a médicos y enfermeros, y junto a ellos un folio con una hoja que decía “197 días sin infecciones asociadas a catéter venoso”. La hoja mostraba el orgullo de ese equipo, era una meta que deseaban batir cada día para demostrar que eran los mejores y para alcanzar 198, 199, 200 días... sin infecciones.
Las instituciones que trabajan así sienten que para sostener su condición de liderazgo en el mercado global de la salud, al cual ellos ofrecen sus servicios, deben estar en la vanguardia del bien hacer. Y estar a la vanguardia es salirse de las normas e ir más allá de las fronteras de los propios límites y de los estándares nacionales, creando nuevos estándares más altos.
La industria aeronáutica instaló a la seguridad activa en 1987, acordando ya no basar la seguridad en el conteo de siniestros y la lectura de las cajas negras de los aviones caídos sino utilizar la información recogida en desarrollar planes de anticipación para la prevención de accidentes aéreos. En este gran consenso mundial se involucraron tanto la industria productora de aviones y componentes como las aerolíneas comerciales, los gremios y asociaciones de pilotos y algunos entes públicos de países interesados en propiciar los resultados de este proyecto. A consecuencia de este gran acuerdo sectorial por la seguridad aeronáutica surgieron simuladores, normas, indicadores, protocolos, sistemas de control automatizados para poder identificar tempranamente los desvíos mediante alertas y un sin fin de normas para los profesionales de cabina o del área técnica. Hoy, después de 30 años la tasa de siniestros en vuelos de pasajeros es de 1 sobre 3.700.000 vuelos. La aeronáutica arrancó hace décadas con la “caja negra” como símbolo del control después de ocurrido un siniestro, hoy los controles se apoyan en el antes del despegue del avión para evitar el error.
Es tiempo de hacer acuerdos sectoriales en salud, los más amplios posibles, para que, en 2025 a partir de las historias clínicas, nuestra “caja negra” y el uso de planes de aseguramiento y controles preventivos de riesgos por indicadores, sumados al compromiso de los miembros del equipo de salud y los funcionarios, las prácticas seguras sean la norma y los errores prevenibles, una deuda ya saldada.

(*) ProSanitas BSC pdaste@prosanitas.com.ar

 

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