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En el interior de un establecimiento médico polivalente,
cada servicio debería realizar dentro de sus “Programas
de Calidad y de Seguridad del Paciente”, un trabajo de
identificación, análisis y tratamiento de los riesgos de
reclamo indemnizatorio, judicial o extrajudicial por la
que cada especialidad médica podría comprometer el
patrimonio y el prestigio de cada institución médica,
basándose en la epidemiología de los hechos ocurridos.
Mínimamente se debería comenzar por cada una de las
cuatro especialidades que a lo largo de los últimos 40
años encabezan – alternándose en la punta de la Tabla –
traumatología y ortopedia, obstetricia, ginecología y
cirugía.
¿Qué riesgo de reclamo representa la práctica de la
ortopedia? ¿Para qué tipo de cirugía realiza el reclamo
el paciente? ¿Cuál es la razón? ¿Cómo manifiesta el
paciente su disconformidad?
¿Existe un enfoque diferente de la calidad y eficiencia
de la atención en curso, entre un auditor de una Obra
Social o de una empresa de Medicina Prepaga, y un perito
médico legista de oficio o de un médico forense o de un
juez cuando la prestación ya finalizó?
EL ACTO CUESTIONADO
A lo largo de los últimos 16 años y más de 1267 reclamos
judiciales, 190 de ellos (15%) han ocurrido dentro de la
especialidad de traumatología y ortopedia, por un monto
total de reclamo de $ 24.700.000 y he podido evaluar
como abogado dedicado exclusivamente a la defensa de
médicos e instituciones, que la artroplastia de cadera
es el procedimiento quirúrgico por el cual los cirujanos
ortopedistas resultan más implicados (20%), seguida de
la artroplastia de rodilla (13%) y el tratamiento
quirúrgico del pie (8%). En más de 2/3 de los casos, el
paciente presenta una queja por una cirugía en un
miembro inferior. Estas cifras son coherentes al menos
con el número de actos practicados cada año hoy en la
medicina privada en la Argentina que yo conozco.(1) Las
extremidades inferiores son más riesgosas y generan más
quejas (71%) que las extremidades superiores, debido al
mayor desgaste de las articulaciones relacionadas con el
trabajo, la edad, la disminución de posibilidades
futuras de continuar realizando actividades físicas de
entretenimiento, deportivas amateur, deportivas
profesionales y el devenido sobrepeso por ése déficit.
Estas sensaciones que se exteriorizan en los pacientes
después que los hechos médicos acontecieron, y los
resultados han sido inesperados por mal informados, esta
diferencia entre el riesgo soportado y el no soportado
por los pacientes/parientes, no son demasiado tenidos en
cuenta por los profesionales en el momento del
cumplimiento legal y ético de su deber de información.
LA RAZÓN DE LA QUEJA
En el 70% de los casos, (133 casos) el paciente se quejó
inicialmente por una de las siguientes cuatro razones:
1. Síndrome infeccioso (27%); 2. Resultado
insatisfactorio (21%), 3. Dolor postoperatorio (13%); o
4. Complicaciones neurológicas (10%). Lo ocurrido en 1,
3 y 4, generó un reclamo. Menos significativamente, la
demanda puede plantearse por aflojamiento protésico,
miembros desiguales después de la cirugía, rotura del
implante, efectos adversos de la medicación, fallas del
implante, herida vascular.
Los resultados insatisfactorios y el dolor
postoperatorio ponen de relieve una dificultad más
vinculada con la comunicación, que con la técnica entre
el cirujano y su paciente. Detrás de esta figura surge
la idea de una falta de comunicación, una comunicación
defectuosa, o bien posiblemente alterada por diversas
razones. Las causas, sin embargo, como se ve es posible
identificarlas. La cuestión es corregirlas. Es decir,
qué hacemos después de saber de qué se trata.
¿Se tomó el cirujano el tiempo para explicarle a su
paciente los riesgos de fracaso y sus limitaciones? ¿Lo
documentó? ¿Podría tener el cirujano ese tiempo? ¿Se
sabe por qué no lo tiene? ¿Qué medios usó para informar
y crear conciencia en el paciente? ¿Fueron variados y
complementarios? ¿Conversación, gráficos, dibujos? ¿Se
garantiza a posteriori que el paciente haya alcanzado la
buena comprensión de la información? ¿Se documenta?
¿Estaba el paciente en condiciones de entender
correctamente dada su edad, sus habilidades para
comprender, su dolor? ¿Se valoró esta situación? ¿El
profesional se capacitó o fue capacitado para entender a
un semejante enfermo?
La infección asociada con el sitio quirúrgico (IACS)
señala la condición, algunas veces, en que se realizó la
intervención. A pesar de todos los esfuerzos realizados
durante los últimos 30 años para luchar contra el riesgo
de infección, ésta sigue involucrada en la cirugía
ortopédica. Y aunque el médico está, en teoría, menos
expuesto que el centro de salud desde que el legislador
estableció el régimen de responsabilidad sin necesidad
de la investigación de la culpa, objetivando el daño, el
riesgo de infección no escapa al bouquet de quejas.
La propia definición dada por la Academia Nacional de
Medicina y tomada al pie de la letra por expertos y
profanos, conspira contra la frecuencia, la severidad y
favorece una casi segura condena. Los gérmenes
encontrados son en su mayor parte manu incorporados, lo
que encamina inexorablemente la reflexión, hacia el
factor humano aún muy presente en la prevención de las
infecciones (lavado de manos, antibiótico terapias
perioperatorias, eventual colonización previa del
paciente, y obviamente la más perfecta documentación de
las acciones preventivas).
El camino de atención del paciente, especialmente
después de la operación, la vigilancia postoperatoria,
la documentación ordenada de los procedimientos, se
convierte en un problema importante. Hoy en día, el
tiempo de operación es muy ajustado y el riesgo de
infección está más controlado. Pero… ¿qué pasa con el
riesgo peri y post operatorio de infección? Esto resalta
la importancia de educar a todo el equipo de atención
acerca de este riesgo en el seguimiento del paciente, y
en una más adecuada documentación médica.
LA TIPOLOGÍA DE LA DENUNCIA
Analizados los casos, podemos advertir que, en casi la
mitad de ellos, el paciente o los parientes enviaron una
reclamación subliminal de indemnización a cualesquiera
de las personas del equipo de salud que tuvieron a su
alrededor. Habida cuenta de ello, el equipo de salud
entonces no está capacitado para detectarlo y mucho
menos para registrarlo y comunicarlo a la brevedad a un
responsable superior. Una incomparablemente útil
herramienta para que ello se materialice, previa
elección de las personas que la operarán será el
“Formulario de Denuncia Interna de Incidente”.
En el 30% de los casos, el pariente o el paciente
acudirá a los tribunales previo paso por una mediación,
voluntaria u obligatoria, reclamando montos de
indemnización que tornan ilusorio alcanzar un término de
acuerdo. Y en el 20% restante de los casos, será una
solicitud hecha de manera completamente informal y
amigable. Por lo tanto, los reclamos en mediación son
principalmente compensatorios, y la “víctima” estima que
en la intervención quirúrgica se encuentra el origen de
su daño, de su disconfort, de su discapacidad, que
justifica una compensación financiera, y que está por
afuera del daño “aceptado” por los pacientes en general.
Por otro lado, los cirujanos ortopédicos casi nunca son
procesados penalmente, probablemente porque es una
cirugía funcional que expone al paciente muy raramente a
un riesgo grave que ponga en peligro la vida, mientras
que el procedimiento penal es más usado comúnmente para
lesiones mayores o muertes.
EL RESULTADO DE LA DENUNCIA
El paciente hace su reclamo en principio en tres etapas.
La primera es cuando el médico lo recibe en forma
directa en su consultorio, o al pie de la cama de la
institución, o en el pasillo del hospital, o en el
ascensor del sanatorio, o en la playa de
estacionamiento. El profesional o lo minimiza, o no lo
registra, no lo oye, o “huye”. La segunda es cuando el
paciente/pariente, ante la falta de respuesta,(2) busca
un abogado, quien en el mejor de los casos y siempre que
posea la totalidad de la información médica, consultará
con un médico legista, tal vez de la misma especialidad,
para obtener un informe pericial, que generalmente dirá
lo que el abogado y el médico quieren leer. La tercera
será el requerimiento fehaciente desde una mediación,
donde sólo en un 30% de los casos puede alcanzarse un
acuerdo, y la cuarta será ya ante el juez donde se
planteará una demanda judicial por un reclamo de
indemnización/compensación económica por el daño
sufrido. Algunas veces el paciente/pariente abandona su
persecución al final de la primera etapa, pero son los
menos.
En el 58% de los casos, es posible considerar que un
caso ha evolucionado favorablemente, es decir, hubo un
acuerdo con pago, hubo un desistimiento del
requerimiento por parte de quien reclama, o bien la
demanda o no será iniciada o será rechazada, varios años
después.
En los tribunales, la situación es algo diferente. Un
procedimiento judicial no necesariamente termina
rápidamente con una decisión judicial. Asimismo, son muy
raros los reclamos inmediatos por daño inmediato, salvo
en sede penal y en los casos de óbitos inesperados.
Por el contrario, el 42% de los juicios evolucionan
desfavorablemente para el médico cirujano y la
Institución donde se llevó a cabo el acto quirúrgico, ya
sea por convicción judicial o transacción amistosa
después de un informe de pericia forense, ( finalización
de la etapa probatoria) o después de que los informe
periciales (IML) efectuados por todos y cada uno de los
aseguradores de los reclamados resultan desfavorables,
con lo que probablemente ello evolucionará hacia un
acogimiento del reclamo en sede judicial, con la
fijación de una indemnización a favor del reclamante.
En la falla técnica o de calidad que hemos detectado se
culpa con mayor frecuencia está relacionada con el
seguimiento postoperatorio. En cuanto a los síndromes
infecciosos, primer motivo de queja, a veces se le
reprocha al cirujano, cuando no debería ser así. Pero
ocurre que el cirujano no está demasiado capacitado, más
allá del check list de quirófano, para identificar
–metafóricamente hablando– “previo a despegar, que todas
las puertas del avión estén cerradas”.
También hemos detectado en siete casos un diagnóstico
tardío, pese a la advertencia de los pacientes/parientes
del estado del “quejoso” antes del alta sanatorial con
seguimiento por consultorios externos, pero la mayoría
de las veces por un manejo superficial de la
complicación sin una opinión colegiada o un recurso
tardío a las habilidades de un especialista en
enfermedades infecciosas por demoras administrativas o
de organización, favorecieron el reclamo.
La colocación de prótesis de tamaños incorrectos y/o no
adecuados para la lesión a reparar, generando
posteriormente un acortamiento de miembros, pseudo
artrosis, protrusión de prótesis o lesión de tendón han
sido casos ocurridos y de complicada defensa.
En cuatro casos se practicaron intervenciones del lado
equivocado, y un caso de óblito quirúrgico, detectándose
tiempo después y a raíz de un estudio de imágenes, la
presencia de un tornillo de prótesis de osteodesis
sujeto detrás del fémur.
LO QUE HAY QUE RECORDAR
Hoy en día, el riesgo legal se concentra
postoperatoriamente. Una gestión multidisciplinaria de
la complicación y la coordinación entre el cirujano y el
anestesista serán tantas garantías para prevenir el
accidente y la queja. Para ser efectivo, se recomienda
que se prevea, junto con la administración de la
institución, y se asigne la tarea de manera que los
roles de cada uno estén claramente definidos de
antemano. Finalmente, espero que los lectores se den
cuenta, que si yo, que soy abogado, puedo hacer
epidemiología de los casos en que me ha tocado actuar,
cuanto mejor lo podrían hacer ustedes y diseñar barreras
para que las cosas no se repitan. Me parece.
1) Este dato se obtiene al completarse los índices de
consumo por especialidad en el Formulario de recolección
de datos para analizar la tasa de riesgo para una
cotización de seguro de RC Médica Institucional.
2) No debemos olvidar que muchas veces podemos
encontrarnos ante un médico “previsor¨ que le avisa a su
Asegurador lo que le está pasando, pero puede recibir
como respuesta: “espere a que le llegue la cédula”.
(*) Abogado- Asesor
Externo de TPC, Compañía de Seguros S.A.
(*) CEO de RiskOut S.A. Consultora especializada en
Responsabilidad Médica, Gestión de Riesgos y Seguridad
del Paciente. |