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El sistema de salud de la Argentina está en terapia
intensiva. Hace varias décadas que no planteamos
reformas estructurales y mientras tanto “chapa y
pintura” no es suficiente. Es necesario abordar reformas
que adecúen el modelo de gobernanza, financiamiento y
provisión para hacer frente a la extraordinaria
demanda-necesidad que plantea la revolución científico
tecnológico (medicamentos biológicos que atacan las
causas de la enfermedad, medicina genómica,
nanotecnología, dispositivos robóticos, prótesis
inteligentes, etc.).
Mientras tanto la innovación organizativa que implica
las adecuaciones al momento de gestionar y coordinar la
oferta y demanda de servicios de salud está llegando
tarde a la cita. El sistema de salud está bloqueado para
las reformas, así como otras áreas sociales y mientras
tanto asistimos al festival de las injusticias y las
inequidades de la mano de la judicialización de la
salud. Todos nos quejamos, pero no somos capaces de
sentarnos a consensuar reformas que nuestros vecinos de
Uruguay, Chile, Brasil o Colombia están concretando
desde hace algunos años.
También en materia de salud seguimos viviendo de las
supuestas glorias ganadas. Hacemos pequeños ajustes
sobre la seguridad social y actuamos como si tuviéramos
un sistema de salud inclusivo, universal y equitativo. Y
mientras tanto convivimos con 15 millones de habitantes
que no tienen cobertura formal, muy parecido a la
cantidad de personas bajo la línea de la pobreza y
recordemos que la pobreza y la salud van de la mano. Un
documento de la OMS (2003) denominado “Influencias de la
pobreza en la salud” reza en uno de sus párrafos lo
siguiente: El debate sobre la relación entre pobreza y
salud viene de antiguo. En general, las tasas de
mortalidad más altas se registraron en las zonas más
pobres de los países y la población, que goza de buena
salud suele ser más productiva en el plan económico. Se
reconoce que la causalidad entre la salud y la pobreza
es bidireccional, y que la analogía que mejor describe
esa relación es la de un círculo vicioso o virtuoso,
según empeoren o mejoren las condiciones sanitarias o
económicas de la población que se trate.
Los países de la región enfrentan el fenómeno de la
innovación de diferentes formas según el sistema de
salud vigente:
1. Creación de agencias de evaluación de tecnologías
(Colombia, Brasil).
2. Organización de planes de beneficios vinculados con
el costo efectividad y con la carga de enfermedad y
mortalidad (Garantías explícitas de salud en Chile).
3. Organización de fondos especiales para la cobertura
de enfermedades catastróficas (Fondo Nacional de
Recursos en Uruguay, o Ley Ricarte Soto en Chile).
4. Organización de “seguros” públicos (seguro popular en
México) o de aseguradoras públicas (ASSE en Uruguay,
FONASA en Chile) que puedan contar con un pool de riesgo
apto para negociar.
5. Coordinar los registros clínicos para evaluar
resultados y poder negociar acuerdos de riesgos con esta
información clave.
6. Introducción de medicamentos biosimilares para
ahorrar cuando se vencen las patentes.
7. Programas de bioequivalencia (México y Brasil han
llegado a los 400 principios activos), nosotros estamos
siendo superados por Colombia y Chile, aunque fuimos de
los pioneros en la región al crear la Agencia de
Medicamentos, Alimentos y Tecnologías.
Una frase en latín dice “A fronte praecipitium, a tergo
lupi”. Al frente, un precipicio, los lobos a la espalda.
Esa es la situación ante la cual nos encontramos en el
sistema sanitario argentino o nos disponemos a saltar y
nos organizamos para hacerlo o nos comen los lobos.
Los Poderes del Estado le esquivan al problema de salud.
El famoso costo político de meterse con áreas sociales
sensibles genera grandes actos de cobardía y mediocridad
política. El miedo a hacer algo que no le guste a la
gente, a los poderes establecidos o a los medios y
terminar en el cadalso tienden a generar un bloqueo.
Decía Alberdi que los “grandes hombres no son sino locos
de la víspera”.
El Poder Ejecutivo no hace olas en materia de salud
porque no tiene la fuerza política para hacer las
reformas (desde hace varias décadas) y el Poder
Legislativo (los legisladores) responden a su conciencia
social aprobando leyes que amplían la cobertura sin
establecer el financiamiento correspondiente y dejando
que el sistema funcione como un mercado de ofertas donde
el que llega primero o está mejor posicionado (por
relaciones sociales) accede y el resto a la cola hasta
que exista presupuesto o se termine muriendo. Esto es
legislar sobre los derechos con total irresponsabilidad
económica.
En pleno gobierno de Menem se aprobó una ley de
discapacidad que es impagable. Es tan amplia en materia
de derechos que no alcanzarían los recursos de toda la
salud para financiarla. Se abren puertas que después no
se pueden cerrar y entonces aparece el gran Poder
Judicial como el salvador y quien abre puertas
especiales, inventando los recursos que no existen. Para
los jueces el costo de oportunidad o los recursos
escasos constituyen supuestos económicos y ellos lo
pueden vencer en nombre de los derechos individuales.
De esta manera el Poder Judicial también lava sus culpas
sociales aceptando prescripciones sin evidencia clínica
para intentar compensar la gran cantidad de falencias
que comete como liberar personas de manera incorrecta
que luego cometen crímenes o los atrasos en la
administración de la justicia.
Pero el festival de derechos a la salud sin
financiamiento no terminó allí. En el año 2014 una nota
del diario La Nación de Fabiola Czubaj menciona
“Diabetes, obesidad, salud mental, celiaquía,
infertilidad, contracepción quirúrgica son algunas de
las nuevas leyes y las que más repercusiones tuvieron,
aunque aún no todas están reglamentadas. La ley de
fertilidad asistida, sancionada en 2013 (en plena
campaña electoral), recibió un tratamiento exprés
comparada con el resto: el Gobierno demoró sólo un mes y
medio en reglamentarla, en lugar de los dos años o más
que tardó con las demás”.
Salud no puede ser considerado como un sector normal de
economía. Aquí la oferta crea su propia demanda y un
agente clave es el médico que tiene una posición
privilegiada en esa relación en tanto que prescribe,
pero no financia ni recibe el tratamiento. Los sistemas
de salud de todo el mundo regulan la oferta. No se puede
dejar instalar más tomógrafos o más camas que las que
necesita una población porque inmediatamente tenderán a
generar demanda para poder sobrevivir. Y como las
indicaciones de internación o de estudios
complementarios las firma un médico pueden imaginarse lo
fácil que resulta promover más estudios, más
internaciones y más medicación que la necesaria. Y
recordemos que en salud “más no es mejor”.
Es hora de recuperar la agenda y poner sobre la mesa los
problemas antes que nos pasen por encima. Los gestores
estatales y de la seguridad social no pueden seguir
jugando solos es necesario que se sienten en una mesa a
ponerse de acuerdo, acordar y coordinar políticas como
fueron las exitosas compras conjuntas que lideró el
PAMI.
Las enfermedades de alto precio y baja incidencia
necesitan un pool de riesgo poblacional muy alto, con
diseño y mantenimiento de guías clínicas y protocolos
muy estrictos, selección de proveedores, información
clínica para poder negociar en base a resultados y eso
sólo se puede hacer con un gran acuerdo sectorial de los
financiadores de servicios de salud. La demanda debe
estar en condiciones para solucionar y establecer
precios de entrada y no jugar de manera sectorial que
sólo conduce a incrementos del costo de oportunidad,
malgasto, variabilidad de precios y precios altos.
Finalmente, un mensaje para los funcionarios ahora que
nos encontramos cerca de las elecciones nacionales y
donde se dará seguramente un recambio de funcionarios en
las distintas áreas de gobierno vinculadas con la salud
(ministerios nacionales y provinciales, secretarías de
salud, Superintendencia de Servicios de Salud, PAMI,
ANMAT, y todos los descentralizados): Memento Mori
(recuerda que eres mortal).
Con esta locución latina, que significa “acuérdate de la
muerte” o “recuerda que vas a morir”, suele expresarse
el asombro y la desazón por la fragilidad y la fugacidad
de la vida humana y lo imprevisible (y a veces, abrupto)
de su final. Cuenta la tradición que el Senado romano
obligaba a colocar, en los desfiles triunfales, justo
detrás de los generales victoriosos, a un esclavo que
repetía una y otra vez: Respice post te! Hominem te esse
memento! “¡Mira tras de ti! Recuerda que eres un hombre”
(y no un dios).
Lo hacía por buenas razones: muchos generales y señores
de la guerra romanos intentaron en el pasado aprovechar
su momento de gloria y hacerse con el poder absoluto, o
faltar el respeto y la obediencia debidos a las leyes y
las instituciones del imperio.
Es el gobernante argentino un hombre que tropieza dos o
tres veces con la misma piedra o es el hombre
inteligente que aprende de los errores o acaso el hombre
sabio que aprende de los errores de los demás. En Salud
2020 lo terminaremos de confirmar.
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