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“Otra vez sopa” … una frase popular
que resume la lectura de la
situación económica reinante. De
alguna forma, nada nuevo para este
país acostumbrado a las crisis
periódicas, pero en donde,
paradójicamente, sus habitantes
nunca terminaremos de acostumbrarnos
a ellas.
Por supuesto todos sabemos que la
crisis traerá aparejado el
reacomodamiento de precios del
sector de la medicina prepaga… y un
nuevo y consecuente retraso de los
honorarios médicos que perciben los
profesionales del sistema.
Un importante ejecutivo del sector
me explicaba que “este no es un
negocio de seguros. Aquí no se hacen
reservas técnicas de ningún tipo, es
más un “negocio de caja”. Por un
lado, la inflación permite una
contribución financiera al negocio
que la estabilidad no te brinda y
por el otro te permite también una
licuación importante del costo
médico. De hecho, hay empresas
prepagas que en el 2018 -año
inflacionario si los hay-
trasladaron a sus profesionales
prácticamente la mitad de los
incrementos de precios que aplicaron
al mercado”.
Me quedé pensando largamente en la
reflexión. Casi todos los actores
del mercado coinciden que el modelo
actual es inviable, pero si esto es
así, los plazos de la inviabilidad
se acortan.
Un honorario de consulta médica en
Capital Federal y el Gran Buenos
Aires en torno de los 5 u$s solo
puede asegurar una mayor migración
de los profesionales más expertos
del sistema y por ende un mayor
deterioro de la calidad de los
resultados.
En las encuestas que realizamos a
clientes en Willis Towers Watson
cada vez es más frecuente la queja
en esta materia, o bien el cobro de
plus -o de honorarios extras por
parte de Obstetras y Cirujanos-,
como así también la derivación al
“Equipo” por parte de aquellos
profesionales de prestigio que
cuentan con ellos (de hecho, es cada
vez más frecuente ver en las
Cartillas Médicas el agregado de “y
Equipo”).
El Gobierno Nacional ha autorizado y
sigue autorizando aumentos de
precios (aunque imaginamos que, por
razones de orden político -léase
impacto en los votantes-, no serán
de la magnitud del año anterior y
serán “trasladados” en parte o
totalmente para después de las
elecciones). Los aumentos de la
medicina prepaga obviamente inciden
en el índice de precios (y
obviamente como ya señalamos en el
consumidor) pero sus efectos “no se
derraman” en el sector de los
profesionales, quienes han percibido
aumentos muy alejados de los índices
de incrementos señalados.
El panorama para lo que resta del
año no es menos desalentador para la
profesión médica. Los analistas
económicos están estimando una
inflación anual del orden del 55/60%
fruto de sumar a la inflación de los
primeros ocho meses del año los
efectos de la devaluación del mes de
agosto (lo que en economía se
denomina “pass through”: el impacto
que tiene en los precios una suba
del tipo de cambio, que en nuestro
caso es el dólar estadounidense por
ser la moneda de referencia en la
Argentina). O sea, en la práctica,
sumar unos 20/25 puntos
inflacionarios a la que veníamos
acumulando hasta el referido mes de
agosto.
Si estimamos que el año pasado los
profesionales perdieron unos 15
puntos contra los incrementos que
aplicaron las empresas de medicina
prepaga y le sumamos otros 15/20
puntos que podríamos estimar para
este 2019, nos encontraremos que la
pérdida de honorarios a valores
constantes alcanzará un tercio de
éstos. Dramático.
Dicho en indicadores generales
muchas veces no se alcanza a captar
la real dimensión de su significado.
A título de ejemplo pongamos una
especialidad como la Psiquiatría.
Allí, la falta de actualización de
los honorarios acentuará la ya
importante migración de
profesionales del sistema (de hecho,
señalan en las entidades que cada
vez es más difícil encontrar
profesionales en la especialidad y
más aún en subespecialidades como
Psiquiatría Infantil, Emergencias,
etc.).
Si tenemos en cuenta que tanto la
Organización Mundial de la Salud,
como todos los estudios privados
serios señalan que la prevalencia de
las enfermedades psiquiátricas irá
en aumento en el mundo -y que la
crisis de la Argentina es un factor
que contribuye largamente a esto- el
“modelo” en la materia es como el de
dos trenes viajando sobre la misma
vía en dirección opuesta.
Podemos trasladar lo dicho para
Psiquiatría a muchas otras
especialidades médicas y también a
otras áreas como la Odontología, en
donde las críticas al nivel de
servicios están al máximo nivel en
las encuestas a usuarios.
Un hecho que es nuevo -y no es menor
a nivel corporativo- es la
preocupación de las áreas de
Dirección de Recursos Humanos por
diferenciar los proveedores teniendo
en cuenta precisamente cómo le
llegan al prestador médico los
importantes incrementos de precios
que les aplican a las empresas. Un
tema en el que particularmente
también hacemos hincapié desde la
Consultoría.
Todos coinciden también en que el
sistema en su conjunto ha
involucionado. El Gobierno no es
ajeno a esto: su mecánica de
“privatizar” el sistema de seguridad
social cargando sobre el sector más
y más leyes de coberturas
adicionales ha hecho su contribución
para dicha involución. Seguramente
la Judicialización ha hecho otro
“aporte importante” en esa materia.
El panorama es francamente
desalentador. Sería bueno
preguntarse amigo lector, aquella
frase que caracterizó a Revista
Médicos: ¿Quo Vadis Salud?.
(*) Director de Salud Corporativa de
Willis - Towers Watson.
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