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La Prof. Farm. Estela Izquierdo,
presidente de SADAM, fue la
encargada de abrir el congreso: “El
Sistema de Salud Argentino ha
atravesado en los últimos años una
serie de circunstancias que lo han
afectado muy profundamente y que en
la actualidad comprometen seriamente
su misma subsistencia”. Así, indicó
que a los tradicionales problemas
económicos de la Argentina, se ha
sumado la pandemia por Covid-19 y el
enfrentamiento entre Rusia y
Ucrania, entre otras circunstancias.
A su vez, la Farm. Izquierdo señaló
que estas causas “hacen sinergia con
las
dificultades
que siempre han existido en materia
sanitaria: el déficit permanente de
los financiadores, la irrupción de
las nuevas tecnologías, la
fragmentación del sistema, la
judicialización de la salud y el
aumento de la sobrevida, en
definitiva, una gran demanda en
salud con unos recursos cada vez más
escasos”. Y frente a esto dijo: “hoy
más que nunca es necesario trabajar
en la construcción de un sistema con
equidad, eficiencia, accesibilidad,
sustentabilidad, una buena gestión
de calidad y centrada en el
paciente”.

La conferencia de apertura estuvo a
cargo del Dr. Luis Scervino,
exsuperintendente de Servicios de
Salud de la Nación, quien lanzó la
pregunta, “¿Es la fragmentación la
culpable de la desfinanciación?”. A
lo largo de su exposición destacó
que “la fragmentación es un mito que
repetimos pero que es una verdad a
medias”, ya que, si bien es parte de
la problemática, “al ponerla en
contexto vamos a encontrar problemas
muchísimos más graves que la
remanida fragmentación en el sistema
de salud”. En este sentido, remarcó
que es necesario analizar y trabajar
estas variables para evitar el
desfinanciamiento del sistema. En la
misma línea, señaló que existe una
gran carencia de información
estadística confiable sobre el
sistema de salud por lo que hay que
trabajar con muchas fuentes para
poder acceder a una información
veraz.
El
exsuperintendente afirmó que todo el
sector público de la salud -17
millones de personas
aproximadamente- tiene acceso a la
atención sanitaria, pero no así a la
cobertura: “El tratamiento de un
infarto, ¿es el mismo que se hacía
en el año 80?, no, cambió
drásticamente. El sector público hoy
está en condiciones de atenderlo y
hasta de internarlo en una unidad
coronaria, ¿pero puede darle toda la
cobertura con el tratamiento que
hoy, 2022, un infarto tiene?, tengo
grandes dudas”, reflexionó.
Abordo la superposición de
coberturas que mucha gente tiene en
virtud de poder contar con la obra
social de su rama de actividad, más
un prepago y también el hospital
público. Poniendo en números, amplió
el concepto diciendo que: “hay un
60% que tiene pública y tiene una
obra social, un 2,5% que tiene
pública y un sistema de medicina
prepaga, y después tenemos más de
dos coberturas, o sea, un 12% de la
población. En realidad, lo que
tendríamos que hacer es lo que a
nivel de las obras sociales
nacionales se hizo, que fue unificar
los aportes y no estar desparramando
todo porque hay personas que ya
tienen 3 aportes a sistemas
distintos”.
Mencionó que la ley de medicina
prepaga también forma parte de la
problemática, ya que, debido a una
gran regulación, muchos usuarios de
la seguridad social optaron por la
prepaga, dejando un sector público
difícil de sostener: “El sector
público con 17 millones de
beneficiarios aproximadamente y un
monto de 15.700 millones de dólares,
le da una cápita de 902, igual que
la seguridad social que tiene 22.600
millones de beneficiarios. En el
sector privado la cápita es de 2.042
y esto ha traído grandísimas
polémicas”.
Ahondando en las estadísticas del
INDEC, analizó las estadísticas del
gasto de bolsillo: “En el gasto
total de los hogares el quintil más
bajo, gasta el 4,2%, mientras que en
el quintil más alto o de mayores
ingresos se gasta el 8,9% en salud,
marcando un perfil de consumo de la
población”. Asimismo, señaló que
desde el 2004 al 2017 se registró
una tendencia creciente de gasto por
afiliación, que referencia a
aquellos que optaron por pagar de su
bolsillo para tener plan superador,
aumentando del 24 a 35%. Por otra
parte, en lo referido a gasto de
bolsillo por concepto, destacó que
en el quintil más bajo, más del 50%
lo gasta en medicamentos, mientras
en el más alto, casi el 50% lo gasta
en mejores planes de cobertura.
A continuación, se abrió la mesa de
debate desde los financiadores, en
la que el Dr. Luis Degrossi,
presidente de ADEMP, disertó acerca
de los “Desafíos del financiamiento
en la medicina privada” y señaló que
hay una falta de criterio de donde
sacar los recursos para cubrir todas
las nuevas tecnologías, tanto
diagnóstica como de tratamiento,
medicamentos, etc. “No nos han
comunicado, menos después de la ley
de medicina prepaga, como generar
los recursos necesarios y
suficientes para seguir brindando la
misma calidad de atención”.
También hizo referencia al nivel de
inflación que afectó al sector en
los últimos años: “En diciembre de
2019 pudimos casi acompañar la
inflación. Vino la pandemia y ahí
hubo una meseta planchada, por la
cual durante el 2020 solo tuvimos el
10% de aumento en el mes de
diciembre”. Y continuó: “Cuando
salíamos de la pandemia y
comenzábamos a atender la demanda
contenida, nos sacaron el poco
recurso que nos habían dado de
aumento por resolución. Lo que la
medicina prepaga pierde no lo
recupera nunca más, por más que
posteriormente se retomaron los
aumentos”. Y concluyó: “Si pensamos
en marzo 2018 y vamos hasta junio
2022, hubo un 12% de retraso, es
decir, estamos financiando
prestaciones con un 12% menos de
recursos”.
Por su parte, el Lic. Horacio
Raiman, presidente de la Fundación
Medifé, destacó que existe una
fuerte desarticulación del sistema
de salud que lo expone a una
triplicación de coberturas, dando
una fuerte pérdida de calidad.
Afirmó que la solución no se logrará
solo por la vía del ingreso, y ante
esto planteó acciones que pueden
ayudar a la gestión de los recursos:
“Operemos sobre el gasto
innecesario, que no es el
desperdicio, sino el innecesario.
Por ejemplo, indicar una serie de
estudios para llegar a un último
estudio que se sabe que era el único
necesario, generando gastos
innecesarios y haciendo pasar al
paciente por una serie tediosa de
estudios”.
Señaló también que se
deben “gestionar adecuadamente las
nuevas tecnologías, apoyándose en la
medicina basada en la evidencia, de
la cual hay muchas publicaciones;
desterrar el concepto de
sobreprecios y el concepto de
fraude; sumarse a la silver economy;
usar medicina basada en valor;
aplicar módulos atados a resultados,
y medir y comparar, convirtiendo
datos en información”.
La siguiente mesa ahondó sobre la
mirada de los prestadores, en la que
el Dr. Mario Lugones, presidente de
la Fundación Sanatorio Güemes,
señaló al decreto 300 como una
bisagra para hacer frente al ajuste
del sector: “Este año se va a caer
el decreto 300, que permitía no
hacer aportes al sector empresarial
y la disminución a la mitad del
impuesto al cheque. Esto significa
que a partir el 1 de septiembre
impactará en todas las
transferencias del sector salud el
impuesto al cheque completo, y a
partir del sueldo que se liquide en
el mes de septiembre impactará el
SIPA. Y eso es un problema serio
para el sector que esta
desfinanciado”. Por otra parte, el
Dr. Lugones indicó que “se firmó una
paritaria del 55% porque el
compromiso era de qué con el 55%
íbamos a poder terminar el año. Hoy
uno mira para atrás y estamos
hablando ya del 90%. En cualquier
momento nos vuelven a llamar del
Ministerio”.
El Dr. Roberto Martínez, director
del Hospital Italiano de la Plata,
señaló que la esperanza de construir
un sistema sustentable nace en la
gestión clínica, y de esta manera
desarrolló el trabajo realizado en
su hospital para modificar y mejorar
los diferentes niveles de gestión.
“El cambio que proponemos es virar
hacia el concepto de gestión clínica
o microgestión, mejorar los
resultados de la práctica clínica y
a la vez incrementar la
participación de todo el equipo
profesional en la gestión de los
recursos que utilizamos en cada uno
de los aspectos de nuestra actividad
asistencial”, destacó el Dr.
Martínez.
Para lograr esta gestión indicó que
es necesario aplicar la calidad, y
utilizar un sistema de información a
través de un sistema de cuadro de
mando hospitalario, desarrollando
indicadores que permitan medir,
planificar y controlar la gestión.
“La calidad es cara, pero la no
calidad es carísima, porque no
medimos los costos de la no
calidad”, afirmó el Dr. Martínez. A
su vez, mencionó tres estrategias:
desarrollo del modelo de medicina
hospitalaria, unidades de gestión
clínica y comité de guías de
práctica clínica como organismo de
estandarización y monitoreo.
La mesa de los auditores estuvo a
cargo de la Dra. Viviana García,
miembro de la comisión directiva de
SADAM, quién mencionó que “el rol
del auditor migró de ser reactivo
validando un check-list para pasar a
ofrecer informes de hallazgos, de
faltas, desvíos en los procesos,
asignando responsabilidad, y
anticiparse en propuestas de
mejoramiento para las entidades para
las que trabajan y auditan”. Y
planteó la necesidad de que el
trabajo del auditor fuera más
reconocido y si para lograrlo, sería
necesaria una especialización o
acreditación. Luego, el Dr. Daniel
Lew, director del Proyecto CEIBA,
desarrolló los modelos alternativos
de convenio con los que trabajan,
para que los pacientes tengan acceso
a las innovaciones y las entidades
financiadoras puedan amortiguar el
impacto de las innovaciones. En este
sentido, destacó que “hay que poner
el foco en la micro gestión para
entender bien cuáles son los
verdaderos resultados de las
distintas intervenciones, y lograr
que los costos o precios estén
adecuados a estos resultados”.
La siguiente disertación estuvo a
cargo de la Dra. María Teresita
Ithurburu, directora nacional de
calidad en Servicios de Salud y
Regulación Sanitaria del Ministerio
de Salud de la Nación, quien
desarrolló el Programa FESCAS. “El
objetivo general del programa es
promover la cultura de la calidad y
seguridad en la atención sanitaria a
través del apoyo y el incentivo
económico de los establecimientos de
salud y de sus equipos”, indicó la
Dra. Ithurburu. En este sentido,
mencionó que se brindan herramientas
que promueven las acciones previstas
en el Plan Nacional de Calidad
2021-2024, que cuenta con 4 líneas
estratégicas de trabajo: la primera,
fortalecer la rectoría y gobernanza;
la segunda, implementar procesos de
calidad; la tercera, implementar
procesos de seguridad y la cuarta,
es lo referido a los equipos de
salud de los establecimientos.
Indicó que el plan está diseñado
para prestadores públicos y
privados, y que contiene
herramientas y capacitaciones
disponibles para ambos. “La calidad
no debe tener diferencias, y estas
herramientas ayudan a hacerla más
asequible para todos los
establecimientos, y a partir de
allí, generar los procesos de
evaluación y acreditación que podrán
realizarse. De la misma forma con la
seguridad del paciente”.
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Durante el X
Congreso Argentino
de Auditores y
Gerentes de Salud se
realizó la
entrega de
distinciones que
SADAM otorga todos
los años a
aquellas
personas e
instituciones que
con su trabajo han
contribuido al
mejoramiento
del sistema de
salud. En esta
ocasión, se
distinguió a la Dra.
Mariana
Flichman, entregado
por la Prof. Farm.
Estela Izquierdo,
presidente
de SADAM; y
al Hospital Alemán
por su acreditación
Joint Commission
International,
representado por su
director médico, el
Dr. Norberto
Mezzadri,
y entregado
por la Mg. Patricia
D´Aste,
vicepresidente de
SADAM. |
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En la mesa dedicada a hablar desde
la perspectiva de las obras
sociales, el Dr. Carlos Vasallo de
la Universidad Nacional del Litoral,
describió la tendencia global de
muchos sistemas de salud hacia
sistemas mixtos, donde conviven el
sistema público y el sistema de
seguridad social, con la
presencia
del sector privado o de aseguradoras
sin fines de lucro. Y, planteó “¿Por
qué seguimos teniendo un sistema con
292 obras sociales que tienen un
sistema, de alguna manera inviable,
donde solo 5 de ellas suman el 52%
de las poblaciones cubiertas,
sosteniéndolo por una cuestión que
tiene que ver más con la política
sindical, que con la política
sanitaria?, me parece que es
necesario empezar a plantear una
integración pensando en un eje que
sea el Ministerio de Salud y dos
subsistemas-no menos
importantes-como el PAMI y la
seguridad social funcionando detrás
de una política única, y evitar
repetición de políticas”.
Luego, fue el turno del Dr. Fernando
Avellaneda, presidente de la
COSSPRA, quién desarrolló las
problemáticas actuales que afectan
al sistema provincial. En relación a
los aportes y contribuciones de las
obras sociales provinciales, el Dr.
Avellaneda indicó que “estos se
hacen en relación al valor
remunerativo del sueldo. Muchos de
los sueldos en las provincias tienen
valores no remunerativos, por lo
tanto, el ingreso a la obra social
provincial se ve perjudicado. Por
ejemplo, la obra social provincial
en Tucumán no puede retener el
aporte de aquellos que cobran, por
alguna causa, menos del básico, y
por lo tanto la obra social se queda
sin recibir el aporte, de un grupo
de aportantes, que puede llegar a
ser el 7% del padrón. Y esto se
repite en todas las provincias”.
Las siguientes disertaciones
tuvieron la calidad como centro, en
la que el Dr. Norberto Furfaro,
presidente del Instituto ITAES,
destacó que “la calidad genera
reducción de costos, disminuye el
daño y el desperdicio en la
experiencia sanitaria” y mencionó
que las “fuentes más importantes de
desperdicio son la duplicación
innecesarias de exámenes y
servicios, eventos adversos y
evitables, atención ineficaz o
inapropiada, insumos descartables de
alto costo, insumos con sobreprecios
y mala utilización o baja
utilización de medicamentos
genéricos, el malgasto
administrativo, y el fraude, abuso y
corrupción”. En este sentido,
planteó que existen serie de
situaciones cotidianas y reiteradas
donde, a través de una mejora de
calidad, se pueden reducir costos. Y
propuso que para que las
instituciones puedan centrarse en la
calidad y en la seguridad del
paciente, deben hacer una inversión
en la acreditación y sus beneficios,
y en instituciones seguras y
tecnológicas.
Por su parte, el Dr. Alberto Díaz
Legaspe, presidente del CENAS,
celebró la acción del Ministerio de
Salud en dedicar una secretaría y un
programa especial para incentivar la
calidad, en el que destacó que se
utilizaron manuales de ITAES y de
CENAS como parte de la base para
empezar a hacer estas capacitaciones
y los marcos de acreditaciones. Por
otra parte, planteó dos
interrogantes: “una, la escasa
previsión de indicadores de impacto
de este proyecto. Tal vez las
encuestas de satisfacción de
beneficiarios pueden ser una, pero
falta el técnico. ¿Van a bajar los
eventos adversos?, ¿las infecciones
nosocomiales?, ¿las caídas?, ¿las
cosas que evidencian la no calidad?
Y dos, no vi que haya una puesta en
marcha de indicadores que nos
permitan saber si lo que se va a
hacer-que me encanta y los
felicito-, tiene verdaderamente
algún impacto”.
En la anteúltima mesa del congreso
que abordó los recursos humanos, la
Dra. Laura Rodríguez, gerente de
RR.HH. del IADT, señalo que para la
gestión del recurso humano generan
indicadores de gestión, desde la
eficiencia, porque “los recursos son
muy finitos y necesitamos cuidarlo”.
Y a modo de ejemplo compartió: “Las
enfermeras son de internación
general o de áreas cerradas y pueden
ir rotando de un área a la otra, lo
que permite flexibilizar y que,
frente a una ausencia, pueda
cubrirse desde otra área. Esto
sucedió mucho en la pandemia, donde
muchos enfermeros fueron capacitados
para trabajar en terapia intensiva y
hoy algunos siguen trabajando en esa
área y formándose en la
especialidad”. Por su parte, la Mg.
Silvia Pascual, gerente de RR.HH. en
FUSEA, propuso, a partir de la
experiencia vivida por la pandemia,
metodologías para la cultura
organizacional actual, en la que
destacó la inteligencia emocional y
la capacidad de reaprender.
La conferencia de cierre estuvo a
cargo del Dr. Gabriel Battistella,
subsecretario de Atención Primaria,
Ambulatoria y Comunitaria del
Ministerio de la Salud de la Ciudad
de Buenos Aires, quién reflexionó
acerca de la problemática actual:
“¿el sistema de salud no funciona
solo por una cuestión de
financiamiento? Con ello, refirió
que para pensar en una posible
reforma, deben establecerse con
claridad los objetivos para el buen
aprovechamiento de los recursos.
A su vez, señaló que “Las reformas
en mayor parte deben pasar por los
modelos de atención, ya que los
países que tienen mejor
accesibilidad y cobertura son los
que tienen una red y continuidad de
cuidados y en esa red, un
escalonamiento de la progresión de
complejidad en salud y una puerta de
entrada que tiene que ver con el
primer nivel de atención, por
ejemplo, de un equipo o médicos de
cabecera”.
Además, señalo otros puntos
importantes que consideró para una
reforma: “Todos los sistemas de
salud deben ser integrados, con
diferentes niveles de complejidad y
comunicadas entre sí, de cuidados
progresivos; una política de
medicamentos clara que asegure la
accesibilidad pero a un costo
razonable; el fortalecimiento de una
agencia de tecnología sanitaria, por
la que pasen medicamentos o
tecnología para ser aprobados; la
digitalización, para conectar la red
en tiempo y forma, y con ella tomar
decisiones, tanto locales, como a
nivel macro”.
Por último, instó a aprovechar las
oportunidades surgidas a partir de
la experiencia de la pandemia: “Lo
que hayan hecho documéntenlo y
cuéntenlo, que no quede en la
computadora, si no que nos sirva de
aprendizaje y de puesta en valor
porque quedan muchas cosas por
hacer, pero esto que hicimos fue de
altísimo valor”. Y finalizó:
“Recuperar lo aprendido en la
pandemia y saber que podemos mejorar
las cosas”.
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