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 Primera Plana


LOS DESAFÍOS DE HACER SUSTENTABLE UN SISTEMA DE SALUD FRAGMENTADO E INEFICIENTE
 

El 17 de agosto pasado en el salón de eventos Palais Rouge tuvo lugar la décima edición del Congreso Argentino de Auditores y Gerentes de Salud, organizado por la Asociación Argentina de Auditoria y Gestión Sanitaria (SADAM). La temática que se abordó este año fue “Cómo gestionar un Sistema de Salud desfinanciado: reingeniería para construir un futuro viable”, que planteó la necesidad de articular el trabajo del ámbito público y privado, y lograr una gestión de calidad, frente a un escenario de múltiples variables que profundizan el desfinanciamiento del sistema de salud.

La Prof. Farm. Estela Izquierdo, presidente de SADAM, fue la encargada de abrir el congreso: “El Sistema de Salud Argentino ha atravesado en los últimos años una serie de circunstancias que lo han afectado muy profundamente y que en la actualidad comprometen seriamente su misma subsistencia”. Así, indicó que a los tradicionales problemas económicos de la Argentina, se ha sumado la pandemia por Covid-19 y el enfrentamiento entre Rusia y Ucrania, entre otras circunstancias. A su vez, la Farm. Izquierdo señaló que estas causas “hacen sinergia con las dificultades que siempre han existido en materia sanitaria: el déficit permanente de los financiadores, la irrupción de las nuevas tecnologías, la fragmentación del sistema, la judicialización de la salud y el aumento de la sobrevida, en definitiva, una gran demanda en salud con unos recursos cada vez más escasos”. Y frente a esto dijo: “hoy más que nunca es necesario trabajar en la construcción de un sistema con equidad, eficiencia, accesibilidad, sustentabilidad, una buena gestión de calidad y centrada en el paciente”.

La conferencia de apertura estuvo a cargo del Dr. Luis Scervino, exsuperintendente de Servicios de Salud de la Nación, quien lanzó la pregunta, “¿Es la fragmentación la culpable de la desfinanciación?”. A lo largo de su exposición destacó que “la fragmentación es un mito que repetimos pero que es una verdad a medias”, ya que, si bien es parte de la problemática, “al ponerla en contexto vamos a encontrar problemas muchísimos más graves que la remanida fragmentación en el sistema de salud”. En este sentido, remarcó que es necesario analizar y trabajar estas variables para evitar el desfinanciamiento del sistema. En la misma línea, señaló que existe una gran carencia de información estadística confiable sobre el sistema de salud por lo que hay que trabajar con muchas fuentes para poder acceder a una información veraz.

El exsuperintendente afirmó que todo el sector público de la salud -17 millones de personas aproximadamente- tiene acceso a la atención sanitaria, pero no así a la cobertura: “El tratamiento de un infarto, ¿es el mismo que se hacía en el año 80?, no, cambió drásticamente. El sector público hoy está en condiciones de atenderlo y hasta de internarlo en una unidad coronaria, ¿pero puede darle toda la cobertura con el tratamiento que hoy, 2022, un infarto tiene?, tengo grandes dudas”, reflexionó.
Abordo la superposición de coberturas que mucha gente tiene en virtud de poder contar con la obra social de su rama de actividad, más un prepago y también el hospital público. Poniendo en números, amplió el concepto diciendo que: “hay un 60% que tiene pública y tiene una obra social, un 2,5% que tiene pública y un sistema de medicina prepaga, y después tenemos más de dos coberturas, o sea, un 12% de la población. En realidad, lo que tendríamos que hacer es lo que a nivel de las obras sociales nacionales se hizo, que fue unificar los aportes y no estar desparramando todo porque hay personas que ya tienen 3 aportes a sistemas distintos”.
Mencionó que la ley de medicina prepaga también forma parte de la problemática, ya que, debido a una gran regulación, muchos usuarios de la seguridad social optaron por la prepaga, dejando un sector público difícil de sostener: “El sector público con 17 millones de beneficiarios aproximadamente y un monto de 15.700 millones de dólares, le da una cápita de 902, igual que la seguridad social que tiene 22.600 millones de beneficiarios. En el sector privado la cápita es de 2.042 y esto ha traído grandísimas polémicas”.
Ahondando en las estadísticas del INDEC, analizó las estadísticas del gasto de bolsillo: “En el gasto total de los hogares el quintil más bajo, gasta el 4,2%, mientras que en el quintil más alto o de mayores ingresos se gasta el 8,9% en salud, marcando un perfil de consumo de la población”. Asimismo, señaló que desde el 2004 al 2017 se registró una tendencia creciente de gasto por afiliación, que referencia a aquellos que optaron por pagar de su bolsillo para tener plan superador, aumentando del 24 a 35%. Por otra parte, en lo referido a gasto de bolsillo por concepto, destacó que en el quintil más bajo, más del 50% lo gasta en medicamentos, mientras en el más alto, casi el 50% lo gasta en mejores planes de cobertura.
A continuación, se abrió la mesa de debate desde los financiadores, en la que el Dr. Luis Degrossi, presidente de ADEMP, disertó acerca de los “Desafíos del financiamiento en la medicina privada” y señaló que hay una falta de criterio de donde sacar los recursos para cubrir todas las nuevas tecnologías, tanto diagnóstica como de tratamiento, medicamentos, etc. “No nos han comunicado, menos después de la ley de medicina prepaga, como generar los recursos necesarios y suficientes para seguir brindando la misma calidad de atención”.
También hizo referencia al nivel de inflación que afectó al sector en los últimos años: “En diciembre de 2019 pudimos casi acompañar la inflación. Vino la pandemia y ahí hubo una meseta planchada, por la cual durante el 2020 solo tuvimos el 10% de aumento en el mes de diciembre”. Y continuó: “Cuando salíamos de la pandemia y comenzábamos a atender la demanda contenida, nos sacaron el poco recurso que nos habían dado de aumento por resolución. Lo que la medicina prepaga pierde no lo recupera nunca más, por más que posteriormente se retomaron los aumentos”. Y concluyó: “Si pensamos en marzo 2018 y vamos hasta junio 2022, hubo un 12% de retraso, es decir, estamos financiando prestaciones con un 12% menos de recursos”.
Por su parte, el Lic. Horacio Raiman, presidente de la Fundación Medifé, destacó que existe una fuerte desarticulación del sistema de salud que lo expone a una triplicación de coberturas, dando una fuerte pérdida de calidad. Afirmó que la solución no se logrará solo por la vía del ingreso, y ante esto planteó acciones que pueden ayudar a la gestión de los recursos: “Operemos sobre el gasto innecesario, que no es el desperdicio, sino el innecesario. Por ejemplo, indicar una serie de estudios para llegar a un último estudio que se sabe que era el único necesario, generando gastos innecesarios y haciendo pasar al paciente por una serie tediosa de estudios”. Señaló también que se deben “gestionar adecuadamente las nuevas tecnologías, apoyándose en la medicina basada en la evidencia, de la cual hay muchas publicaciones; desterrar el concepto de sobreprecios y el concepto de fraude; sumarse a la silver economy; usar medicina basada en valor; aplicar módulos atados a resultados, y medir y comparar, convirtiendo datos en información”.
La siguiente mesa ahondó sobre la mirada de los prestadores, en la que el Dr. Mario Lugones, presidente de la Fundación Sanatorio Güemes, señaló al decreto 300 como una bisagra para hacer frente al ajuste del sector: “Este año se va a caer el decreto 300, que permitía no hacer aportes al sector empresarial y la disminución a la mitad del impuesto al cheque. Esto significa que a partir el 1 de septiembre impactará en todas las transferencias del sector salud el impuesto al cheque completo, y a partir del sueldo que se liquide en el mes de septiembre impactará el SIPA. Y eso es un problema serio para el sector que esta desfinanciado”. Por otra parte, el Dr. Lugones indicó que “se firmó una paritaria del 55% porque el compromiso era de qué con el 55% íbamos a poder terminar el año. Hoy uno mira para atrás y estamos hablando ya del 90%. En cualquier momento nos vuelven a llamar del Ministerio”.
El Dr. Roberto Martínez, director del Hospital Italiano de la Plata, señaló que la esperanza de construir un sistema sustentable nace en la gestión clínica, y de esta manera desarrolló el trabajo realizado en su hospital para modificar y mejorar los diferentes niveles de gestión. “El cambio que proponemos es virar hacia el concepto de gestión clínica o microgestión, mejorar los resultados de la práctica clínica y a la vez incrementar la participación de todo el equipo profesional en la gestión de los recursos que utilizamos en cada uno de los aspectos de nuestra actividad asistencial”, destacó el Dr. Martínez.
Para lograr esta gestión indicó que es necesario aplicar la calidad, y utilizar un sistema de información a través de un sistema de cuadro de mando hospitalario, desarrollando indicadores que permitan medir, planificar y controlar la gestión. “La calidad es cara, pero la no calidad es carísima, porque no medimos los costos de la no calidad”, afirmó el Dr. Martínez. A su vez, mencionó tres estrategias: desarrollo del modelo de medicina hospitalaria, unidades de gestión clínica y comité de guías de práctica clínica como organismo de estandarización y monitoreo.
La mesa de los auditores estuvo a cargo de la Dra. Viviana García, miembro de la comisión directiva de SADAM, quién mencionó que “el rol del auditor migró de ser reactivo validando un check-list para pasar a ofrecer informes de hallazgos, de faltas, desvíos en los procesos, asignando responsabilidad, y anticiparse en propuestas de mejoramiento para las entidades para las que trabajan y auditan”. Y planteó la necesidad de que el trabajo del auditor fuera más reconocido y si para lograrlo, sería necesaria una especialización o acreditación. Luego, el Dr. Daniel Lew, director del Proyecto CEIBA, desarrolló los modelos alternativos de convenio con los que trabajan, para que los pacientes tengan acceso a las innovaciones y las entidades financiadoras puedan amortiguar el impacto de las innovaciones. En este sentido, destacó que “hay que poner el foco en la micro gestión para entender bien cuáles son los verdaderos resultados de las distintas intervenciones, y lograr que los costos o precios estén adecuados a estos resultados”.
La siguiente disertación estuvo a cargo de la Dra. María Teresita Ithurburu, directora nacional de calidad en Servicios de Salud y Regulación Sanitaria del Ministerio de Salud de la Nación, quien desarrolló el Programa FESCAS. “El objetivo general del programa es promover la cultura de la calidad y seguridad en la atención sanitaria a través del apoyo y el incentivo económico de los establecimientos de salud y de sus equipos”, indicó la Dra. Ithurburu. En este sentido, mencionó que se brindan herramientas que promueven las acciones previstas en el Plan Nacional de Calidad 2021-2024, que cuenta con 4 líneas estratégicas de trabajo: la primera, fortalecer la rectoría y gobernanza; la segunda, implementar procesos de calidad; la tercera, implementar procesos de seguridad y la cuarta, es lo referido a los equipos de salud de los establecimientos. Indicó que el plan está diseñado para prestadores públicos y privados, y que contiene herramientas y capacitaciones disponibles para ambos. “La calidad no debe tener diferencias, y estas herramientas ayudan a hacerla más asequible para todos los establecimientos, y a partir de allí, generar los procesos de evaluación y acreditación que podrán realizarse. De la misma forma con la seguridad del paciente”.

Durante el X Congreso Argentino de Auditores y Gerentes de Salud se realizó la entrega de distinciones que SADAM otorga todos los años a aquellas personas e instituciones que con su trabajo han contribuido al mejoramiento del sistema de salud. En esta ocasión, se distinguió a la Dra. Mariana Flichman, entregado por la Prof. Farm. Estela Izquierdo, presidente de SADAM; y al Hospital Alemán por su acreditación Joint Commission International, representado por su director médico, el Dr. Norberto Mezzadri, y entregado por la Mg. Patricia D´Aste, vicepresidente de SADAM.

En la mesa dedicada a hablar desde la perspectiva de las obras sociales, el Dr. Carlos Vasallo de la Universidad Nacional del Litoral, describió la tendencia global de muchos sistemas de salud hacia sistemas mixtos, donde conviven el sistema público y el sistema de seguridad social, con la presencia del sector privado o de aseguradoras sin fines de lucro. Y, planteó “¿Por qué seguimos teniendo un sistema con 292 obras sociales que tienen un sistema, de alguna manera inviable, donde solo 5 de ellas suman el 52% de las poblaciones cubiertas, sosteniéndolo por una cuestión que tiene que ver más con la política sindical, que con la política sanitaria?, me parece que es necesario empezar a plantear una integración pensando en un eje que sea el Ministerio de Salud y dos subsistemas-no menos importantes-como el PAMI y la seguridad social funcionando detrás de una política única, y evitar repetición de políticas”.
Luego, fue el turno del Dr. Fernando Avellaneda, presidente de la COSSPRA, quién desarrolló las problemáticas actuales que afectan al sistema provincial. En relación a los aportes y contribuciones de las obras sociales provinciales, el Dr. Avellaneda indicó que “estos se hacen en relación al valor remunerativo del sueldo. Muchos de los sueldos en las provincias tienen valores no remunerativos, por lo tanto, el ingreso a la obra social provincial se ve perjudicado. Por ejemplo, la obra social provincial en Tucumán no puede retener el aporte de aquellos que cobran, por alguna causa, menos del básico, y por lo tanto la obra social se queda sin recibir el aporte, de un grupo de aportantes, que puede llegar a ser el 7% del padrón. Y esto se repite en todas las provincias”.
Las siguientes disertaciones tuvieron la calidad como centro, en la que el Dr. Norberto Furfaro, presidente del Instituto ITAES, destacó que “la calidad genera reducción de costos, disminuye el daño y el desperdicio en la experiencia sanitaria” y mencionó que las “fuentes más importantes de desperdicio son la duplicación innecesarias de exámenes y servicios, eventos adversos y evitables, atención ineficaz o inapropiada, insumos descartables de alto costo, insumos con sobreprecios y mala utilización o baja utilización de medicamentos genéricos, el malgasto administrativo, y el fraude, abuso y corrupción”. En este sentido, planteó que existen serie de situaciones cotidianas y reiteradas donde, a través de una mejora de calidad, se pueden reducir costos. Y propuso que para que las instituciones puedan centrarse en la calidad y en la seguridad del paciente, deben hacer una inversión en la acreditación y sus beneficios, y en instituciones seguras y tecnológicas.
Por su parte, el Dr. Alberto Díaz Legaspe, presidente del CENAS, celebró la acción del Ministerio de Salud en dedicar una secretaría y un programa especial para incentivar la calidad, en el que destacó que se utilizaron manuales de ITAES y de CENAS como parte de la base para empezar a hacer estas capacitaciones y los marcos de acreditaciones. Por otra parte, planteó dos interrogantes: “una, la escasa previsión de indicadores de impacto de este proyecto. Tal vez las encuestas de satisfacción de beneficiarios pueden ser una, pero falta el técnico. ¿Van a bajar los eventos adversos?, ¿las infecciones nosocomiales?, ¿las caídas?, ¿las cosas que evidencian la no calidad? Y dos, no vi que haya una puesta en marcha de indicadores que nos permitan saber si lo que se va a hacer-que me encanta y los felicito-, tiene verdaderamente algún impacto”.
En la anteúltima mesa del congreso que abordó los recursos humanos, la Dra. Laura Rodríguez, gerente de RR.HH. del IADT, señalo que para la gestión del recurso humano generan indicadores de gestión, desde la eficiencia, porque “los recursos son muy finitos y necesitamos cuidarlo”. Y a modo de ejemplo compartió: “Las enfermeras son de internación general o de áreas cerradas y pueden ir rotando de un área a la otra, lo que permite flexibilizar y que, frente a una ausencia, pueda cubrirse desde otra área. Esto sucedió mucho en la pandemia, donde muchos enfermeros fueron capacitados para trabajar en terapia intensiva y hoy algunos siguen trabajando en esa área y formándose en la especialidad”. Por su parte, la Mg. Silvia Pascual, gerente de RR.HH. en FUSEA, propuso, a partir de la experiencia vivida por la pandemia, metodologías para la cultura organizacional actual, en la que destacó la inteligencia emocional y la capacidad de reaprender.
La conferencia de cierre estuvo a cargo del Dr. Gabriel Battistella, subsecretario de Atención Primaria, Ambulatoria y Comunitaria del Ministerio de la Salud de la Ciudad de Buenos Aires, quién reflexionó acerca de la problemática actual: “¿el sistema de salud no funciona solo por una cuestión de financiamiento? Con ello, refirió que para pensar en una posible reforma, deben establecerse con claridad los objetivos para el buen aprovechamiento de los recursos.
A su vez, señaló que “Las reformas en mayor parte deben pasar por los modelos de atención, ya que los países que tienen mejor accesibilidad y cobertura son los que tienen una red y continuidad de cuidados y en esa red, un escalonamiento de la progresión de complejidad en salud y una puerta de entrada que tiene que ver con el primer nivel de atención, por ejemplo, de un equipo o médicos de cabecera”.
Además, señalo otros puntos importantes que consideró para una reforma: “Todos los sistemas de salud deben ser integrados, con diferentes niveles de complejidad y comunicadas entre sí, de cuidados progresivos; una política de medicamentos clara que asegure la accesibilidad pero a un costo razonable; el fortalecimiento de una agencia de tecnología sanitaria, por la que pasen medicamentos o tecnología para ser aprobados; la digitalización, para conectar la red en tiempo y forma, y con ella tomar decisiones, tanto locales, como a nivel macro”.
Por último, instó a aprovechar las oportunidades surgidas a partir de la experiencia de la pandemia: “Lo que hayan hecho documéntenlo y cuéntenlo, que no quede en la computadora, si no que nos sirva de aprendizaje y de puesta en valor porque quedan muchas cosas por hacer, pero esto que hicimos fue de altísimo valor”. Y finalizó: “Recuperar lo aprendido en la pandemia y saber que podemos mejorar las cosas”.

 

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