|
La política de salud esencial para el
futuro de los argentinos no tiene que ver con financiamiento del
gasto, compra de medicamentos, construcción de hospitales,
acciones de medicina preventiva, PAMI, u Obras Sociales.
Todo eso es muy importante, ciertamente, pero la prioridad de
las prioridades pasa por la recuperación y fortalecimiento del
equipo de salud. Con el equipo de salud en crisis ninguna otra
política sanitaria será posible; y sin política sanitaria, habrá
más enfermedad, peor economía, y más conflicto. Como dijo
Sócrates a Glaucón en la República, la comunidad necesita de los
mejores médicos.
Todo será en vano y el problema mucho más estructural cuan- do
la formación médica se deteriora, la enfermería se posterga,
cuando no recreamos la cultura organizacional de los hospitales
y no fortalecemos la innovación científica biomédica. La salud
es el resultado de un valor social, el deber de cuidados de
quien sufre, traducido en la tarea vocacional del equipo de
salud, y la investigación e innovación médicas consecuentes.
Es aquí donde naufraga lastimosamente la salud de los
argentinos; en la destrucción de las condiciones que hacen
posible la tarea médica, el liderazgo médico, y la proyección de
la medicina. Ningún país ha podido avanzar en su salud sin
promover organizaciones médicas de avanzada, con una nítida
carrera profesional, vocacional, adecuadamente calificada,
remunerada, y comprometida con el bienestar general y con la
ciencia.
Formación y Universidad
A principios del Siglo XX escribía Bernardo Houssay sobre el
desajuste en la cantidad de médicos de la Argentina comparado
con los países más desarrollados de su época; seguimos igual o
peor. La cantidad y distribución geográfica de graduados de
medicina y de enfermería debe basarse en una planificación por
capacidades surgida de la estrategia sanitaria, y no del (en
definitiva) capricho de las universidades “progresistas”, o de
clínicas que pretendan contar con residencias médicas para
suplir su falta de profesionales formados. Igual ocurre con el
nivel académico.
No podemos sostener “la excelencia académica de las
universidades argentinas” si un estudiante demora el doble de lo
previsto en graduarse, la investigación básica es un quinto que
en Brasil y retrocede frente a Chile, y al terminar la carrera
no se abarrotan las residencias para completar la indispensable
formación práctica que cualquier profesional debería anhelar.
Otro tanto ocurre con enfermería. Se requieren diez veces más
enfermeros y eso exige políticas adecuadas para promover la
carrera y luego la profesión. No tiene sentido subir médicos a
las ambulancias cuando en los países más desarrollados son
servicios manejados por paramédicos especializados. Y las
distorsiones continúan. Necesitamos planificar adecuadamente el
recurso humano y las competencias necesarios, y crear la
estrategia que seguirán las casas de estudio y residencias
médicas de todo el país. Esta debe ser una política nacional.
El hospital
El hospital público es un tema crítico en la promoción del
equipo de salud. Personal mal pago, profesionales que trabajan
algunas horas semanales, estudios que demoran días mientras el
paciente internado espera, conflicto con el uso de quirófanos,
dificultades para conseguir material protésico, problemas con la
medicación, gestiones anticuadas, son sólo algunos de los
problemas que terminan dañando la calidad de atención y el
desarrollo profesional del equipo de salud.
Una política de transformación del hospital es indispensable y
debe estar orientada a fortalecer el equipo de salud y
modernizar con la mejor tecnología los aspectos operacionales de
la asistencia médica. Se requiere una reforma organizacional que
privilegie liderazgos colaborativos, conformación de equipos de
excelencia, actualización del rol de enfermería, y
transformación del hospital en la nueva organización de salud.
Esta es otra política nacional.
La investigación
La Argentina necesita quintuplicar su producción científica
medida en estudios publicados en revistas internacionales con
referato, número de nuevas patentes biomédicas autóctonas, y
cantidad de alumnos de doctorado. La investigación y la docencia
constituyen una parte sustancial de la mejora del equipo de
salud y la mejora de la calidad de atención.
Prácticamente no hay resultado sanitario donde un hospital
académico especializado no supere a otras instituciones, cuando
se habla de neurocirugía, infarto, o manejo del ACV; más aún
cuando hablamos de transplante o terapias de frontera para el
cáncer u otras patologías. Además, está en el ADN de los equipos
de salud de excelencia el poder investigar.
Pero investigar requiere tiempo y su adecuada remuneración,
transparencia en la distribución de los cargos universitarios
(que muchas veces falta), planificación nacional para asignar
cuantiosos recursos del orden del 1% del PBI, y vinculaciones
virtuosas con las industrias biotecnológica y farmacéutica.
Además, existe la investigación epidemiológica, otra revolución
indispensable que fortalece el rol del equipo de salud por su
inserción en los grandes temas de diseño urbano, sistemas de
información, ciencia de datos, y determinantes sociales.
La política indispensable
La madre de las políticas de salud es aquella que recrea el
equipo de salud. Los logros políticos no ocurren, sino que son
producto de acciones cooperativas deliberadas y sostenidas.
Estas acciones suceden por el accionar de organizaciones que
conforman el elenco de capacidades del Estado indispensables
para el desarrollo de la comunidad.
Policía, bomberos, escuelas, defensa civil, justicia, tanto como
la salud, son capacidades públicas sostenidas por organizaciones
humanas complejas que les dan vida. En salud, la política
esencial pasa antes que nada por la recuperación del equipo y
las organizaciones de salud, únicas capacidades con potencial
para brindarnos a todos de una vida más larga y saludable.
| (*) Médico - Doctor en Medicina -
Extitular del PAMI |
|