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El atentado de Sarajevo es el término con el que se conoce una
serie de ataques que incluyeron el asesinato, el 28 de junio de
1914, del heredero de la corona del Imperio Austrohúngaro, el
archiduque Francisco Fernando de Austria, y de su esposa, la
duquesa Sofía Chotek, en Sarajevo, capital de la provincia
imperial de Bosnia y Herzegovina.
El atentado fue consecuencia de una conspiración cuyos alcances
no han podido ser suficientemente esclarecidos y fue perpetrado
por un grupo de jóvenes bosnios pertenecientes a la organización
irredentista Joven Bosnia, entre quienes se encontraba Gavrilo
Princip, autor material del asesinato.
Si bien algunos historiadores creen que este magnicidio pudiera
haber sido la causa del comienzo de la Primera Guerra Mundial,
en realidad las verdaderas causas, fueron intereses estratégicos
y políticos de las potencias beligerantes. (1)
Pero hay un hecho en este drama que es interesante analizar.
El imperio Austrohúngaro tenía más de 12 lenguas oficia- les.
La orden de movilización se escribió en más de 100.
La fragmentación constitutiva de este imperio se conoció
posteriormente como la de estado de balcanización.
La percepción de lo que hoy se considera como fragmentación del
territorio argentino reconoce una antigua tradición. Está
presente en cada momento de su historia por lo que es posible
conjeturar que fue adquiriendo perfiles, dimensiones y contextos
diferentes pero que, a su vez, nunca fue superada.
Los primeros años del siglo XXI vieron surgir nuevas lógicas
económicas, políticas y sociales que instauraron nuevas
transformaciones y -a su vez- alimentaron la dinámica de dicha
fragmentación.
Sin embargo, esta fragmentación, por momentos grave, en algunos
espacios de nuestra historia tuvo contornos importantes.
¿Es un fenómeno parecido a la balcanización?
El tiempo futuro lo dirá... pero por ahora alcanza con las
desigualdades de todo tipo que supimos conseguir.
El fenómeno de fragmentación en estas elecciones es mayúsculo,
incluso en algunos sectores políticos donde es novedad y no se
entiende bien.
Se apela a proyectos de soluciones mágicas, algunos tan lejos de
la realidad de nuestro país, que resultan de tragicomedia.
Analicemos nuestros problemas...
Igualdad vs desigualdad
Está claro que la igualdad absoluta no existe o, al menos, los
pocos intentos que se han dado en las sociedades por alcanzar
este ideal nunca pudieron trascender el mundo como hoy lo hacen
las desigualdades más extremas.
La llamada meritocracia, es un discurso que afirma que las
desigualdades son justas porque derivan de un proceso libremente
elegido en el que todos tenemos las mismas posibilidades. (2)
Esto estigmatiza a los perdedores -en realidad desiguales- del
sistema económico, por su supuesta falta de méritos, encubriendo
que la igualdad de méritos es una falacia. Porque las
desigualdades son acumulativas y se retroalimentan y cortan toda
vía de escape a quienes las padecen. (3)
En el sector del aparato prestacional de salud existen
desigualdades manifiestas: hay especialidades que cada vez son
menos numerosas.
Ejemplos, entre otras, medicina interna, pediatría, medicina
critica.
Cuál es la “Carrera Medica” en estas especialidades... hacer
guardia, consultorio... es decir el pluriempleo...
Uno de los males en la medicina argentina, que hemos analizado
en artículos anteriores.
Habría que estudiar la esperanza de vida de estos colegas y de
todos en general, para constatar quizás que el pluriempleo es
tóxico para la vida de las personas que lo padecen.
De una vez por todas habría que controlar las residencias para
saber que se les enseña, si es que se les enseña, y saber si no
son nada más que mano de obra barata.
¿Esto trae consecuencias para el colega y para la población
asistida?
No lo sabemos, ya que en nuestro país las estadísticas son de
origen misterioso.
Desigualdades en salud
Las mujeres viven más años que los hombres, pero los hombres
viven mejor que las mujeres.
Los jóvenes comen menos frutas y verduras que las personas
mayores.
Los desempleados fuman más que los que poseen algún trabajo
formal. (4)
La esperanza de vida en la Argentina es de unos 76 años, pero el
número de vida saludable después de los 65 es mucho peor que en
otros países del hemisferio norte. Ser jubilado en la Argentina
no es fácil.
En este tema tiene que ver entonces sexo, edad, ingresos
económicos, nivel educativo, acceso a la vivienda digna, acceso
al agua potable y sobre todo el lugar geográfico donde se viva.
No es lo mismo en las grandes urbes que en la lejanía de ellas.
Ni hablar la lejanía del AMBA, donde se concentra el 60% de la
capacidad instalada sanitaria.
Otro tema son los hábitos considerados saludables: en las clases
favorecidas en la Argentina- por ejemplo- el 6-6.5% consume
bebidas azucaradas, mientras que los pobres con- sumen 13.5% de
dichas bebidas, además de alimentación pobre en proteínas y rica
en hidratos de carbono, con el con- siguiente aumento de la
obesidad y enfermedades concomitantes.
Si bien la esperanza de vida ha aumentado, ha disminuido la
mortalidad infantil y la inmunización es efectiva, también hay
que hacer notar que el gasto en salud tiene que ver cada vez
menos con el impacto en la mejora de los indicadores.
Se gasta cada vez más, pero los resultados epidemiológicos no
mejoran con la misma velocidad.
Las principales causales de fallecimientos son las enfermedades
cardiovasculares, las oncológicas, las respiratorias y la
diabetes.
El 65% de ellas se registró en pacientes de 30 a 70 años-el
cáncer y las cardiovasculares son responsables del 65% de las
muertes-. (5)
Su prevalencia exige modificar el sistema de atención a la salud
para poner énfasis en el cuidado de los factores de riesgo.
Es decir que la prevención y promoción de la salud esta
descuidada.
En esto tiene que ver las políticas de gobernanza del Ministerio
de salud de la Nación.
Los COFESA -reunión de los poderes ejecutivos de Nación, las
Provincias y de otros actores del sistema de salud- deberían
tomarse en serio estos números y procurar todos juntos
estrategias al respecto, sin que medien intereses políticos
circunstanciales anacrónicos y egoístas.
Sería interesante incorporar en esas reuniones a TODOS los
actores del sistema.
Obviamente dentro del paraguas de políticas emanadas del
Ministerio Nacional que debe tomar la conducción, de una vez por
todas, de estas estrategias.
Además de regular efectivamente a todos los actores del sistema
mediante una fiscalización efectiva de todos sus componentes.
Una estrategia por adoptar es la complementariedad de todos los
actores del sistema, como manera de hacerlos sinérgicos y bajar
el gasto superfluo.
Si consideramos que el derecho a la salud es algo de lo que
debemos hacernos cargo, la igualdad en esperanza de vida, en
hábitos saludables, o en acceso igualitario al sistema de
salud... no puede ser vista como un medio para la obtención de
una condición de igualdad de cara a la competencia en la
sociedad de mercado, sino como un elemento fundamental, dentro
de un objetivo colectivo... de un proyecto nacional y
sudamericano.
BIBLIOGRAFÍA
(1) 1914-El año de la catástrofe/Max Hastings/Edit. Crítica/
Barcelona-2013.
(2) Bernardo Kliksberg/La madre de todas las batallas/El atlas
de las desigualdades/Capital intelectual/2023.
(3) Como legitimar un mundo desigual/Thomas Piketty/capital e
ideología/Paidos-2019.
(4) OPS/Informe del estado de la salud en Sudamérica y el
Caribe/2022.
(5) La enfermedad de la exclusión/Gabriela Benza y Gabriel
Kessler/El atlas de las desigualdades/Capital intelectual/2023.
| (*) Director Médico
Nacional Obra Social de Televisión |
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