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 Columna

       

LA TORMENTA PERFECTA

Por el Dr. Mauricio Klajman  dr.mklajman@gmail.com


La precarización del trabajo, la intensificación de la cultura del consumo, la expansión de la burocracia y de los mecanismos de control social, la gerencialización de la política, la mercantilización de la educación y la salud, y el aumento de padecimientos mentales como el estrés, la depresión y los desórdenes de atención se muestran bajo esta perspectiva ya no como “errores honestos” de un sistema que tienda al bien común, sino como dispositivos orientados a bloquear toda capacidad colectiva de transformación. (1)
Es importante rechazar la idea de que los fallos aparentes del gerencialismo son “errores honestos” de un sistema que, en sus intenciones busque “mejorar la eficiencia”.
El gerenciamiento es un modelo de gestión de RRHH más orientado a coordinar voluntades que a ordenar conductas. Un mayor énfasis en el control de los resultados que en los procedimientos. Esos resultados deben ser económicamente viables, sin importar las consecuencias para el paciente y para el sistema de salud. (2)
Las iniciativas gerencialistas de la salud sirven a la perfección a sus objetivos reales ocultos, que son los de debilitar más aun el poder del método clínico y socavar la autonomía de los médicos como parte de un proyecto para restaurar las condiciones históricas de poder y riqueza de las clases privilegiadas.
El gerencialismo no comprende el costo de la iatrogenia, de la prevención, de las alertas tempranas e incluso de las oportunidades perdidas prematuramente. Es antiguo y un fracaso demostrado en países donde constituye las bases del sistema de salud.
El monitoreo inagotable y la precariedad, en verdad, van de la mano. El trabajo precario ejerce una presión “irónica y a la vez devastadora” sobre el médico. Por un lado, el trabajo nunca termina: el médico debe estar siempre disponible, sin derecho a ninguna vida privada ajena al tiempo de trabajo.
Por otro lado, el precario es por definición descartable, incluso si se muestra capaz de sacrificar todas y cada una de sus esferas de autonomía en aras del trabajo.
La tendencia actual es que prácticamente todas las formas de empleo se vuelvan precarias. En palabras de Franco Berardi, “el Capital ya no recluta a las personas, sino que compra paquetes de tiempo separados de sus portadores, ocasionales e intercambiables”. (3)
Estos “paquetes de tiempo” no tienen ninguna conexión nocional con una persona con derechos o necesidades: simplemente se encuentran disponibles o no en el mercado.
Berardi también reconoce los efectos de las comunicaciones digitales, que producen lo que él caracteriza como un sentido difuso del pánico: un estado en el que los individuos se encuentran a merced de una guerra relámpago de datos imposible de manejar.
La aceleración en el intercambio de la información está produciendo un efecto patológico en la mente humana individual y más aún en el espíritu colectivo.
Los individuos -y mucho más los médicos- ya no pueden procesar conscientemente la inmensa y siempre creciente masa de información que ingresa en sus computadoras, teléfonos, en las revistas científicas online y en sus cabezas.
Y, sin embargo, resulta indispensable seguir, reconocer, evaluar y procesar toda esta información si desea ser competitivo y eficiente y triunfar.
Es prácticamente imposible tratar de actualizar los conocimientos médicos, la vanguardia tecnológica y terapéutica, dada la escasez de tiempo disponible por el pluriempleo, cada vez más en aumento, dado el precario sistema de remuneración. En un marco de inestabilidad económica general en aumento.
Insisto que el pluriempleo es causal de pérdida de especialidades, como la pediatría, por no poseer una carrera médica acorde con el paso del tiempo y mucho menos una remuneración acorde. Teniendo en cuenta que uno de los indicadores más importantes -aunque no el único- en un sistema de salud es la mortalidad infantil.
Los que definen los ingresos médicos no se dan cuenta que también van a quedar atrapados en su propia trampa: la calidad prestacional en descenso marcado los alcanzará cuando enfermen y no tengan profesionales acordes al manejo de sus patologías.
Venimos insistiendo hace mucho que no se puede dejar el financiamiento de la salud a personas sin conocimientos del sistema, o a gerentes economicistas sin sensibilidad social ni la debida preparación, ya que manejan seres humanos con derechos inalienables, que están escritos en la Constitución Nacional, además de transgredir faltas éticas no solo penadas por la ley sino por sus conciencias, si es que las tienen…
Una de las consecuencias de las modernas tecnologías de la comunicación es que no cuentan con un espacio externo en el que uno pueda descansar de ellas y recuperarse.
El ciberespacio vuelve obsoleto el concepto clásico del “espacio de trabajo”. (4)
En un mundo en el que se espera de nosotros que podamos responder a un e-mail de trabajo casi a cualquier hora del día, el trabajo no se limita ya a un lugar o un horario. No hay escape, y no solo porque el trabajo se expande sin límites.
Estos procesos comenzaron a colarse en la libido de manera que el estrangulamiento que provoca el exceso de las telecomunicaciones no se experimenta necesariamente como algo displacentero.
La privatización del estrés es un sistema de captura perfecto, elegante por la brutalidad de su eficiencia. Las causas sociales y políticas del estrés quedan de lado mientras que, inversamente, el descontento se individualiza e interioriza. (5)
El foco en las deficiencias de serotonina como la supuesta “causa” de la depresión deja en las sombras algunas de las raíces sociales de la infelicidad, tales como el individualismo competitivo y la desigualdad en la redistribución del ingreso.
Y si bien existe un enorme corpus de trabajos que muestran los vínculos de la felicidad individual con la participación política y el fortalecimiento de los lazos sociales, tanto como con la justicia en la redistribución del ingreso, una respuesta pública al estrés privado raramente se considera una primera opción de abordaje.
Claro que es más fácil prescribirle una droga a un paciente que efectuar un cambio rotundo en la organización social.
Las largas jornadas de trabajo mal pagas, sumado al pluriempleo tienen autores variopintos: no solo los privados, el Estado es el primer flexibilizador atentando contra sí mismo, así como las Obras Sociales cometen -no todas- los mismos errores, sumándose a políticas que se contraponen a su razón de ser.
Necesitamos con urgencia una nueva política de salud organizada en torno del espacio público. En su ruptura con el capitalismo extremo, los progresismos tradicionales, fueron a la caza de lo público intentando desburocratizar y procurando una mayor autonomía del trabajador, pero lo que encontraron fue gerencialismo y paseos de compras.
La situación política actual, con el mercado y sus aliados buscando obstinadamente la erradicación de todo vestigio social, constituye una inversión infernal del sueño de liberar a los trabajadores.
En un giro perverso y espectacular, los médicos se ven ahora trabajando más tiempo y más duro, en condiciones deterioradas y por un peor salario, para financiar en los hechos el rescate de la elite financiera por parte del Estado, mientras los agentes de dicha elite continúan tramando la destrucción de la red de servicios públicos de la que dependen los trabajadores en general y los médicos en particular.

Bibliografía:

(1) (5) - Capitalist Realism: ¿Is there no alternative? / Mark Fisher / London / 2009 / Editorial Titivillus.
(2) - Bases de la Gestión en Salud basada en Resultados / Dr. Santiago Spadafora / Universidad ISALUD.
(3) - Franco Berardi / Futurabilidad /2019 / Editorial Caja Negra.
(4) - Eric Sadin / La era del individuo tirano /2024 / Editorial Caja Negra.



 

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