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DESEOS MANIPULADOS
Estrategias, no planes. Ese debería ser el norte de las
actuales discusiones sobre el sistema sanitario
argentino. Para dejar de aplicar el “parche perpetuo”,
que lo único que logra es evitar las transformaciones de
fondo, es hora de pensar soluciones estructurales que
pongan en marcha el impostergable proceso que permita
que las miles de personas que sufren los desvaríos de la
organización de la salud en la Argentina reciban la
atención que merecen. Es tiempo de pasar de la razón
analítica a la razón lógica para superar la parálisis
que agrava los problemas día a día, hundiendo a toda la
sociedad, y en especial a los enfermos, en un pantano
tóxico.
En primer lugar, es clave que el Estado Nacional asuma
la plena responsabilidad en esta tarea. Y cuando un
gobierno cumple su rol, la planificación es
imprescindible, como lo es también que las autoridades
estatales estén involucradas si prevalece la economía de
mercado, para que “la mano invisible” tenga el límite
necesario. De no ser así, de no tener el poder público
un rol activo, no hay relación entre lo planificado y lo
que se obtiene. Dejar todo librado al azar, como lo hace
la oferta-demanda, vuelve imprevisible el delicado campo
de la salud.
Lo que quiero expresar es la necesidad de tener metas,
que conformen una agenda, y elaborar una estrategia para
conseguir aquéllas. En primer lugar, hay que plantearse
objetivos, destinos a los cuales se quiere llegar. Este
conjunto de logros que se pretenden alcanzar conforman
un “cuerpo”, una agenda, que establece y nos marca las
prioridades de una gestión o de una sociedad. Y,
finalmente, hay que diseñar algo mucho más amplio y
ambicioso que planes sueltos: una estrategia global,
para poner en marcha el proceso que obtenga las metas
prefijadas.
La condición sanitaria actual nos evoca lo señalado por
los europeos para- su continente, cuando remarcan que
“lo contrario de la racionalidad no es la
irracionalidad, sino el conformismo. Este es el
peligro”. Por lo tanto, en la actual situación, quedarse
“quieto” es el principal enemigo de cualquier intento
estratégico serio por ordenar racionalmente el campo de
la salud.
Cabe entonces recordar la ingeniosa paradoja pronunciada
por Hegel: “Si desean cambiar algo, entonces hay algo
que tiene que ser cambiado”. Por otra parte, y no para
contradecir al filósofo español Fernando Savater cuando
nos habla de la tolerancia -más allá o más acá de los
índices de mortalidad- debemos recordar a Mariano
Moreno: “Hay momentos en que la moderación no es
cordura”. Ante la situación de sufrimiento de miles de
personas por la desidia del sistema sanitario nacional,
no cabe la tolerancia.
Desgraciadamente, en nuestros días se anuncian planes,
como quien prevé el futuro. Pero en realidad “estamos
muertos” en un presente que no se corresponde a nuestras
posibilidades. Desastres en el Clínicas, el Posadas o el
Garrahan, baches legislativos, políticas fragmentadas,
son apenas algunos signos de esta descomposición.
Es como referirnos al hambre en la Argentina con la
producción agrícola actual, que es otro ejemplo del
desfase entre potencialidad y realidad. No pasa por la
economía; pasa por la ética y la moral. No es distinto
el campo de la salud. Frente al número de humillados y
ofendidos que padecen en hospitales, ¿qué otra cosa
además de moral hay que buscar para reaccionar?
DEL DERRAME AL DESMORONAMIENTO
“Ante el sentimiento de que todo ha sido sometido,
limitarse a esperar tranquilo y ciegamente al derrumbe
del viejo edificio lleno de resquebrajaduras y a tenerlo
en sus raíces, dejándose aplastar por los escombros, es
una actitud contraria a la sabiduría”, decía el ya
citado Hegel. Hasta ahora, seguimos esperando
pasivamente que las piedras se nos vengan encima.
Roma no cayó porque el Vesubio arrasó Pompeya sino por
la injusticia entre ricos (amos) y pobres (esclavos). El
culto a la espontaneidad se basa en la idea errónea de
que la economía y la historia no responden a una
relación dialéctica. Ambas esferas, en realidad, entran
en una interacción permanente, y de esa dinámica surge
la forma que asumen los procesos sociales. En la
Argentina de hoy, corremos el riesgo de seguir viendo
como disociados al modelo económico y al desarrollo
histórico de los acontecimientos. Estamos pasando de
creer en el “derrame” de riquezas hacia-los sectores
populares al “desmoronamiento” de toda estructura
social.
Lo que va a ocurrir depende de la estrategia que se
siga, aun cuando sepamos que el mapa no es el
territorio. Es decir, que siempre, en la implementación
de los pasos necesarios para resolver un problema,
surgen imprevistos, rectificaciones- y desplazamientos.
Pero menos aún sabemos el resultado final de acciones
coyunturales, lo que parece ser la norma imperante.
Ante ese panorama, se vuelve decisiva la acción conjunta
en las siguientes tres áreas: estrategia, estructura y
cultura. A nivel de la primera, implica elaborar una
planificación estratégica, que garantice una asignación
eficiente de los ajustados recursos económicos
disponibles.
En cuanto al segundo término, se debe rediseñar una
estructura, que en la actualidad ha adquirido no sólo
una forma anacrónica, sino que en varios aspectos se
muestra dislocada, lo que imposibilita cumplir con sus
objetivos de calidad, eficiencia y equidad. Y en cuanto
al último concepto, hay que recomponer una cultura
laboral que priorice no sólo la producción de servicios
asistenciales sino también los resultados de los mismos.
Pero volvamos al campo sanitario y retomemos la
dirección correcta, que pasa por:
*la definición de salud, que es la esencia de todo este
sistema. Debemos entender a aquélla como el estado o la
condición resultante de una eficiente administración de
capital biológico, que posibilita vivir en plenitud.
*la “cascada conceptual”: esto es, que no hay deseos sin
estructura, ni estructura sin sistema, ni sistema sin
función, ni función sin órgano, ni órgano sin finalidad.
Esta “cascada” evita la manipulación de los deseos, en
la que caen aquellos que indican cómo deben ser o dejar
de ser las cosas, pero no cómo son y cómo funcionan en
la realidad.
*una visión integral de la “fórmula sanitaria”, que
implica tener en claro que los actores clave de este
campo son los prestadores, los proveedores, los
financiadores y los usuarios, a los que habría que sumar
la instancia de coordinación, a cargo de las
autoridades. Esta visión, que se hace cargo de la
complejidad de la temática, se basa en el rigor
científico necesario para comprender el funcionamiento y
la relación de cada actor participante.
*la construcción de un “sistema integrado de salud”,
luego de la correcta interpretación y la comprensión de
la situación actual. Dicho sistema debe estar
sincronizado con un proyecto de Nación, viable, racional
y solidario.
Tener clara la definición de salud, evitar la
manipulación de los deseos, comprender la complejidad de
cada elemento de la “fórmula sanitaria” y apuntar hacia
la creación del sistema integrado de salud, son, en
síntesis, los ejes que deben marcar el camino.
Del mismo modo, abastecerse de información
científicamente confiable y sistematizada es
trascendental, si se quiere construir un sistema
sanitario integral y serio. Pero no hay que olvidar que,
si bien la información aporta el material, se debe tener
planificado lo que se va a construir y tener una
estrategia acorde. En este sentido, se actúa como si
fuera un edificio. Si tenemos los datos necesarios para
la obra, pero no hay una visión global ni metas
concretas establecidas, aquellas informaciones se
vuelven piezas inútiles. Siempre se trata de un proceso
de información, interpretación y acción continua.
No nos faltan médicos, no nos faltan camas, no nos falta
tecnología, no nos faltan medicamentos esenciales. Lo
que nos falta es: discernir, decidir y tener coraje para
construir un Sistema Integrado de Salud. Estos
tres elementos son imprescindibles para usar con
criterio lógico lo que todavía poseemos como humanos. Y
sin estrategias apoyadas en aquellos tres pilares, la
salud de los argentinos seguirá derrumbándose.
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Ignacio Katz,
Doctor en Medicina (UBA), Autor
de: “En búsqueda de la Salud
Perdida” (EDULP), Responsable
Científico Académico del
Observatorio de Economía y
Gestión de Salud de la
Universidad Nacional de La Plata. |
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