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Columna


De la turbulencia
al laberinto
Por el Doctor Ignacio Katz

"...una tarea común que apasione las almas".
Antonio Machado
   

DESEOS MANIPULADOS

Estrategias, no planes. Ese debería ser el norte de las actuales discusiones sobre el sistema sanitario argentino. Para dejar de aplicar el “parche perpetuo”, que lo único que logra es evitar las transformaciones de fondo, es hora de pensar soluciones estructurales que pongan en marcha el impostergable proceso que permita que las miles de personas que sufren los desvaríos de la organización de la salud en la Argentina reciban la atención que merecen. Es tiempo de pasar de la razón analítica a la razón lógica para superar la parálisis que agrava los problemas día a día, hundiendo a toda la sociedad, y en especial a los enfermos, en un pantano tóxico.
En primer lugar, es clave que el Estado Nacional asuma la plena responsabilidad en esta tarea. Y cuando un gobierno cumple su rol, la planificación es imprescindible, como lo es también que las autoridades estatales estén involucradas si prevalece la economía de mercado, para que “la mano invisible” tenga el límite necesario. De no ser así, de no tener el poder público un rol activo, no hay relación entre lo planificado y lo que se obtiene. Dejar todo librado al azar, como lo hace la oferta-demanda, vuelve imprevisible el delicado campo de la salud.
Lo que quiero expresar es la necesidad de tener metas, que conformen una agenda, y elaborar una estrategia para conseguir aquéllas. En primer lugar, hay que plantearse objetivos, destinos a los cuales se quiere llegar. Este conjunto de logros que se pretenden alcanzar conforman un “cuerpo”, una agenda, que establece y nos marca las prioridades de una gestión o de una sociedad. Y, finalmente, hay que diseñar algo mucho más amplio y ambicioso que planes sueltos: una estrategia global, para poner en marcha el proceso que obtenga las metas prefijadas.
La condición sanitaria actual nos evoca lo señalado por los europeos para- su continente, cuando remarcan que “lo contrario de la racionalidad no es la irracionalidad, sino el conformismo. Este es el peligro”. Por lo tanto, en la actual situación, quedarse “quieto” es el principal enemigo de cualquier intento estratégico serio por ordenar racionalmente el campo de la salud.
Cabe entonces recordar la ingeniosa paradoja pronunciada por Hegel: “Si desean cambiar algo, entonces hay algo que tiene que ser cambiado”. Por otra parte, y no para contradecir al filósofo español Fernando Savater cuando nos habla de la tolerancia -más allá o más acá de los índices de mortalidad- debemos recordar a Mariano Moreno: “Hay momentos en que la moderación no es cordura”. Ante la situación de sufrimiento de miles de personas por la desidia del sistema sanitario nacional, no cabe la tolerancia.
Desgraciadamente, en nuestros días se anuncian planes, como quien prevé el futuro. Pero en realidad “estamos muertos” en un presente que no se corresponde a nuestras posibilidades. Desastres en el Clínicas, el Posadas o el Garrahan, baches legislativos, políticas fragmentadas, son apenas algunos signos de esta descomposición.
Es como referirnos al hambre en la Argentina con la producción agrícola actual, que es otro ejemplo del desfase entre potencialidad y realidad. No pasa por la economía; pasa por la ética y la moral. No es distinto el campo de la salud. Frente al número de humillados y ofendidos que padecen en hospitales, ¿qué otra cosa además de moral hay que buscar para reaccionar?

DEL DERRAME AL DESMORONAMIENTO

“Ante el sentimiento de que todo ha sido sometido, limitarse a esperar tranquilo y ciegamente al derrumbe del viejo edificio lleno de resquebrajaduras y a tenerlo en sus raíces, dejándose aplastar por los escombros, es una actitud contraria a la sabiduría”, decía el ya citado Hegel. Hasta ahora, seguimos esperando pasivamente que las piedras se nos vengan encima.
Roma no cayó porque el Vesubio arrasó Pompeya sino por la injusticia entre ricos (amos) y pobres (esclavos). El culto a la espontaneidad se basa en la idea errónea de que la economía y la historia no responden a una relación dialéctica. Ambas esferas, en realidad, entran en una interacción permanente, y de esa dinámica surge la forma que asumen los procesos sociales. En la Argentina de hoy, corremos el riesgo de seguir viendo como disociados al modelo económico y al desarrollo histórico de los acontecimientos. Estamos pasando de creer en el “derrame” de riquezas hacia-los sectores populares al “desmoronamiento” de toda estructura social.
Lo que va a ocurrir depende de la estrategia que se siga, aun cuando sepamos que el mapa no es el territorio. Es decir, que siempre, en la implementación de los pasos necesarios para resolver un problema, surgen imprevistos, rectificaciones- y desplazamientos. Pero menos aún sabemos el resultado final de acciones coyunturales, lo que parece ser la norma imperante.
Ante ese panorama, se vuelve decisiva la acción conjunta en las siguientes tres áreas: estrategia, estructura y cultura. A nivel de la primera, implica elaborar una planificación estratégica, que garantice una asignación eficiente de los ajustados recursos económicos disponibles.
En cuanto al segundo término, se debe rediseñar una estructura, que en la actualidad ha adquirido no sólo una forma anacrónica, sino que en varios aspectos se muestra dislocada, lo que imposibilita cumplir con sus objetivos de calidad, eficiencia y equidad. Y en cuanto al último concepto, hay que recomponer una cultura laboral que priorice no sólo la producción de servicios asistenciales sino también los resultados de los mismos.
Pero volvamos al campo sanitario y retomemos la dirección correcta, que pasa por:
*la definición de salud, que es la esencia de todo este sistema. Debemos entender a aquélla como el estado o la condición resultante de una eficiente administración de capital biológico, que posibilita vivir en plenitud.
*la “cascada conceptual”: esto es, que no hay deseos sin estructura, ni estructura sin sistema, ni sistema sin función, ni función sin órgano, ni órgano sin finalidad. Esta “cascada” evita la manipulación de los deseos, en la que caen aquellos que indican cómo deben ser o dejar de ser las cosas, pero no cómo son y cómo funcionan en la realidad.
*una visión integral de la “fórmula sanitaria”, que implica tener en claro que los actores clave de este campo son los prestadores, los proveedores, los financiadores y los usuarios, a los que habría que sumar la instancia de coordinación, a cargo de las autoridades. Esta visión, que se hace cargo de la complejidad de la temática, se basa en el rigor científico necesario para comprender el funcionamiento y la relación de cada actor participante.
*la construcción de un “sistema integrado de salud”, luego de la correcta interpretación y la comprensión de la situación actual. Dicho sistema debe estar sincronizado con un proyecto de Nación, viable, racional y solidario.

Tener clara la definición de salud, evitar la manipulación de los deseos, comprender la complejidad de cada elemento de la “fórmula sanitaria” y apuntar hacia la creación del sistema integrado de salud, son, en síntesis, los ejes que deben marcar el camino.
Del mismo modo, abastecerse de información científicamente confiable y sistematizada es trascendental, si se quiere construir un sistema sanitario integral y serio. Pero no hay que olvidar que, si bien la información aporta el material, se debe tener planificado lo que se va a construir y tener una estrategia acorde. En este sentido, se actúa como si fuera un edificio. Si tenemos los datos necesarios para la obra, pero no hay una visión global ni metas concretas establecidas, aquellas informaciones se vuelven piezas inútiles. Siempre se trata de un proceso de información, interpretación y acción continua.
No nos faltan médicos, no nos faltan camas, no nos falta tecnología, no nos faltan medicamentos esenciales. Lo que nos falta es: discernir, decidir y tener coraje para construir un Sistema Integrado de Salud. Estos tres elementos son imprescindibles para usar con criterio lógico lo que todavía poseemos como humanos. Y sin estrategias apoyadas en aquellos tres pilares, la salud de los argentinos seguirá derrumbándose.

Ignacio Katz, Doctor en Medicina (UBA), Autor de: “En búsqueda de la Salud Perdida” (EDULP), Responsable Científico Académico del Observatorio de Economía y Gestión de Salud de la Universidad Nacional de La Plata.

 

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