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Cuando
el objetivo es grande, grande también es el orgullo
que se siente al verlo cumplido. Pero cuando todos
apuestan a que se trata de una causa perdida, ese
orgullo crece todavía más. Y orgullo es lo que se
respira al caminar por los pasillos del Sanatorio
que se levanta en Anchorena y Peña, una de las
esquinas más codiciadas de Capital Federal. Es que
cuando en el año 2000 la quiebra se apoderó del
tradicional Sanatorio Anchorena nadie pensó que
sería posible recuperarlo, y aún más, cuando en el
2003 lo compró un sindicato -y no un holding
constructor o una empresa multinacional, como suele
ocurrir en estos casos- los agoreros de siempre
dejaban escapar una sonrisa.
Veintidós oferentes se presentaron en aquel momento
al remate judicial para adquirir el edificio. Entre
ellos Swiss Medical, el grupo SPM, la constructora
IRSA y otros inversores nacionales y extranjeros, en
su mayoría empresas de la construcción. Es que el
inmueble estaba emplazado en una de las esquinas más
cotizadas de la Ciudad de Buenos Aires. La compra se
hizo por 14,5 millones de pesos.
Hoy el Sanatorio Anchorena reabre sus puertas y es
el orgullo de Unión del Personal Civil de la Nación.
El licenciado Sergio Cassinotti, presidente de la
obra social Unión Personal, sentado frente a
nosotros se transforma en el portavoz de ese
orgullo, y nos hace saber que se trata de un logro
compartido: “que una Obra Social sindical, en
conjunto con un Gremio, pueda desarrollar semejante
proyecto no es muy común. Y esto es una continuidad,
no se trata de una sola gestión. Yo hace ya cinco
años que estoy como presidente pero esto ya venía de
antes y por suerte armamos un buen equipo de
trabajo, en el que se discute y se analiza mucho.
Discutimos pero vamos para adelante. Pero,
indudablemente, sin el apoyo del gremio, no podría
llevarse a cabo”.
¿Por
qué decidieron la compra del edificio?
La compra surgió, un poco, porque vislumbramos que
si la crisis laboral se empezaba a revertir y la
gente comenzaba a reincorporarse al sistema de
seguridad social iba a haber serias dificultades con
la disponibilidad de camas -hoy es uno de los
principales problemas del sector-y también para no
depender únicamente de prestadores de terceros,
comentó el Licenciado. Nosotros habíamos hecho
nuestra primera experiencia con el Instituto
Quirúrgico del Callao, inaugurado en 1998, con muy
buen resultado: se realizaban en ese momento
ochocientas cirugías mensuales. También inauguramos
un centro ambulatorio propio, que es el Centro
Médico Accord, donde se realizan unas 15.000
consultas. Para completar esta trilogía decidimos
tener un sanatorio tradicional propio, que incluyera
servicios de altísima complejidad y que pudiera
hacer frente a internaciones de largo plazo. Se
buscó un sanatorio bien ubicado y conocido, y el
Anchorena es un Sanatorio que la gente recuerda con
mucho cariño: nadie se acuerda de los últimos dos
años que fueron difíciles para el sanatorio, que
incluso tuvo un incendio en uno de sus pisos.
LA OBRA:
El objetivo del proyecto fue mantener el basamento
original de dos niveles, un subsuelo y seis plantas,
para lo que se reciclaron 7.500 m2, se demolieron
5.000 m2 y se construyeron otros 8.000 m2. De este
modo, el sanatorio tiene en la actualidad una
disponibilidad total de 200 camas.
Las unidades de internación fueron ampliadas, las
áreas de complejidad del sanatorio, como las salas
de imágenes, guardia, quirófanos, terapias,
neonatología, etcétera, se ejecutaron sobre
estructuras realizadas totalmente a nuevo, diseñadas
con criterios de resistencia y flexibilidad según
las funciones. El mismo criterio se utilizó para la
construcción de los dos núcleos principales de
circulación vertical, resueltos con dos escaleras
nuevas y 15 ascensores, también nuevos. Además, se
diseñó un sistema de control inteligente BMS
Building System, que comandará todos los equipos de
seguridad. Se instalaron sistemas antiincendio con
rociadores (sprinklers) en todos los ambientes.
“La experiencia de haber tenido ya otro Centro
(aunque no fuera de larga estadía) nos permitió
mirar con más profundidad todo lo que es circuitos:
cómo se iba a manejar el instrumental, cómo se iban
a mover los medicamentos, cómo se iban a trasladar
los pacientes”, cuenta Cassinotti. “Pudimos ver con
más claridad el hecho de que debíamos hacer doble
circulación donde correspondía y de que los
quirófanos debían ser muy funcionales, sin trabas de
ningún tipo”.
También se modificó el sector de guardia,
otorgándole un espacio preponderante en la planta
baja, con once consultorios de guardia. “Una ciudad
como Buenos Aires, con su violencia y sus
accidentes, necesita guardias fuertes” argumenta
Cassinotti “Lo vimos como una necesidad no sólo de
nuestros afiliados, sino también de la ciudad”.
Se destaca, además, el sector de terapia pediátrica
“nosotros queríamos desarrollarlo pese a los que
dicen que no es conveniente económicamente. Desde
nuestro punto de vista tenía que estar, por el
servicio que se le va a brindar a nuestra población
y a la que nos contrate. Por eso desarrollamos
terapias neo y pediátrica muy importantes, con
muchísimo equipamiento” cuenta el directivo.
Al mismo tiempo, el edificio recuperó hacia el
interior de la manzana un pulmón verde adonde dan
todas las habitaciones internas, y enfrente, en la
intersección de Anchorena y la avenida Pueyrredón,
se creó una plaza pública que integra el interior
del sanatorio al exterior.
El proyecto arquitectónico fue llevado a cabo por el
estudio GRM y la empresa constructora interviniente
fue Caputo S.A.
LA INVERSION
Además de la compra del edificio la obra requirió
una fuerte inversión en equipamiento. “Fue un
trabajo en conjunto que hicimos entre UPCN y la Obra
Social. Un trabajo de equipo: ellos compraron el
edificio e hicieron la obra y nosotros pusimos el
equipamiento y, por supuesto, lo vamos a gestionar”.
La Obra Social invirtió 10 millones de dólares:
siete millones en equipamiento médico y tres
millones en mobiliario e infraestructura. “Cuenta
con angiógrafos, resonadores, tecnología en
quirófanos, etc. Nosotros creemos que hoy en día es
el Sanatorio mejor equipado de Buenos Aires y de la
Argentina. Algunos incluso dicen que de
Latinoamérica”, asegura. “Hay dos maneras de llevar
adelante una obra así: comprar lo más económico o
adquirir equipamiento pensando a futuro. Un
Sanatorio de esta envergadura, bien ubicado y que
cuenta con el cariño de la gente, uno lo arma para
desarrollarlo y que crezca”.
PARA UP Y PARA TODOS
La Obra Social va a utilizar el sanatorio para la
demanda de sus propios afiliados, pero también van a
brindar servicios a otras obras sociales y a la
medicina privada. Asimismo, continuarán utilizando
servicios de terceros. Cassinotti lo explica de este
modo:
“Nosotros tenemos más de 200 pacientes internados
por día en el área metropolitana. Y alrededor de 70
clínicas y sanatorios contratados en esa área. Esos
sanatorios van a seguir trabajando con nosotros. En
el Anchorena calculamos que vamos a destinar 80 o 90
camas de esas 200 para uso de la obra social porque
hemos tenido dificultades. Y no sólo nosotros las
hemos tenido, sino todos los financiadores durante
los dos últimos años. Y nos sigue pasando que, por
ejemplo, un paciente de Capital tiene que ser
derivado al Gran Bs. As. o viceversa según la
situación”.
Con el resto de la capacidad del sanatorio, la idea
de la Obra Social es “poder comercializarlo como
hicimos con el Callao, en donde tuvimos muy buenos
resultados: la mitad de su capacidad se vende a
distintos financiadores o a médicos privados que
realizan cirugías. Sabemos que hay varios que están
muy interesados en contratar camas. La idea es poder
acordar con ellos”.
¿Y el personal? ¿Se podrá contratar rápidamente?
El personal se contrató ya casi todo. La dificultad
es la enfermería, esto es histórico. Pero también a
la gente le interesó bastante poder empezar en un
Sanatorio como éste. Esto para nosotros también es
una alegría: poder ofrecer más de 600 puestos de
trabajo, sin contar los médicos de especialidades,
es decir, contando sólo a los médicos de guardia y
el personal de enfermería, recepción,
administración, mucamas y mantenimiento.
TECNOLOGIA
AL SERVICIO DE LA GENTE
El Sanatorio Anchorena también profundiza una
práctica que se viene afianzando en todas las
prestaciones de UP en los últimos tiempos: la de
incorporar tecnología para simplificar las
cuestiones administrativas y al mismo tiempo obtener
un mayor control.
“Trabajamos mucho en eliminar todas las
autorizaciones innecesarias. Prestaciones como una
resonancia, una tomografía, un estudio de
laboratorio, una mamografía, no requieren
autorización. Ahora estamos avanzando, haciendo
estas mismas cosas para el interior, en donde cuesta
un poco más que se acepten estos mecanismos, que
sirven para facilitar el acceso”.
A contramano de lo que puede suponer la visión
tradicional, Cassinotti explica que esta filosofía
no ocasiona mayores gastos a UP: “Hemos comprobado
que liberando estas barreras y haciendo los
controles necesarios, no hemos tenido desfase de
gastos. Y la satisfacción de la gente es
incomparable. Es un poco romper con la lógica de la
autorización que muchas instituciones todavía
mantienen. Si a los médicos los contratamos
nosotros, y tenemos un sistema confiable que nos
permite saber qué prescribió cada médico, para qué
trabar al beneficiario”.
La simplificación no la disfrutan solo los
pacientes: también alcanza a la operatoria cotidiana
de los médicos. La digitalización de imágenes que se
realiza en el Anchorena permite que el profesional
acceda a los resultados desde el Instituto
Quirúrgico del Callao y desde el Centro Médico
Accord. “La idea es operar con los médicos con que
más trabajamos y tratar de que ellos también puedan
ver, a través de Internet, una resonancia, un
electro, una historia clínica sin necesidad ni
siquiera de llevar el CD”, se entusiasma. “Si uno lo
ha logrado con instituciones de terceros, mucho más
con una institución propia. Con todas las
instituciones del área metropolitana nos manejamos a
través de Internet”
Por último, la tecnología facilita también un tema
tan fundamental como es el pago a los profesionales:
“Tenemos 1.500 médicos que, cuando termina el mes,
tienen la plata depositada en su cuenta por
transferencia electrónica. Esto para nosotros
también es mucho más rápido: se evitan 1.500 cheques
que llevan tiempo de confección. Seguimos avanzando
en este sentido: hacerlo con los médicos, con las
farmacias, con las clínicas, con los centros de
imágenes, con los laboratorios. Tenemos que avanzar
con esto. Si no, las obras sociales deberían tener
cerca de 3.000 personas para manejar menos de
100.000 beneficiarios”. UP cuenta con 460.000
afiliados y sólo 300 empleados administrando la Obra
Social.
“LA OBRA SOCIAL SIGUE
CRECIENDO”
¿Querés contarnos algo de la situación de la Obra
Social?
La Obra Social, por suerte, sigue creciendo.
La última vez que nos vimos tenían 400 mil
afiliados. Ahora tienen 460 mil.
Sí. Y nosotros no hacemos una estrategia
publicitaria agresiva en revistas de tirada masiva,
sólo en revistas del sector. No hay avisos en TV.
Destinamos todo a la prestación. Y parece que el
boca a boca funciona porque seguimos creciendo y no
hay mes en que sumemos menos de 3.000 afiliados
nuevos. Hubo meses de este año en que sumamos 8.000.
Estos nuevos afiliados ¿son adherentes?
Parte y parte. Una parte elige, por su actividad o
por su actividad independiente, contratar el plan
privado de Accord. Nuestros valores son bastante
accesibles. Esto para nosotros es importante porque
la cartilla es comparable a cualquiera de primer
nivel y el costo es un 50% menor. También damos 50%
de bonificación en medicamentos, aseguramos que los
oncológicos y las insulinas lleguen a cualquier
parte del país. No hay inconvenientes con el
servicio. Indudablemente, uno ofrece en cada ciudad
o en cada provincia la estructura que tiene; ojalá
pudiésemos ofrecer mejores prestaciones en el
interior. Tenemos 70 locales de atención en todo el
país para ofrecer un mejor servicio y caminamos
mucho lo que es el Interior y el Gran Buenos Aires. |