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El
SISTEMA DE SALUD EN GENERAL
Un buen sistema de salud se basa en 4 pilares, a mi
criterio, muy importantes:
-
Accesibilidad a la
atención médica.
-
Equidad en el uso
racional de los recursos (financieros, tecnológicos y
humanos).
-
Calidad en la prestación
que se brinda.
-
Satisfacción del
paciente.
En
contraposición a estos pilares, nuestro sistema de salud
padece de algunos vicios o males:
-
Es un sistema
fragmentado, en donde conviven diversos subsistemas
autónomos sin el más mínimo concepto de integración o
coordinación (Obras Sociales Nacionales, Provinciales,
el Pami, los
Prepagos, los Hospitales Públicos, etc.).
-
Se está tornando cada vez
menos solidario. El concepto de solidaridad ha sido el
principio más importante en el que se basó nuestro
actual sistema de la seguridad social.
-
Es anticuado, no se ha
aggiornado a los vientos de cambio que soplan en el
siglo XXI.
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Es discriminatorio, a mi
entender el peor de los males. Conviven, de un lado, los
ciudadanos de primera, es decir los trabajadores
formales bien remunerados o los que tienen recursos
propios para solventar un sistema prepago. Para ellos
acceder a una prestación, aunque sea la más compleja, es
casi tan fácil como salir de shopping. En la otra vereda
están los trabajadores formales con salarios por debajo
de la línea de la pobreza, los trabajadores informales,
los carenciados. Para este grupo, acceder a una simple
consulta médica o a un análisis de laboratorio se puede
transformar en una verdadera pesadilla.
Ante este
panorama, ¿qué actitud adopta el gobierno? El poder político
mira para otro lado, no hace nada para intentar resolver
esta realidad, como si la misma se pudiese resolver sola,
simplemente con el paso del tiempo. Llama la atención tanta
inacción. Con su inmovilidad sólo están logrando que estos
males se profundicen más. No quieren hacer cirugía mayor
porque implica tocar intereses de los amigos del poder,
intereses que están lejos de beneficiar a la verdadera y
única razón que tiene nuestra actividad: la atención de la
salud del ciudadano común.
Los dirigentes de los más diversos sectores venimos
insistiendo desde hace mucho tiempo en la necesidad de darle
al sector un verdadero marco regulatorio en forma de ley,
que otorgue certidumbre a los diferentes actores que tiene
esta actividad (pacientes, efectores públicos y privados,
financiadores), que cada uno sepa su rol, sus derechos y
obligaciones. Que contenga un menú básico de prestaciones al
que pueda acceder fácilmente el más pobre de nuestros
conciudadanos, que se asegure la fuente de financiamiento;
que logre integrar al prestador estatal con el privado al
servicio de una salud pública para todos los habitantes de
nuestro País.
Que adhieran todas las Provincias, en especial las más
pobres en donde los males descriptos se exteriorizan de la
manera más descarnada entre los niños y recién nacidos.
Hasta ahora no obtuvimos respuesta.
LAS
CLINICAS Y SANATORIOS PRIVADOS
En este escenario desarrollan su actividad los diferentes
sectores en que está dividido el amplio espectro que
conforman los prestadores, cada uno con su problemática
particular, entre ellos el sector de clínicas y sanatorios
privados.
Nuestro sector enfrenta el año 2008 habiendo transitado ya
seis años desde la declaración de la emergencia sanitaria.
La misma era un instrumento imprescindible para poder
transitar la crisis de 2002. Tenía como objetivo, entre
otros, salvaguardar el patrimonio de las Obras Sociales y
del Pami, por un lado y de sus prestadores (acreedores) por
el otro. Se intentaba, mediante la utilización de diferentes
mecanismos, que los agentes de salud, cualquiera fuera su
rol, no desaparecieran y se mantuvieran operativos para
continuar cumpliendo con su importante función social. Un
objetivo muy loable.
Seis años después podemos analizar con objetividad quiénes
ganaron y quiénes perdieron con la emergencia sanitaria.
Mientras las Obras Sociales han equilibrado su ecuación
económico-financiera mediante una extraordinaria mejora en
sus flujos de ingresos, sus prestadores sanatoriales
enfrentan cierres y convocatorias, aumentan su pasivo con la
AFIP por sumas incalculables, pierden cada vez más terreno
en la lucha por mantener equilibrada la ecuación Ingresos
vs. Costos y no logran modificar una matriz tributaria a
todas luces injusta.
Por si todo esto fuera poco, en los últimos meses debemos
lidiar con una variable muy conocida y temida por todos: la
inflación, que deteriora, no sólo nuestros ingresos, ya que
cobramos a 60/90 días de efectuada la prestación, sino que
también afecta a los salarios y honorarios que cobran
nuestros recursos humanos, generándose expectativas que
tornarán dificultosa la futura negociación paritaria.
Como una solución a nuestros problemas y luego de años de
negociación con las autoridades gubernamentales, finalmente
hemos conseguido un paliativo para nuestro sector: una
moratoria a 15 años para deudas con la AFIP en excelentes
condiciones de financiación. Al fin se podrá pagar la famosa
“mochila de los mil millones”.
Algunos dirigentes del sector ven el vaso medio lleno y
están conformes de haber conseguido algo luego de tantos
años de lucha. Lamentablemente yo no soy tan optimista y me
pregunto si un instrumento financiero como la moratoria,
alcanzará para resolver los problemas estructurales que
padece nuestro sector o si, por el contrario, no será peor
el remedio que la enfermedad cuando nuestras representadas
tengan que pagar la posición tributaria corriente (que en la
actualidad no están pagando) más la moratoria. Pareciera que
el gobierno no ve o no quiere ver la real situación del
sector y sus funcionarios se sorprenden cuando les
planteamos que con la moratoria no alcanza.
DEBEMOS INSISTIR, EN LOS AMBITOS GUBERNAMENTALES QUE
CORRESPONDA, QUE LA MORATORIA DEBE IR ACOMPAÑADA DE OTRAS
MEDIDAS ESTRUCTURALES QUE PERMITAN EQUILIBRAR NUESTRA
ECUACION ECONOMICO-FINANCIERA. Esta es, a mi criterio, “la”
asignatura pendiente que tenemos en nuestro sector, de la
que dependerá la sustentabilidad del mismo en el largo
plazo.
Con respecto a mis expectativas para el 2008, siempre que un
año comienza se renuevan las ilusiones, en especial cuando
viene acompañado de un nuevo gobierno como es este caso. Sin
embargo, lamento ser escéptico, este gobierno es una
continuidad del anterior y, como tal, no vislumbro un cambio
radical en sus políticas para con nuestro sector.
En alguna oportunidad en que tuve el honor de disertar en la
conferencia “Quo Vadis Salud” planteé a la concurrencia que
tal vez la falta de implementación de políticas para nuestro
sector sea una política en sí misma, generando de esta
manera, un escenario propicio para el desarrollo y expansión
de los grandes grupos sindicales y económicos que tienen la
actividad integrada, mientras que el resto de los actores
asistimos resignados a la reducción y a la concentración del
sector.
Espero que ya no sea demasiado tarde para darnos cuenta de
que estamos solos. |