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Para
los prestadores de servicios de salud resulta interminable
el camino a la salida de la crisis más profunda que se
recuerde.
En efecto, lejos quedaron los tiempos heroicos de 2002 y
2003 cuando la incertidumbre nacional y sectorial solamente
permitía pensar apenas en la subsistencia del día a día. En
aquellos días no había forma de atenuar el impacto de la
crisis por más ley de emergencia sanitaria que pretendía
sostener un sector vital para la población.
Lentamente se fue recomponiendo en algún grado la situación
de forma que permitió un poco de optimismo para que el
sector tan sensible aspire lograr un estado de normalidad
elemental. Pero muy a pesar nuestro, casi todos los sectores
han evolucionado con una rapidez que no fue posible lograr
en el sector de la salud.
COSTOS
El desfase entre ingresos y costos de los prestadores
continúa sometido a vaivenes por disposiciones oficiales y
poder de negociación de los financiadores, que siguen sin
reconocer el verdadero valor de las prestaciones. Los costos
continúan en una espiral de incrementos inflacionarios que
se acelera día a día.
Los valores de los descartables y medicamentos han subido de
precio hasta límites incompatibles con las tarifas de
nuestros servicios, en parte por el vertiginoso avance
tecnológico y también el efecto inflacionario. Los
medicamentos y los insumos médicos con alto contenido de
costos de importación incrementan sus valores a pesar de que
el tipo de cambio no registra variaciones. Los servicios
públicos aumentaron durante 2007 con tasas que triplican y
cuadruplican otros incrementos y para 2008 todo parece
indicar que las recomposiciones de tarifas continuarán a
paso firme.
Y finalmente el costo más importante en nuestras empresas:
las remuneraciones continúan en una tendencia ascendente que
no podemos controlar. En la reciente paritaria nuestro
sector ha concedido un 21% con un único objetivo
conciliatorio, pero ninguna de nuestras empresas confía que
la ecuación económica (ingresos-costos) permitirá absorber
dicho incremento.
La carga fiscal tampoco parece adecuada para encontrar el
equilibrio deseado. Las Cámaras representativas del sector
trabajan duramente recorriendo los estrados públicos
reclamando un paliativo para los impuestos que tanto
repercuten en los costos de nuestras empresas (en particular
el IVA sobre las compras que no se puede trasladar y el
costo de las contribuciones en empresas con mano de obra
intensivas).
INGRESOS
Pero la verdadera cuestión proviene del lado de los
ingresos. En efecto, el sistema recibe cada vez más ingresos
de la mano del incremento de la recaudación proveniente de
la seguridad social y de la mano del incremento de las
cuotas en la medicina prepaga. Prácticamente nada de dichos
incrementos llega a las economías de los prestadores.
Los prestadores de salud hemos ejercido el máximo de nuestro
poder de negociación para lograr algunos reconocimientos que
no constituyen -en grado alguno- soluciones verdaderamente
sustentables. Por la resolución 844/2006 de la
Superintendencia de Servicios de Salud se homologaba el acta
de acuerdo entre la Comisión Consultiva (r. 395/2006 SSS) y
los prestadores de servicios de salud en la que, “a los
efectos de armonizar el incremento que tuvieron los valores
relacionados con los servicios de salud”, las partes
acordaron un incremento de un 20% de los valores en las
prestaciones médico-asistenciales a partir del 1 de enero de
2007. Este incremento se llevó a la práctica parcialmente y
a destiempo a lo largo del año.
Más recientemente el (12/11/07) la Superintendencia de
Servicios de Salud dictó la resolución 737/2007 disponiendo
en un ambiguo texto que “…Reconócese un incremento en los
valores de las prestaciones médico-asistenciales de un
veinte por ciento (20%) a favor de los prestadores
inscriptos por ante el Registro de Prestadores”.
No hay forma posible de sostener el servicio en el volumen y
la calidad requerida, sin entender y aceptar que los
ingresos deben permitir mantener en todo momento la ecuación
económica y financiera del prestador equilibrada.
Esto sería posible si los importantes incrementos en la
financiación del sistema relacionado con las obras sociales
nacionales, con el Pami y las obras sociales provinciales
gracias a las mejoras en la tasa de ocupación, el nivel
salarial y el nivel de cumplimiento de las obligaciones por
parte de los empleadores, son dirigidos en la proporción que
corresponde a los prestadores efectivos del servicio de
salud. En el mismo sentido y en la proporción adecuada
deberían dirigirse los incrementos en las cuotas de la
medicina prepaga.
FINANCIAMIENTO
El sistema de salud no tiene financiamiento. Los únicos
créditos existentes son los destinados a la adquisición de
determinada tecnología, con financiación por parte de la
empresa vendedora o de alguna entidad que otorga los
préstamos a través de leasing, pero eso es totalmente
marginal. No existe crédito del sistema para las
ampliaciones de las entidades de salud, para ampliación de
capital de trabajo, ni de ningún otro aspecto.
¿Cómo se revierte esto?
En primer lugar, se deberían otorgar líneas de crédito
específicas en las instituciones financieras oficiales. Por
otra parte, los bancos privados deberían tener facilidades
del Banco Central para dar estas líneas de crédito.
El país está sufriendo una falta de camas, el ministro de
salud saliente lo reiteró en muchas oportunidades y, a pesar
de ello, no hay una línea crediticia específica para
financiar esta necesidad. Se tiene que hacer exclusivamente
con capital propio, lo cual es limitadísimo, y es
prácticamente imposible. Es un tema en el que el gobierno
debería tomar la iniciativa y nosotros, como dirigentes,
tendríamos que estar trabajando en la problemática.
IMPUESTOS
Sería injusto concluir este análisis sin mencionar el
importante logro obtenido con relación a la financiación de
deudas impositivas. El stock de deudas había constituido una
válvula de escape para el gran desfase sufrido entre los
ingresos y los costos de nuestro sector desde el
advenimiento de la crisis de 2001. Desde los estrados
oficiales se miraba con angustia y complicidad la existencia
de dicha deuda, sin animarse a dictar medidas que
constituyeran una solución definitiva al problema.
Si bien la Emergencia Sanitaria fue prorrogada, ha caducado
la protección de los prestadores de salud ante los embargos
del fisco. A cambio se ha establecido un plan de pagos que
podría representar una oportunidad hacia el futuro de
cancelar la deuda. El esfuerzo es valioso y apreciado por
los integrantes del sector, pero podría resultar estéril si
no se asegura algún grado de superávit futuro que permita
solventar los costos corrientes y pagar la deuda acumulada.
El desafío para el 2008 es arduo e interesante.
Continuaremos reclamando para nuestro sector los aranceles
dignos que la prestación de salud requiere, seguiremos
reclamando créditos (hoy inexistentes) para renovar y
actualizar nuestros activos y continuaremos brindando un
servicio esencial para millones de argentinos que confían en
nosotros. |