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Prestadores


El desfase entre ingresos y costos

Por los Contadores Jorge A. Gutsztat y José Luis Bologna - de CEPSAL.
 

Para los prestadores de servicios de salud resulta interminable el camino a la salida de la crisis más profunda que se recuerde.
En efecto, lejos quedaron los tiempos heroicos de 2002 y 2003 cuando la incertidumbre nacional y sectorial solamente permitía pensar apenas en la subsistencia del día a día. En aquellos días no había forma de atenuar el impacto de la crisis por más ley de emergencia sanitaria que pretendía sostener un sector vital para la población.
Lentamente se fue recomponiendo en algún grado la situación de forma que permitió un poco de optimismo para que el sector tan sensible aspire lograr un estado de normalidad elemental. Pero muy a pesar nuestro, casi todos los sectores han evolucionado con una rapidez que no fue posible lograr en el sector de la salud.

COSTOS
El desfase entre ingresos y costos de los prestadores continúa sometido a vaivenes por disposiciones oficiales y poder de negociación de los financiadores, que siguen sin reconocer el verdadero valor de las prestaciones. Los costos continúan en una espiral de incrementos inflacionarios que se acelera día a día.
Los valores de los descartables y medicamentos han subido de precio hasta límites incompatibles con las tarifas de nuestros servicios, en parte por el vertiginoso avance tecnológico y también el efecto inflacionario. Los medicamentos y los insumos médicos con alto contenido de costos de importación incrementan sus valores a pesar de que el tipo de cambio no registra variaciones. Los servicios públicos aumentaron durante 2007 con tasas que triplican y cuadruplican otros incrementos y para 2008 todo parece indicar que las recomposiciones de tarifas continuarán a paso firme.
Y finalmente el costo más importante en nuestras empresas: las remuneraciones continúan en una tendencia ascendente que no podemos controlar. En la reciente paritaria nuestro sector ha concedido un 21% con un único objetivo conciliatorio, pero ninguna de nuestras empresas confía que la ecuación económica (ingresos-costos) permitirá absorber dicho incremento.
La carga fiscal tampoco parece adecuada para encontrar el equilibrio deseado. Las Cámaras representativas del sector trabajan duramente recorriendo los estrados públicos reclamando un paliativo para los impuestos que tanto repercuten en los costos de nuestras empresas (en particular el IVA sobre las compras que no se puede trasladar y el costo de las contribuciones en empresas con mano de obra intensivas).

INGRESOS
Pero la verdadera cuestión proviene del lado de los ingresos. En efecto, el sistema recibe cada vez más ingresos de la mano del incremento de la recaudación proveniente de la seguridad social y de la mano del incremento de las cuotas en la medicina prepaga. Prácticamente nada de dichos incrementos llega a las economías de los prestadores.
Los prestadores de salud hemos ejercido el máximo de nuestro poder de negociación para lograr algunos reconocimientos que no constituyen -en grado alguno- soluciones verdaderamente sustentables. Por la resolución 844/2006 de la Superintendencia de Servicios de Salud se homologaba el acta de acuerdo entre la Comisión Consultiva (r. 395/2006 SSS) y los prestadores de servicios de salud en la que, “a los efectos de armonizar el incremento que tuvieron los valores relacionados con los servicios de salud”, las partes acordaron un incremento de un 20% de los valores en las prestaciones médico-asistenciales a partir del 1 de enero de 2007. Este incremento se llevó a la práctica parcialmente y a destiempo a lo largo del año.
Más recientemente el (12/11/07) la Superintendencia de Servicios de Salud dictó la resolución 737/2007 disponiendo en un ambiguo texto que “…Reconócese un incremento en los valores de las prestaciones médico-asistenciales de un veinte por ciento (20%) a favor de los prestadores inscriptos por ante el Registro de Prestadores”.
No hay forma posible de sostener el servicio en el volumen y la calidad requerida, sin entender y aceptar que los ingresos deben permitir mantener en todo momento la ecuación económica y financiera del prestador equilibrada.
Esto sería posible si los importantes incrementos en la financiación del sistema relacionado con las obras sociales nacionales, con el Pami y las obras sociales provinciales gracias a las mejoras en la tasa de ocupación, el nivel salarial y el nivel de cumplimiento de las obligaciones por parte de los empleadores, son dirigidos en la proporción que corresponde a los prestadores efectivos del servicio de salud. En el mismo sentido y en la proporción adecuada deberían dirigirse los incrementos en las cuotas de la medicina prepaga.

FINANCIAMIENTO
El sistema de salud no tiene financiamiento. Los únicos créditos existentes son los destinados a la adquisición de determinada tecnología, con financiación por parte de la empresa vendedora o de alguna entidad que otorga los préstamos a través de leasing, pero eso es totalmente marginal. No existe crédito del sistema para las ampliaciones de las entidades de salud, para ampliación de capital de trabajo, ni de ningún otro aspecto.
¿Cómo se revierte esto?
En primer lugar, se deberían otorgar líneas de crédito específicas en las instituciones financieras oficiales. Por otra parte, los bancos privados deberían tener facilidades del Banco Central para dar estas líneas de crédito.
El país está sufriendo una falta de camas, el ministro de salud saliente lo reiteró en muchas oportunidades y, a pesar de ello, no hay una línea crediticia específica para financiar esta necesidad. Se tiene que hacer exclusivamente con capital propio, lo cual es limitadísimo, y es prácticamente imposible. Es un tema en el que el gobierno debería tomar la iniciativa y nosotros, como dirigentes, tendríamos que estar trabajando en la problemática.

IMPUESTOS
Sería injusto concluir este análisis sin mencionar el importante logro obtenido con relación a la financiación de deudas impositivas. El stock de deudas había constituido una válvula de escape para el gran desfase sufrido entre los ingresos y los costos de nuestro sector desde el advenimiento de la crisis de 2001. Desde los estrados oficiales se miraba con angustia y complicidad la existencia de dicha deuda, sin animarse a dictar medidas que constituyeran una solución definitiva al problema.
Si bien la Emergencia Sanitaria fue prorrogada, ha caducado la protección de los prestadores de salud ante los embargos del fisco. A cambio se ha establecido un plan de pagos que podría representar una oportunidad hacia el futuro de cancelar la deuda. El esfuerzo es valioso y apreciado por los integrantes del sector, pero podría resultar estéril si no se asegura algún grado de superávit futuro que permita solventar los costos corrientes y pagar la deuda acumulada.
El desafío para el 2008 es arduo e interesante. Continuaremos reclamando para nuestro sector los aranceles dignos que la prestación de salud requiere, seguiremos reclamando créditos (hoy inexistentes) para renovar y actualizar nuestros activos y continuaremos brindando un servicio esencial para millones de argentinos que confían en nosotros.

 
 

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