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La
construcción de la política
sanitaria requiere sustento
informativo para tomar
decisiones adecuadas. La
construcción de una base
informativa no es un tema menor
considerando la debilidad
institucional que supone la
ausencia de un Estado
burocrático, en el buen sentido
de la palabra. Un Estado que
tiene memoria, que aprende de
los errores y que tiene
funcionarios que permanecen con
independencia del partido
político o grupo que gane las
elecciones. Eso es construir
institucionalidad y
previsibilidad.
En un Estado que reúne
información y compara, indaga,
hace encuestas y profundiza
sobre la salud seguramente
saltará a la vista el problema
de equidad y calidad que
atraviesa todo el sistema. El
salto cualitativo es el de pasar
de la suposición a la medición
técnica del problema de equidad
y de calidad, en particular las
variaciones en la práctica
médica.
Estados Unidos que tiene muchos
problemas desde el punto de
vista de la accesibilidad es sin
embargo un sistema donde fluye
la información de casi todo lo
que se puede medir. Las
mediciones y encuestas que se
realizan abarcan casi todas las
decisiones y actuaciones. Si
bien la Argentina comparte con
EE.UU. el hecho de tener un
sistema profundamente
fragmentado no podemos contar en
cambio con la información mínima
para poder comparar, evaluar,
analizar y sacar conclusiones a
escala nacional, regional o
local que permita tomar
decisiones más racionales.
La información es un bien
económico pero al mismo tiempo
puede ser considerado un bien
público, es decir su naturaleza
conlleva dos características
básicas: la no rivalidad en el
consumo y la imposibilidad de
aplicar el principio de
exclusión de los beneficios (por
medios físicos o legales) a
terceros.
Es muy difícil que alguien
invierta en estas áreas sabiendo
que no va a tener un beneficio
individual importante. Este tipo
de información permite tomar
decisiones respecto a un
sistema, obviamente no es algo
que traiga votos en las
elecciones, pero sí permite ir
construyendo un Estado distinto,
que hace políticas regulatorias
más finas, más adecuadas y que
no tira al bulto sin saber
cuáles serán los resultados.
Acabamos los argentinos de tener
una experiencia muy interesante
de lo que es intentar hacer
política microeconómica
ignorando la información de
base. Las retenciones fueron el
primer disparo equivocado pero
podrían seguir enumerándose. Una
Superintendencia que no tiene
poder para exigir información e
incluso para cerrar una obra
social si no cumple con lo
establecido nos habla de las
debilidades para construir
políticas.
Según Salvador Peiró (Instituto
Valenciano de la Salud) existe
algo peor que comparar y es no
comparar. Y esto lo dice a
propósito de la necesidad de
realizar comparaciones
permanentes entre hospitales y
otros efectores y analizar los
resultados y rendimientos. Es
posible percibir en el marco de
la oferta médica diferencias
importantes entre un servicio y
otro, entre el comportamiento de
un profesional y otro. Se suele
mencionar con frecuencia que
estas diferencias en
diagnósticos y tratamientos, se
deben a estilos diferentes, a
trayectorias y a que en
definitiva todo maestrito tiene
su librito. Lo bueno sería que
esos profesionales o esas
organizaciones (equipos de
cirugía o de un servicio
determinado) que toman
decisiones diariamente, cuando
lo hagan no sólo tomen en
consideración su experiencia
personal, sino que comiencen a
utilizar estudios más amplios,
con evidencias y pruebas,
revisiones sistemáticas
realizadas en el país o en el
mundo y que sin dudas le
reportarán mejor información
para decidir sobre diagnóstico,
prescripción y tratamiento.
Gianfranco Domeniguetti
(economista sanitario de Lugano,
Suiza) armó un esquema
comparativo hace unos años
tratando de analizar cómo
funciona la prescripción en
algunos tratamientos invasivos
en ese cantón. Se seleccionaron
determinadas cirugías y se
consideró la autoprescripción
médica como el gold standard
puntuado en 100 (se supone que
el médico no va a indicar una
cirugía respecto de sí mismo
cuando la misma no resulta
necesaria). Luego se comparan
las prescripciones realizadas
por esos mismos médicos con
otros colectivos (profesionales
liberales, abogados y sociedad
en general) las diferencias
fueron interesantes y la más
significativa fue con la gente
común, es decir la comunidad en
general, que respecto al gold
standard se apartó un 43%, en
los profesionales liberales bajó
un 23%, y cuando uno mira a los
abogados la diferencia baja al
5%.
Pareciera que antes de
prescribir o indicar un
tratamiento a los abogados los
médicos analizan y verifican
algo más sus juicios y se
contienen. Entonces qué está
sucediendo con la prescripción e
indicación automática que
funciona para los otros
colectivos. La asimetría
informativa a favor del médico,
lo pone en una posición
dominante que, sin embargo, debe
ser ejercida con
responsabilidad, dado que puede
redundar en daños para el
paciente. No se debe apelar a la
buena voluntad o la bondad del
profesional médico esto necesita
incentivos correctos.
Estas variaciones de la práctica
médica tienen un impacto directo
en el tema de la calidad. En
nuestro sistema de salud cada
uno hace lo que puede para
sobrevivir dentro del mismo,
financiadores, prestadores o
usuarios. Es muy difícil en la
Argentina encontrar familias o
individuos que tengan la misma
cobertura de salud que la
persona que en ese momento está
a su lado, y donde cada uno se
defiende apelando a lo que
tiene. En ese marco, hay una
ausencia importante del Estado
en todo lo que sea controles y
regulación de la calidad de la
oferta de servicios y de planes
de salud que se ofrecen en el
mercado. Hace ya algunos años se
intenta regular la medicina
prepaga que al ser un mercado
con información imperfecta
presenta asimetrías.
Pero lo cierto es que todavía no
hemos llegado a la fase en donde
trabajemos más en profundidad
sobre la calidad de la provisión
de servicios. Y esto nos
involucra a todos y tiene que
ver no sólo con la calidad de la
estructura o de la
infraestructura, y estoy
hablando no solo de
acreditaciones, sino también de
evaluaciones de procedimientos y
de prácticas, y en especial
cierta racionalidad que debería
tener la prescripción acorde con
esa necesidad que se puede
percibir. El funcionamiento del
sistema está todavía muy
consustanciado con lo
cuantitativo y muy poco con lo
cualitativo. El programa
Remediar que fue eficaz en la
distribución de medicamentos
pero no pudo superar la cuestión
cuantitativa y trabajó muy poco
en materia de uso racional de
éstos. La calidad y el uso
importan más que la cantidad.
Y el tema de lo cualitativo pasa
a ser un elemento importante,
porque aparece ligado al
concepto del costo oportunidad.
Se puede medir claramente cuando
utilizó recursos (escasos) en
tecnologías o actividades que no
dan buenos resultados, y que al
ser consumidas no pueden ser
utilizadas en aquellas mejores
alternativas desde el punto de
vista de la efectividad. Y todo
esto tiene que ver con la macro
y la mesogestión, pero también
es clave para el accionar del
gestor del hospital y del médico
que asigna el 75% de los
recursos.
El segundo elemento para los
decisores, aparte del costo
oportunidad, es el componente de
efectividad que puede llegar a
mostrar ese tratamiento. Y
finalmente el tercer elemento a
considerar de manera importante
es la utilidad que tiene para el
paciente en el momento en que
estamos tomando la decisión. No
olvidemos que estamos hablando
de una relación de agencia muy
importante, en donde el paciente
delega en ese agente médico, en
ese prescriptor, una
responsabilidad ni más ni menos
que con respecto a su propia
vida, a su propio tratamiento, a
su propia perspectiva en cuanto
a su futura calidad de vida.
Entonces algo muy importante
para tener en cuenta y que
ningún profesional debe olvidar,
es que hay que pensar en la
función de utilidad de ese
paciente.
En los últimos años por lo menos
en los grupos más activos de la
salud, se ha ido acortando la
brecha entre el profesional de
salud y el economista, y se
empieza a generar una relación
cada vez más virtuosa entre uno
y otro, con un potencial de
aporte muy fuerte sobre las
decisiones que tienen un
componente sanitario, y que
requieren un componente
interdisciplinario para poderlas
tomar de un modo racional y no
espontáneo. No son decisiones
que simplemente pueden
justificarse bajo el juramento y
hipocrático, hay que considerar
de un modo más preciso y
abarcativo esas decisiones que
tienen que ver con lo sanitario,
y también con los costos
asociados y justamente aquí está
el gran salto, hay una cuestión
de valor agregado entre la
alternativa a o la b. En
consecuencia cuando uno forma a
un profesional para tomar estas
decisiones, debe incorporar este
tipo de criterios que sin duda
van a mejorar su posibilidad de
tomar decisiones más costo
efectivas dentro de ese esquema.
La medicina no es una ciencia
exacta y el médico con la
práctica se va convirtiendo en
un bayesiano (teorema de bayes)1
dado que el médico sabe de
probabilidades, y sabe también
muchas veces que en algunos
casos no necesita prescribir 10
estudios químicos diferentes, o
prescribir 10 fármacos para
poder diagnosticar o aplicar un
tratamiento, porque posee su
experiencia acumulada respecto
de la patología y tiene muchos
casos como evidencia. Y como
estamos hablando de una ciencia
probabilística lo más importante
en este esquema es empezar a
registrar prueba y error. Todos
aprendemos de un mecanismo de
prueba y error, las clínicas y
los sanatorios y el mismo
médico, el farmacéutico y el
bioquímico y esto marca la
necesidad de que las
instituciones debieran volver a
considerar dejar lo cuantitativo
de lado.
Es decir dejar de lado opiniones
tales como que se tiene un buen
funcionamiento en un hospital
porque tiene la guardia
permanentemente atendiendo
pacientes, o porque tiene todas
las camas siempre ocupadas.
“El tema de recuperar lo
cualitativo también tiene que
ver con recuperar espacios de
debate sobre por qué se mueren
los pacientes, o recuperar el
tema de los ateneos médicos para
poder discutir en profundidad, y
en realidad actuar sobre la
modalidad de pago de los
profesionales”. La modalidad de
pago es un marcador importante
del comportamiento de ese
profesional, si yo le estoy
pagando por prestar un servicio,
lo que hago es habilitarlo para
prestar servicios
permanentemente y si además no
tengo mecanismos para
racionalizar el uso, termino
alimentando un monstruo”.
Entonces se trata de empezar a
mirar las tres modalidades de
pago más conocidas como son el
pago capitado, el pago por
prestaciones, o el pago de un
salario. La idea es no ver esto
como núcleo único y rígido, sino
que hay espacio para pensar en
algunas alternativas de
combinación de esos distintos
mecanismos, de modo de poder
lograr justamente el
comportamiento deseado, o al
menos acercarnos a ese
comportamiento deseado. Cada
mecanismo de pago debería estar
asociado a las características
de la transacción.
En la Argentina nos debemos un
debate sobre la
institucionalización del
sistema. La política de salud
debería ser una política de
Estado, aunque en nuestro medio
esto es muy declamado y quizás
es una de las frases más
utilizadas, pero en realidad
esto significa aceptar puntos de
vistas diferentes, e implica
decisiones tales como por
ejemplo poner de director en la
ANMAT a un profesional que gane
el puesto por concurso, que sea
idóneo y meritorio, que trabaje
objetivamente y que en algunos
casos si es necesario actúe como
límite técnico de algunas
determinaciones arbitrarias que
puede querer tomar el Ministro
de Salud de turno.
Eso significa también poner
funcionarios adecuados y
pagarles bien en los ámbitos de
regulación como por ejemplo la
Superintendencia de Servicios de
Salud, donde resulta clave tener
profesionales formados que
actúen con independencia de tal
o cual sindicato u obra social y
sean conscientes por una vez que
su objetivo debería ser proteger
y representar al usuario y
salirse de la cautividad que
impone el regulado.
Y en la medida en que se pueda
generar esta separación de
poderes y de funciones, y
aceptando que nuestro sistema de
salud sigue siendo tan
fragmentado y condicionado como
siempre, y muy lejos de un
modelo universal, me parece que
vamos a ir logrando poner en la
agenda temas como la calidad y
la variación de la práctica
médica que hoy nos pueden
parecer muy lejanas.
A riesgo de pecar de legalista
estoy cada día más convencido
que sólo se sale respetando la
institucionalidad y, por
supuesto, adaptando las
instituciones a los tiempos.
Pero esto no significa saltos al
vacío sino reformismo puro y
llano. Creemos que generar este
tipo de debate en ámbitos
legítimos es lo que hace crecer
la Democracia, si seguimos
pensando en actuar en base a
decretos de necesidad y
urgencia, e ignorar la
institucionalidad vamos a
terminar como estamos, con un
crecimiento económico que no se
derrama en mejor calidad y más
amplias coberturas de salud y
educación para los habitantes
del país.
1 El
teorema de Bayes, enunciado por
Thomas Bayes, en la teoría de la
probabilidad, es el resultado
que da la distribución de
probabilidad condicional de una
variable aleatoria A dada B en
términos de la distribución de
probabilidad condicional de la
variable B dada A y la
distribución de probabilidad
marginal de sólo A. |