|
La argentina no
destina escasos recursos para la salud, al contrario lo
hace en mayor medida que los países de la región. Sin
embargo, la extraordinaria diferencia entre el gasto
nuestro y el de otros países no se debe a profesionales
del sector salud. Por el contrario, encontramos en la
Argentina profesionales excelentes que sin embargo
padecen diariamente el tener que desarrollar sus
actividades en un sistema con escaso o nulo diseño
institucional que los contenga y valorice.
Las preocupaciones siempre son otras en el país, como
para no darse cuenta que la ineficiencia del sistema es
una de las grandes amenazas al crecimiento económico y
social para las próximas décadas, incluso mucho más que
la crisis financiera. Seguimos teniendo mucha población
sin cobertura de salud (18 millones de personas) y los
contratos de trabajo sin cobertura de salud siguieron su
marcha durante estos años. Se ha desaprovechado un
extraordinario momento de crecimiento económico,
creación de empleo y mejoras del ingreso para debatir
sobre la cobertura de salud de los habitantes del país.
La estructura cíclica de los ingresos de la seguridad
social hace que hayan tenido momentos excepcionales en
materia de recaudación (sólo para mencionar las
inversiones que están haciendo las obras sociales y los
más de 5.000 millones de pesos que tiene fondeado el
Pami)
Lo más terrible del tema es que uno sigue sin visualizar
definiciones políticas claras respecto a la salud. Los
debilitados partidos y expresiones políticas argentinas,
carecen de planteos de diseño institucional y
perspectivas futuras sobre el sector y viven en el corto
plazo. Mientras tanto, el sindicalismo es el único que
tiene una estrategia clara de avanzar.
Qué debería hacer el gobierno para intentar reencauzar
el sector y ganar espacios de maniobra. En primer lugar
algunas estrategias claves que se guíen por los
resultados y no por las ideologías sería una buena forma
de comenzar. Aquí van algunas sugerencias:
a) Un elemento clave de la reforma en salud es la
información. Médicos, pacientes, administradores y
jueces no conocen acerca de cuáles son los tratamientos
más costo efectivos y cuáles no lo son. Las decisiones
erróneas implican costos de oportunidad, gastar dinero
en algo que no da resultado y en consecuencia no poder
hacerlo en aquello otro que sería más efectivo. El salto
aquí pasa por desarrollar una agencia de evaluación de
las tecnologías, informatizar y conectar el sistema de
salud y avanzar en la protocolización y guías clínicas
que surjan del consenso médico.
b) En segundo lugar remover los incentivos perversos que
permanecen en el sector salud. Médicos, hospitales son
pagados por sus procedimientos y no por ayudar a los
pacientes. Los aseguradores (con o sin fines de lucro)
intentan esquivar la enfermedad de los pacientes antes
que trabajar en la salud de éstos. Los cambios en la
modalidad de pago son fundamentales para cambiar las
conductas y comportamientos de los agentes del sistema.
Se debe pagar por mantener y mejorar la salud antes que
por reparar la salud perdida.
c) El tercer elemento clave es lograr organizar grandes
compradores de servicios de salud. Fusionando obras
sociales, organizando la demanda de los servicios en las
provincias, y articulando grupos. El comprador colectivo
compra siempre mejor que el individual, tiene
información para negociar con los proveedores de igual a
igual, el equilibrio será de esta manera más eficiente.
d) La calidad de la provisión de servicios. No podemos
dejar que cualquiera ingrese y permanezca en el sistema
sin auditorías, sin controles ni exigencias por parte de
la autoridad regulatoria. Hay mucho por hacer en este
sector para asegurar un piso de calidad para todos los
prestadores, arrastrando a los que están más cerca del
umbral y dejando caer a los que han lucrado durante años
sin invertir ni mejorar.
e) Finalmente la prevención. Se habla mucho pero es poco
lo que se invierte y se destina al primer nivel de
atención de la salud. Prevenir es una de las claves de
un nuevo modelo de cobertura para ello son necesarios
los incentivos, garantizar acceso a servicios
preventivos dignos y preparados para responder a la
consulta y no centros de salud donde no se encuentran
médicos ni enfermeras y que están abiertos en forma muy
reducida, sin el equipamiento base para responder la
demanda de los pacientes.
Mientras esperamos que la salud ocupe un espacio
importante en las agendas políticas, podemos comenzar
por no quedarnos parados, consensuar estas grandes
líneas de cambio que atraviesan todos los sistemas y
subsistemas de salud presentes en la Argentina y
ponernos en movimiento.
|