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Convocado
por la Asociación de Economía de la Salud (AES) para
formar parte de las XVII Jornadas Internacionales de
Economía de la Salud de Argentina, que tuvieron
lugar en Buenos Aires el año pasado, el doctor José
Manuel Freire destacó en su presentación la
problemática que la universalización y el
aseguramiento conllevan para los sistemas de salud
de los países latinoamericanos.
Las jornadas centraron como eje temático el impacto
de los cambios demográficos, epidemiológicos y
tecnológicos en el sistema de salud, Freire
participó en las etapas finales de la
universalización del sistema sanitario español, por
lo que aclara que abordar dicho tema resulta por
demás complejo “en primer lugar por evitar decir lo
obvio y, en segundo lugar, por la propia complejidad
de las cuestiones que involucra”.
Fiel a su propósito de “provocar debate,
intercambiar experiencias, y mostrar mi visión
acerca de cómo algunas de estas cosas nos han sido
útiles en Europa y, más específicamente, en España”,
Freire sintetizó sus conclusiones destacando, que el
objetivo de la protección social en salud es
político y que responde a valores de justicia
social, equidad y solidaridad. A la vez, enfatizó el
hecho de que “la eficiencia en el sistema de salud
depende críticamente de un buen gobierno, que a su
vez implica el desempeño adecuado de sus funciones,
la eficiencia en el sector público y la buena
gestión de la asignación de recursos”.
UNIVERSALIZACION Y PROTECCION SOCIAL
El representante de la AES española revisó los
principales objetivos de un sistema de salud que,
según él, son lograr ser universal, equitativo,
seguro y efectivo, estar centrado en los pacientes y
alcanzar la eficiencia.
Asimismo, formuló una serie de preguntas
fundamentales: “En cuanto a la universalización o a
la cobertura universal, hay muchas cosas que no
están claras todavía; la propia expresión “cobertura
universal”, ¿qué significa? ¿Hablamos de cobertura
efectiva, de real acceso a los servicios? ¿O
sencillamente hablamos de cobertura nominal, buen
conocimiento de un derecho que luego no tiene ningún
valor práctico?” Estas problemáticas llevan a Freire
a reflexionar acerca del concepto, tan necesario, de
protección social: “Yo prefiero hablar de protección
social universal en salud porque, además de tener en
cuenta a la cobertura universal, añade el componente
de proteger a los ciudadanos del riesgo financiero
cuando la gente, o los enfermos, no tienen
ingresos.”
En referencia a las cuestiones que atañen a la
universalización, Freire reitera las complejidades
políticas de la cuestión. La universalización,
explica, descansa sobre valores, por lo que, si no
hay una unidad en lo que respecta a esos valores, no
resultaría posible discutir la universalización:
“Toda la economía política de la protección social
depende de valores y, si no estamos de acuerdo con
los valores cuestionados, no tiene sentido hablar de
esto; en este sentido, es un problema político”.
De cara a los desafíos económicos y políticos que un
programa de universalización del sistema sanitario
implica, el doctor se preguntó, concretamente,
cuáles son las diferentes vías para alcanzar ese
objetivo y cómo se pueden encarar esas opciones en
los países que todavía carecen de un sistema
universalizado. “Hablar de esto es hablar de una
realidad totalmente familiar aquí en América latina.
El objetivo es la solidaridad; aquí se plantean
cuestiones sociales de gran talante”, añadió.
LAS
PERSPECTIVAS POLITICAS E HISTORICAS
La universalización de los sistemas de salud, aclara
Freire, también está determinada por las
circunstancias históricas y políticas de los países
y sus gobiernos. El doctor comentó el caso de Gran
Bretaña que, “terminada la guerra mundial, se regaló
a sí misma un sistema de servicio nacional de
salud”. La pregunta es, sin embargo, cómo hacer para
lograr la universalización en los países en los que
estas circunstancias históricas no están dadas: “Si
aspiramos a un futuro de cobertura universal igual
para todos, en base a valores de equidad de justicia
social y solidaridad, ¿cómo planteamos el camino
hasta llegar allá?”
En este sentido, enfatiza Freire, los puntos clave
en política de salud son indudables e indiscutibles:
la salud pública, la protección en salud, la
cobertura en términos de financiación de los
servicios, el rol fundamental del Estado. Según
Freire, resulta fundamental reforzar el concepto de
universalización con el de protección social de la
salud, “ya que esto nos lleva a un territorio más
amplio que lo sanitario, que involucra un desarrollo
humano, económico, social, términos íntimamente
ligados a la política. El Estado debe estar en donde
confluye el desarrollo económico con los valores
ligados a la democracia y a la idea de justicia
social”.
Uno de los postulados de Freire que más llegada
observa en países como el nuestro es que “no hay que
ser un país rico para generar y desarrollar un buen
sistema de salud universal”. Es que, explica Freire,
al implantar un sistema de salud organizado suele
darse un círculo de retroalimentación: “Cuando hay
acceso a los servicios y protección económica
financiera, aumenta el sector salud y aumenta la
protección laboral; cuando tal cosa sucede, aumentan
los recursos del sistema de salud”.
EL ROL DEL ESTADO EN LA FINANCIACION
El papel del Estado, postula el doctor, se vuelve
fundamental en lo que a la financiación de los
sistemas de salud se refiere. Las funciones de la
financiación sanitaria son la recaudación de dinero,
el aseguramiento de la creación de fondos comunes
para atender a la población y la asignación de
fondos a los proveedores de los servicios. Es por
eso que, según Freire, “El origen del dinero para
los servicios de salud es la clave de su éxito o
fracaso en garantizar el acceso universal, y tiene
una importancia crucial para su eficiencia, equidad
y sostenibilidad”. Es en este sentido que la
financiación pública resulta fundamental: “Cuanto
más importante sea el gasto público, mayor es la
redistribución del sistema de salud ya que el gasto
público en salud es progresivo: los sectores más
pobres lo reciben en una mayor proporción”.
Ese es el caso de lo que ocurre, señala Freire, en
los países más desarrollados, donde el 40% de las
riquezas están en manos del Estado, y donde un
tercio de ese porcentaje se destina a gasto social,
como salud, educación y protección social. Es la
forma de financiar la salud, volvió a subrayar, lo
que realmente importa: “Si la pagamos del bolsillo,
tendremos desigualdad, miseria y pobreza; si la
pagamos del sector privado, nos aseguramos todo tipo
de problemas; las únicas fuentes dignas de ser
tenidas en cuenta a la hora de plantear políticas
públicas de cobertura son las financiaciones
públicas”. Este tipo de financiación asegura la
posibilidad de integrar al sistema sanitario
políticas de solidaridad y de acceso a los
servicios.
EL CASO DE AMERICA LATINA Y LA EXPERIENCIA
ESPAÑOLA
Si bien todos los países de Latinoamérica reconocen
el derecho universal a la salud, las cifras indican
que un 27% de la población de la región carece de
acceso estable a los servicios básicos de salud. En
este sentido, advierte Freire, el marco legal dista
de la realidad concreta.
En relación a los datos económicos de la zona,
Freire repasó la estructuración de la cobertura
social en salud de Latinoamérica. En general,
destaca, en estos países existen subsistemas: “Estos
subsistemas se caracterizan por tender a un sector
social diferente y por tener, cada uno, su propia
financiación”, especificó el doctor. Las redes
públicas de salud, por respetar los marcos legales,
cubren, teóricamente, al 100% de la población
aunque, reflexiona Freire, “en la realidad no cubren
a ese total, sino sólo a algunos”. Por otro lado,
está la porción de los ciudadanos que tiene acceso a
la seguridad social y, por otro, el porcentaje que
posee seguridad social privada y que, además,
también puede acceder al sistema público. Integrar
los subsistemas, para así salir del modelo
fragmentario, puede, según Freire, traer muchas
ventajas, tanto en materia de financiación como en
lo que hace a la provisión.
“Esto habla de la desigualdad social: hay grupos
sociales con necesidades muy diferentes”, destacó
Freire. Es por eso que resulta importante visualizar
las diferentes formas de abordar el problema de los
recursos para la salud. Según el doctor, la
financiación de bolsillo queda descartada como
opción viable. El segundo camino sería el de un
modelo de pluralismo estructurado o de universalismo
selectivo que, según Freire, “no es un camino
recomendable”. La tercera vía sería la adopción de
un sistema nacional de salud con financiación
estatal, como ocurre en Brasil o Cuba. El caso de
Costa Rica ilustraría un modelo que tiende a la
seguridad social universal, mientras que los países
con menos recursos poseen seguros comunitarios de
salud.
La experiencia del modelo universalizado que se ha
logrado en España puede servir como ejemplo de las
dificultades que tal implementación puede conllevar.
“Hablando de España, distamos aún de poseer un
sistema ideal; somos más argentinos que suecos en
este sentido: no tenemos todavía un sistema que
cubra a todos los españoles por igual. Pero en
nuestro camino hacia ello hay cosas que se pueden
destacar”. Entre estos puntos a destacar se
encuentra el hecho de que el sistema español está
basado en el médico de cabecera y de que posee una
planificación territorial y poblacional coordinada.
“En definitiva, lo que hicimos en España es, de
tener un sistema no muy diferente al típico de
América latina, pasamos a tener un sistema de este
estilo, universalizado”.
Como parte de sus conclusiones, Freire sintetiza su
visión acerca de la problemática de los sistemas de
salud de Latinoamérica: “Lo que tienen ustedes hoy
es un sistema fragmentado. Hay pocas alternativas
para desarrollar un buen sistema de seguridad
social. No estamos hablando únicamente de cobertura
universal en salud, sino de protección social, y
esto es muy difícil en países con economías de tipo
de ingresos medio. En cuestión de salud, si tuviera
que dejarles un mensaje, serían dos cosas: en primer
lugar, basarse en médicos de cabecera, en todos los
niveles. En segundo lugar, no pagar a los médicos
por acto. De esta manera se puede empezar un camino
paulatino hacia una cobertura universal, igual para
todos los ciudadanos; pero es un camino lento, que
lleva tiempo”.
Retomando el eje de su exposición, a la hora de la
síntesis general Freire vuelve a remarcar que la
protección social, en materia de salud, es un tema
político que responde a valores y que requiere la
financiación pública como condición necesaria pero
no suficiente. “En definitiva, concluyó Freire, los
sistemas están perfectamente diseñados para obtener
los resultados que obtienen; la cuestión es cómo
diseñar sistemas para obtener los resultados que
queremos”.
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Objetivo: Un buen Sistema de Salud |
-
Universal y Equitativo - financiado con
solidaridad y equidad, acceso basado en la
necesidad médica; de igual calidad sea cual
fuese la clase social, lugar de residencia,
sexo, edad, estatus, etc.
-
Seguro - sin accidentes ni reacciones
adversas.
-
Efectivo - Con MBE que ofrece lo que es
beneficioso para el paciente, no lo que no
lo es; evita sobre infrautilización.
-
Centrado en el paciente - atendiendo a sus
preferencias, necesidades y valores.
-
A tiempo - reduce al mínimo esperas y
retrasos.
-
Eficiente - evita despilfarro de equipos,
suministros, ideas y energías.
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Claves de la Financiación Pública |
-
Prioridad primera: eliminar por todos los
medios los pagos directos (de bolsillo):
- Evitar los copagos de los pacientes, donde
existan o sean inevitables basarlos en
capacidad de pago;
-
Aumentar el espacio fiscal, desarrollando
sistemas públicos de financiación y
aseguramiento;
- Obtener los recursos suficientes para
cubrir las necesidades y los compromisos del
aseguramiento;
-
Evitar la fragmentación para lograr el mejor
pool de riesgos y eficiencia;
-
Basar las contribuciones en la capacidad de
pago, haciendo explícitos los valores de
equidad y solidaridad de los sistemas
públicos;
-
Organizar sistemas de financiación
sostenibles por su diseño y funcionamiento
(asegurar pago de cuotas e impuestos,
perseguir el fraude) y buscar la
satisfacción de los contribuyentes.
-
Eficiencia: Buscar la eficiencia (médica y
organizativa) del sistema de salud:
- Basándolo en la Atención Primaria (médico
de cabecera).
- Utilizando mecanismos de buen gobierno
(gestión democrática, transparencia,
rendición de cuentas, etc.) para garantizar
efectividad, calidad y eficiencia en el
conjunto del sistema.
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Cobertura sanitaria en América latina
Dimensiones del problema |
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Unos 127 millones (27%) sin acceso estable a
servicios básicos de salud
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Unos 250 millones (50%, la mitad de la
población) no tiene ningún seguro de salud
(público o privado)
-
Población de América latina >500 millones,
de ellos casi el 50% son pobres (250
millones).
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