Buscando el Acercamiento de los Jueces a
las Ciencias: Horizontes compartidos
En el número anterior, dimos cuenta de la importancia
de este encuentro que busca generar vínculos productivos
entre la justicia y el ámbito científico. Hoy les
acercamos las conclusiones de la mesa consagrada al rol
de las sociedades científicas ante la justicia, las
causas y consecuencias de la creciente Judicialización
del área de la salud y la enorme utilidad de los
procesos de certificación profesional.
La séptima edición del
ciclo de coloquios Buscando el Acerca-miento de los
Jueces a las Ciencias, que tuvo lugar en el Howard
Johnson Hotel de Pilar, fortaleció el camino trazado en
años anteriores. Organizado por Fundación OSDE, con el
aval de la Asociación Civil de Actividades Médicas
Integradas (ACAMI), la Academia Judicial Internacional,
la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la
Justicia Nacional, la Junta Federal de Cortes y
Superiores Tribunales de Justicia de las Provincias
Argentinas, y la Superintendencia de Servicios de Salud
de la República Argentina. El Coloquio contó con la
presencia de magistrados y de representantes de las
sociedades científicas, del sector prestador y
financiador, y del Estado, que participaron activamente
en la indagación de los tópicos de interés común que los
vinculan. En esta segunda nota dedicada al Coloquio,
presentamos las conclusiones de la mesa que estuvo
dedicada a la colaboración entre las Sociedades
Científicas y la Justicia.
La
mesa llevó como título el lema “Las Sociedades
Científicas y su rol ante la Justicia”, y contó con la
coordinación de Fortunato Benaim, Presidente del Consejo
de Certificación de Profesionales Médicos, y con las
exposiciones de los representantes de cuatro sociedades
científicas. El doctor Alejandro Oria, ex presidente de
la Asociación Argentina de Cirugía, abundó en la
importancia de definir estándares de calidad aceptables
y en la relevancia de focalizar en el concepto de
proceso. Por su parte, el doctor Federico Saravia
Toledo, Presidente de la Asociación Argentina de Cirugía
Infantil, indagó en los cambios que ha sufrido la
relación médico paciente y en cómo estos nuevos vínculos
y las renovadas tecnologías pueden influir en el aumento
de la litigiosidad indebida. El doctor Gustavo Cardigni,
Vicepresidente 1° de la Sociedad Argentina de Pediatría,
expuso algunas de las características diferenciales de
su especialidad y recalcó la importancia de los procesos
de certificación y recertificación profesional. Por
último, fue el doctor Miguel Fernández Vigil, ex
presidente de la Asociación de Anestesia, Analgesia y
Reanimación de Buenos Aires, quien estuvo a cargo del
cierre de la mesa, y subrayó las incumbencias de los
profesionales anestesiólogos a la vez que presentó
cifras que evidencian la creciente seguridad de su área.
LA CALIDAD EN CIRUGIA
El
coordinador de la mesa, Fortunato Benaim, abrió la rueda
de ponencias haciendo especial hincapié en el concepto
de certificación. Al respecto dijo que “fue fundado con
el objeto de dar un documento que diera la seguridad de
que un profesional médico determinado actúa
correctamente, tanto en su conocimiento científico como
en el marco de la ética y la moral”. Aclaró también que,
hasta hoy, el proceso de certificación y recertificación
es espontáneo y que quienes certifican son las
Sociedades Científicas, cumpliendo con los requisitos
del Consejo de Certificación.
El ex presidente de la Asociación Argentina de Cirugía,
doctor Alejandro Oria, comenzó su exposición señalando
lo importante que resulta hablar de calidad y de
estándares de calidad en cirugía: “Estos conceptos han
modificado enormemente la práctica de la cirugía en
Estados Unidos y están comenzando a modificarla acá
también”, especificó. Oria destacó dos factores que, en
su especialidad, hacen a la definición de calidad: “La
calidad, en cirugía, depende de la estructura y del
proceso”. La estructura, explicó el doctor, está
relacionada con la infraestructura física que conforma
el marco para el desempeño profesional del cirujano. Sin
embargo, enfatizó, “lo importante en cirugía es el
proceso, que se define como la interacción que hay entre
la estructura, los profesionales y el paciente”. Es esta
definición, continuó Oria, la que lleva a distinguir
entre procesos simples y procesos complejos en la
especialidad.
Estas reflexiones llevaron a Oria a repensar, para el
auditorio, el concepto de estándar de calidad. “Un
estándar de calidad es un nivel de calidad que resulte
aceptable; no hay excelencia porque la excelencia es
marketing”, enfatizó. Este nivel de aceptabilidad, no
obstante, se puede ir mejorando. A modo de ejemplo, Oria
refirió el caso de la Asociación de Cirugía de Estados
Unidos que, para mejorar sus promedios de resultados,
inició un programa de calidad que surgió de las
inquietudes de los mismos cirujanos. “Midieron las tasas
de mortalidad en diferentes especialidades de cirugía y,
dispuestos a mejorar, modificaron el proceso, la
interacción, con lo que las tasas de mortalidad se
redujeron”, expuso el doctor.
Para acercar alguna reflexión acerca del ámbito local,
Oria señaló posibles formas de lograr una mejor calidad
en cirugía mayor: “Hay dos opciones: copiar la
regionalización que propone el sistema norteamericano o
crear nuevos centros de alto volumen”. El problema, sin
embargo, prosiguió Oria, es que “la sociedad no se
esfuerza en crear centros de alto volumen ni en proteger
los que existen. Este es un problema típicamente
nuestro”. En los centros de bajo volumen, explicó, surge
el dilema de la desaparición de los especialistas: “No
se puede pagar a los especialistas para que operen a dos
enfermos por mes; éste es un problema dramático”,
sintetizó el doctor.
LA RELACION MEDICO PACIENTE, EN JAQUE
Por
su parte, el Presidente de la Asociación Argentina de
Cirugía Infantil, doctor Federico Saravia de Toledo, dio
inicio a su exposición expresando la voluntad de su
Sociedad de acercar su apoyo a los jueces. Más tarde, el
doctor presentó algunas cifras que dieron cuenta del
incremento de la litigiosidad en el área de la salud:
“Hace quince años se producía un juicio por mala praxis
cada uno o dos meses; hoy, se dan dos o tres juicios por
día”. Esto, prosiguió el doctor, afecta terriblemente a
la relación médico paciente; este vínculo tiene, en su
especialidad, un doblez característico: “En pediatría,
se ve afectada la relación médico pariente porque
nosotros tenemos que dialogar con los padres o la
familia del paciente”.
Otro de los factores que, según expuso Toledo, afectan
al núcleo de esta relación son los avances tecnológicos
que, aunque son indudablemente positivos, han producido
que la práctica de la profesión se multiplicara y se
desmembrara: “En los últimos tiempos, se ha dado una
diversificación de los actores, lo que ha hecho que se
despersonalice la atención del médico con el paciente.
Se ha deshumanizado el vínculo y se ha perdido el afecto
entre el médico y el paciente”, reflexionó el doctor. Es
esa falta de contacto lo que hace, según Toledo, que la
relación se altere: “Es muy difícil llegar a un juicio
de mala praxis cuando hubo un contacto con el paciente.
Las estadísticas de los juicios indican que en el 90% de
los casos hubo una mala relación entre el profesional y
el paciente. Por eso es muy importante intentar volver a
esas fuentes originales”, acotó Toledo.
Entre las causas de los juicios de mala praxis, Toledo
identificó tres variables. “En muchos casos, los juicios
son disparados por la sensibilidad que despierta en el
paciente la información a la que puede acceder a través
de Internet y que, en muchos casos, no puede ser
asimilada correctamente”. Por otra parte, también
influye en el incremento de la litigiosidad indebida,
según el doctor, “el criterio economicista de algunos
abogados que incitan a ese procedimiento”. Pero, además,
también hay una gran responsabilidad en los médicos,
admitió Toledo: “Es en ese sentido que resulta muy
importante la calidad profesional; por eso el proceso de
certificación de los médicos, que se está llevando a
cabo, apunta a que haya la mayor cantidad posible de
médicos certificados”.
Por último, Toledo refirió la importancia de empezar a
contar con peritos certificados en cada especialidad,
para que los magistrados puedan tener información idónea
y calificada a la hora de tomar decisiones que resultan
difíciles. Además, también resaltó que sería muy
positivo el desarrollo, en nuestro país, de tribunales
de evaluación previa, que determinan si corresponde o no
que los casos sean llevados hasta la instancia de
juicio. “Todas estas cuestiones son las que nos van a
ayudar a poder, en el futuro, llevar a cabo nuestra
profesión con mayor tranquilidad y a poder ejercerla en
la forma que corresponde”, concluyó Toledo.
LA IMPORTANCIA DE LA CERTIFICACION
El doctor Gustavo Cardigni, Vicepresidente 1° de la
Sociedad Argentina de Pediatría, comenzó su disertación
aclarando los dos objetivos centrales de su Sociedad,
que está próxima a cumplir 100 años y que cuenta con
14.500 miembros en todo el país: “Nuestros objetivos son
la promoción y la prevención de la salud en chicos y
adolescentes, y la formación integral del médico
pediatra, tratando de actualizar el modelo
permanentemente para ajustarnos al aumento del
conocimiento”. La Sociedad, explicitó, opera con un
modelo basado en la salud, lo que, destacó, “es muy
importante con los chicos, ya que la promoción de la
salud hace que se transformen en adultos sanos y
fuertes”.
En lo que a la formación permanente del pediatra se
refiere, la Sociedad cuenta con numerosos programas de
formación y con una página Web de consulta abierta.
Pero, sobre todo, la Sociedad hace hincapié en los
procesos de certificación y recertificación de los
profesionales: “Para este fin, contamos con una comisión
de evaluación continua, que es totalmente independiente
del poder político de la Sociedad”, destacó Cardigni.
Otro de los aspectos que, aclaró el doctor, conforman
una piedra angular en la formación permanente es la
elaboración de guías y consensos: “Los consensos son la
unión de la opinión de expertos en base a todas las
evidencias disponibles; las guías se elaboran para los
tratamientos de acuerdo con los estándares conocidos y
razonables. Funcionan como material de consulta para
cualquier médico, en cualquier zona del país, y como
material de consulta para algún litigio. Es un aporte
que las sociedades científicas podemos hacer a la
justicia y a los otros médicos”, detalló.
Los avances de la tecnología, expuso luego Cardigni,
también pueden influir en el avance de los litigios en
salud, ya que generan muchos aspectos conflictivos.
Casos ejemplares de esta problemática, ilustró el
doctor, son, por ejemplo, las patologías de sobrevida
que requieren mantener un soporte vital, por lo que el
paciente comienza a depender de la tecnología. “Además
de poner a la familia en un estado de conflicto, estas
situaciones generan muchos dilemas éticos: hasta dónde
hay que seguir con el soporte vital”. Destacó Cardigni
que “quienes trabajamos en esto tenemos claro que la
mayoría de estos conflictos no deberían judicializarse,
sin embargo, uno ve con frecuencia que surgen este tipo
de casos porque a veces no hay acuerdo entre el equipo
tratante y el paciente”. El marco legal, en este
sentido, resulta de suma importancia: “Para tomar
decisiones en este aspecto las leyes son puntos basales,
pero el marco legal que nosotros tenemos en nuestro país
no es muy rico; no hay leyes para el fin de la vida, tal
vez porque no es un tema instalado en la sociedad. Para
esto es indispensable el consenso social. Es un tema que
debería resolver la sociedad toda”, reflexionó el
doctor.
LA ANESTESIA Y SU CONTEXTO
Fue
el doctor Miguel Fernández Vigil, ex presidente de la
Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de
Buenos Aires, el encargado de cerrar la mesa y comenzó
aclarando que su especialidad es relativamente nueva,
tanto en nuestro país como en el mundo. La Asociación
fue fundada en 1945 y ya en 1948 se implementó el primer
curso de especialización. Hoy en día, para obtener el
título de especialista, el anestesiólogo debe pasar por
una residencia médica: “Creo que debería ser así en
todas las especialidades, pero en muchas no lo es”,
subrayó Fernández Vigil. Además, en 1999, recordó
Fernándes Vigil, la Asociación instaló el primer centro
de simulación de Latinoamérica: “El centro sirve para
ver las patologías que no son frecuentes de observar en
la práctica diaria; de allí salen conocimientos muy
importantes y, sin embargo, nunca se creó un centro de
simulación de gestión estatal en nuestro país”, señaló
el doctor.
Más tarde, Fernández Vigil se encargó de definir las
incumbencias y responsabilidades del profesional
anestesista, insistiendo especialmente en el hecho de
que su accionar no debe verse limitado al quirófano: “La
anestesiología es una ciencia médica para el alivio del
dolor antes, después y durante la cirugía. Lo correcto
es poder tener contacto con el paciente antes de que
éste ingrese al quirófano y, luego de la operación,
hacer el seguimiento posterior. Nuestra especialidad
abarca mucho más allá de la práctica del quirófano”.
Además, Fernández Vigil ahondó en el carácter
interdisciplinario que caracteriza a su especialidad:
“El anestesiólogo tiene que manejar fármacos, tiene que
saber de cardiología, de terapia intensiva, de
neumonología, etc. Hacemos el manejo de los pacientes a
través de todas estas especialidades y debemos proteger
las funciones y órganos vitales de todo el organismo,
que se encuentran bajo anestesia y bajo cirugía”.
Fernández Vigil presentó luego algunos datos que dejaron
en claro el nivel de seguridad que ha alcanzado la
anestesiología. Si en 1990 se practicaban en nuestro
país 2.200.000 anestesias por año, hoy en día ese número
ha ascendido a 5 millones. Las causas de este
crecimiento, señaló Fernández Vigil, son el aumento de
la aplicación de anestesias regionales, la
administración creciente de anestesia obstétrica y el
aumento de la edad media de la población. Para
evidenciar el nivel de seguridad de la anestesia,
Fernández Vigil comentó que “en los 60, los problemas
graves por anestesia eran de 1 caso cada 10 mil
anestesiados. Hoy es de 1 caso cada 250 mil anestesias.
El índice de seguridad aumentó 25 veces. Es mayor la
posibilidad de morir en un accidente de auto que en una
anestesia. Sin embargo, la gente piensa que la anestesia
es muy riesgosa, sobre todo por desconocimiento”.
No obstante, en el contexto de nuestro sistema de salud,
señaló Fernández Vigil, esta cifra puede modificarse.
“Creo no equivocarme cuando digo que el 50% de los
quirófanos de Capital y Gran Buenos Aires no deberían
estar habilitados para tratar pacientes. Por eso esa
cifra de 1 caso en 250 mil sube abruptamente. Pero, ¿de
quién es la responsabilidad?”, cuestionó el doctor. En
este sentido, sintetizó Fernández Vigil, resulta muy
importante tener en cuenta el contexto de operación a la
hora de juzgar en un litigio: “En parte, cuando hay un
caso de mala praxis, es responsabilidad nuestra, pero
también hay que tener en cuenta el contexto en que se
dio el caso; se juzga de la misma manera a quien está en
el mejor sanatorio con el mejor equipamiento que a quien
está en un quirófano que no tiene absolutamente nada”.