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Reportes

La urgencia y la emergencia no reemplazan al médico personal o al centro de salud

Reporte Económico FAOSDIR (1)

Con la llegada del invierno se produce un natural incremento de la demanda por servicios de urgencia y emergencia. La mayor cantidad de llamadas solicitando ambulancias y visitas médicas domiciliarias disminuye la capacidad de respuesta de los sistemas de urgencia y emergencia lo que se traduce en mayores tiempos de espera, disminución en la calidad y precisión de los diagnósticos e intervenciones domiciliarias, y, como resultado, la insatisfacción de los usuarios.
El fenómeno ahora se ve severamente agravado por el surgimiento de la gripe A (H1N1), pero más allá de la intensidad y la persistencia que tuvo y puede seguir teniendo este brote, lo cierto es que la disminución en la capacidad de repuesta de los sistemas de urgencia y emergencia no es un elemento nuevo, producido por la gripe A, sino que se viene observando desde hace bastante tiempo atrás.
Los motivos son muchos y complejos, pero hay uno que es especialmente importante: la pauta cultural. Las personas tienden a ser impacientes cuando sufren, o un ser querido sufre una afección y cada vez con mayor frecuencia se inclinan a optar por solicitar la atención en el domicilio. Esto se refuerza por la inseguridad y las dificultades para el acceso en horarios nocturnos a centros de salud.
Los sistemas de urgencia y emergencia funcionan gracias a una técnica de priorización que se denomina triage. Con esta técnica, se clasifican los llamados en orden de gravedad siguiendo criterios de aproximación. Los criterios se identifican con colores cuyos códigos se presentan en el Recuadro 1.



¿QUE BENEFICIOS SUPONE EL “TRIAGE” PARA LOS USUARIOS?

Muchos, pero entre los más importantes se destacan dos. El primero es que la priorización incrementa las probabilidades de que los casos realmente graves reciban atención oportuna. En el Recuadro 1 se presentan algunos resultados de un estudio realizado en España sobre la eficacia de la técnica del triage (“Estudio del triage y los tiempos de espera en un servicio de urgencia hospitalario”. Alvarez y otros, Revista Emergencias, Vol. 10, 1998. http://www.semes.org/revista/vol10_2/100-104.pdf). La evidencia es parcial, pero tiene el valor de ilustrar con mucha simplicidad los beneficios de la técnica. En la experiencia de triage que se analiza en ese estudio surge que el 78% de los casos que fueron identificados con el código rojo (y que, por ello, dispararon una asistencia de emergencia) luego ameritaron una intervención médica de importancia. El 22% restante fueron casos de importancia menor. Es decir, cuando el caso era serio y ameritaba premura el código rojo cumplió su objetivo.
El segundo beneficio es que para los casos que no son graves, la misma llamada telefónica del usuario sirve para contener y tranquilizar –al transmitírsele que el caso no reviste gravedad– y además para instruir sobre los pasos más apropiados a dar. Esto es, el traslado por medios propios a un centro de salud y la posterior consulta con su médico personal. Esto surge de la evidencia entre los casos que fueron identificados con código verde, el 95% eran eventos de poca importancia que no ameritaban una asistencia de emergencia o urgencia en domicilio. O sea, cuando no hubo premura el código verde cumplió con su función, que es sugerir que el paciente concurra al centro de salud o a la consulta con su médico personal.

LA ENSEÑANZA QUE DEJA LA EVIDENCIA

Ninguna evidencia es concluyente. Pero ésta -la del triage- sugiere con elementos válidos algo muy valioso para información del usuario. El interrogatorio al que se somete a una persona que llama a un servicio de urgencia y emergencia no está destinado a negar la prestación sino a priorizar recursos escasos (ambulancias y médicos a domicilio) para que personas que los necesitan en forma inmediata e irremplazable (los códigos rojos) los reciban en forma oportuna.
Los pacientes que reciben un código verde no son rechazados. Muy por el contrario, se los está canalizando hacia la calidad médica: el médico personal o el centro de salud. Una visita a domicilio de un médico que no es el de confianza, o de un equipo de ambulancia, no reemplaza la acción del médico personal o del centro de salud. Reemplazar al médico por la urgencia y la emergencia no es buena medicina porque la urgencia y la emergencia no está pensada para curar. Es episódica, imperfecta y sólo debe entrar en acción excepcionalmente cuando una afección pone en riesgo la vida, incapacita a la persona o produce un dolor físico excesivo. Para todo lo demás, hay que recurrir al médico personal o al centro de salud.

 

 

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