|
Si bien la
inquietud por disminuir el riesgo asociado al proceso de
atención médica nació junto a la medicina misma: “primum
non nocere”, creció de la mano de importantes personajes
gestores de la mejora en la calidad asistencial, como
Ernest Codman y Avedis Donabedian, ésta adquiere su
máxima expresión en la comunidad médica y en la sociedad
en general, luego de la publicación del IOM (Instituto
de Medicina de EE.UU.):”Errar es humano”.
En la década de los 90, a raíz de una serie de muertes
hospitalarias inesperadas en los hospitales de EE. UU.,
que cobraron pública trascendencia, la administración
Clinton ordena crear una Comisión para el estudio de la
Seguridad del paciente. Aparece entonces el informe del
Instituto de Medicina de los EE. UU. (IOM): “Errar es
Humano”, asegurando que mueren al año entre 44.000 a
98.000 pacientes por eventos asociados a la atención
médica, situando la mortalidad por errores médicos como
la octava causa de muerte.
Si bien esta publicación recibió serias críticas
respecto a si esas muertes guardaban sólo relación al
evento, o eran muchas de ellas el final esperable en la
patología que había motivado la internación (Deaths due
to medical errors are exaggerated in Institute of
Medicine report. JAMA 2000), lo cierto es que abrió las
puertas al estudio del error médico, a la revisión de
los procesos, y permitió que el tema se impusiera tanto
en los niveles de Gestión Sanitaria, como en los equipos
asistenciales, y que por último despertara el interés en
los responsables de la gestión de riesgo, como
herramienta indispensable para disminuir el riesgo
médico-legal de las instituciones y de los profesionales
que en ellas se desempeñan.
La Seguridad del paciente hoy, se entreteje en la
administración de la asistencia sanitaria, ya que
numerosos estudios demuestran que los costos disminuyen
controlando los errores del proceso, y que la misma
tiene que ver en forma directa con el éxito de toda
organización de Salud. Por esto, se sumaron al centro
del debate, los responsables de los costos sanitarios,
cuando al estudiar el alto impacto económico de los
eventos adversos vieron la necesidad de controlar este
“costo oculto” no contemplado hasta entonces.
En marzo de 2002 la Organización Mundial de la Salud
(OMS) en su 55a Asamblea Mundial informó tasas muy altas
de eventos adversos para diferentes países desarrollados
que oscilaron entre 3.2% y 16.6%, corroborando el gran
problema existente en el ámbito mundial.
Lanza entonces como respuesta en el 2004 la Alianza
Mundial para la Seguridad del Paciente.
La Alianza trabaja desde entonces con propuestas y
proyectos para los estados miembro.
Un elemento fundamental del trabajo de la Alianza es la
formulación de Retos Mundiales por la Seguridad del
Paciente.
El primer reto se centró en las infecciones
hospitalarias y el actual está abocado en la seguridad
de la cirugía, con el proyecto denominado: “Cirugía
segura salva vidas”, que logró disminuir en un tercio la
morbimortalidad asociada a la cirugía en la etapa de
prueba (NEJM, 29/01/09).
Aspectos prácticos para iniciar una propuesta de mejora
de la Seguridad:
• Ante todo debe gestarse una Cultura de la
Seguridad:
1. Consciente de que los eventos adversos existen
y que las cosas pueden salir mal.
2. Capaz de reconocer los errores y aprender de
ellos.
3. Abierta e imparcial, dispuesta a compartir los
errores.
4. Mirada sistémica, centrada en los procesos y
no en los individuos.
5. Justa en su trato con el personal cuando
sucede un evento.
6. Constructiva: generando cambios que prevengan
la reiteración de los eventos.
7. Impacto positivo en la Organización.
• Esta Cultura de la Seguridad debe contar con
el compromiso de las máximas autoridades de la
Institución y debe formar parte de los objetivos
centrales de la misma.
• Temario inicial propuesto por la OMS:
1. Medicamentos de aspecto o nombre parecidos.
2. Identificación de pacientes.
3. Comunicación durante el traspaso de pacientes.
4. Realización del procedimiento adecuado en el
lugar del correcto cuerpo.
5. Control de las soluciones concentradas de
electrólitos.
6. Asegurar la precisión de la medicación en las
transiciones asistenciales.
7. Evitar los errores de conexión de catéteres y
tubos.
8. Usar una sola vez los dispositivos de
inyección.
9. Mejorar la higiene de las manos para prevenir
las infecciones asociadas a la atención de
salud.
El desafío para las Instituciones es conformar un equipo
interdisciplinario de trabajo por la Seguridad de los
pacientes, que redunde en la Seguridad para el equipo de
Salud, y por ende para la propia Institución
|