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 QUO VADIS SALUD

 

La salud mental, una prioridad

Por primera vez en su historia, la Conferencia General de Salud incluyó una mesa dedicada al sector de la salud mental, en la que los distintos representantes analizaron el presente de su actividad y criticaron la nueva ley nacional. Un debate que incluyó las miradas de los ámbitos público y privado.

Bajo el título “Dudas y certe-zas”, Quo Vadis Salud contó por primera vez con una mesa dedicada al sector de la salud mental. La quinta presentación fue coordinada por el doctor Floreal López Delgado y contó con la participación del doctor Carlos Nasep, director de la Clínica Avril; el doctor Alberto Monchablón, director del Hospital Moyano; y el doctor Andrés Mega, psiquiatra del Cuerpo Médico Forense.
El doctor Carlos Nasep estuvo a cargo de la inauguración de la mesa. A través de una exposición concisa y clara, el titular de la Clínica Avril presentó un panorama del sector en los últimos diez años y analizó los distintos cambios en las patologías a la luz de los avances en las tecnologías de comunicación. Tras presentar un pequeño video que analizaba la modificación de los vínculos entre las personas con el uso de redes sociales como Face- book y Twitter, el doctor aseguró que estos sistemas de comunicación modificaron los paradigmas sociales.
“Este cambio de paradigmas sociales gestó nuevos pacientes –sostuvo el doctor Nasep–Hace diez años teníamos una mayoría de cuadros psicóticos y depresivos, pero esto se modificó. Antes se tildaba de loco al psicópata y se lo encerraba, capturando el terror de la sociedad porque era diferente. Hoy estamos agrupados en infinidad de grupos y cada uno está en su mundo. Lo diferente no causa ningún temor. Gracias a la tecnología en psicofármacos, la psicosis está acotada.”
En cuanto a la depresión, el doctor recordó que, con la crisis del 2001, “el paciente típico ingresaba a la clínica tras una ingesta de pastillas o un corte de venas, después de haber perdido su trabajo o participar en una convulsión social, sin horizontes ni perspectivas.” Hoy también existen intentos de suicidio, pero por otros motivos: “En el nuevo paradigma social no se tolera lo que no se resuelve de inmediato. Y, en una personalidad frágilmente estructurada, esa frustración lo lleva a actuar. Los motivos son otros y nuestra respuesta también es diferente.”
Nasep contó que en el último Congreso Internacional de Psiquiatría que se realizó en Buenos Aires en setiembre último, se categorizaron las épocas en el campo de la salud mental: “De 1990 al 2000 fue la década del cerebro: lo que aprendimos y avanzamos en neurobiología y neuroquímica fue fantástico. Del 2000 al 2010 operaron los cambios de conducta que generaron a estos nuevos pacientes. Y en esta época estamos tratando de articular al “cerebro social”: hoy pensamos en 140 caracteres como en Twitter, no hay una idea de una página”, describió el especialista.
“Los cambios tecnológicos en las comunicaciones y en los paradigmas sociales cambiaron nuestros pacientes, sus patologías y enfermedades –concluyó el doctor Nasep-. Esta situación generó una respuesta terapéutica distinta basada en el trabajo en equipo, en la psicofarmacología y en las psicoterapias en acto. Quiero poner el acento en esto último. De aquellas largas psicoterapias donde teníamos que elaborar y procesar todo, hoy son intervenciones terapéuticas que corrigen un rumbo y dan apertura a una elaboración.”

LA PROBLEMATICA DE LA HOSPITALIZACION

A continuación tomó la palabra el doctor Alberto Monchablón, director del Hospital Moyano, que alberga a pacientes mujeres de la ciudad de Buenos Aires. El funcionario dedicó la mayor parte de su tiempo de exposición a relatar distintos argumentos contra la flamante ley que afecta la actividad del sector, que regula los tiempos y las condiciones de internación de los pacientes y la injerencia de los profesionales en los diagnósticos y tratamientos.
“No estoy a favor de esta Ley Nacional de Salud Mental, ya firmada y aún no reglamentada –expresó el doctor-. No se consultó a las Sociedades de Psiquiatría, la Asociación Médica Argentina, la Academia Nacional de Medicina ni a nadie del ambiente médico. Además, se partió de la ideología de que todo está causado por la sociedad en una suerte de sociogénesis: la sociedad te enloquece. Estoy totalmente de acuerdo con que la sociedad me puede llevar al borde de la locura y el suicidio si pierdo el trabajo, a un ser querido, si caigo en la droga o en el alcohol. Pero la esquizofrenia la padece quien tiene una vulnerabilidad previa en el cerebro. No comparto esa idea de que la sociedad me causa la locura.”
En su análisis de la nueva ley, Monchablón reflexionó acerca del vínculo entre la locura y el encierro: “Todos sabemos que la locura aguda es peligrosa para el paciente y para terceros. Estamos hartos de ver suicidios y homicidios graves. Y siempre está la locura detrás. Por otra parte, si potencialmente alguien va a matarse o matar a otro, tiene que haber una instancia desde la psicofarmacología para frenar el sistema que está alterado.”
Monchablón contó que cuando ingresó en el Hospital Moyano, en 1974, había tres mil pacientes. Hoy, la cifra apenas supera los 850. “Indudablemente ha habido un cambio: el hospital se fue desinstitucionalizando rápidamente. Lo que facilitó esta situación fue, primero, que la acción de abandonar al paciente en el hospital se ha ido revirtiendo y la familia comenzó a llevarse al paciente a su domicilio. Por otra parte se generaron mecanismos periféricos no manicomiables.”
En ese sentido, el funcionario expresó que la ley no contempla la salida de los internos. “En el hospital Moyano hay 110 pacientes que hoy están recuperadas, pero no se pueden ir porque no tienen dónde, porque Buenos Aires es peligroso y porque no tienen recursos económicos.” Monchablón destacó el sistema alemán, en el que existen casas de “medio camino” para albergar a los pacientes que egresan de los hospitales y que le aporta 500 euros al familiar para que trasladen al paciente a su domicilio después del brote. “Son medidas de acción social que habría que tomar para acompañar a la nueva ley”, reclamó.
Monchablón expresó su temor acerca de las posibles consecuencias que tendría un proceso de desmantelamiento de los hospitales psiquiátricos: “En Los Angeles el paciente es echado a la calle y en invierno se muere de frío y de hambre. Y eso no sale en los diarios. En EE.UU. el 22 por ciento de los presos son esquizofrénicos. ¿Cómo puede ser que un esquizofrénico vaya a parar a la cárcel si es un enfermo mental? Va a pasar eso, si cierran los hospitales psiquiátricos. En Italia los soltaban en invierno y los atropellaban en la ruta. Es gravísimo para el derecho humano que un enfermo que ya está minusválido, discapacitado y con una tremenda vulnerabilidad, tenga que salir a vivir en una sociedad peligrosa y convulsionada como la de la ciudad de Buenos Aires.”

UNA LEY CUESTIONABLE

El doctor Andrés Mega, del Cuerpo Médico Forense, fue el encargado de cerrar la mesa sobre salud mental. Con un gran sentido del humor para entender la profesión y los estigmas que la rodean, y valiéndose de abundantes referencias al cine y la densidad histórica de la psiquiatría, Mega expuso una crítica detallada a la ley que impulsa el Gobierno Nacional.
“¿Cuáles serían los beneficios de esta nueva ley? Evitaría la internación psiquiátrica indebida y su prolongación. Pero, ¿hay evidencia de que estábamos internando gente indebidamente? ¿Reteníamos siniestramente gente internada contra su voluntad?”, se preguntó Mega. “Ocurre lo contrario: se procesa por no internar o por no mantener internado a alguien que después se suicida”.
“La ley dice que los psiquiatras medicamos para castigar: el perfil del psiquiatra que contempla esta ley es un perfil siniestro, sanguinario y experimental”, ejemplificó al describir el artículo 12, que dice que la medicación nunca se administrará “como castigo”. Y continuó: “El artículo 13 dice que los profesionales con título de grado están en igualdad de condiciones para ocupar los cargos de conducción y gestión de los servicios y las instituciones –continuó el doctor-. Esto quiere decir que una carrera de cuatro años es lo mismo que una de doce o de dieciséis. No somos todo lo mismo. Hay distintas capacidades, incumbencias y posibilidades.”
Mega también cuestionó a la ley por facultar a la persona internada a abandonar la institución, por asegurar que las internaciones deben realizarse en hospitales públicos y por introducir la figura del abogado para mediar entre el paciente y el médico. “La ley presupone que el abogado tiene tantos conocimientos en psiquiatría como el profesional que indica la internación. Esto posibilita que el psiquiatra también pueda abrir su propio estudio jurídico y llevarlo exitosamente”, bromeó Mega, ante las risas del auditorio.
“La ley consagra los derechos de los pacientes que ya estaban vigentes y respetados –detalló–. Todos los psiquiatras ya trataban de evitar internaciones. Y ya era una práctica común promover tratamientos ambulatorios. Ya se sabía que los tratamientos psicofarmacológicos con el propósito de castigar ya eran considerados una mala práctica profesional. Y la distinción entre internación voluntaria e involuntaria resulta confusa, ya que traerá enormes dificultades en el plano de la responsabilidad frente al daño que el paciente se haga o produzca a terceros.”
Para finalizar, Mega señaló varios olvidos de la Ley Nacional de Salud Mental, como el de cubrir los tratamientos psiquiátricos de pacientes ambulatorios, mencionar un plan específico de prevención en salud mental, establecer quién asume las consecuencias de un posible suicidio u homicidio del paciente al egresar contra la opinión del profesional, o proteger al personal de la salud mental de agresiones verbales y físicas de pacientes y familiares.

 

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