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Concluido el año 2011 y transitados
ya tres pasos de un complejo
conjunto de factores que afectan a
la “salud global”, (ver números
anteriores de la Revista
Médicos–Medicina global) aparece
como conveniente abordar las
lecciones que el mundo debe aprender
de la crisis que se desprende de una
Europa que bien podría ser
calificada como “medieval”, así como
de una democracia referente tal es
considerada en la figura de los
Estados Unidos de Norteamérica.
Indudablemente todo indica que la
“salud como derecho humano
elemental”, se encamina hacia su
peor hora...
Lecciones:
1. La Unión Europea, a pesar de sus
exhaustivas regulaciones y controles
ejercidos a través de mecanismos de
control fehacientes, enseña fisuras
“graves” que exponen falencias
operativas cuyas consecuencias más
negativas concentran en el daño en
las “gentes”. Por caso, el fraude de
las prótesis mamarias PIP y el
número de pacientes perjudicadas en
el mundo entero, por fisuras
inadmisibles en los controles de los
estados miembros, deja en evidencia
que los tan alabados mecanismos de
control y seguimiento, no son más
que un espejismo y que por ende
depositar la confianza en ellos
representa un error más grave aún.
Es de esperar que la fisura del
sistema se amplíe y multiplique,
debido a reclamos que nacen de
distintos sectores de la comunidad y
que permanecen sin respuesta alguna.
2. Los recortes implementados en
España por el nuevo gobierno, se
muestran como inequitativos tanto
como discriminatorios, aleatorios a
las conveniencias sectoriales del
partido político que asume la
conducción, en desmedro de la
sociedad española en su conjunto. Un
sistema que había sido ejemplo y
referencia para el mundo de habla
hispana, así como para países
anglosajones y otros bien diferentes
en su diseño y esquematización, ha
sido puesto en tela de juicio y
desmerecido por nuevas autoridades
cuya prioridad estratégica se
concentra en hacer los “deberes” que
le impone un Fondo Monetario
Internacional repleto de recetas que
contrarían el sentido común, la
conciencia social y la inteligencia
pública, esto es, van en contra del
derecho humano y ciudadano.
3. Esos mismos recortes que se
representan con una temible tijera
de alcances intangibles, pero
efectivamente destructivos, han
dejado en evidencia que las ciencias
médicas, la investigación y el
desarrollo, así como la inversión
necesaria para su sostenimiento,
necesarios e imprescindibles para el
respaldo de la salud social y de las
personas como individuos, no están
en la consideración política, no
ahora, tampoco de cara al futuro.
Ello se desprende de medidas que
pretenden avasallar para luego
justificar, jamás innovar, mucho
menos conservar los espacios ganados
con las “pestañas quemadas” por los
otros.
4. Otro ángulo del modelo de los
“recortes” españoles en la materia
médica, deja en claro que la
medicina como ciencia, que el
sistema de salud como derecho
social, son la trama necesaria para
interrelacionar a las partes
involucradas, coordinándolas de cara
a necesidades versus coberturas y
prestaciones, tampoco entran en la
consideración de la planificación de
los estados políticos, lo cual
redunda en un médico de rodillas
ante el sistema, esclavizado a los
antojos de los oportunismos que
nunca miden las consecuencias. Más
horas de trabajo con menos
remuneración, menos medios
asistenciales y muchos menos
recursos nacidos de presupuestos
genuinos, imponen la clara visión de
que la “comunidad” de votantes no es
significante a la hora de las
obligaciones del Estado, más ausente
que nunca antes.
5. Una anticonducta más de la larga
lista que desciende del otrora
excepcional modelo europeo, son las
dramáticas deudas que han aflorado
por claras omisiones y negligencias
de estados ausentes y de
funcionarios obsecuentes. Las
víctimas de esta operatoria no son
otros que los mismos protagonistas
que el cáncer económico ataca en el
ámbito social como un todo, médicos
indefensos, farmacéuticos librados a
su suerte, pacientes denigrados por
un sistema que los asume como
“material descartable”. Sin
abandonar este mismo nicho de las
economías quebradas, no debe
omitirse lo actuado por ese mismo
Estado en relación a sus
proveedores, incluyendo en ellos a
la propia Industria Farmacéutica,
que se transforman en agentes
acreedores a eternidad de deudas que
nadie tiene la intención de
resolver. En este caso, pretender
fabricar deuda para luego someter a
los mecanismos sociales en
solidarios responsables de un acto
de barbarie, aparece como un hecho
demencial de parte de los estamentos
políticos, más allá de los grises y
sus consideraciones.
6. El impuesto a la enfermedad,
ahora denominado “copago”, promete
extenderse a toda Europa acompañando
la decisión política de restar
servicios, horarios, tecnologías, y
todo aquello que el Estado ausente
considere “gasto”. Que la salud
pública, derecho humano elemental,
sea asumida como gasto y carga
públicos, tendrá como consecuencia
un daño social y económico que hoy
se muestra como intangible, aun
cuando ya pueden estimarse los
impactos degenerativos de semejante
consideración.
7. La administración Obama, por su
parte, empeñada en corregir el rumbo
de la “salud pública” en Estados
Unidos de Norteamérica, se enfrenta
a una “máquina de impedir” que
además de revelar el fraude que la
ha sostenido por décadas, agrega
nuevos mecanismos que exponen un
sistema de salud diseñado para
pocos, altamente excluyente, para
nada integrador. Dadas las
características de los esfuerzos que
enfrentan a los intereses
sectoriales con los mecanismos de
regulación y control, la tensión se
traduce en daño hacia las franjas
sociales involucradas, cuyos
problemas están cada vez más lejos
de ser resueltos, observándose que
la decisión corporativa de las
empresas privadas de salud se sitúa
bien lejos de cualquier derecho
social y comunitario en un ámbito de
semejante democracia.
Desde luego, las lecciones que
impone el primer mundo a las
economías emergentes, son mucho más
que siete breves puntos, descriptos
para una rauda visión bimensual. Los
ciudadanos del mundo deberían
comenzar a preguntarse de qué forma
serán alcanzados y afectados por
estas reformas, urdidas bajo el
signo del atropello económico de
organismos internacionales viciados
de nulidad, y validados y
homologados por estados políticos
que han perdido su brújula (ya no su
norte). En un mundo globalizado,
creer que el tsunami irá para otro
lado, también es parte de la
negligencia consecuente a las
soberbias y sus desprecios
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