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El día 5 de enero de 2012, el diario La Nación publica
un editorial que reza: “Desigualdades en el sistema de
salud”. En el mismo se hace referencia a informes de la
Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Comisión
Económica para América latina y el Caribe (CEPAL) y el
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD). El trabajo en cuestión sentencia: la cobertura
en salud en el país está fragmentada, con enormes
brechas entre las provincias, lo cual genera una marcada
inequidad social, fundamentalmente en cuanto al acceso a
ella. Más adelante dice: hace falta una reforma
integral, para compensar inequidades que hacen, por
ejemplo, que una persona que sólo puede recurrir al
hospital público tenga más desventajas que las que
acceden a obras sociales y prepagas. En estas líneas,
las tres entidades arriba mencionadas, hacen un resumen
contundente de nuestra realidad en salud. Queda claro
que el hospital público de nuestro país es valorado por
el resto de los países de América latina, cuyos
habitantes recorren miles de kilómetros para recibir
asistencia gratuita en los hospitales de la Capital
Federal, prefieren recorrer distancias más largas y
llegar hasta nuestra metrópolis, para una atención de su
salud que ellos consideran de mayor jerarquía. Cada
provincia tiene su subsistema estatal, y de acuerdo a la
capacidad de gestión de cada gobierno, surgen las
diferencias de atención. Los que conocemos el rubro
desde hace décadas, sabemos que la atención en el
sistema hospitalario de algunas provincias deja mucho
que desear. En cambio otras son ejemplo de la buena
asignación de recursos.
Un escalón intermedio es de las obras sociales
provinciales agrupadas en la COSPRA, donde se destaca la
prestación brindada por la poderosa IOMA, obra social
que además de poseer recursos, está bien gestionada y
funciona como un organismo autárquico, y aquí el
resultado es el esperado: asociados conformes y aumento
del número de afiliados voluntarios (prepaga de la obra
social). Otras obras sociales provinciales que no
cumplen con las pautas arriba señaladas (autarquía y
buena gerencia), tienen graves déficits de atención y
acceso al sistema.
Un capítulo aparte es el de Pami, aquí los recursos son
suficientes y el sistema está bien diseñado. Las
variantes que afectan las prestaciones son de orden
político y de gestión. Como expresa el trabajo publicado
por la CEPAL, la OPS y el PNUD, el mejor subsistema de
salud en nuestro país es el de las obras sociales
gremiales, no importa si el gremio es estatal, de los
mercantiles o camioneros. Hoy un paciente de obra
social, viva en Catamarca, Misiones o cualquier otra
provincia, tiene acceso inmediato a prestaciones
oportunas y de calidad. Un afiliado de obra social puede
operarse de cualquier patología en cualquier punto de
nuestro territorio. Este subsistema nacido a mediados
del siglo pasado, se desarrolló con el correr de los
años, fortaleció sus lazos con el sector privado y con
hospitales estatales que brindan prestaciones de
excelencia, optimizó la accesibilidad, mejoró
sustancialmente el nivel de calidad, comenzó a solicitar
acreditación de los establecimientos de internación.
Implementó programas de prevención. Con el programa de
libertad de opción entre las obras sociales mejoró la
competitividad. La eficacia en la asignación de recursos
es superior a la de otros subsistemas.
No hay duda de que hay desigualdades en el sistema de
salud. Que hay que tomar acciones correctivas. Pero a no
equivocarse, ya tenemos un sistema para mirarnos en el
espejo.
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