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Opinión


El sentido de los retrocesos
 
Por el Licenciado
Víctor Norberto Cerasale [MBA R&D]
 

Suelo preguntarme qué está sucediendo en el mundo como para que los gobiernos escudados en el estado de crisis, vayan en contra de sus sociedades restándoles servicios o cargándoles “peajes” para desalentar los accesos, sea en consultas, sea en estudios, sea en traslados, sea en tratamientos. Curiosamente, la salida de un estado de caos cursado en ocasión de la Segunda Guerra Mundial, habilitó a la creación de un estado de bienestar que se fue perfeccionando según maduraban las estructuras políticas y económicas. Entonces, la crisis era mucho mayor que la actual ya que las estructuras sociales organizacionales habían sido pulverizadas... no había recursos disponibles, ni escasos ni suficientes, pero sí existía la voluntad política de dar forma estable a un gasto social creciente, necesario para favorecer mejores estándares productivos.
¿Qué sucede ahora para ingresar a una etapa de revisionismos donde todo lo hecho parece estar mal?... indudablemente, la crisis económica es una excusa para justificar la incapacidad política para dar un salto de calidad hacia la equidad y la ética de las necesidades sociales. Traducido, si no se sabe cómo funciona la ecuación, aparece como inapropiado el “inventar” un resultado... y justamente eso es lo que está sucediendo... lo que promete agravar el de por sí “grave” resultado esperable.
El progresivo desmantelamiento de las estructuras científicas de investigación, hecho que está cursando en este mismo momento, es en sí mismo un hecho aberrante con signo irreversible, ya que se trata de modelos que se construyen poco a poco, siguiendo metodologías no fáciles de diseñar, pero que al verse fracturados retrogradan instantáneamente a “cero”, provocando la pérdida de los cerebros tanto como de los compromisos, perdiéndose años de trabajo que se tornan en sí mismos irrecuperables... de hecho Usted no puede comenzar a investigar por el medio de algo, antes bien debe respetar la teoría de los procesos... de “a” pasar a “b”, no empezar por “j” y pretender alcanzar la “z”, ya que ni siquiera llegará a la “k”... parece una verdad de perogrullo, pero no lo es... léase, investigar demanda inversión... pero romper los hilos de las investigaciones implica no sólo enviar a pérdida a los investigadores (personas como Usted o como yo), sino sacrificar “contenidos” y valores agregados en estado potencial.
La investigación en sí misma no es sinónimo ni de propiedad intelectual como tampoco de patente, sí en cambio lo es asegurar el agregado de valor en el tiempo, ya que si lo hallado guarda significado intrínseco, ello obligará a ascender un escalón y avanzar dando lugar a un cambio que se ate con el siguiente... cuando esto no sucede el retroceso se torna trágico, no sólo frustra a los involucrados, sino que oxida los conocimientos, tema no menor. En sí misma, la investigación suele tener fracasos estrepitosos de los que nadie se entera, pero que siempre dejan la puerta abierta para descubrir un nuevo camino hacia mejores resultados.
En el centro de la escena de la rutina se ubican las gentes, ciudadanos comunes que pretenden conservar sus estados personales de salud, protegidos por un régimen de cuidados médicos normalizados y equitativos... el acceso a la información en tiempo real, ha permitido que los pacientes puedan agregar valor trasmitiendo a los médicos, y por ende al mundo científico, experiencias hasta ahora inéditas. Esta nueva onda ha otorgado disponer de causas y consecuencias terapéuticas tan desconocidas como impensadas, y los organismos técnicos han tomado debida nota de ello, asumiendo iniciativas positivas perfeccionables. Lo dicho sirve, o lo haría, para retroalimentar el modelo, a favor de las gentes, claro está.
Las visiones políticas distan de dimensionar lo antedicho, así es que toman la tijera y antes que cortar con sentido, destrozan por las dudas, asegurando hacia futuro la muerte del sistema. ¿Sirve?, no sirve... ya que en salud, el gasto se geometriza a partir de todo aquello que se esquiva u omite, de hecho no es factible colocar a los pacientes debajo de la alfombra e intentar hacer de cuenta que no existen... o lo que es lo mismo, no se pueden colocar las enfermedades bajo la alfombra y pretender que no las hay... ya que todo derivará en costos que devorarán a las estructuras públicas consumiéndolas en urgencias.
Detrás, el discurso habla de prevención a partir de una adecuada atención primaria... en la práctica aquellas urgencias se tragan los gastos incurridos por la ausencia de los sentidos de oportunidad, algo que en salud es tan inapelable como inaceptable... transformándose en catastróficos por propio peso específico, contrariando los ahorros estimados al desalentar la atención “oportuna” de las personas. Traducido, una vez más, los balances contables equilibrados y en azul, no contribuyen a “sanar” a las gentes, antes bien aseguran que los siguientes balances contables se nutran de rojos irreversibles.
Lo antedicho se vincula a la manipulación de los indicadores estadísticos... en primer lugar, las gentes no son números ni tampoco indicadores... en segundo lugar, la información estadística sirve a modo de película, y deja de servir cuando sus imágenes se detienen para justificar decisiones que dañan a las personas involucradas, recursos humanos irrecuperables en tiempo y espacio, sean pacientes o sean médicos.
Cada vez que el mundo político cercena servicios médicos para alcanzar ahorros en lo inmediato, la mediatez se verá invadida por un tsunami de gastos que, para no ser vistos, fueron colocados bajo la alfombra mediática. Cabría preguntarse, ¿cómo es posible que las estructuras privadas logren estándares de eficiencia sostenibles en el tiempo?, o también, ¿cómo es posible que las estructuras públicas no encuentren sus equilibrios autosustentables?... acaso, ¿alguien ha medido el daño moral producido a un paciente frustrado?, o peor aún, ¿alguien ha medido el daño producido al sistema por cada tratamiento no administrado siguiendo aquel criterio de oportunidad incuestionable?... sí, se han medido... y sus resultantes indican que por cada dólar no invertido en el momento justo, el sistema se verá obligado a gastar entre 5 y 8 dólares por cada servicio, generando una cascada imparable de multiplicadores que terminarán sacrificando y comprometiendo a todos los actores.
Conclusión, no es bueno agobiar a las estructuras... como tampoco lo es frustrarlas.
El mundo de la investigación médica es esencialmente dinámico, y demanda una interpretación ético-política en tiempo real. Cuando las interpretaciones atrasan, inmediatamente resultan en movimientos retrógrados. Lo mismo sucede con las patologías y sus actores, cada vez que son víctimas propiciatorias de supuestos ahorros, el daño ejecutado hacia adelante termina comiéndose al sistema, mal que les pese.
 

Licenciado [MBA R&D] Víctor Norberto Cerasale, 2013-07-29. Copyright by Cerasale, 2013. Derechos reservados. Exclusivo para Revista Médicos, Medicina Global.
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