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Grupo PAIS - Informe Especial



¿Qué recursos humanos

debemos formar

para el nuevo

escenario sanitario?

Por la Profesora Emérita Noemi Bordoni (*)

   

 
La Argentina enfrenta nuevos desafíos a los cuales el sistema formador de recursos humanos en salud debe atender:
conviven los perfiles epidemiológicos tradicionales y los propios  de la transición en las condiciones de salud, que contieneel perfil epidemiológico y de la atención sanitaria;

aparecen nuevos problemas  asociados con la sobrevida de  niños con bajo peso al nacer, las enfermedades emergentes (HIV/Sida), reemergentes (TBC, Malaria, Chagas), las enfermedades no comunicables y los problemas ambientales con impacto sobre la salud y,

se abre el diálogo con problemáticas complejas vinculadas con la exclusión social.

El nuevo perfil del recurso humano requerido para este contexto puede ser definido como un profesional generalista con plasticidad para los cambios y con competencia para la lectura e interpretación  de la situación de salud y de sus determinantes. Su formación requiere la aplicación de modelos didácticos alternativos, tales como el enfoque constructivista, el aprendizaje basado en problemas o en proyectos, la enseñanza focalizada en la comunidad y la formación  basada en competencias.

Este perfil se inserta en un campo atravesado por búsqueda de la integralidad curricular, la ética, la interculturalidad, el humanismo,la calidad y la redefinición técnica de ejes curriculares ordenadores que respondan a los nuevos tiempos.

Esta visión incluye:

(a) enfoques educativos en el contexto de la nueva sociedad de la información,

(b) la construcción de flujos de intercambio entre las instituciones y los grupos de poder,

(c) la reflexión y la problematización instalada como el motor para comprender lo que debe aprenderse y para traducir el

aprendizaje en prácticas reflexivas, ya que el aprendizaje del alumno se produce cuando adquiere relevancia, recordando

que relevancia se construye socialmente y tiene como tarea de análisis los procesos por los cuales los problemas se producen.

(d) la necesidad de formación de recursos humanos con nuevas o renovadas orientaciones.

Como contraparte el escenario institucional en el cual debe insertarse este recurso humano para ejercer una nueva salud pública requiere:

equidad del sistema,
redefinición de modelos prestadores para que guarden pertinencia con los perfiles epidemiológicos,
toma de decisiones sustentadas por la evidencia, centradas en el paciente y focalizadas en la comunidad,
existencia de adecuados marcos de regulación laboral y alianzas interinstitucionales estratégicas,
validación y aplicación de indicadores multinivel para la evaluación de efectividad de las intervenciones y
redes de servicios articuladas con criterios de complementariedad.

La equidad requiere políticas capaces de formar recursos con competencias esenciales tendientes a evaluar el impacto social de los conocimientos, identificar “las causas y las causas de las causas” de las inequidades en salud y traducir la investigación en políticas de salud, inclusive en las dimensiones económicas. Este proceso de integración docente-investigativoformador necesitará reconocer y aplicar criterios operativos para:

(a) priorizar los problemas, los grupos o las comunidades aplicando criterios de vulnerabilidad en el diagnóstico individual y colectivo, así como en las intervenciones dirigidas en ambas dimensiones y programadas por metas de servicios;

(b) privilegiar el momento oportuno para la intervención dentro del proceso de salud-enfermedad-atención-cuidados;

(c) introducir la atención integrada teniendo en cuenta la interdisciplinariedad y su traducción práctica -la integración- actúa como proyección pragmática para desarrollar un conocimiento sensible al valor de la complejidad del campo de la salud;

(d) poner el énfasis en los componentes de promoción de la salud, educación para la salud y prevención de enfermedades evitables;

(e) guardar la coherencia entre las diferentes dimensiones en la escena donde se desarrolla la práctica formadora, mediante la transversalidad de contenidos básicos, clínicos y sanitarios;

(f) emplear la tecnología apropiada inclusive en la gestión, para la resolución de los problemas priorizados aplicando redes de servicios con estrategias concertadas de acción, responsabilidad de cartera en la demanda y atención programadas;

(g) aplicar criterios de calidad considerando que la calidad es un objetivo móvil;

(h) fortalecer grandes acuerdos entre actores claves mediados por procesos deliberativos.

Los sistemas de Educación Superior deben redefinirse en medio de las tensiones que generan:

(a) la necesidad de transferir rápidamente los conocimientos a la producción, pero existiendo brechas entre las tecnologías del mundo desarrollado y las posibilidades locales y (b) la obligación de diseñar un nuevo perfil en su vinculación con la Sociedad y con el Estado  cuando la propia relación entre la Sociedad y el Estado está en revisión y cuando ambos espacios están necesitando de la capacidad universitaria para incentivar los valores trascendentes y no negociables que los garanticen. De allí que cada universidad debe hacer su contribución particular y ese “rendir cuentas” sólo podrá cumplirse aplicando responsablemente creatividad e innovación. Es posible que, en su carácter de formadora principal, la universidad deba enfrentar grandes cambios centrando su esfuerzo en guiar y combinar el flujo de conocimientos producidos y en abordar contenidos más generales y simultáneamente generar modos de aprendizaje para ser desarrollados durante toda la vida. Deberán cumplir con su compromiso social y cívico, asumiendo  un papel proactivo para los desafíos que presenta la transformación en la formación de recursos humanos en grado y posgrado. Deberán preocuparse sobre la forma de cooperar en la generación de recursos humanos técnicamente calificados y capaces de usar estrategias destinadas a mejorar la salud de las personas y de las comunidades. La comprensión de las diferencias  conceptuales deberán verse reflejadas en la organización curricular de la oferta educativa que, en resumen, dará cuenta de las políticas institucionales aplicadas. Valgan como ejemplo, las tensiones ancladas en concepciones diferentes:

unicausalidad biológica de las enfermedades vs complejidad de la salud;

organización disciplinar del proceso formador vs interdisciplinaridad para abordar la complejidad de la salud;

autonomía de los contenidos básicos, clínicos y sanitarios vs transversalidad básico-clínicosanitaria;

toma de decisiones basadas en la evidencia científica libre de contexto vs toma de decisiones basadas en evidencia científica ligada al contexto;

evaluación del componente estructural del proceso formador vs evaluación del proceso de salud - enfermedad - atención - cuidados incluyendo el impacto de las intervenciones. El diseño y ejecución de renovadas experiencias de formación exigirán de las instituciones y sus actores un esfuerzo de investigación y reflexión acerca de los modelos de práctica que ejercen, la capacidad para la formulación de nuevas hipótesis de investigación educativa, la coherencia con el marco conceptual, seguridad necesaria para la integración de los conocimientos así como para la inclusión de los contenidos disciplinarios pertinentes y la decisión política necesaria para buscar respuestas a los problemas latentes y los emergentes, por los cuales se justifica su permanencia institucional. Para acompañar la transformación del sistema de salud harán falta nuevas ofertas educativas centradas en “Atención Primaria de la Salud”, “Promoción de salud”, “Salud global” y “Determinantes de salud” y “Calidad de vida”.

Son las personas quienes cambian los sistemas y es a través de la renovación de los enfoques conceptuales  que cambian las personas.

(*)  Profesora Emérita, Universidad de Buenos Aires.  
Miembro del PACTO ARGENTINO POR LA INCLUSION EN SALUD.

 

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