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El Seguro Social de Salud en
Argentina
¿Más solidaridad o más inequidad?

Por los Dres. Ernesto van der Kooy y
Héctor Pezzella, Presidente y
Vicepresidente de Prosanity S.A.
Consultores en Salud
El Seguro Social de Salud es la base
de nuestro Sistema Sanitario,
cubriendo en la actualidad a cerca
de 23 millones de personas, lo que
significa un 55 % de la población
aproximadamente.
El Seguro Social al buscar equidad
debe tender a que todos los
beneficiarios tengan acceso a las
prestaciones que necesiten en
igualdad de calidad y de
oportunidad. Observamos sin embargo
que pasa el tiempo y se observa que
progresivamente se va haciendo más
desigual la forma de acceso de sus
beneficiarios según la rama de
actividad que se examine.
En este escrito analizamos
sucintamente la situación histórica
del sector y la actual y proponemos
algunos caminos que a nuestro
entender se deben transitar para
potenciarlo y lograr los objetivos
de calidad, satisfacción, eficiencia
y efectividad adecuados.
Nos referiremos a las Obras Sociales
Nacionales (sin Pami) ya que
pretendemos analizar los mecanismos
para hacer más solidario el sistema
y como sabemos las Obras Sociales
Provinciales y el Pami no aportan al
sistema de redistribución.
La Obras Sociales Nacionales cubren
a la fecha aproximadamente 15
millones de afiliados. En el Gráfico
se muestra la cobertura en Salud en
nuestro País en el año 2011 según un
análisis que hemos realizado.
Las Obras Sociales Nacionales (OSN)
son alrededor de 280 instituciones
definidas por actividad productiva
que agrupan obligatoriamente a todos
los trabajadores comprendidos dentro
del ámbito de la entidad sindical.
Se puede observar una excesiva
concentración de afiliados en pocas
instituciones. Las mayores a 100.000
beneficiarios son solo el 10% del
total, pero aportan más del 70% de
los afiliados al sistema y en el
otro extremo las menores a 10.000
afiliados son más del 50% con sólo
un 4% del total de beneficiarios del
sistema.
Este es en principio uno de los
problemas del sistema existente.
Su financiamiento proviene de un
impuesto al salario, por el cual el
trabajador aporta el 3% de su
ingreso y 6% constituye la
contribución del empleador. El
ingreso de las Obras Sociales
Nacionales ha sido para el año 2012
de 30.000 millones de pesos
aproximadamente.
El sistema de financiamiento basado
en la nómina salarial y no en un
cálculo actuarial que reflejen el
costo esperado de las prestaciones
implica que no existe vínculo alguno
entre los gastos de cada ente y sus
probables ingresos, como es la
práctica indispensable de toda
actividad aseguradora. (SSS/04).
En un sistema de afiliación
obligatoria sin libre elección de
aseguradora como era el de las Obras
Sociales antes de las reformas de la
década del noventa, el espacio para
la discriminación desaparece dentro
de la misma, o sea que existe una
solidaridad interna. Pero al mismo
tiempo existe una clara tendencia a
la presencia de coberturas con
calidades diferentes entre las
distintas Obras Sociales, porque
cada una percibe niveles de ingresos
distintos (ya que son en función de
los salarios de los trabajadores),
mientras que la canasta de
prestaciones a la que está obligada
es la misma y el gasto producto del
consumo de sus asociados difiere
según las estructuras de riesgo que
tiene.
Para paliar esta situación es que se
pensó el Fondo Solidario de
Redistribución (FSR). Sus funciones
fundamentales han sido a)
redistribuir recursos para completar
el aporte de los afiliados de
menores ingresos y b) financiar un
conjunto limitado de prestaciones e
insumos médicos requeridos por
algunos tratamientos para
enfermedades catastróficas. Al FSR
aportan las Obras Sociales un 10% de
los sueldos brutos menores a $ 2.400
y un 15% de los sueldos brutos
mayores a ese monto. Las obras
Sociales de Dirección y las
Asociaciones profesionales de
Empresas lo hacen en un 15% y en un
20% sobre la base de igual sueldo
bruto. La última actualización del
sueldo sobre el que se hace el
aporte diferencial data de 2009.
A fin de tratar de mejorar la
competencia y la eficiencia en un
sistema en grave crisis y
profundamente desfinanciado desde
los años 80, durante la década del
noventa se decidió incorporar
mecanismos de mercado.
Entre las medidas adoptadas se
destacaron: 1) la posibilidad de
libre elección de Obra Social por
parte de los beneficiarios (no hay
dudas respecto al derecho que asiste
al beneficiario de una obra social
de optar por otra, si la primera no
le brinda los servicios con la
calidad pretendida), 2) la
determinación por parte de la
autoridad reguladora de una Canasta
Garantizada de Beneficios (PMO) y 3)
la posibilidad de las O.S. de
brindar planes suplementarios
voluntarios. Al mismo tiempo se
implementó y reglamentó el pago por
las prestaciones efectuadas a los
beneficiarios de las Obras Sociales
por los Hospitales Públicos de
Gestión Descentralizada (939/2000).
En este contexto y sin haberse
modificado el modelo de
financiamiento imperante, en vez de
compensarse el sistema, se
produjeron nuevos incentivos a la
selección de riesgos por parte de
los agentes de salud (mecanismo de
descreme). Si existía alguna
solidaridad el resultado fue una
fuerte pérdida de la misma en el
sistema (salida del esquema de
soporte interno), ya que en términos
generales los afiliados de mayores
ingresos y mejores condiciones de
salud optaron por cambiar de
aseguradora llevándose consigo el
aporte que le correspondía
(generalmente mayor a la cápita
promedio de la Obra Social) y
eligiendo el plan que mejor se
adaptase a sus posibilidades.
Pensamos que si se hubiera
implementado según el ingreso
promedio de la obra social de origen
se habría mantenido el esquema
anterior y si se hubiera
implementado según el promedio del
sistema en su conjunto se habría
conseguido un mejor andamiaje.
Las O.S. de origen se quedaron con
la responsabilidad de garantizar la
cobertura de los afiliados con
mayores barreras para elegir
libremente su Obra Social, aquellos
de menores ingresos y/o peores
condiciones de salud (mayor riesgo),
situación acentuada en aquellos con
número importante de pasivos. Se
profundizaron las diferencias en el
acceso y calidad de servicios que
reciben los beneficiarios según la
obra social a la que pertenecen.
La incorporación de las Empresas de
Medicina Prepaga como prestadoras,
obliga sin dudas a analizar con
mayor profundidad si ha sido
beneficioso para el modelo el haber
puesto a competir a un sistema muy
regulado cuyo principio básico es la
solidaridad, con otro que tiene el
legítimo fin de lucro y la ganancia
como objetivo y que no fue regulado
hasta hace muy poco tiempo.
Para subsanar esa fuerte inequidad
se plantearon entonces algunos
mecanismos compensadores tales como
la distribución del SANO (Subsidio
Automático Nominativo). Si bien
nunca ha existido una normativa
explícita que especifique que el
valor del SANO deba ser suficiente
para financiar las prestaciones del
Programa Médico Obligatorio (PMO)
para cada afiliado, se entiende que
debería asegurar que ninguna obra
social perciba menos recursos que
los necesarios para darle salud a
todos sus afiliados, según su
riesgo, compensando hasta cubrir la
diferencia a las que no lo pueden
hacer en función de los aportes que
reciben, ese fue el sentido de los
decretos 576/93 (lo transferido por
SANO debía ser suficiente para
cubrir la cápita correspondiente al
grupo familiar), y 741/03 (garantía
mínima por beneficiario y no por
titular. Se toma en cuenta el riesgo
del tamaño del grupo familiar).
En el año 2006, con el decreto 1901
se incorporó el mecanismo de
redistribución por la edad y el sexo
como variables determinantes de los
consumos esperados.
Se determinaron cuatro grupos de
edades cada una por sexo y se
publicó una tabla con los valores a
asegurar a cada grupo. Dicha tabla
ha tenido actualizaciones periódicas
siendo la última la correspondiente
a fines de 2011.
Debemos aclarar que nunca se ha
publicado un valor oficial de
referencia del PMO desde su creación
a la fecha, desconociéndose sobre
qué base y con qué metodología se ha
realizado el costeo del Subsidio
Automático Nominativo.
NUESTRA OPINIÓN SOBRE LOS AJUSTES
POR RIESGO
Siempre hemos considerado que a un
mecanismo de libre elección se le
deben sumar mecanismos
compensatorios.
Los ajustes por riesgo (objetivo del
SANO) buscan evitar la selección de
riesgos que los mecanismos de libre
elección generan, y permiten
acercarse a un sistema más
equitativo que garantice una
atención de la Salud de las Personas
universal y uniforme. Los mecanismos
de ajuste de riesgo deben tener
capacidad predictiva y al mismo
tiempo basarse en información veraz
y sustentable.
Los seguros de salud (entre los que
se incluye el Seguro Social
Obligatorio) al agrupar recursos
pueden producir una disminución de
los riesgos, ganar en eficiencia y
obtener mayor equidad entre
individuos con diferentes
necesidades de servicios (deben
existir un número mínimo de recursos
que deben agruparse para generar los
resultados esperados).
Habitualmente en un mercado de libre
elección, los agentes de seguros,
para evitar pérdidas o maximizar su
rentabilidad, ajustan la prima al
riesgo (Diferenciación de primas), o
ajustan el riesgo aceptado por la
prima (Selección de riesgos),
atentando contra la equidad del
sistema y la posibilidad de
garantizar un paquete de salud
universal y uniforme.
Una manera reconocida de evitar esta
situación, es generar subsidios
dentro del sistema a las primas de
los grupos de alto riesgo con dinero
proveniente de los grupos de menores
riesgos (Ellis et. al. 2002). Hay
que generar un mecanismo de ajuste
de riesgos, o sea una metodología de
identificación y clasificación, que
a partir del uso de información
disponible permita estimar los
costos esperados en salud de un
individuo o un grupo basándose en
las tasas de utilización y en los
costos observados durante un
intervalo de tiempo.
Los grupos o individuos con altos
costos (grupos de altos riesgos)
reciben subsidios de los grupos o
individuos de menores riesgos,
tratando de neutralizar los
incentivos para la selección de
riesgos (debido a que entonces a los
seguros les empieza a ser
indiferente la afiliación de una u
otra persona).
Es abundante la evidencia empírica
que demuestra que es técnicamente
posible encontrar una fórmula de
ajuste que permita predecir al menos
una parte de la varianza del gasto
en atención médica por persona. Si
bien los valores más elevados de
predicción se alcanzan a través de
los sistemas que incorporan
información diagnóstica, por la
información disponible la
metodología más aplicada es el
ajuste por grupos de edades y por
sexo.
El mecanismo, junto a la libre
elección, combina solidaridad y
competencia en el mercado
(eficiencia) y si bien, en la
práctica, aun el ajuste perfecto
está lejos de ser conseguido, además
de seguir buscando su
perfeccionamiento, es vital que el
órgano que regula el sistema (en
este caso la SSSalud para el Seguro
Social Obligatorio y para las EMP)
cuente con mayor capacidad técnica
de determinar el gasto esperado que
los agentes aseguradores.
ACTUALIDAD DEL SEGURO SOCIAL EN
SALUD
El Sistema del Seguro Social permite
la libre elección del Agente de
Salud (Obra Social). Algunas Obras
Sociales canalizan los aportes de
los afiliados propios o de los que
captan a EMPs y los beneficiarios
allí se atienden según sus aportes
obligatorios o aportan cuotas
adicionales para el acceso a planes
superadores.
Sigue existiendo una selección de
aquellos de menores riesgos
potenciales (los más jóvenes) y con
mejores salarios. Existe
naturalmente una legítima
preocupación por generar mayores
niveles de solidaridad en el sistema
de Obras Sociales.
El SANO, destinado a hacer más
eficiente el Sistema, si bien
formalmente es uno de los mecanismos
existentes en el FSR, no sólo ha
sido valorizado sin ningún mecanismo
técnico conocido, sino que ha
sufrido además una falta de
actualización permanente afectando
sobre todo a Obras Sociales con gran
número de afiliados pero con menor
nivel de ingresos.
Los valores de su última
actualización son tan poco
razonables que llevan a concluir que
a la luz del costo actual de un PMO
($242,62 según la última
actualización que hemos realizado en
julio 2013), los valores previstos a
compensar por cada grupo no son
aplicables, porque no debe existir
prácticamente agente de Salud que no
los pueda alcanzar.
Es necesario por lo tanto valorizar
adecuadamente el PMO y adecuar una
metodología confiable y proyectarla
a los diferentes grupos de riesgo y
aplicar el SANO en un todo. Del
análisis surgirá si los fondos
existentes son suficientes o existe
la necesidad de aumentar los
recursos del Fondo Solidario de
Redistribución como propugnan
algunos actores del sector.
En la actualidad el Fondo Solidario
de Redistribución opera en dos
modalidades.
La primera es de Reaseguro, donde se
usa el SUR (Sistema único de
reintegro) por el que las obras
sociales pueden recuperar parte de
sus gastos por prestaciones y
medicamentos de alto costo y baja
frecuencia y por prestaciones para
la discapacidad. Ha reemplazado al
APE.
La segunda es la función de
redistribución con mecanismos de
subsidio como el SANO, el SUMA,
SUMATE y SUMÁ 70. El SANO ya ha sido
analizado. El SUMA (Subsidio de
Mitigación de Asimetrías) es hoy el
más importante porque se financia
con el 6% de lo recaudado de los
aportes y contribuciones o sea con
una parte sustancial de lo que va al
FSR.

Una parte de este fondo (20%) en
partes iguales a todos los agentes
de Salud con más de 5.000 afiliados
y la otra (80%) en forma
proporcional al número de afiliados
de cada Agente de Salud. Existen
importes mínimos y topes máximos de
distribución a los que tienen más de
100.000 afiliados y a los de menos
de 5.000 se les asegura un ingreso
mínimo por afiliado similar al
promedio del sistema.
La base de compensación es el
padrón, sin discriminar composición
del mismo, y sin analizar el costo
esperado de las prestaciones a
brindar según la composición de los
diferentes grupos de riesgo.
El SUMATE tiene en cuenta dentro de
cada agente a los monotributistas, a
los trabajadores sociales,
agropecuarios y a los de casas
particulares. La distribución es
automática y proporcional a cantidad
de afiliados.
El SUMÁ 70, es destinado a compensar
a las Obras Sociales que cuentan con
Beneficiarios Pasivos, que se han
mantenido en su órbita.
Los fondos a distribuir entre las
diferentes Obras Sociales previsto
para 2013 provenientes del FSR han
sido estimados en 6.500 millones de
pesos en total.
Los fondos provienen de los aportes
y contribuciones, por lo que
naturalmente deben volcarse al
sistema del Seguro Social
Obligatorio, cosa que no se ha hecho
en los últimos años.
Pero es la metodología con que se
distribuyen la que puede devolver
solidaridad interna a las Obras
Sociales y solidaridad entre ellas.
Esta es nuestra duda a partir de las
medidas tomadas. A todas luces nos
parece que hubiera sido mucho más
apropiado poner en funcionamiento un
ajuste por riesgo verdadero.
Hay muchos problemas a abordar
dentro del sistema. Uno es el tamaño
de los agentes de Salud para que
permitan disminuir los riesgos y
ganar en eficiencia.
El segundo elemento a considerar
debería ser regular convenientemente
la actuación de las EMPs. en el
modelo. El Tercero, avanzar en un
modelo universal de Seguro de
Enfermedades Catastróficas al que
aportarían todos los sectores
disminuyendo los riesgos internos de
cada Agente de Seguro.
El cuarto elemento, valorizar
oficialmente el PMO (que debe contar
con la información más veraz y
completa), ver si los recursos
disponibles del sistema alcanzan
para brindarlo en general y aplicar
verdaderos mecanismos de ajuste por
riesgo a partir de un FSR que tenga
los recursos necesarios para que
todos los beneficiarios accedan con
equidad.
En rigor de verdad, el concepto
desarrollado en el párrafo anterior
está en sintonía con tendencias
vigentes en distintos países de
América que, aún en la
heterogeneidad observable en sus
diseños, ha sido utilizado con
objetivos similares a los propuestos
por nuestra Cámara.
Hemos puesto énfasis en subrayar la
importancia de un minucioso análisis
de las estructuras de costos de las
empresas comprendidas por los
alcances de la ley, ya que las
conclusiones que surjan serán la
base de las modificaciones
arancelarias imprescindibles para
sostener el servicio que afronta
paralelamente costos crecientes y de
difícil control.
Si bien la problemática que plantea
la ley absorbe mayoritariamente las
horas de trabajo en común, nuestra
cámara ha generado también espacios
de divulgación y discusión
científica. En tanto actores de un
sistema de salud nos cabe la
responsabilidad de investigar
aspectos dominantes de la medicina
actual como la aparición de nuevos
fármacos y el desarrollo de
innumerables proyectos de
biotecnología que impactan
fuertemente sobre la calidad de vida
de las personas y sobre los propios
costos del sistema. Una muestra de
lo antedicho es el desarrollo de
nuevos métodos de fertilización
asistida que permitirán que
numerosísimas parejas alcancen el
sueño de la procreación.
Por último, desearía agregar, que
somos conscientes que solo con la
valiosa presencia de todas las
entidades del sector se alcanzará
una síntesis acabada de objetivos,
consensos duraderos y una
representación significativa.
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