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Opinión

Una reforma para la gente… y no para los agentes

Por el Dr. Rubén Torres (1)

 
Hace algunos días el Ministro de Salud de la República de Colombia, el Dr. Alejandro Gaviria, resumía en estas palabras algunas de sus opiniones sobre las reformas de salud en las Américas, y en su propio país, en especial en referencia a la cobertura universal en salud.
Definida por la Directora de la OMS, Dra. Margaret Chan “como el concepto más poderoso que la salud pública tiene para ofrecer”, el concepto de cobertura universal en salud (CUS), tiene por delante todavía enormes desafíos para adecuar sus respuestas a la realidad de cada uno de los países.
Teniendo en cuenta que los objetivos implícitos de la CUS, son la equidad, la mejora de la salud y la protección financiera, una de las primeras preguntas que surge es: ¿Toda la población debe ser cubierta con qué?
Esta discusión central, para la organización del sistema, y el diseño de políticas públicas, está sumergida en muchos países, y en especial en la Argentina, por los conflictos entre diferentes grupos de interés (los agentes), especialmente en referencia a la redistribución de las rentas, y todos visten a sus intereses en el altruismo, aunque todos quieren dinero. Los seguros (sociales-obras sociales-y privados-medicina prepaga) y los hospitales privados quieren financiación directa y pocas preguntas; los hospitales y seguros públicos quieren un flujo permanente de dinero sin competencia; los trabajadores de salud en el sector publico quieren esquemas salariales basados en la permanencia (o persistencia), y no en la productividad y competencia; y los productores de tecnología y medicamentos presionando para el posicionamiento y demanda de bienes de rentabilidad muchas veces dudosa con respecto a los resultados de salud y el bienestar de los ciudadanos. Y llamo sumergida a esta discusión, porque suele ocultar aquellos objetivos centrales a los cuales hacía referencia, especialmente el de mejora de la salud y equidad. Al igual que lo sucedido hace pocos días con el conflicto de los docentes, cuando se creía estar hablando de educación, y se estaba hablando de dinero, aquí sucede lo mismo.
La persistencia de un PMO, al cual indiscriminadamente se añaden prestaciones (cuyo aporte a la mejora global de las condiciones de salud es muchas veces dudoso); que protege solo a los de mayor cobertura (privada y de la seguridad social) es una clara expresión de ello.
Indudablemente, la mejor respuesta a la pregunta es el establecimiento de planes explícitos, que especifiquen que será financiado- para todos- basado en la rentabilidad (en términos de mejora) de los resultados de salud, de forma de beneficiar a la gente…y no a los agentes. Esto requiere poner a los beneficiarios del sistema de salud en el centro, alineando los incentivos y regulando los referidos intereses enfrentados en conflicto feroz, reconociendo que hay legítimos intereses -individuales y corporativos- que no siempre son compatibles con el bienestar del conjunto.
Este papel de esclarecimiento y rectoría constituye el desafío más importante de los ministerios de salud. Y este desafío es persistente y permanente, pues la CUS es un destino, pero también un camino, en un mundo donde las transformaciones de educación e ingresos cambian permanentemente las expectativas y demandas de las personas, en términos de servicios de salud.
Para eso, si los dirigentes quieren hacer historia, hay una batalla interesante por librar, y que va mas allá de discutir precios y fondos, que se pase a hablar de los problemas de Salud Pública, que son sobre todo de valores sociales, de creencias y convicciones, de cultura organizacional, de vocación profunda a la hora de ejercer nuestra profesión o desarrollar nuestro trabajo, de percepciones de “marcas” (pública vs privada), y de un ejercicio central: el de la solidaridad.

 

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