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Opinión


Brújula
mirando al Sur
 
Por el Licenciado
Víctor Norberto Cerasale [MBA R&D]
 

Tal vez, sólo tal vez, sea hora de cambiar la manera de pensar… sea hora de modificar los criterios para abordar los problemas de fondo que acosan a los sistemas de salud, a sus actores, a sus servicios, a sus financiadores, a los públicos, a los privados, y por sobre todas las cosas, a los enfermos…
Viendo lo que está sucediendo en los mal llamados países del primer mundo (Europa), donde los pacientes y médicos, otrora ángulos intocables de un sistema basado en las equidades, se han convertido definitivamente en las variables de ajuste de un sistema perverso que impone condiciones y limitaciones tanto a las necesidades de los enfermos, como a los portadores de los conocimientos adecuados para resolverles los problemas… siendo que, además, el sistema estructural ha sido atacado sin piedad por inconsistencias políticas que han desmantelado lo que funcionaba mucho mejor de lo que lo hace ahora, después de los recortes justificados en la crisis, después de los atropellos a los equilibrios, arrasando definitivamente con el vínculo médico-paciente, y agregando costos ocultos y daños colaterales donde hasta hace mucho no los había.
Detrás de dicho escenario, los estados políticos se han convertido en malos lectores de las señales de cualquier realidad, y junto con ellos, la Industria Farmacéutica, cada vez más corporativa y cada vez más excluyente y disociativa, insiste con una estructura de costos propia del siglo XX, pero desproporcionada y peligrosamente inequitativa para los tiempos que corren, estableciendo un divorcio donde las partes compiten para ver quién toma ventaja de quién, produciendo un daño global en un universo cada vez mayor de gentes caídas del sistema económico, sin acceso a la más mínima consideración humana y/o ciudadana, conformando estadísticas marginales de las que no se ocupa nadie.
En dicha lectura, no debe dejarse de lado el hecho del mundo humano globalizado… ya que epidemiológicamente, todo el panorama planetario de la salud pública se ha visto modificado gracias a las contaminaciones de aguas, aires y cielos, los que además se han visto intoxicados por aportes indeseables del mismo hecho humano, agravado ello por el cambio climático que ha dispersado virus y bacterias, imponiéndolos en una consideración global que, hoy por hoy, pocos tienen y menos asumen.
Traducido, la salud humana se ha convertido en una emergencia (mundial/global), donde muchos estados (la mayoría) niegan lo elemental, intentando preservar sus economías, sin darse cuenta que cada ahorro injustificado, derivará indefectiblemente en un impacto económico geométrico altamente destructivo ya no sólo de los presupuestos sociales, sino de las economías de las propias víctimas, dejándolas a merced de sus suertes. De hecho, existe una estimación global no ratificada, de que más del 60% de las indicaciones terapéuticas no se cumplen (sea por abandono, sea por salida del sistema laboral, sea por incapacidad financiera, o sea por la razón que se ajuste a lo dicho). Si dichas indicaciones no se corresponden con los tratamientos, indudablemente los problemas de salud de esas mismas personas, se acrecentarán, afectando a los enfermos y a cualquier sistema de salud y sus economías, de cara al futuro inmediato.
La pregunta del millón es… durante los noventa se hablaba de reconversión de los sistemas de salud, y ello derivó en inequidades y estrategias de exclusión sistemática y creciente, dando como resultado muchos menos recursos para muchos más abandonados… entonces, por qué no dar vuelta el criterio y comenzar a pensar en las personas, sus necesidades legítimas, sus demandas genuinas, y dar forma a un sistema que incluya masivamente en vez de excluir, intentando resguardar recursos que finalmente se malgastarán en urgencias, epidemias, y enfermedades no tenidas en cuenta?... entonces, por qué no dar un giro al pensamiento y tomar la iniciativa de empezar por las personas, para después hacerlo por las enfermedades, después por las terapias necesarias, luego por los servicios necesarios y adecuados, y finalmente por los recursos imprescindibles para brindar coberturas universales?... cómo es posible que las tecnologías diagnósticas que se superan día a día, sean pospuestas aduciendo razones de “economías” recortadas por los estados de crisis inducidas por impericias de partes, condenando a los pacientes a la incertidumbre de saberse librados a sus suertes, condenando a la mayoría de los médicos a ver cómo unos pocos disponen de accesos privilegiados a diagnósticos sofisticados, mientras que la mayoría procede por adivinación?... cómo es posible que las políticas de salud no contemplen el imperio de los avances tecnológicos, en un mundo donde todo se ha vuelto “celular”...?
Insisto, los presupuestos de los estados ausentes están viciados de nulidad estructural, pero más allá, concomitante con lo antedicho, la estructura de costos aplicativa a las tecnologías médicas están diseñadas para otra época, lo cual produce un daño desproporcionado a todo el sistema, imponiendo valores que condenan a la mayoría de los pacientes a quedar aislados de sus potenciales curas, obligándolos a judicializar sus enfermedades para obtener muy pobres resultados, ya que la mayoría de los veredictos no se cumplen y hasta son esquivados por las ausencias políticas consecuentes con ahorros imprudentes.
Una gran proporción de los pacientes crónicos de esta misma Europa, se han visto obligados a dejar de lado sus medicaciones para priorizar el comer… al tiempo que las gentes excluidas de cualquier cobertura médico-social son cada vez más y más… al tiempo que la globalización ha “globalizado” las enfermedades tanto como las carencias de recursos a la que los estados recurren para restar derechos y producir mentidos ahorros, desmantelando servicios, desplazando profesionales o condenándolos a emigrar a contextos más benévolos…
Los sistemas universales de coberturas sociales han cedido espacios a modelos limitados de servicios escasos y de condicionamientos mayores a las personas, lo que se traduce en un mayor gasto de bolsillo personal, a cambio de ningún ahorro estructural cierto y verificable, tal se aduce… añadiéndose que todo aquello no atendido siguiendo el sentido de oportunidad clínica, determinará indefectiblemente que el gasto, como mínimo, se triplique.
Una vez más… primero las personas… construyendo un sistema social público y único, donde todos participan solidariamente en el equilibrio que sostiene al conjunto, obligándose a sí mismo para no avasallar el derecho del prójimo, hoy omitido, hoy olvidado o negado. De no ser así, las tecnologías se harán cada vez más exclusivas, al tiempo que los sistemas se harán cada vez más excluyentes, a tal punto que para no ahorrar nada, terminarán no dando ningún servicio, dando lugar a un modelo “inerte”, tal está sucediendo hoy.

 

Licenciado [MBA R&D] Víctor Norberto Cerasale, 2014-07-27. Copyright by Cerasale, 2014. Derechos reservados. Exclusivo para Revista Médicos, Medicina Global.
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