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Opinión


Recuperar y Proteger el Sistema de Salud
Por el Dr. Jorge Gilardi,
Presidente de la Asociación de Médicos Municipales de la CABA


La Asociación de Médicos Municipales es, como todos saben, una entidad con una vasta experiencia en la salud pública y en la defensa de los derechos de los médicos; desde allí remarcamos constantemente la necesidad de que exista una política pública de salud de Estado que sea concreta y efectiva y que, en definitiva, ataque los problemas en su origen, en lugar de obrar meramente como un paliativo del cuadro agudo.
Con todo, hemos advertido, y además manifestado, que en los últimos tiempos notamos una falta de políticas claras para el buen funcionamiento de los hospitales públicos, y desde el Ministerio saben que los protagonistas en este marco no son los médicos sino los pacientes, receptores finales de nuestro trabajo.
En tal sentido, nos vemos en la obligación de reclamarle a aquellos que deben conducir y planificar las mejores estrategias y medidas para garantizar una verdadera política pública, que lleven adelante su tarea con plena conciencia del rol fundamental que la salud juega en la vida individual y de la sociedad entera.
Nos preocupa la inexistencia de prioridades, así como de políticas firmes para hacer frente a las distintas problemáticas que deben enfrentar los hospitales del sector constantemente. Día a día los médicos debemos sortear infinidad de obstáculos para poder brindar una atención digna y de calidad, ya que, hoy por hoy, el sostén del funcionamiento de los hospitales es el profesionalismo del recurso humano, de colegas que trabajan en condiciones muy complejas, acosados por la creciente violencia social, soportando condiciones y medio ambientes de trabajo poco favorables.
Demoras en la autorización de los concursos de los cargos vacantes de estructura, repetidos intentos de desfinanciación de jefaturas, cargos de guardia y áreas críticas son ejemplos que podemos citar para dar cuenta del preocupante escenario con el que debemos lidiar constantemente. Enfrentarnos a la desagradable noticia de que una partida del presupuesto viene desfinanciada no sólo es un golpe durísimo para aquellos que emplearon su tiempo, se capacitaron y esperaron meses para llegar, por ejemplo, a un concurso, sino también una falta absoluta de interés hacia los miles de ciudadanos que día a día se acercan a los hospitales en busca de la atención sanitaria.
Dentro de estas dificultades es inevitable señalar la deficiencia edilicia que atraviesan varios de nuestros hospitales. Un solo caso vale de muestra para todo el sistema: el abandono del pabellón Cobo del hospital Rivadavia se convirtió en el paradigma de la desidia y el olvido. Hace años se inició una refacción en el pabellón que quedó inconclusa y que trajo aparejado su cierre; como consecuencia, se desactivaron ocho quirófanos y varias salas de internación. Más tarde se presentó un plan master, es decir un proyecto superador, pero la obra nunca se concretó y el hospital se quedó sin el área crítica y sin el plan master. Hasta se incumple una Ley de Reparación Histórica, que nuestra filial proyectara y que incluso fuera aprobada por unanimidad en la Legislatura porteña. Definitivamente, una clara muestra de la falta de proyección a futuro.
Las residencias son otro tema que merece un párrafo aparte. Los residentes siguen sin cobrar en tiempo y forma y las vacantes se deciden sin ningún criterio claro, utilizando partidas de médicos para especialidades que están por fuera de nuestra carrera profesional. Con esto no queremos plantear una necia disputa de presupuestos entre nuestros compañeros de trabajo, pero hace tiempo que llegó el momento de que las acciones sean ejecutadas con criterio y el presupuesto volcado en las áreas que corresponde.
Como médicos sabemos bien que los tratamientos no brindan en todos los casos resultados instantáneos y, por lo tanto, resulta necesario ampliar el horizonte temporal de nuestras expectativas, analizar, estimar, hacer un seguimiento cuidadoso del proceso.
De la misma manera, podríamos decir que ningún gobierno que quiera velar por la salud de su población puede darse el lujo de abandonar la posibilidad de proyectar a largo plazo en salud pública.

 
 

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