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La prevención es más barata y además funciona. Esta
debería ser la idea rectora de una verdadera política
sanitaria moderna, integrada, racional y solidaria.
Invertir en prevención de enfermedades y en
investigación médica es social y económicamente más
“rentable” que incrementar permanentemente recursos para
la cura de afecciones, que es cuando el mal ya se ha
instalado en las personas. Por supuesto, el nuevo
paradigma, basado en prevenir, implicaría “producir
salud”, lo que encierra fomentar conductas saludables en
la sociedad, algo muy diferente de estimular el “consumo
de asistencia médica”. De esta manera, el primer modelo
necesariamente reduciría de contenido el segundo, que es
el vigente. A mayor cantidad de personas que evitan
enfermarse, menor número de aquellas atrapadas en el rol
de “consumidores” de servicios asistenciales y
medicamentos.
Claro que para prevenir, se necesitan numerosos cambios
culturales y organizacionales. Por caso, se hace
imprescindible la creación y el desarrollo de un
organismo, que monitoree la salud de la población. ¿Y
cómo haría ese seguimiento? A través de otra herramienta
que urge crear: la informatización de las historias
clínicas de todas las personas. En los países con
manifiesto crecimiento económico, aumenta sí o sí la
expectativa de vida, ante lo cual y dado el porcentaje
cada vez mayor que representarían las personas ancianas
en relación a la población total, obliga a un monitoreo
de la salud a través del relevamiento del historial
médico personal. Este es un insumo imprescindible para
establecer políticas activas de prevención y de
diagnóstico precoz. Cabe aclarar que este último término
no es homologable al hecho de prevenir, sino que se
trata de asegurar una mayor rapidez en la detección de
enfermedades, para que el cuadro de las mismas sea
encarado a tiempo. A modo de ejemplo, recordemos que,
con motivo del Día Mundial contra la Hepatitis, el
pasado 28 de julio, los medios publicaron que en la
Argentina, el 80 por ciento de quienes tienen esa
enfermedad, no lo sabe.
De lo que se trata, entonces, para prevenir, es el poder
visualizar: información, datos, procesos, estados. Y,
dado que la mirada parece ser el sentido privilegiado
por Occidente desde hace cientos de años, qué mejor que
desarrollar un Observatorio Nacional de Salud que “mire”
el estado actual del campo sanitario. Dicho organismo,
que cumpliría un rol de Agencia Sanitaria, debería ser
un centro nacional de base virtual, que tenga el
propósito de realizar observaciones integrales e
informar en forma sistemática y continua sobre aspectos
relevantes de la salud de la población y de los
“sistemas de salud”, dándole significado a lo expresado
por William Blake: “no se ve con los ojos, sino a través
de ellos”.
Ese Observatorio serviría para apoyar –de un modo eficaz
y basado en la evidencia– la toma de decisiones y
acciones para el desarrollo de políticas, planes y
programas en salud pública y en sistemas de salud. El
fin último sería contribuir a la preservación y al
mejoramiento de la salud de la población, incluyendo la
reducción de desigualdades. El funcionamiento de este
dispositivo que permite mirar y ver, observar y
reflexionar, conocer y comprender, se basaría en los
pilares de la ciencia, para superar la irracionalidad
que conduce únicamente al despilfarro y al mantenimiento
de estructuras obsoletas. Sin un ente que centralice esa
función de observación, las políticas se desarrollan a
tientas.
Por supuesto, existen dificultades con que tropiezan las
nuevas ideas para penetrar en la realidad osificada por
la inercia del modelo actual, desgastado pero en
operación. Es la miopía de aquellos que participan del
campo sanitario pero que no evalúan los beneficios de
los cambios, los que bloquean las nuevas iniciativas.
Pero si la “casta de las rémoras” nos amedrenta, y se
salen con su objetivo, seguiremos gastando el 93% del
presupuesto en curación y solo el 7% restante en
prevención y rehabilitación. No sólo se trata de un
cambio de asignación de recursos, sino también y
conjuntamente de una planificación estratégica que
sustente -mediante una lógica racional- la distribución
del presupuesto abarcando no solo la curación sino
también la prevención, la rehabilitación y la
investigación clínica.
La prevención e información son las claves básicas para
evitar riesgos en las poblaciones vulnerables. Esta
noción se refuerza con lo señalado por René Thom, quien
planteó “la modelización de los sistemas complejos” no
mediante sus variables de estado (imposible de captar en
los estados complejos) sino a través de la necesidad de
centrar la acción en las variables de control, es decir
en las que limitan la dinámica del sistema.
Focalicemos nuestra mirada en el Observatorio de Salud.
Dicho organismo fortalecería los sistemas de información
que contribuirían a mejorar la calidad y la eficiencia
de los servicios sanitarios. Además, integraría los
sistemas de información, monitoreo y vigilancia de salud
existentes, produciendo una visión panorámica, coherente
y sólida; y por otro lado, recolectaría datos y también
desarrollaría y aplicaría herramientas; capacitaría
recursos humanos y difundiría reportes y
recomendaciones. Por último, incidiría e influiría
gradual y eficazmente en la elaboración de políticas
públicas del campo sanitario.
Otro aspecto central del Observatorio es que podría
construir un mapa sanitario regional veraz en términos
de estructura sanitaria, de procesos y resultados. Por
otra parte, entre sus objetivos, podría reunir,
comparar, integrar y analizar información proveniente de
los distintos efectores de salud locales y sistemas de
información, vigilancia y monitoreo existentes. A su
vez, posibilitaría la identificación de las brechas
faltantes en la generación de información; monitorear
las tendencias de la salud y la enfermedad, señalando
posibles áreas de acción prioritaria. Así mismo,
suministraría el soporte técnico para mejorar la calidad
de los indicadores, tanto los teóricos referidos a los
problemas a resolver, como los indicadores críticos, que
son aquellos que nos señalan las alteraciones a evitar
(nos hablan de perturbaciones preclínicas u omisiones en
la detección de enfermedades) y devolver información y
recomendaciones de acción sobre los servicios de salud,
a las autoridades y proveedores involucrados.
¿Cuál es otro valor agregado del Observatorio de Salud?
Que desarrollaría una herramienta integrada de gestión
para el apoyo de las acciones políticas de alto nivel en
salud pública y sistemas sanitarios. Aportaría una
visión panorámica del campo de la atención médica y
promovería una cultura de gestión para buscar y usar
información para la toma de decisiones políticas. Por
último, algo altamente significativo: el Observatorio de
Salud se plantearía como un espacio de integración en
crecimiento que utiliza las nuevas tecnologías.
Las políticas públicas deben estar apoyadas en el
conocimiento de la realidad que se pretende modificar.
En ese sentido, sin información de primera mano,
sistematizada y ordenada con criterios racionales, y
analizada por los representantes de las instituciones
idóneas para intervenir en el campo de la salud, será
imposible lograr disminuir la tasa que más nos tendría
que preocupar: la de sufrimiento, que padecen desde hace
décadas tantos argentinos. Un dispositivo como el
Observatorio es esencial para un nuevo sistema sanitario
nacional.
Queda claro que sabemos que quienes sienten pasión por
aferrarse a lo conocido y quienes por miedo al
enfrentamiento sólo son capaces de llevar adelante
cambios superficiales, no pueden contarse como aliados.
Como dijo Novalis: “El hombre no sólo debe vivir, sino
ver”. En los tiempos que corren, y, sobre todo, en los
que vendrán, “ver”(en un sentido profundo), el estado
actual de la salud de la población, es una parte
complementaria del “vivir”. Y más particularmente, del
“vivir” de una manera más digna.
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Ignacio Katz.
Doctor en Medicina (UBA).
Director Académico de
la Especialización en Gestión Estratégica de
Organizaciones de Salud Universidad Nacional del
Centro (UNICEN).
Autor de: “Claves jurídicas y asistenciales para la
conformación de un Sistema Federal Integrado de
Salud” (Eudeba, 2012) |
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