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Praxis Médica - La Visión de las Aseguradoras


Medicina Defensiva

Por el Dr. Horacio E. Canto
Gerencia de Riesgo y Calidad Médica Swiss Medical Group

 
La medicina defensiva encuentra una de sus primeras definiciones en 1978 por Lawrence Tancredi, médico psiquiatra y abogado, profesor de psiquiatría clínica de la Universidad de New York.
Tancredi la definió como el empleo de procedimientos diagnóstico-terapéuticos con el propósito explícito de evitar demandas por mala práctica.
¿En qué consiste la medicina defensiva en nuestra práctica cotidiana? El término es muy amplio y engloba a: el profesional que indica estudios complementarios innecesarios para llegar al diagnóstico, el que prescribe medicamentos no justificados, el que remite un enfermo al hospital para quitarse un problema, el que al trabajar en una guardia ingresa un caso por complacencia o para que otro le “saque las castañas del fuego”, el que envía a un paciente a otra especialidad tras valorarlo contando con los conocimientos y los recursos necesarios para la resolución de su dolencia, el médico que no hace un procedimiento diagnóstico al que está obligado por su especialidad, alegando que hay cierto riesgo y deja que el enfermo enfrente un riesgo mayor que muchas veces paga con su vida, el que cita una y otra vez al enfermo a su consulta porque no sabe cómo resolverle el problema y el que no realiza una operación de mal pronóstico a sabiendas de que condena al paciente a una muerte segura por el temor a una muerte probable.
A lo largo de este breve artículo trataré de profundizar en esta temática tan poco comentada y demostrada en nuestro medio, así como sus consecuencias.
Todas las acciones mencionadas, el médico las realiza consciente o inconscientemente, no con el propósito de beneficiar al paciente sino con el fin explícito y la creencia de que ante la posibilidad de un litigio o reclamo por parte del paciente o sus familiares podrá justificar ante la justicia que se cumplieron y superaron las obligaciones de medios, de diagnóstico y de seguimiento en el proceso de atención médica.
La medicina defensiva puede ser activa o positiva, al adoptar el profesional un exceso de distinto tipo de medidas, o pasiva o negativa, al actuar por omisión y esquivando de esa manera asumir la responsabilidad que correspondía, p/ej.: evitando atender determinado tipo de pacientes o evitando efectuar procedimientos de riesgo.
Existen además otras formas de medicina defensiva, como ser, pseudo-consentimientos informados, negativas a firmar certificados de defunción, denuncias policiales injustificadas o en ocasiones registros agresivos a otros colegas, el paciente o su familia, tratando de esta manera de justificar un resultado disvalioso por el accionar de un tercero.
Lamentablemente la realidad es que la práctica de la medicina defensiva, al contrario de lo que busca el profesional que la práctica, genera mayor deterioro en la relación médico paciente y mayores costos en la atención médica.
Con respecto a estos últimos, si los afronta el propio paciente, generarán en su economía doméstica gastos innecesarios con el consiguiente perjuicio, mientras que si son afrontados por un financiador, ya sea obras sociales, empresas de medicina prepaga o en el ámbito público el propio estado, ocasionará un perjuicio en última instancia a toda la sociedad involucrada, ya que se estarán destinando recursos que podrían ser utilizados más racionalmente, logrando así un mayor beneficio para todos.
En relación específicamente a los costos que trae aparejado la práctica de una medicina defensiva, son casi imposibles de determinar con precisión. No obstante distinto tipo de fuentes mencionan estimativamente que en los Estados Unidos la medicina defensiva representa entre un 10 a un 17% del total del gasto del sistema de salud.
Un ejemplo clásico son los sobrecostos por un excesivo e injustificado pedido de estudios por imágenes, (TAC), en el manejo de traumatismos craneoencefálicos leves. Solamente en niños y adolescentes esto representó en los Estados Unidos en un año casi 45 millones de dólares.
Finalmente, ante esta situación que en muchos casos modifica la práctica médica, debemos preguntarnos: ¿Es ética la Medicina Defensiva? La respuesta es no, ya que:

  • impacta sobre la salud individual, cambiando el objetivo del acto médico (del paciente al médico),

  • impacta sobre la salud colectiva, por los costos agregados al sistema de salud,

  • impacta sobre la relación médico paciente.

Por lo que el médico debe aprender a valorar con certeza el riesgo legal de su desempeño profesional y tomar en cuenta el costo emocional, físico y financiero al paciente, antes de emplear medidas defensivas. Para revertir en nuestro medio el efecto nocivo de dicha práctica, y combatir sus efectos que vician la comunicación entre médico y paciente, es necesario que los médicos lleven a la práctica acciones que permitan renovar en sus consultas la esencia de la medicina humanística y se restaure la relación médico paciente. Esas actitudes en su conjunto, conforman una propuesta de práctica profesional denominada medicina asertiva. Este tipo de práctica médica se resume en 4 puntos:

  • Mantener una comunicación adecuada con cada paciente,

  • Intentar una continua actualización de conocimientos, habilidades y destrezas,

  • Respetar los derechos de los pacientes, y

  • Defender sus derechos como médicos.

La mejor manera de actuar éticamente y evitar riesgos por el desempeño profesional es ejercer una medicina centrada en el paciente. Ello resulta complejo, pero al mismo tiempo sencillo. Complejo, porque involucra la formación del profesional desde su origen familiar y social, en la preparación básica, en la universidad, en su paso por los hospitales en el pre y posgrado en la práctica cotidiana de su profesión. Esto quiere decir que los principios éticos y morales se adquieren durante toda la vida, y la ética médica la aprenderá y aplicará cuando estudie y ejerza la medicina. Y sencillo, porque actuar éticamente sólo exige honestidad y seriedad, consigo y con su paciente. Para actuar honestamente se requiere tener una preparación básica sólida, actualizarse y capacitarse continuamente y anteponer los derechos y el bienestar del paciente a cualquier otro interés. El médico debe actuar siempre con la verdad, aunque esto implique reconocer errores y el riesgo que conlleva. En un editorial de la revista de la Asociación Médica Americana, Budetti señala: tal vez la mayor ironía es que la medicina defensiva puede ser contraproducente y en realidad podría aumentar el riesgo de mala praxis. El actual clima de alto cuestionamiento a la responsabilidad profesional es un claro perjuicio a la atención de los pacientes, y la medicina defensiva no solamente no ofrece ningún beneficio, sino que puede ocasionar mucho daño. Uno de los caminos para no tener un reclamo, decididamente no es practicar la misma.
La situación en temas de responsabilidad médica en nuestra sociedad es muy compleja en estos días, por lo que consideré de importancia reflexionar sobre uno de los aspectos a tener en cuenta.

 

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