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Antes de avanzar en esta segunda
parte de la nota iniciada en
noviembre del 2014, les recuerdo
comentario se fundamenta en la que
este premisa que sigue: Una buena
definición proveniente del concierto
de salud español indica que: “Las
intervenciones para mejorar la
adherencia son un medio para
conseguir los objetivos terapéuticos
con el fin último de mejorar el
control de la patología y calidad de
vida de los pacientes” (Junio de
2014 - Vera Áreas del Águila.
Facultativo adjunto. Hospital
General Universitario Ciudad Real.
El Médico Interactivo).
Continuando con lo expresado
anteriormente, la autora hace
hincapié en que:
4. Es necesario medir
periódicamente la adherencia
combinando al menos dos métodos para
una medición lo más exacta posible.
La adherencia se debe convertir en
un parámetro más de la valoración
del tratamiento.
Debemos establecer la periodicidad
de la medida para poder incorporarla
a la actividad diaria, de acuerdo
con el objetivo terapéutico
perseguido, teniendo en cuenta los
períodos necesarios para valorar la
efectividad del tratamiento.
Además de los métodos basados en la
entrevista clínica, contamos con
otras herramientas para medir, que
siendo indirectas, valoran el
incumplimiento:
-
Valoración
de la asistencia a las citas
previas programadas.
-
Control de
las visitas a enfermería para
recoger recetas incluidas en
“Cartilla de Largo Tratamiento”.
-
Valoración
de la retirada de la medicación
mediante los registros de
dispensación, en las farmacias
hospitalarias y a través de la
receta electrónica, en las
comunitarias.
-
Valoración
de la eficacia terapéutica
alcanzada y de los efectos
adversos como parte del
seguimiento farmacoterapéutico.
-
Recuento de
la medicación en el domicilio o
en la consulta: la importancia
de los dispositivos electrónicos
que registran el acceso y la
administración de la medicación.
5. Es
posible hacer una prevención
primaria y secundaria de la
adherencia mediante el seguimiento
de predictores asociados a la baja
adherencia.
Para que la medida de la adherencia
se convierta en una herramienta útil
en la valoración del tratamiento se
debe realizar la identificación
precoz de los factores que influyen
en la adherencia.
Debemos actuar proactivamente, en
cada contacto con el paciente, para
la identificación de estos factores
(prevención primaria), dejando
constancia de ello en la historia
clínica para su posterior relación
con la medida de la adherencia. Esto
nos permitirá predecir la aparición
de la falta de adherencia,
“sospecharla”, corroborarla con la
medición y con los resultados
esperados del tratamiento, y si
éstos no son los adecuados podremos
intervenir sobre los mismos para
mejorarla y poder conseguir el
objetivo terapéutico.
El seguimiento de los factores nos
permitirá realizar una prevención
secundaria de la no adherencia
6. Las herramientas básicas
para mejorar la adherencia son la
información, la motivación y el
seguimiento.
El paciente tiene que estar
informado para decidir. El
conocimiento de su enfermedad le
permitirá dimensionar adecuadamente
las repercusiones de la misma, el
conocimiento de su tratamiento le
mostrará cómo obtener el máximo
beneficio del mismo y cómo afrontar
los efectos adversos.
La información debe estar adaptada a
las necesidades del paciente que
irán modificándose a lo largo del
tiempo. Se ofrecerá información
oral, escrita y/o electrónica
contrastada.
El conocimiento sólo no es
suficiente. La motivación por los
profesionales de salud hace
sostenible la adherencia,
promoviendo el optimismo, brindando
entusiasmo y alentando el
mantenimiento de los comportamientos
de salud entre los pacientes.
El seguimiento implica evaluar la
adherencia rutinariamente, midiendo
la adherencia y analizando los
factores, ya que a lo largo del
tiempo pueden ir variando tanto la
decisión inicial de prescribir como
las experiencias del paciente en
relación con el tratamiento o su
necesidad de ayuda para aumentar la
adherencia.
Que el modelo-sistema de salud se
declare solidario, equitativo y
universal no alcanza ni es
suficiente a las razones de ningún
paciente. En general, se observa a
nivel mundial un avance burocrático
que entorpece los accesos a la
atención médica, que reduce el
tiempo en la relación
médico-paciente, que incorpora
copagos a modo de “impuestos” a la
enfermedad, y que habilita el
consumo de algunos medicamentos en
desmedro de otros, perjudicando no
sólo la terapia en sí misma, sino
además al paciente que sigue
atado/condenado/esclavizado por el
sistema que lo “cura” a cuenta
gotas, aduciendo siempre razones de
fuerza mayor… que afectan la
adherencia, ya que la máquina de
impedir gana por cansancio.
Junto con ello, no debe perderse de
vista que en la mayoría de los
servicios de salud pública del mundo
(India, China, España, Francia, por
mencionar sólo algunos), los propios
médicos (prestadores) están
denunciando “públicamente” que las
administraciones dilapidan recursos
en medicamentos que no agregan
calidad de vida, no contribuyen a
una supervivencia significativa, y
que terminan agravando los cuadros
clínicos por efectos adversos no
considerados en las monografías
científicas, abundando en
información no relevante, que
deforman o contribuyen a hacerlo el
“conocimiento médico”… lo que deriva
finalmente en un daño para el
paciente, y en otro para los
presupuestos disponibles…
En Europa, por citar un ejemplo
actual, las decisiones políticas
invaden las decisiones médicas
imponiendo un modelo de atención
donde el vínculo médico-paciente
guarda poca o ninguna relevancia,
limitándose entonces a administrar
terapias que no siempre se traducen
en resultados positivos para la vida
de los enfermos… léase, las
administraciones hablan de
resultados, pero dichos resultados
no se trabajan en concierto, mucho
menos en comunidad, generando un
universo de daños colaterales que
nunca son debidamente cuantificados,
ni siquiera evaluados, por lo que
los daños, en muchos casos, superan
a los “supuestos” beneficios.
Por un lado, las administraciones
suelen no entender que los
medicamentos genéricos no son el
fondo de la solución terapéutica, y
por el otro lado, la Industria
Farmacéutica sigue insistiendo con
un modelo de costos que no responde
a la época, que no encaja en la
economía familiar de paciente
alguno, y que produce más daños que
beneficios, tanto a la salud pública
como a los sistemas solidarios,
donde todo pasa a formar parte de un
juego político de toma y daca que
termina esclavizando al enfermo, que
va y viene sin poder resolver su
problema de salud, a merced de las
razones de los unos y de las
conveniencias de los otros.
En este punto la adherencia, además
de ser paradojal, se vuelve utópica.
(Continuará).
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