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El Papa
recibe un estetoscopio, símbolo de
los médicos, de manos del Dr.
Gilardi.
Estar en el Vaticano es una
experiencia única y brinda una
energía que supera lo imaginable.
Mucho más cuando la figura que
representa a la Iglesia católica es
nada más y nada menos que el Papa
Francisco; pero todo se potencia
cuando la Asociación de Médicos
Municipales es invitada a participar
de un encuentro con el Pontificio
Consejo para Operadores Sanitarios
que depende del Vaticano.
Para los que formamos parte de la
familia de la AMM es un hecho
cualitativo y nos llena de orgullo
porque vemos cómo la institución
crece y se expande más allá de las
fronteras y ya es una referencia en
congresos internacionales.
El encuentro estuvo coordinado por
la Santa Sede y allí nos tocó
conocer a monseñor Jean Marie Musivi
Mupendawatu, Secretario Pontificio
para la salud del Vaticano. La
primera sensación fue de sorpresa
porque señaló la buena impresión que
causó el trabajo de la AMM y la
importancia de quienes la integran:
los médicos.
Tras la primera impresión y cuando
conocieron la cantidad de médicos
que representábamos y las zonas de
influencia de nuestros hospitales,
nos propusieron proyectar trabajos
conjuntos. Están interesados en la
labor de los médicos,
independientemente de la religión
que profesen. Se trató de un
encuentro institucional con
múltiples coincidencias orientadas
exclusivamente a los temas de salud
pública. De más está decir que el
marco y la protección del Vaticano
nos hace mirar para adentro y
sentirnos orgullosos de nuestro
trabajo todos los días del año para
asistir al que lo necesita, muchas
veces en condiciones que no son las
adecuadas, pero que tampoco son una
traba para los profesionales de la
salud.
Con todo, cabe señalar la activa
participación de la Embajada
Argentina que facilitó el encuentro,
que no será el único.
Es importante señalar que en esta
primera aproximación se acordó la
posibilidad de trabajar en la
elaboración de documentos sobre
temas sanitarios que serán de
conocimiento público, Además en
noviembre de 2015, la AMM podría
participar en un encuentro mundial
de operadores sanitarios. Por ahora
es un proyecto que está en gestión y
veremos cómo evoluciona. Ahora
deberemos consensuar cuál es el
trabajo que se puede hacer entre
ambas instituciones. Para ellos no
es importante que nuestros socios
sean o no católicos porque la
iniciativa es ecuménica en el
pensamiento; lo que sí les importa
es la vocación de ser médicos. Les
interesa la función asistencial,
social, humana, respecto a la vida y
a la salud que realizamos los
médicos en los hospitales públicos.
Así me lo manifestó enfáticamente el
secretario del consejo; quien estaba
muy informado sobre qué era la
asociación, qué hacíamos y a quiénes
representábamos.
UN
HISTÓRICO MOMENTO CON EL PAPA
El 10 de diciembre será una fecha
que quedará marcada a fuego en la
AMM ya que el Papa tuvo la
delicadeza de recibirnos en una
audiencia que marcará para siempre
nuestras vidas.
El Papa Francisco es un hombre que
día a día demuestra su preocupación
por los temas de salud. Tiene pleno
conocimiento sobre nuestros
hospitales públicos y la labor que
allí realizamos. En el diálogo que
mantuvimos se refirió a quienes
llamó los desplazados, que son los
ancianos indefensos, los niños
desprotegidos y los enfermos; y,
también, habló de la importancia de
nuestro rol como médicos en el
cuidado y acompañamiento de éstos.
No nos olvidemos que antes de ser
Francisco, era el Cardenal Bergoglio
y su figura era conocida en los
pasillos de los hospitales. Es un
hombre que conoce a fondo el trabajo
de los médicos y la realidad de los
hospitales.
En uno de los momentos más emotivos
y en nombre de los médicos
municipales le entregué una placa
con el logo de la AMM. También le
regalé un libro de un sacerdote
saigonés, Van Tuan, “La esperanza no
defrauda”, escrito durante sus nueve
años de confinamiento en una celda
de dos metros por dos metros. Lo
recibió con gran beneplácito y
finalmente, le di lo que considero
el símbolo de los médicos de los
hospitales públicos, de los de las
guardias, de los del SAME: un
estetoscopio.
Un pequeño comentario quizá sirva
para evocar el momento anterior a
semejante encuentro. La noche antes
a la reunión con el Santo Padre en
la que iba a representar a los
médicos de nuestros hospitales
frente a una persona de la
relevancia de Francisco, me costó
conciliar el sueño. Luego, cuando se
produjo el encuentro al momento me
hizo sentir que lo conocía de toda
la vida. Sencillo, cálido, firme,
con profundas convicciones. Infunde
seguridad, escucha, mira a los ojos.
Me di cuenta de que le había
regalado el libro “La esperanza no
defrauda” al “Papa de la esperanza”.
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