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Columna


La crítica como método propositivo

“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”
Einstein

Por el Doctor Ignacio Katz

 
EL HOY COMO DÉFICIT

En el campo de la salud los últimos cincuenta años muestran para nuestro país un franco estancamiento. No podemos aquí detallar y matizar períodos, contextos y causantes, pero bien vale detenernos en algunas claves del período. Claves que no pretenden presionar sobre llagas a modo de denuncias estériles, por más ciertas que fueran, sino alumbrar un camino de construcción. Se trata, en definitiva, de la crítica como método propositivo y progresivo para alcanzar una verdadera regeneración democrática en el área de la Salud, a la altura del desafío que nos impone el presente.
El desmoronamiento o anomia del campo sanitario no puede ser atribuido a que no encabeza el ranking de las necesidades extremas, como pueden ser la seguridad, la inflación, la violencia o el narcotráfico. El actual asistema sanitario persiste en la fórmula oferta/demanda, ignorando que su finalidad es abocarse a las necesidades.
No se puede alcanzar la meta de la seguridad asistencial de la población sin un control efectivo y real del Estado. La complejidad del área así lo exige. No se logrará con un Estado mutilado (como el que nos dejó la llamada desregulación) ni un Estado ineficiente por no emplear la tecnología que la informática y las comunicaciones hoy posibilita.
Esto no significa, en absoluto, que debemos estatizar toda la estructura sanitaria. Existe una falsa antinomia de medicina privada y estatal: hoy los recursos de la cibernética posibilitan interactuar con ambas. La primera propicia el empleo de la tecnología de vanguardia (cuando los casos así lo ameritan) y la segunda lleva como carga esencial la formación de los profesionales. Labor ésta en que el Estado juega su rol rector y la que debería contar sin excusas con el aporte financiero del sector privado.
Debemos lograr un “acuerdo” que permita desatar el nudo actual sin cortarlo, por medio de negociaciones concretas y comprometidas –y no de abstractos “diálogos” y “consensos”–, que involucren a los actores esenciales a fin de que interactúen con la prioritaria finalidad de reducir la brecha que instaló una frontera entre la medicina privada y la caridad pública.
La situación actual, aunque con altibajos, sigue presentando los mismos problemas desde hace décadas, al tiempo que agravados en un contexto global (que excede pero incluye al nacional) crecientemente preocupante con respecto a la mercantilización de la salud. Se celebran modificaciones aisladas, reivindicaciones corporativas, iniciativas discutibles y grandilocuentes anuncios que reproducen la actual viciada estructura sanitaria, donde sigue ausente la planificación estratégica y su correspondiente agenda de acción.

EL HOY COMO POTENCIA SUPERADORA

Pero los emprendimientos transformadores no dependen de la solución de los problemas sino del aprovechamiento de las oportunidades, como bien lo señalaba, Peter Druker. En ninguna cuestión como en la de la salud se puede “ver” el imperativo de solidaridad, lo cual evidencia que el desarrollo individual es pleno si se asienta en una verdadera vida comunitaria. De ahí la vigencia de la medicina comunitaria como campo de labor.
En nuestro país, aprovechando la existencia de buenos médicos y profesionales del área, éstos deben transmitir su experiencia en los hospitales públicos y así recuperar su triple función, asistencial, docente y de investigación clínica con las necesarias asociaciones con el sector privado. Y no truncando carreras a los 50 años, como lo implica la baja en la edad jubilatoria alcanzada recientemente por el personal bonaerense de salud.
El retroceso relativo del campo sanitario se vuelve tanto más trágico en cuanto se consideran los avances producidos en otros campos disciplinares, como el biológico y el genético. Efectivamente, mientras que la epidemia del dengue persiste en el centro y norte del país, un hallazgo de científicos argentinos podría ser clave para superarlo. Un equipo liderado por la investigadora principal del CONICET y de la Fundación Instituto Leloir, Andrea Gamarnik, encontró que el virus muta cada vez que pasa de los mosquitos a los seres humanos, y así aumenta su eficacia para replicarse y alcanzar más huéspedes.
También investigadores argentinos lograron identificar una alteración genética vinculada con casos graves de autismo. El doctor Marcelo Kaufmann llevó adelante esta investigación pionera en el país junto con el doctor Adrián Turjanski, investigador del Conicet y docente de la UBA, donde dirige el grupo de bioinformática estructural, quien destacó que “es la primera vez que un estudio como éste se hace íntegramente en el país”.
Para este proceso de construcción de un verdadero sistema de atención médica federal, integrado y solidario, y que mejore el gasto público en salud, se debe consolidar finalmente un Observatorio Nacional de Salud. Este organismo resulta vital para monitorear las distintas problemáticas sanitarias de todo el país y ofrecer a las autoridades de las áreas competentes información indispensable para la mejor toma de decisiones. Es la única manera de conocer fehacientemente estadísticas indispensables para una organización racional de recursos. Si no sabemos dónde estamos parados, difícilmente podamos dirigirnos a donde queramos.
Por su parte, el carácter federal del necesario sistema de salud, tanto en sus aspectos logístico-territoriales como en los jurídico-legales, resulta esencial, en consonancia con nuestra propia Constitución Nacional. Pero para ello el principio de subsidiariedad resulta indispensable. De nada valen las autonomías provinciales si no cuentan con los recursos necesarios. Y el Estado Nacional no puede delegar ser el garante último de un derecho básico como lo es el de la salud, y en definitiva el de la vida.
A este respecto, el caso del entrerriano José Fortina, parece una caricatura del horror. De vacaciones en Carlos Paz y ante un infarto, obras sociales, hospitales y clínicas privadas se mostraron insuficientes para atenderlo de manera adecuada en el momento indicado, provocando su evitable fallecimiento. La ausencia de una articulada infraestructura y sobre todo la falta de una clara responsabilidad centralizada, permitieron que sus familiares vagaran de una dependencia a otra hasta que resultó demasiado tarde.
Se requiere de inteligencia y voluntad para superar las diversas trabas a fin de crear un verdadero sistema que ponga la salud de los argentinos en primer lugar. Si no democratizamos la estructura sanitaria no habrá salud de calidad para todos, y sin salud para todos no hay democracia posible.
Vale recordar lo señalado por George Bateson, cuando nos dice “el hombre en su accionar crea su propio ambiente, determinando su utilidad biológica, no solo individualmente, sino que afecta a la comunidad en su conjunto”.

Ignacio Katz. Doctor en Medicina (UBA).
Director Académico de la Especialización en Gestión Estratégica de Organizaciones de Salud Universidad Nacional del Centro (UNICEN).
Autor de: “Claves jurídicas y asistenciales para la conformación de un Sistema Federal Integrado de Salud” (Eudeba, 2012)

 

 

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