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Primera Plana


Perspectivas de la
Seguridad Social

El 9 de abril pasado, organizado por el Instituto de Investigación Sanitaria de la Seguridad Social, se realizó el “Congreso de Salud de los Trabajadores”. En Parque Norte, se dieron cita dirigentes sindicales, especialistas y referentes técnicos de las obras sociales, que debatieron sobre la problemática del financiamiento, la evaluación de nuevas tecnologías y el modelo de atención.

La jornada fue organizada por el Instituto de Investigación Sanitaria de la Seguridad Social (IISSS), una asociación civil nacida en 2013 y dedicada a la investigación, educación y cooperación técnica en el ámbito de la Seguridad Social y de la salud pública.
El doctor Benjamín Surace, Presidente del IISSS, y Antonio Caló, Presidente Honorario del IISSS y titular de la CGT, fueron los encargados de dar inicio a la jornada.
Surace saludó la fecha como “el pico más alto que el IISSS ha alcanzado en dos años”.
El Congreso, definió, “se inspiró en los principios del IISSS: equidad, solidaridad y justicia”. Antonio Caló, por su parte, recordó la historia de las obras sociales, “que comenzaron en 1970 como una conquista de los dirigentes de ese momento”. Afirmó también Caló que “las obras sociales son de los trabajadores y las vamos a defender a capa y espada”. Definió, ni bien abierto el Congreso, que “el dinero retenido en la Superintendencia de Servicios de Salud es dinero de los trabajadores”.

LA SEGURIDAD SOCIAL: MODELO DE MODELOS

Una de las mesas más concurridas, y que ofició de cierre del Congreso, fue la que contó con la presencia de dirigentes sindicales de relieve: Andrés Rodríguez, de Unión Personal Civil de la Nación (UPCN), Héctor Daer, de Sanidad, Armando Cavallieri, de Comercio, y el coordinador, José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias, expusieron sus perspectivas sobre el sector, enfatizando siempre un punto en común: las bases de solidaridad e identidad que fueron y siguen siendo fundantes para las Obras Sociales. En la mesa también estuvo presente Antonio Caló, Secretario General de la CGT.

Luchar por las obras sociales
Al abrir la ronda de diálogo de la mesa, Lingeri destacó la importancia del IISSS, ya que se trata “del primer instituto de investigación que nace del seno de la CGT, en el que participan compañeros del movimiento obrero en general”. “Tengo el convencimiento de que pronto estará el movimiento obrero unificado y con la fuerza necesaria para trabajar en conjunto por el bien común”, remarcó el dirigente.

“El movimiento obrero nunca bajó las banderas en la defensa del sistema de las obras sociales, un sistema que llama la atención en todo el mundo”. Los datos del último año son reflejo de esa relevancia: el sistema ha realizado un millón y medio de internaciones, más de 700 trasplantes, ha atendido un parto cada tres minutos.
Lingeri pasó revista de los logros conseguidos por el movimiento en el último tiempo: el padrón único para discapacitados, la prórroga para los reintegros de la ex APE, la simplificación del proceso de certificación de firma para la presentación de expedientes. Lingeri finalizó afirmando que “desde la CGT vamos a luchar por estos ideales, por un país con justicia social”.

La salud como desafío
Por su parte, Rodríguez volvió a enfatizar que resulta clave el hecho de que el IISSS se dedique no sólo a investigar, sino también a generar propuestas de acción para el movimiento obrero. “En los últimos años el modelo de la Seguridad Social ha sufrido deformaciones que han alterado su concepto inicial”, advirtió. La libre elección, según expuso Rodríguez, socavó los dos ideales clave del sistema: el de la identidad del trabajador con su actividad y el de solidaridad. Aun así, señaló, “hemos tenido que abarcar esta realidad y lo hemos hecho con la mayor amplitud posible”.
Estos elementos disruptivos, continuó, “nadie ha sabido solucionarlos desde la esfera de gobierno”, si bien también admitió Rodríguez que “algunas otras organizaciones han causado daño dentro de la estructura sindical al entregar su gerenciamiento a los privados”.
El dirigente subrayó también que las obras sociales “son una importantísima pata dentro de la mesa del sistema de salud, que no se puede descuidar”. Se mostró confiado sobre la posibilidad de coordinar esfuerzos y trabajo con el Estado, así como también con el hospital público y las empresas de medicina prepaga porque “hoy la salud es un desafío”.

Un sistema único
Cavallieri comenzó destacando que el modelo de salud de la Seguridad Social “es un sistema solidario que no existe en ningún otro lugar del mundo”. Sin embargo, reflexionó, las obras sociales han sido siempre objeto de negociación: “Todos los gobiernos han tenido la idea de que se puede hacer un seguro como el de la Seguridad Social a nivel Nación, y piensan en conseguir el dinero que es de las obras sociales”. “Ese dinero es salario diferido, es del trabajador, y el Estado no aporta allí absolutamente nada”, remarcó.
Cavallieri se refirió también a la problemática de las tecnologías sanitarias, “que se desarrollan mucho y muy rápido y que hacen que el costo de la salud crezca”. A esa problemática se suma el reclamo que las obras sociales vienen haciendo sobre el Fondo Solidario. En ese sentido, agregó Cavallieri, “el Estado tiene una deuda tremenda con nosotros: se queda con los fondos de los trabajadores y, además, incorpora prestaciones al vademécum de las obras sociales, sin saber de dónde va a salir la financiación”. “Estamos juramentados para defender este sistema”. “La nuestra es una lucha constante”, reivindicó para concluir.

Ante todo, solidaridad
“Cuando hablamos de seguridad social, estamos hablando de la calidad de vida de una sociedad”: así abrió Daer su presentación en el Congreso. En el caso del modelo de las obras sociales sindicales de nuestro país, enfatizó que “nació como un sistema solidario que se mantiene en la solidaridad, aunque han querido destruirlo desde todos los ángulos, como lo han querido hacer los organismos internacionales años atrás”. De estos años se mantienen algunas injusticias que han deformado el sistema, detalló Daer. “Se quiere plantear al individuo como un ser solitario con un sistema que lo acompaña: esto es imposible, el sistema es colectivo o es imposible que funcione”. Y esto es, precisamente, lo que se quiebra con el descreme: “Rompen el equilibrio entre el que más gana y el que menos gana dentro de una actividad, que es clave para la financiación de las obras sociales”, explicó. 

Daer se refirió también a la problemática incorporación al sistema de los monotributistas: “Este fenómeno genera solidaridad invertida; habría que pensar un sistema alternativo para prestarles atención”. “Siempre tuvimos promesas, pero nunca una solución para estos problemas”. Daer volvió a enfatizar el hecho de que el dinero de las obras sociales “es salario diferido y es de los trabajadores” y, sin embargo, paradójicamente, el Fondo Solidario tiene retenido “entre 25 y 30 mil millones” de ese dinero.

FINANCIAMIENTO, UN PROBLEMA QUE CRECE

“El financiamiento de la Seguridad Social” fue la mesa de diálogo que reunió al doctor Carlos Espelt, Director Médico de Construir Salud (UOCRA), al contador Jorge Pellegrini, también de UOCRA, al doctor Gabriel Lebersztein, Director Médico de OSECAC, y al doctor Luis Scervino, Director Médico de la Obra Social Obras y Servicios Sanitarios, que coordinó la discusión.
Espelt comenzó destacando que “el paradigma de las obras sociales lo forman la equidad y la solidaridad”. Equidad, definió, significa igualdad en el acceso a la salud, en la provisión y la atención y en el financiamiento. “La solidaridad, por su parte, implica que los que cobran más aportan más”. Sin embargo, estos dos pilares no son tan generalizados como sería deseable, “y esto gracias al descreme”, señaló el doctor. Como factores de asimetrías que empobrecen la solidaridad del sistema, Espelt señaló, entre otros, el de la solidaridad invertida: “es lo que ocurre en el caso de los monotributistas: los beneficiarios que tienen menos terminan pagando la atención del que tiene más”.
Pellegrini también aportó datos concretos sobre los recursos económicos del sistema. En 2011, se gastaba en salud el 10% del PBI. 1,6% es gasto de las Obras Sociales Sindicales, que dan salud a casi el 40% de la población argentina. En relación a los recursos de las obras sociales, Pellegrini explicó que las entidades poseen dos grupos de afiliados: los que vienen de la relación de dependencia y los monotributistas y beneficiarios del servicio doméstico. En el caso del segundo grupo, Pellegrini destacó una dificultad: “Llegan con déficit de atención previa y entonces gastan mucho”. “Los monotributistas, al principio, nos parecieron afiliados que entraron al sistema por la ventana, pero lo cierto es que eso ya fue hace 18 años. Hoy por hoy, tenemos que convivir con ellos y reclamar mejoras para su grupo”. Por otra parte, explicó Pellegrini, están los recursos indirectos del sistema, aquellos que van al Fondo Solidario. Los problemas, en esa línea, comenzaron en 2007: “Hasta ese año, lo que no se redistribuía se podía compensar por el aumento de la actividad”. Fue entonces, destacó Pellegrini, que las obras sociales empezaron a reclamar el reingreso de ese 15%. “En 2012, con el SUMA, se empezó a revertir la situación, al menos en parte”. Sin embargo, agregó Pellegrini, “nos queda mucho trabajo por hacer para generar mejores soluciones”.
Lebersztein, por su parte, aportó una reflexión clara a la cuestión del financiamiento. “Es indudable que el salario promedio creció un 42% desde 2003 hasta hoy; lo que haya aumentado el servicio de salud por encima de ese porcentaje se convierte en problema de financiamiento”. El de los monotributistas, para el doctor, también aparece como un problema a solucionar: “Los trabajadores están cubriendo a los monotributistas y a sus familias”. “Tenemos que ayudar a todos, pero el dinero de las obras sociales es de los trabajadores, es para su salud”. Como desafíos a futuro, Lebersztein destacó el crecimiento exponencial de la tecnología: “El costo siempre es creciente, por eso tenemos que empezar a diseñar el sistema de salud y ver cuánto podemos gastar y en qué vamos a gastarlo, y si eso puede o no depender del salario”.

NUEVAS TECNOLOGÍAS: HORIZONTES Y SOLUCIONES
La evaluación tecnológica fue el tema que congregó al doctor Guillermo Williams, del Ministerio de Salud de la Nación, al doctor Fernando Coppolillo, de la Universidad Isalud, y a Andrés Pichón-Riviere, del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS). Coordinando la mesa, estuvo presente también el doctor Rubén Torres, Rector de Isalud, que destacó la importancia de trabajar en evaluación de tecnologías: “Es un desafío en el cual la Argentina está en deuda parcial, pues ya está planteada la necesidad de una agencia de evaluación”.
Williams describió qué se viene haciendo, desde el Ministerio de Salud, en materia de tecnología sanitaria: “Queremos ser un puente entre la ciencia y la toma de decisión”, adelantó. El rol del estado en evaluación de tecnologías sanitarias, detalló, incluye “el desarrollo de políticas y el fortalecimiento de la capacidad institucional”. En ese sentido, la Unidad Coordinadora de Evaluación y Ejecución de Tecnologías en Salud, creada en 2009, “tiene como propósito coordinar las iniciativas y producir información de alta calidad para la toma de decisiones”. El lema de la Unidad es “Pensar en red, trabajar en red”, por lo cual se encuentra organizada en nodos: el Anmat, la Superintendencia, el Instituto Nacional del Cáncer y los hospitales públicos participantes. “Las distintas instancias que tienen necesidades para la toma de decisiones a nivel macro están integradas en una red de análisis”, señaló Williams.
Pichón-Riviere, por su parte, presentó el IECS, una asociación no gubernamental, sin fines de lucro y académica que ya tiene 12 años. Cuenta con proyectos en más de 25 países y más de 250 trabajos publicados. “Nuestro trabajo es evaluar exhaustiva y críticamente la evidencia científica que avala la utilización de determinada tecnología sanitaria”, sintetizó. Como las decisiones que tienen que tomar los distintos tipos de organizaciones no son las mismas, el IECS realiza diferentes tipos de informes: mesas de ayuda, evaluaciones de tecnología, evaluaciones económicas y políticas de cobertura. “La importancia de la evaluación crece cada vez más porque hay un enorme desarrollo de las tecnologías sanitarias, siempre de altos costos; es una buena noticia porque se ofrecen soluciones con la tecnología pero, por otro lado, en muchos casos no sirven para nada”. “En la Argentina, tenemos que cuidar estos problemas, para poder mantener el nivel de servicio y atención”, advirtió.
Para cerrar la mesa, Coppolillo presentó el Centro de Evaluación de Tecnologías Sanitarias (CETSA), de la Universidad Isalud. El CETSA tiene como misión dar mejores evidencias para poder realizar mejores decisiones. “Queremos brindar respuestas para la gestión y aportar un enfoque de pluralidad, interdisciplinario y con equidad”, subrayó. Entre los servicios que ofrece se destacan la investigación y realización de informes, el desarrollo de estudios de priorización y revisiones sistemáticas, así como también de dictámenes técnicos y de guías prácticas. “Nuestros valores son la equidad y la cobertura universal, con la eficacia, efectividad, seguridad y pertinencia de las tecnologías sanitarias”, resumió.

MODELOS: COSTO-EFECTIVIDAD Y PREVENCIÓN
Moderada por el doctor Alfredo Stern, Director Médico de la Obra Social de Sanidad, la mesa dedicada al “Modelo de atención en salud” contó con las disertaciones del doctor Carlos Díaz, Gerente Médico de la Clínica del Sagrado Corazón, y del doctor Benjamín Surace, que esta vez disertó como Gerente de Planeamiento de OSUTHGRA.

“Es claro que tenemos que impulsar acciones para mejorar la eficiencia en el sistema”: así abrió Díaz su participación en la mesa. Díaz enumeró el tipo de acciones a realizar en el sentido de costo-efectividad. Entre ellas, mencionó la importancia de desinvertir con racionalidad, el rol clave de la transparencia y el buen gobierno: “El costo-efectividad es un principio ético y tiene que empezar desde una orientación legislativa”. También se explayó sobre reinversión: “Se trata de dejar de financiar algunas cosas para promover las prácticas de mayor valor clínico”. En el mismo sentido, Díaz se detuvo a remarcar que “creemos en la gestión clínica: hay que administrar los recursos desde el principio de los procesos”. Hacia el final, volvió a referirse a la importancia de la desinversión “entendida como reinversión asistencial”. Por ejemplo, detalló, “se puede desinvertir en ambulancias e invertir en accesibilidad; se puede desinvertir en hiper-especialización e invertir en medicina familiar”, sintetizó.
Surace, por su parte, expuso el paradigma de prevención en salud. Recordó que, al menos hasta principios del siglo pasado, se mantenía un equilibrio entre la medicina preventiva y la medicina curativa. “Pero ese equilibrio ya no está más: se ha cargado la balanza del lado de la medicina curativa con las nuevas tecnologías y la biotecnología”, señaló. En este marco “es obligación de las obras sociales pensar en generar acciones preventivas”. Luego de repasar algunas intervenciones en materia de prevención, en distintas obras sociales, Surace subrayó; “tenemos como desafío que hacer compatibles los avances tecnológicos con los recursos del sector”. Y, para finalizar, recordó a todos que “la calidad de vida se construye con nuevas tecnologías, educación general, cuidado del medio ambiente y bienestar económico y social.”

 

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