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La Medicina en el Cine


 Autor: José Moviola - jose.moviola@yahoo.com.ar

 
La cuna vacía

Ricardo Gutiérrez: Un ejemplo de vida*

SINOPSIS

La concesión en 1952 del premio Nobel de la Paz a Albert Schweitzer (1875-1965) supuso no sólo un reconocimiento de su compromiso altruista en África sino también su conversión en una celebridad mundial.
Se trataba de un personaje lleno de facetas infrecuentes (teólogo, filósofo, médico, músico) que defendía una ética universal, el “Respeto a la vida”, que estaba en riesgo por la amenaza de un conflicto nuclear promovido por la guerra fría. El teatro y el cine le dedicaron muy pronto su atención con una intención abiertamente apologética.
El “biopic” es el género cinematográfico donde se impone la libertad de guionistas y directores que enfatizan sobre sucesos y comportamientos que pueden resultar más atractivos para el público. También el documental elaborado con un seguimiento muy atento a reforzar la figura del personaje ha dado paso a otros acercamientos, donde diversos interlocutores que conocieron a Schweitzer, ofrecen una interpretación más matizada y contrastada de un hombre complejo. (1)

UNA VIDA EN EL CINE: EL HOMBRE Y EL PERSONAJE PÚBLICO

Para el cine no podía menos de resultar atractiva una figura de una trayectoria tan insólita y no han faltado aproximaciones, con grados de acierto e intención muy diversa. Es evidente que encerrar en el limitado marco de un guión cinematográfico una vida, larga en el tiempo y compleja por sus intereses, es un reto para cualquier cineasta. Y por ello se ha buscado poner los focos en algún momento temporal de su peripecia o en alguna faceta que podía resultar más interesante desde las inquietudes del espectador. Durante su vida una obra teatral, Il est minuit, Dr.Schweitzer, de Gilbert Cesbron, estrenada en 1951, dio lugar a la película, de André Haguet, de igual título aparecida en 1952. Al año siguiente la concesión del premio Nobel de la Paz y su participación en plena guerra fría en campañas a favor de la concordia internacional acrecentaron una relevancia pública que le acompañaría hasta el final de sus días. El texto de Cesbron y la película inmediata reforzaban los aspectos más heroicos del personaje y revisaban, desde la perspectiva de 1914 en que transcurría la acción, la necesidad de superar en una Europa recién salida de la Segunda Guerra Mundial los antagonismos nacionales que habían enfrentado a sus habitantes. El confinamiento por las tropas coloniales de Schweitzer en el Lambaréné francés, y su internamiento posterior en Francia, recaían en un hombre que había antepuesto los privilegios de una posición social relevante en Europa por la atención a los menos favorecidos en un rincón de África.
Frente al carácter decididamente discursivo de Il est minuit, Dr. Schweitzer, otra película Albert Schweitzer (1957) de Jerome Hill (http://www.youtube.com/watch?v= Gf4B9v0s0CY) optó por un seguimiento más inmediato de los textos autobiográficos del propio Schweitzer (sobre todo su difundido libro De mi vida y mi pensamiento). Reconocida con el Oscar de la Academia del Cine al mejor documental de ese año, se ha convertido en la fuente iconográfica principal para la caracterización del personaje y el conocimiento de la vida cotidiana en el hospital. Algunas secuencias del documental, o material filmado que no se incorporó al montaje definitivo, siguen siendo con frecuencia utilizadas en otras revisiones tanto del cine como de la televisión. Es el gran documental histórico sobre la vida de Albert Schweitzer.

LA INDUSTRIA DEL CINE EN LAS REVISIONES DE LOS AÑOS 90

Durante más de tres décadas cae sobre Schweitzer el silencio y su figura se difumina en la memoria del gran público. También el cine le vuelve la espalda. La recuperación o el revival llegan en los 90 cuando el fin del “socialismo real” obligó a recuperar modelos de implicación en el bienestar colectivo que no tenían por qué ser inevitablemente revolucionarios o afines a posiciones de izquierda.
Schweitzer/ The Light in the Jungle (1990), el filme de Grey Hofmeyr, uno de los directores más conocidos del cine y televisión sudafricanos, se estrenó en 1990 cuando en el país se iniciaba un cambio político que desembocaría en 1994 en un gobierno de mayoría negra. Rodada en Costa de Marfil ensalzaba el compromiso humanitario de Schweitzer, papel del que se ocupó el actor británico Malcolm McDowell mientras la réplica femenina a la figura de Helene, la esposa, la daba la estadounidense Susan Strasberg. Problemas legales en torno a la autoría del guión impidieron la distribución de la película que sólo se ha estrenado en algunos países y no se ha difundido en otros soportes. En la línea habitual contraponía la actividad del médico europeo con la cultura africana y el papel de los curadores y magos indígenas.
La película que inició la revisión crítica de Schweitzer, fue Le grand blanc de Lambaréné (1995). Dirigida y escrita por el camerunés Bassek ba Kobhio en coproducción entre Camerún, Gabón y Francia Le grand blanc de Lambaréné revisa la figura de Schweitzer desde la perspectiva de los colonizados, de aquellos para quienes su figura no ha sido más que un ícono propagandístico de la metrópoli para legitimar la explotación y opresión de otros pueblos.
A lo largo de un período temporal que cubre los últimos veinte años de la estancia africana de Schweitzer, se desarrolla un ligero hilo argumental, en que un muchacho indígena Koumba, admirador inicial del alsaciano, se consigue graduar como médico con la ayuda de su tribu. Su regreso a Lambaréné coincide con la independencia del Gabón, y se sigue de enfrentamientos con los métodos autoritarios y la personalidad rígida del médico europeo ya en sus últimos años. Algunos episodios como la entrevista de Schweitzer con el brujo del poblado, el regreso de los soldados nativos tras el fin de la Segunda Guerra Mundial o la llegada de una periodista que desencadena la arrogancia y el histrionismo del “grand blanc” –el apelativo popular se incorpora sarcásticamente al título-, muestran tanto la radical incomprensión de la realidad local por los colonizadores, como su posición de superioridad frente a la cultura autóctona.

EL RETORNO AL MODELO EDIFICANTE Y LA IMPOSICIÓN DE LO POLÍTICAMENTE CORRECTO

Con el nuevo milenio han aparecido otras revisiones de la compleja personalidad del alsaciano.
Sin otras pretensiones que informar a un público amplio y dentro de la popular serie de reportajes La storia siamo noi, la Rai produjo el documental Albert Schweitzer. Il rispetto della vita (http://www.lastoriasiamonoi.rai.it/pop/schedaVideo.as px?id=2215) dirigida por Maurizio Malabruzzi, con entrevistas a algunas personas del entorno familiar y profesional del médico que aparecerán reiteradamente en las revisiones de estos años. Preparada igualmente con criterios didácticos por la Quinnipiac University Albert Schweitzer: Mi Life is my Argument (2005), dirigida por Lyam O’Brien es un documental que busca sobre todo alentar la actividad del voluntariado que realiza la propia universidad a través de su Albert Schweitzer Institute. Es obvio que dados los objetivos de la institución y su búsqueda de la dignificación y el prestigio la imagen que se da del personaje es amable y atractiva. La participación en el documental del ex – presidente Jimmy Carter con otros dos premios Nobel, Óscar Arias y Betty Williams, así como la de Rhena, la única hija de Schweitzer, refuerza esta intención semipublicitaria del filme. Otra película, Albert Schweitzer: Called to Africa (2006) de Martin Doblmeier repite la interpretación oficial, “políticamente correcta” del personaje. La cinta acentúa si cabe aún más los elementos ejemplificadores sin espacio alguno para una visión menos encomiástica y algo más distanciada.
Menos éxito que las anteriores ha tenido Albert Schweitzer. Ein leben für Afrika (2009) de Gavin Millar que no ha tenido apenas difusión internacional. El guión se centra en dos momentos temporales muy concretos, los inicios de la construcción del hospital en Lambaréné en 1913 y el periodo entre 1949 y 1954 previo a la concesión del Nobel de la Paz. Rodada en Alemania y la República Sudafricana, con una buena disposición de medios, recupera la mayoría de los tópicos externos que identifican al personaje y su entorno: de la corbata de lazo y el piano de las veladas, de la chapa corrugada de los pabellones al pelícano que se había convertido en una especie de emblema del lugar. Sobre una fidelidad de base a la vida de Schweitzer (el guionista, James Brabazon, había publicado una biografía en el 2000) se construye una ficción sobre las más delirantes teorías conspirativas de nuestro presente.
En efecto la CIA y el FBI habrían planeado un complot en los primeros años cincuenta para cerrar el hospital de Lambaréné y privar al doctor de una voz en Occidente. Su relación con Einstein y su reticencia a la energía atómica se mezclarían con la caza de brujas (que empezaría algo más tarde) en Estados Unidos un agente infiltrado en el hospital, en la mejor tradición del género, provocaría la actuación de un inverosímil gobierno provisional que actúan con dureza ante el indefenso ciudadano francés que es Schweitzer. El final feliz restaura la bondad del doctor sobre las maquinaciones de los malvados y la concesión del Nobel premia una vida ejemplar. Anacronismos, obsesiones conspiratorias, ecologismo de vanguardia, gobierno mundial frente a iniciativas de reformas individuales. Las imágenes cinematográficas tienen valor histórico no solo en cuanto a la reproducción de una realidad pasada sino también porque ponen en evidencia los valores, las esperanzas y los temores del presente en que se ruedan.

Referencias
1.- Carreras Panchón, A.: Albert Schweitzer: Ficción y reconstrucción histórica en el cine. Rev Med Cine 2013; 9 (1): 31-42


* El autor agradece el valioso aporte de Antonio Carreras Panchón (ref. 1)

 

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