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El aumento
global de la resistencia a los antibióticos es una
amenaza cada vez mayor para la salud pública lo que daña
nuestra capacidad de luchar contra infecciones
potencialmente letales, como la tuberculosis.(1) Más
aún, los esfuerzos para desarrollar nuevos antibióticos
no se condicen con este crecimiento de la resistencia
microbiana, lo que resulta en una urgente necesidad de
lograr nuevas estrategias para derrotar las infecciones
bacterianas.(1)
En un artículo publicado online en el journal Nano
Letters, investigadores del MIT, el Broad Institute of
MIT and Harvard, y la Universidad Harvard, revelan que
han desarrollado un nuevo método para destruir bacterias
perjudiciales.(1) Estos investigadores han desarrollado
por medio de ingeniería genética unas partículas,
conocidas como “fagémidos” o “fásmidos”, capaces de
producir toxinas que son letales para las bacterias
diana. (2)
Bacteriófagos: son virus que infectan y matan a las
bacterias; han sido empleados durante muchos años para
tratar infecciones en países tales como los
pertenecientes a la exURSS. A diferencia de los
tradicionales antibióticos de amplio espectro, estos
virus se dirigen directamente a la bacteria sin dañar la
microflora normal del organismo. Sin embargo los
bacteriófagos también pueden provocar efectos
colaterales potencialmente perjudiciales, de acuerdo con
lo expresado por James Collins, Profesor de Ingeniería
Médica y Ciencia del Departamento de Ingeniería
Biológica e Instituto de Ingeniería Médica y Ciencia del
MIT, quien llevó a cabo la investigación.
Collins dijo: “Los bacteriófagos matan a las bacterias
por medio de lisis de la célula o provocando su
estallido, pero esto es problemático, dado que pueden
llevar a la liberación de toxinas celulares
perjudiciales. Estas toxinas son capaces de producir
sepsis y aun la muerte en algunos casos.”
En investigaciones previas, Collins y sus colaboradores
sometieron a los bacteriófagos a un proceso de
bioingeniería, de modo tal que liberaran proteínas que
no produjesen el estallido celular, aumentando – por el
contrario – la efectividad de los antibióticos cuando se
los administraba al mismo tiempo.
Para llevar a cabo este trabajo temprano, los
investigadores se dedicaron a desarrollar una tecnología
parecida que se dirigiese y matase bacterias
específicas, sin provocar el estallido celular y la
liberación de sus contenidos.
Para ello emplearon técnicas biológicas sintéticas a fin
de desarrollar una plataforma de partículas denominadas
“fagémidos”. Estas partículas infectan las bacterias con
pequeñas moléculas de ADN (conocidas como plásmidos),
capaces de replicarse independientemente dentro de la
célula huésped.
Los plásmidos son modificados genéticamente para que una
vez dentro de la célula, expresen diferentes proteínas o
péptidos – moléculas conformadas por cadenas cortas de
aminoácidos – que son tóxicas para las bacterias, de
acuerdo con lo expresado por Collins, quien agregó:
“Sistemáticamente probamos diferentes péptidos y toxinas
antimicrobianos, y demostramos que cuando se combina una
cantidad de éstos dentro de los fagémidos, se pueden
matar la mayor parte de las células de un cultivo.”
Las toxinas liberadas están diseñadas para interrumpir
diferentes procesos celulares, tales como la replicación
bacteriana, provocando así la muerte celular sin
estallido.
PUNTERÍA PRECISA
Collins señaló que los fagémidos también infectarán a
una sola serie específica de bacterias, dando por
resultado un sistema altamente específico.
“Esto puede ser empleado para destruir bacterias de
especies muy específicas, como parte de una terapia
antiinfecciosa, al mismo tiempo que se respeta el resto
del microbioma”, agregó.
Cuando los investigadores controlaban la respuesta de
las bacterias a una reinfección reiterada con fagémidos,
no detectaron signos de resistencia significativa a las
partículas. Según Collins, esto significa que se pueden
hacer múltiples rondas de administración de fagémidos, a
fin de lograr una terapia más efectiva.” Esto contrasta
con la infección reiterada con bacteriófagos, en la que
las bacterias sí desarrollan resistencia a medida que
pasa el tiempo.
Si bien Collins reconoce que las bacterias en última
instancia desarrollarán resistencia a cualquier forma de
estrés que se ejerza sobre ellas, las investigaciones
sugieren que es probable que les tome más tiempo
desarrollar resistencia a los fagémidos que a la terapia
convencional con bacteriófagos.
Podría administrarse un “cóctel” de diferentes fagémidos
con el objetivo de tratar infecciones por gérmenes no
identificados, de modo similar al que hoy en día se
emplea para los antibióticos de amplio espectro, pero es
más probable que sean utilizados juntamente con
herramientas de diagnóstico rápido, actualmente en
desarrollo, que les permitirían a los médicos tratar
infecciones específicas. Según Collins, “primero se
debería efectuar una prueba diagnóstica rápida para
identificar la bacteria, administrando luego el fagémido
adecuado para matar al patógeno.”
Los investigadores están planificando expandir su
plataforma por medio del desarrollo de un rango más
amplio de fagémidos. Hasta ahora han experimentado con
un set de fagémidos específicos para E. coli, pero
actualmente esperan crear partículas capaces de destruir
patógenos tales como Clostridium difficile y de Vibrio
cholerea, causante de cólera.
El mencionado trabajo demuestra que utilizando biología
sintética para modificar un determinado gen en un fago
para hacerlo más tóxico para un patógeno definido, puede
llevar a la obtención de partículas antimicrobianas más
efectivas que con los procedimientos clásicos, tal como
afirmó el Dr. Alfonso Jaramillo, profesor de biología
sintética en la Universidad de Warwick, en el Reino
Unido, quien no estuvo involucrado en la investigación.
Este investigador explicó que “la combinación de
derivados genéticos sintéticos con fagos como vehículos
de transporte permite una aproximación sistemática a la
reprogramación de la bacteria patógena, lo que la lleva
a la muerte. Señaló además que el enfoque sobre fagos no
replicativos es también muy adecuado porque el uso de
estas partículas es más factible en seres humanos, ya
que no se los considera organismos genéticamente
modificados.” Agregó que los investigadores han creado
una forma mejorada de terapia con fagos que puede llegar
a convertirse en los antibióticos del futuro.
Fuente: Massachusetts Institute of
Technology
Referencias:
1. Future antibiotics. Bioscience Technology.
25/06/2015.
2. Gómez M. y Echenique V.: Herramientas básicas de
ingeniería genética. En Gómez M. y Echenique V.:
Biotecnología y mejoramiento vegetal. Capítulo 3. Pág.
43.
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