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Ante la perspectiva de un nuevo gobierno, diversos
sectores políticos plantean diferentes prioridades o
estrategias para lograr el propósito común de un sistema
de salud accesible a la totalidad de la población, cuyos
componentes se articulen entre sí, brindando servicios
equitativos según las necesidades de cada usuario.
Dentro de la fragmentada estructura sanitaria del país
—una amplia red de servicios públicos que dependen de 24
jurisdicciones provinciales, más de 300 obras sociales y
múltiples seguros privados o prepagos—, es necesario
distinguir los cursos de acción que permitan avanzar en
ese sentido. Dos lineamientos pueden ser considerados
las “llaves” de la reforma, de los que derivarán
múltiples medidas a instrumentar para optimizar su
funcionamiento.
Se debe avanzar hacia la estructura federal del sistema.
Para que todos los habitantes tengan cobertura de salud,
los que no estén protegidos por un plan previo —ya sea
que carezcan de capacidad contributiva o que sean
beneficiarios de planes sociales—, deberán recibir la
cobertura del Estado provincial, mediante Seguros
Provinciales de Salud (SPS’s). Para garantizar su
sustentabilidad, los SPS’s deberán ser respaldados por
el Estado Nacional con fondos coparticipables. De este
modo toda la población podrá tener acceso a servicios
públicos y privados, ya que quedará incorporada a un
régimen de Seguridad Social universal, donde todos
dispondrán de un carnet que identifique la entidad
aseguradora —una obra social, un prepago o el Estado—.
La capacidad de gestión de las provincias, también
deberá ser fortalecida con la descentralización del
PAMI, ya que los servicios que asisten a sus
beneficiarios se encuentran bajo esas jurisdicciones. En
estas condiciones, el organismo regulador natural, la
Superintendencia de Servicios de Salud (SSSalud), podrá
disponer de un padrón unificado de todos los usuarios,
garantizando la confidencialidad a cada entidad
aseguradora.
Se debe transitar del subsidio a la oferta al subsidio a
la demanda. Si todos los usuarios de servicios públicos
o privados contaran con un único carnet que identifique
su cobertura, cada institución que presta servicios
podrá facturarlos a la entidad aseguradora
correspondiente. En el caso de los establecimientos
estatales, que actualmente dedican sus mayores esfuerzos
a atender sin cargo a la población sin cobertura,
podrían facturar todas sus prestaciones al Estado y
estarían en condiciones de recaudar una gran cantidad de
recursos por esa vía. Los Estados provinciales que
actualmente los sostienen financiando sueldos, insumos y
mantenimiento (la oferta), podrían dedicar la mayoría de
esos gastos a solventar las facturas resultantes de la
población atendida (la demanda). De este modo hospitales
públicos y centros de salud, podrían acceder a una
administración descentralizada, alentando el mayor
interés del personal por la mejora de los servicios.
En síntesis, las medidas planteadas permitirían
instrumentar una seguridad social de cobertura
universal, fortalecer la capacidad de decisión de las
provincias en la gestión del sistema de salud, y
posibilitar que los establecimientos estatales funcionen
como empresas públicas de servicios, que es la tendencia
hospitalaria en todo el mundo.
Fuente:
http://inclusionsalud.org/author/pactopais/
http://www.clarin.com/opinion/Cobertura_universal-PAMI-Federalismo-Coparticipacion_0_1456654366.html
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Hugo E. Arce - Médico sanitarista - Miembro del
Grupo PAIS |
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