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Se sabe que los
sistemas sanitarios actuales, aun
cuando ello no sea reconocido por
algunos de sus actores políticos,
padecen una crisis que está más allá
de lo económico… traducido, lo
financiero ha sido utilizado como
excusa ya no sólo para degradar
modelos que funcionaban pasibles de
ser mejorables, sino que además ha
sido el argumento determinante para
condenar a los pacientes a un
peregrinaje innecesario y peligroso
que aumenta costos hasta
geometrizarlos sin resolver los
problemas de los pacientes,
perjudicando la funcionalidad
asistencial, y condenando al cuerpo
médico (y a todo el equipo de salud)
a vivir apagando incendios, para lo
cual, los estados ausentes proveen
de combustibles aduciendo que el
agua no puede ser derrochada.
Los contrasentidos varían de país a
país… de modelo a modelo… de sistema
a sistema… pero curiosamente, el
problema se unifica en que las
coberturas otrora solidarias han
dejado de ser tales para
transformarse en un máquina de
impedir, obligando a un número
significativo de pacientes a
claudicar en sus intentos… obligando
a judicializar las ciencias médicas
para intentar obtener una respuesta…
obligando a abandonar potenciales
tratamientos… condicionando los
actos médicos y limitando las
acciones necesarias y participativas
de todo el equipo de salud, quienes
además de quedarse sin herramientas
para poder hacer lo que se debe, se
quedan sin trinchera asistencial
para protegerse del desmadre que se
va generalizando sin que nadie atine
a hacer algo para detener el
tsunami.
Europa contiene algunos modelos que
aún son superadores… pero que cada
vez son menos en volumen respecto a
las crecientes demandas sociales.
Uno de los graves problemas que
enfrenta cualquier modelo sanitario
atrapado en los mecanismos globales
de normalización de una medicina
donde las evidencias están cada vez
más cuestionadas, es que el
envejecimiento poblacional, las
enfermedades laborales, la
desinserción social agravada, el
crecimiento de las patologías
crónicas, se han mezclado a forma de
caldo tóxico que se está devorando
el todo, las partes, y hasta las
esquirlas de los residuos…
Una de las verdades incómodas es que
tomando como ejemplo paradigmático a
España (modelo de modelos si los ha
habido), se observa que además del
envejecimiento poblacional, el
brutal incremento de las
cronicidades proyecta una hecatombe
en el mediano plazo que se traduce,
hoy mismo, en que el 91% de la
mortalidad sea consecuencia directa
de las enfermedades crónicas.
Desde luego, a nadie se le escapa
que los presupuestos sanitarios que
cursan y se ejercen por estas horas
están mentidos, lo suficiente como
para ser tenidos como de alto sesgo,
siendo que responden a un juego
macabro de recortes e
incumplimientos que bloquean todas
las salidas, inhabilitando a la
acción prudente y adecuada a cada
problema. Y tal como está
demostrado, el problema que en salud
no se resuelve en tiempo real,
termina siendo una bomba que estalla
perjudicando a todos, convirtiendo a
los pacientes, a los médicos, y al
sistema todo en víctimas de la
necedad manifiesta de discursos que
aseveran un “todo lo contrario” que
se consume en el caldo tóxico ya
mencionado.
Políticamente, el problema se patea
hacia un mañana inexistente para
luego justificarse en lo
injustificable… lo que se traduce en
no resolver problema alguno… en
agravar todos los problemas que se
arrastran… y en perjudicar a la
sociedad sometiéndola a un sistema
que se ha convertido a sí mismo en
una paradoja cuya ecuación es
imposible de ser despejada. Al menos
no con estas premisas.
Cálculos desarrollados por fuentes
responsables y éticamente
incuestionables de la misma Europa,
indican que, sin apelar a estudios
de revisión minuciosa, el incremento
necesario para comenzar a revertir
el problema en su estatus actual,
demandaría un incremento
presupuestario del 45% en los
próximos (inmediatos) cinco años (de
aquí al 2020) sólo para comenzar a
“conversar” las soluciones exigibles
tanto desde lo clínico como desde lo
social, algo que nadie en el ámbito
político quiere atender y mucho
menos escuchar.
Como sea, los sistemas sanitarios
deben ser repensados y reformados
“ya mismo” si es que se quiere,
desde el Titanic global, esquivar el
iceberg… ¿Por qué?, pues porque la
crisis que impuso los recortes
demenciales, se ha traducido en un
crecimiento dramático de los gastos
directos, de los indirectos, así
como un agravamiento en los
indicadores de salud poblacional que
enseñan una involución que a estas
alturas puede calificarse como más
que peligrosa…
La gestión debe hacer foco en la
salud y no en la enfermedad… cuando
los costos construyen la ecuación
desde la enfermedad, la meta se
torna inalcanzable y ello conlleva
que sean más los excluidos que los
contenidos… siendo que los excluidos
crecen de manera exponencial y que
los contenidos se reducen para
facilitar que los libros contables
queden en azul (o verde)… mintiendo
rojos que disfrazan temibles
demandas contenidas de personas que
deambulan sin acceso alguno a la
solución adecuada bajo el sentido de
oportunidad.
Los costos construidos desde la
enfermedad están dejando como
resultado un mundo donde las vacunas
son caras para que los inmunizados
sean cada vez menos… donde los
tratamientos para los enfermos
crónicos son casi inaccesibles para
la mayoría de los pacientes,
definiendo que el sentido de lo
“catastrófico” termina estableciendo
que los sistemas sanitarios son para
pocos y que la salud de la población
conforma un factorial sin demasiada
importancia. Ello queda demostrado
en que las corporaciones
intervinientes han favorecido el
crecimiento privado en desmedro de
la “salud pública” como derecho
universal, considerando que la
población excluida es desechable no
hallando espacio en consideración
presupuestaria alguna.
Conclusión: los sistemas sanitarios
que alguna vez fueron solidarios,
hoy funcionan en solitario… para
pocos que son cada vez menos… lo
cual indica que la ecuación está mal
diseñada y peor construida. Porque
se está consumiendo en sí misma sin
resolver los problemas ni de la
gente ni del propio sistema…
acumulando daños epidemiológicos que
a medida que crecen y se diseminan,
hacen que dichos daños sean
irreversibles y de un costo
infinitesimalmente superior al que
hubiese cursado de haberse actuado
cuando el mismo era “reversible”.
No son pocas las unidades académicas
que están viendo con claridad por
dónde pasa el eje de este trompo
disfuncional… pero… hoy el problema
ya no es técnico… o al menos no se
reduce a dicho ámbito… ya que el
problema es político y se concentra
en los cinismos exhibidos por una
clase soberbia y perimida que se
justifica a sí misma destruyendo los
derechos ciudadanos que aducen
proteger.
De aquí al 2020 los crónicos sin
atención adecuada y sin la
contención propia de sus afecciones…
crearán un tsunami global que nada
ni nadie podrá justificar… .
Referencias bibliográficas propias
[La necesaria transformación
sociosanitaria ante la cronicidad]::
El Médico Interactivo :: La
necesaria transformación
sociosanitaria ante la cronicidad
(noviembre de 2015 - Roberto Nuño-Solinís.
Deusto Business School Health).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
COMPLEMENTARIAS
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Diaz-Torne C, Carmona L, Riera L,
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2010. BMC Med. 2014 Dec 5;12(1):236.
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http://www.thebostonconsultinggroup.es/documents/fi
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3. Ministerio de Sanidad, Servicios
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El Abordaje De La Cronicidad En El
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Nacional De Salud El 27 De junio De
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Servicios Sociales e Igualdad, 2013.
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http://www.posgrado.deusto.es/cs/Satellite/estudiantes/es/buscador-de-posgrados/programa-para
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0067769025
5. Observatorio de Modelos de
Integración Sociosanitaria (OMIS):
http://omis-nh.org/
6. Instrumento de Evaluación de
Modelos de Atención ante la
Cronicidad: http://www.iemac.es/
7. Caloyeras JP, Liu H, Exum E,
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manifest diseases, but not health
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8. SAIATU project. Impact of the
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Palliative Care Programme on
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http://www.euclidnetwork.eu/files/Saiatu_Brief.pdf.
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