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Hace algunos días, los medios difundieron la carta que
la jefa de un servicio de emergencias de un hospital de
la provincia de Buenos Aires, envió a la gobernadora
María Eugenia Vidal, en la que describe las condiciones
de trabajo y las necesidades que tienen ahí, que no
varían mucho de las de la mayoría de los
establecimientos sanitarios de muchas de las provincias.
A su vez el Dr. Regazzoni denunció situaciones (por otra
parte, reiteradas y periódicas) de corrupción y
desmanejo en el Pami. En ambos casos, este estado de
cosas no sólo le ha costado al Estado (y por ende a
todos los ciudadanos) cuantiosos gastos, sino que han
matado a cientos de personas sin embargo, sólo generaron
unos pocos comentarios. La “inversión” de más de 14.000
millones de pesos en letras del Tesoro, mientras no se
pagaban servicios, o no se mejoraba la calidad de los
mismos, la situación de trabajo de los profesionales, y
los tiempos de espera o la condición de atención de
miles de nuestros compatriotas más pobres, dieron lugar
a menos comentarios o preocupación social que las
discusiones, sobre el destino de miles de “empleados
públicos” contratados sin reunir las condiciones para
sus cargos; sin concursar los mismos, o llanamente, sin
necesidad de su contratación para cumplir las funciones
centrales del Estado: la provisión de más y mejores
bienes públicos.
De la misma manera, la sociedad y muchos de sus líderes
políticos y sindicales parecen más conmovidos o
afectados por conservar la “gratuidad” del Fútbol para
todos (“la liberación de los goles secuestrados…”), o
preservar la “línea de bandera” (todos somos
Aerolíneas). No hay dinero para los médicos
especialistas, por los que claman muchas provincias,
pero hay 2 millones de pesos por día para Aerolíneas
(“hay un déficit de $ 15 mil millones de deuda
proyectada para este año”, según declaraciones de la
Lic. I. Costantini, que agregó: “actualmente se pierden
$ 2 millones por día”), no hay para el déficit de
infraestructura hospitalaria, pero hay $ 1.500 millones
para el escandaloso negocio del fútbol; no hay para una
buena comida en los hospitales, pero sí millones de
pesos para mantener 165 empleados por avión, contra 117
de Aeroméxico, 96 de Copa y 56 de Gol (consultora Oliver
Wyman).
La sociedad sólo se acuerda de la salud cuando falta, y
la muerte provocada por estas “prioridades” parece una
entidad abstracta. Sin embargo, mientras en 1950 la
Argentina era el 2do. país de Sudamérica con la mejor
tasa de mortalidad infantil (TMI), después de Uruguay, y
el 31 en el mundo, hoy está detrás de Chile y Uruguay en
Sudamérica y 73 en el mundo, y los países que en aquel
momento compartían su posición (España, Eslovenia y
Letonia), hoy se ubican en los puestos 12, 10 y 49
respectivamente, pero claro, lamentablemente algunos de
esos países, no tienen “línea de bandera” (que en
nuestro caso tiene más empleados en relación a la
cantidad de pasajeros que transporta que todo el resto
de las aerolíneas de SkyTeam, la alianza que integra, y
que otras empresas de la región como LATAM o Avianca).
Resulta conveniente aclarar, que el problema no deviene
solamente de la “década ganada”: de los países que en
1995 compartían las cifras de TMI de la Argentina, en
2013 dos de ellos -Líbano y Rusia- habían alcanzado
cifras de un dígito (y otros como Tailandia o Siria, nos
seguían acompañando, a pesar de estar envuelto este
último en serios conflictos bélicos).
En 1960, la Argentina ostentaba el lugar 42 entre los
países del mundo con mejor esperanza de vida al nacer
(EVN); hoy ocupa el 58; entre 2003 y 2013, Argentina
aumento su EVN menos de 2 años (al igual que Uruguay y
Paraguay), todos los demás países de Sudamérica lo
hicieron por encima de esa cifra, y algunos como
Bolivia, Perú y Brasil por encima de 3 o cercanos a él.
Claro, la diferencia es que, mientras nosotros estamos
en la proporción de empleados públicos respecto del
total de la fuerza de trabajo, de los países
desarrollados (15%), otros como Chile, Brasil o Uruguay
“lamentablemente, solo” tienen 9,2;11,5 y 12,7,
respectivamente, y mientras el promedio simple de
remuneraciones de los directores, profesionales y
administrativos equivale a 6,4 veces el PBI per cápita
en Argentina, en el resto de A. latina equivale a 5,6 y
en la OCDE “solo” a 3,1. Del mismo modo que en el caso
de la TMI, el resultado tampoco es “logro” único de la
“década ganada”: los países que en 1995 ostentaban una
cifra similar de EVN a la nuestra, como Albania, Bosnia
y Herzegovina, Croacia, R. Checa, Líbano o Polonia, en
todos los casos hoy nos han superado.
Por último, entre 2003 y 2013, Paraguay, descendió un
44,7% su mortalidad materna, mientras Ecuador solo lo
hizo en 17,5%; nosotros logramos un 25,5%, aunque no
logramos el ODM respectivo; pero claro, tenemos Fútbol
para todos, que nos garantiza escándalo (vínculos
políticos con las “barras bravas” y la policía),
violencia (tráfico de sustancias y personas, aprietes y
extorsiones), intermediarios (coimas y sobornos en
compra y venta de derechos y pases de jugadores, lavado
de dinero), clubes que pagan sueldos superiores a 100
mil dólares mensuales (me remito al informe de la AGN a
la Justicia el año pasado; donde detalla una decena de
“anomalías” graves desde 2009); sin contar los heridos y
los muertos que obligaron antes a prohibir la asistencia
de público “visitante”.
Mientras se revisan contratos y subsidios, en un país
devastado por la corrupción, que encubrió la
desocupación, la miseria, la desnutrición en villas y
pueblos, sin cloacas, cabe preguntarse, si hay que
bancar esto; que no banca ningún otro país de la región
ni del mundo, con fondos públicos. Si bien el costo se
ha reducido en parte, cabe preguntarse si no existen
otras prioridades, o no se ve qué sucede en la calle, y
en los hospitales.
El llanto solitario, nocturno, desesperado, de muchos de
los argentinos más pobres en las esperas hospitalarias
no vale la pena de ningún juego, ni de ninguna línea de
bandera.
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