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Debate

Todos somos Aerolíneas

Por el Dr. Rubén Torres
Es médico sanitarista. Ex-Superintendente de Servicios de Salud de la Nación.

 
Hace algunos días, los medios difundieron la carta que la jefa de un servicio de emergencias de un hospital de la provincia de Buenos Aires, envió a la gobernadora María Eugenia Vidal, en la que describe las condiciones de trabajo y las necesidades que tienen ahí, que no varían mucho de las de la mayoría de los establecimientos sanitarios de muchas de las provincias. A su vez el Dr. Regazzoni denunció situaciones (por otra parte, reiteradas y periódicas) de corrupción y desmanejo en el Pami. En ambos casos, este estado de cosas no sólo le ha costado al Estado (y por ende a todos los ciudadanos) cuantiosos gastos, sino que han matado a cientos de personas sin embargo, sólo generaron unos pocos comentarios. La “inversión” de más de 14.000 millones de pesos en letras del Tesoro, mientras no se pagaban servicios, o no se mejoraba la calidad de los mismos, la situación de trabajo de los profesionales, y los tiempos de espera o la condición de atención de miles de nuestros compatriotas más pobres, dieron lugar a menos comentarios o preocupación social que las discusiones, sobre el destino de miles de “empleados públicos” contratados sin reunir las condiciones para sus cargos; sin concursar los mismos, o llanamente, sin necesidad de su contratación para cumplir las funciones centrales del Estado: la provisión de más y mejores bienes públicos.
De la misma manera, la sociedad y muchos de sus líderes políticos y sindicales parecen más conmovidos o afectados por conservar la “gratuidad” del Fútbol para todos (“la liberación de los goles secuestrados…”), o preservar la “línea de bandera” (todos somos Aerolíneas). No hay dinero para los médicos especialistas, por los que claman muchas provincias, pero hay 2 millones de pesos por día para Aerolíneas (“hay un déficit de $ 15 mil millones de deuda proyectada para este año”, según declaraciones de la Lic. I. Costantini, que agregó: “actualmente se pierden $ 2 millones por día”), no hay para el déficit de infraestructura hospitalaria, pero hay $ 1.500 millones para el escandaloso negocio del fútbol; no hay para una buena comida en los hospitales, pero sí millones de pesos para mantener 165 empleados por avión, contra 117 de Aeroméxico, 96 de Copa y 56 de Gol (consultora Oliver Wyman).
La sociedad sólo se acuerda de la salud cuando falta, y la muerte provocada por estas “prioridades” parece una entidad abstracta. Sin embargo, mientras en 1950 la Argentina era el 2do. país de Sudamérica con la mejor tasa de mortalidad infantil (TMI), después de Uruguay, y el 31 en el mundo, hoy está detrás de Chile y Uruguay en Sudamérica y 73 en el mundo, y los países que en aquel momento compartían su posición (España, Eslovenia y Letonia), hoy se ubican en los puestos 12, 10 y 49 respectivamente, pero claro, lamentablemente algunos de esos países, no tienen “línea de bandera” (que en nuestro caso tiene más empleados en relación a la cantidad de pasajeros que transporta que todo el resto de las aerolíneas de SkyTeam, la alianza que integra, y que otras empresas de la región como LATAM o Avianca). Resulta conveniente aclarar, que el problema no deviene solamente de la “década ganada”: de los países que en 1995 compartían las cifras de TMI de la Argentina, en 2013 dos de ellos -Líbano y Rusia- habían alcanzado cifras de un dígito (y otros como Tailandia o Siria, nos seguían acompañando, a pesar de estar envuelto este último en serios conflictos bélicos).
En 1960, la Argentina ostentaba el lugar 42 entre los países del mundo con mejor esperanza de vida al nacer (EVN); hoy ocupa el 58; entre 2003 y 2013, Argentina aumento su EVN menos de 2 años (al igual que Uruguay y Paraguay), todos los demás países de Sudamérica lo hicieron por encima de esa cifra, y algunos como Bolivia, Perú y Brasil por encima de 3 o cercanos a él. Claro, la diferencia es que, mientras nosotros estamos en la proporción de empleados públicos respecto del total de la fuerza de trabajo, de los países desarrollados (15%), otros como Chile, Brasil o Uruguay “lamentablemente, solo” tienen 9,2;11,5 y 12,7, respectivamente, y mientras el promedio simple de remuneraciones de los directores, profesionales y administrativos equivale a 6,4 veces el PBI per cápita en Argentina, en el resto de A. latina equivale a 5,6 y en la OCDE “solo” a 3,1. Del mismo modo que en el caso de la TMI, el resultado tampoco es “logro” único de la “década ganada”: los países que en 1995 ostentaban una cifra similar de EVN a la nuestra, como Albania, Bosnia y Herzegovina, Croacia, R. Checa, Líbano o Polonia, en todos los casos hoy nos han superado.
Por último, entre 2003 y 2013, Paraguay, descendió un 44,7% su mortalidad materna, mientras Ecuador solo lo hizo en 17,5%; nosotros logramos un 25,5%, aunque no logramos el ODM respectivo; pero claro, tenemos Fútbol para todos, que nos garantiza escándalo (vínculos políticos con las “barras bravas” y la policía), violencia (tráfico de sustancias y personas, aprietes y extorsiones), intermediarios (coimas y sobornos en compra y venta de derechos y pases de jugadores, lavado de dinero), clubes que pagan sueldos superiores a 100 mil dólares mensuales (me remito al informe de la AGN a la Justicia el año pasado; donde detalla una decena de “anomalías” graves desde 2009); sin contar los heridos y los muertos que obligaron antes a prohibir la asistencia de público “visitante”.
Mientras se revisan contratos y subsidios, en un país devastado por la corrupción, que encubrió la desocupación, la miseria, la desnutrición en villas y pueblos, sin cloacas, cabe preguntarse, si hay que bancar esto; que no banca ningún otro país de la región ni del mundo, con fondos públicos. Si bien el costo se ha reducido en parte, cabe preguntarse si no existen otras prioridades, o no se ve qué sucede en la calle, y en los hospitales.
El llanto solitario, nocturno, desesperado, de muchos de los argentinos más pobres en las esperas hospitalarias no vale la pena de ningún juego, ni de ninguna línea de bandera.

 

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